Seasons of Beautiful Wolfram
Estaciones de Hermoso Wolfram
--oOoOoOo--
Autora:
HARPGO.
Traductoras: Kotorichan y Petula Petunia.
Traductora de este capítulo: Petula Petunia.
Beta de este capítulo: Kotorichan.
Parejas: Yuuram, y otras que irán apareciendo.
Advertencias: Yaoi, más adelante un poco de escenas fuertes.
Rating: R
Capítulo 15
El sonido de un par de gastadas botas de cuero interrumpió en el castillo. Y el muy familiar grito de “DEBILUCHO” se pudo oír en los ecos también.
Casi de inmediato, Gwendal abrió la puerta de su habitación. Esta vez, el berrinche fue más que bienvenido. Envolviéndose en una bata verde oscura y colocando sus pies en sus zapatos, Gwendal se encaminó tras de lo que estaba seguro sería un irascible rubio diriguiéndose a la habitación del Maou. Sonrió para sí mismo.
Gwendal giró en la esquina y se encontró con Conrad, vestido de forma similar. Había escuchado a Wolfram desde sus habitaciones cercanas a donde los soldados vivían. Los hermanos intercambiaron miradas de alivio mientras caminaban rápidamente al encuentro de su hermano. Pero cuando fueron pasillo abajo, vieron a Wolfram desaparecer dentro de una habitación distinta, mucho más alejada que la del Maou.
-¿Qué hace? -preguntó Gwendal.
-Creo que trata de regresar a su vieja habitación-, respondió Corand ligeramente preocupado.
-Pero, desde que se movió con el Maou… gradualmente -dijo Gwendal en respuesta con un tono ácido e impaciente -lo convertimos en un trastero.
- Cuando se entere de eso se va a poner realmente-
-¡¿DÓNDE MIERDA ESTÁ MI HABITACIÓN?!
-…molesto -suspiró Conrad colocando una mano sobre su cabeza.
La irritada voz del rubio sonó tan alta que todos en el corredor sacaron las cabezas de sus habitaciones para ver qué sucedía. Los guardias también corrieron hasta que Gwendal, con un gesto, les hizo saber que todo estaba bien. -Sólo es Wolfram, de nuevo -y esa explicación pareció satisfacer a todos. Siempre lo hacía.
La puerta estaba semi abierta. Con precaución, Conrad la empujó. Miraron adentro, y vieron a Wolfram parado dándoles la espalda. Revisaba la habitación con las manos en sus caderas.
-¿Wolfram? -dijo Gwendal, tratando de mantener el tono esperanzador ausente en su voz. Había aprendido, tiempo atrás, que la falsa esperanza era el sentimiento más doloroso de todos. Aún poniendo lo mejor de sí, estaba ahí de todos modos y Conrad sonrió ligeramente notándolo.
El rubio observó a su alrededor. Su cabello lucía más largo que el del “cadete Wolfram” y el uniforme se le pegaba a la silueta. Los bordes de los pantalones estaban por encima de sus pantorrillas y algo similar pasaba con las mangas de su chaqueta.
-¿Es esto alguna clase de broma?- gruñó Wolfram mirando a sus hermanos. Señaló hacia las cajas y baúles en la habitación. Caminó hacia la ventana y la abrió. Partículas de polvo comenzaron a circular en diminutos espirales en el alfeizar.
-¿Dónde está mi cama? ¿Mis ropas? ¿Mis cosas? -su rostro era serio. Estaba demandando respuestas y las quería ya.
-Wolfram… como puedes ver… tu habitación no está -dijo Conrad. -¡Pero es bueno tenerte de regreso! -sonreía ahora. -Has estado enfermo por un buen tiempo -agregó la