Titulo: Almost Love
Autor: Lucy del Foro
Sun Moon Raiting : PG + 18
Language: Spanish
Almost love...
Aspiró profundamente del modo menos doloroso posible. Aunque su cuerpo no estuviese herido de gravedad, se había vuelto más “débil” de lo que lo recordaba. Cerró los ojos para sentir con más intensidad la fresca brisa que se colaba por la ventana entre las cortinas, haciéndolas mecer suavemente al compás de su ritmo.
Levantó los parpados con parsimonia, su mente aun confusa iba colocando, imagen por imagen; como las piezas de un rompecabezas, cada detalle de los acontecimientos que la obligaron a ostentar el título de “convaleciente”. Sonrió de medio lado al recordar la cara de susto de cierto shinigami. Exhaló con un dejo de resignación, ese chiquillo no iba a cambiar en nada, así tuviera 16, 40 o 100 años, podría asegurar con certeza y sin equivocación que ese instinto sobre-protector que lo caracterizaba jamás sería mellado por los años.
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Escena Principal:
- A quien se le ocurre entrar al cuarto de sus hijas con manguera en mano, ¿¡por la ventana!? - con el codo sobre el mullido colchón y la mano haciéndole de soporte para la cabeza, miraba de forma reprobatoria al chico junto a ella.
- Está claro que solo al viejo. Solo un desquiciado como él, tendría ideas tan raras, siempre - cara de fastidio, no solo se veía así, se sentía así. Su progenitor era capaz de sacarle canas antes de tiempo. En ocasiones se cuestionaba la paternidad de aquel loco. ¿De verdad era su padre?
- Él no hubiera pensado mal… - obvio. Era extraño permanecer junto a naranjito por más de 2 minutos sin siquiera insinuar pelea. Sobre todo por el hecho de era ella quién disfrutaría de una de las más amadas pertenencias del adolescente… la cama.
- Si su primogénito no hubiese… - mostró una expresión de picardía al recordar las palabras del naranjito.
- Estas… ¿¡insinuando que es culpa mía!? ¡No fastidies! - Si había una cosa que le hartase era que le recordaran una y otra vez las metidas de pata que gracias a su subconsciente decía en voz alta. Y esta vez no había sido la excepción, después de todo, TODO el mundo pensaría lo peor después de escuchar a alguien gritando algo como: ¡¡POR DIOS ENANA CUBRETE, QUE NO HAY MUCHO DE DONDE AGARRARSE, PERO NO SOY DE PALO!!
- ¿De quién más sino, ¡Idiota!? -
Bueno al menos eso significaba que el sustituto no tenía tendencias a hacer más contacto, de lo normal, con su parte femenina. Y hasta dejo ver que ella le parecía “atractiva”.
- ¿A quién le llamas Idiota, ¡perra!? -
Y pues, como buen pervertido que era el padre del naranjito aquel, se había hecho ideas raras en la cabeza que desencadenaron en hechos traducidos a que entró hecho un bólido al cuarto de las hermanitas, con manguera en mano, según el veterano, para apaciguar la naciente pasión de su hijo y evitar que ahí mismo una joven fuera violada sin el lujo de poder disfrutarlo debido a su calidad de “herida en combate”.
- Tonto, solo digo que debes medir TUS palabras frente a tu padre - Para qué seguir discutiendo por cosas que ya habían sucedido. La fuerza de su voz disminuyo, mostrando claramente que ella, al menos, no iba a continuar con la riña.
Claro y después de semejante intromisión había osado mojarlos completitos, a ambos y de paso a la habitación entera. Y como consecuencia ahora yacía inconsciente en su propia sala con moretones por todos lados, cortesía de sus hijos mayores… claro, quienes más, la comprensiva Yuzu no era para nada violenta…
- Y tú no deberías ser tan… - la molestia en su faz se esfumó más rápido que nunca.
Como consecuencia de todo aquello el siempre atento y caballeroso Kurosaki Ichigo (ajá), cedió… (Fue obligado por sus hermanas) su habitación (entera, completita, sin poder chistar siquiera) a la morena que ahora se encontraba tendida en su cama de lo más cómoda. No es que le molestará el hecho que ella estuviera siendo ama y señora de su habitación. Estaba molesto, de nuevo, por el simple hecho de que ella, esa endemoniada señorita no captará para nada el mensaje “Déjame protegerte”.
- ¡Hey! Oye ¿Qué te pasa? - la había tomado desprevenida, estaba sorprendida de que, de buenas a primera el sustituto se lanzara sobre ella. Sin motivo ni razón aparente.
De que otra forma, de qué manera debía expresar la rabia que le carcomía, ¿cómo podía hacerle entender que si ella estaba a salvo, si ella estaba bien, no importa nada de lo que suceda alrededor? ¿De qué manera proteges a alguien que no desea ser protegido? Por muy fuera que fuese alguien, por muy independiente que fuera… siempre existía un momento de vulnerabilidad… siempre…
- Solo no lo hagas más… -
No podía rehusarse nunca, a la fuerza de las acciones del pelinaranjo, aún no sabía cómo controlarse del todo ante situaciones como esta misma que vivía. Él, tendido sobre su cuerpo sin el más mínimo de recato, con el mayor cuidado, invadiendo de forma natural su espacio vital. Adentrándose en terrenos lóbregos con acciones atrevidas. Acortando la distancia entre los dos con la misma paciencia y delicadeza de un lobo acechando a su presa.
Reduciendo hasta lo mínimo el espacio entre ellos. Culminando con un beso suave… un beso casto…
/Escena Principal
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Lo odiaba, si, odio al 100%. Lo odia a él por mirarla de esa maldita y única forma que podía mirarla SOLO a ella y lograr convencerla de cometer las más bajas y sucias locuras. Se odiaba a sí misma porque no era capaz de aceptar que todo lo que hacía y se dejaba hacer, era porque también lo deseaba. No era capaz de decir un simple monosílabo: NO. Porque ella también deseaba sentir todos y cada uno de los placeres que él podía proporcionarle sin reservas.
Y así sin más, sin protocolos sin restricciones se apoderó, de nuevo, de la forma más dulce y suave de sus labios. Tanteando con suma lentitud cada centímetro de aquellos embriagantes belfos. El cálido aliento del varón se desplegó hacía su órgano olfativo, embriagándola ipso facto.
Si alguien le preguntase en ese preciso momento que era la felicidad, respondería de forma inocente y completamente sencilla: Estar con Ichigo.
El muy idiota parecía un tornado en toda la extensión de la palabra, era tempestuoso, impetuoso, persistente y fuerte, demasiado como para oponerte a él. Cuando una oración osaba salir desde lo más profundo del corazón de este naranjito, no había nadie que le parece, por muy difícil que fuese la situación, se le iría el alma en cumplir con su palabra. Era grosero, se sabía muchas malas palabras, demasiadas… y sin embargo era gentil y amoroso, a su modo, con palabras toscas y frases brutas.
No es que necesitaras de un “poder” especial para ver a través de él. Tan solo necesitabas conocerle, conocer sus manías, sus movimientos, sus costumbres, no era algo extraordinario o al menos eso es lo que siempre ha querido pensar; y sin embargo pareciera que eran los únicos capaces de entenderse mutuamente. Si no se necesitan poderes especiales, entonces porque era especial lo que había nacido entre ellos?
Unas manos ansiosas y ásperas iban recorriendo la piel de sus muslos a ritmo acelerado, logrando que con ello olvidara los pensamientos y cavilaciones que momentos antes inundaban su mente. Mientras que con nerviosismo mal disimulado la piel de su cuello era recorrida por suaves belfos carmesí. Las manos siempre fuertes de él, palpaban cada rincón de la piel blanca. De vez en cuando esas caricias cambiaban de lugar e intensidad, en ocasiones sujetaban con fiereza los suaves montículos de la anatomía de la mujer. En otras se aferraban a la nuca de la de cabellos brumos, con el fin de profundizar aún más el beso, de enmarcar con pasión cada caricia que entre ellos nacía.
Y así, con cada beso y con cada grado de temperatura que aumentaba, la ropa estorbó. La distancia fue borrada. Ese abismo entre shinigami y humano se diluyo suavemente. El rocío se hizo presente entre los amantes.
Podía sentir como su cuello era recorrido con vehemencia por los ardientes labios de su amante. Y aunque tratara de fijar la vista en algún punto, estos simplemente se negaban a enfocar a algo distinto del imponente cuerpo del chico de aún 15 años, que la aprisionaba contra las sabanas.
Si las deidades catalogaban sus actos como algo pecaminoso entonces ella era felizmente una pecadora, iría con gusto al infierno, solo si allí podía continuar viendo de la misma forma al sustituto: con el sudor recorriendo su frente, cuello y pecho. Escuchando esos sonidos guturales que escapan desde lo más profundo de su garganta. Sintiendo como sus cuerpos se unían de varias formas ya fuera con un beso, una caricia o con el más alto grado de amor.
La unión de dos almas, dos cuerpos y un solo corazón. La clímax de cualquier historia de amor, fundirse uno con otro, más allá de lo carnal, más allá del morbo y vergüenza.
- Ichigo… - jadeó con voz ahogada. Podía sentir con avidez como él la preparaba para la intromisión. Podía sentir como el ardía en ganas de hacerla, una vez más, suya.
- Te… - aspiró con dificultad - te… lastime? - preguntó con un timbre de voz lleno de preocupación. La ojivioleta negó - perdona - soltó dolido.
- Idiota… este no es el momento para decir algo… - gemido - así…
- Nunca puedo hacer nada por ti, incluso ahora, solo te lastimo… - con sumisión escondió el rostro entre los cabellos azabache.
- Idiota… - susurró con voz suave - crees que estaría aquí y ahora, sino lo deseara? - sonrió al sentir el temblor del cuerpo del chico, consecuencia de las caricias que ahora ella le regalaba - me conoces bien, sino quisiera… ya me hubiera marchado hace tiempo…
- Entonces… - susurró besando con devoción los cabellos de la morena - seguiré enfadándome porque nunca dejaras de ponerte en peligro?
- No exageres - con delicadeza pero firme a la vez sujetó el rostro del pelinaranjo entre sus manos, obligándolo a mirarla de frente - siempre estas protegiendo a todos… - besó fugazmente la comisura de los labios del varón - pero se te olvida que existimos personas que pensamos de la misma forma que tu -
- Pero… -
- Ichigo… se que te lo he dicho muchas veces pero… no soy una niña, sé muy bien los riesgos a los que me enfrentó -
- A veces, no lo parece - masculló.
- Sé que no soy tan fuerte como tú o Nii-sama - ante esa palabra el sustituto entornó los ojos - pero tengo el mismo deseo que ustedes…
- No es lo mismo - susurró evitando la mirada violácea.
- ¿Acaso no quieres estar ahí para todos? - enarcó las cejas.
- Yo… solo quiero que me dejes estar ahí para ti… - con aquellos pensamientos en su mente. Besó a la shinigami con más fervor que antes. Con más ímpetu y pasión.
- Idiota, descerebrado… -
- En que… nos quedamos? - inquirió con las mejillas enrojecidas. Hasta podía decirse que adoptaba un aire tierno.
- Aún eres un niño - rió complacida ante la indignada mirada del pelinaranjo.
Siempre se decía que lo odiaba, que no le gustaba la forma tan bruta en la que se comportaba, sin embargo, por alguna extraña razón ella podía mirar a través de esa máscara de "rebeldía", tan solo para darse cuenta de que el odio era un sentimiento que jamás experimentaria hacia él...
No... podía odiarlo...
Era algo más... que eso....
Casi... como el amor...
Si....
Tal vez....
Fin
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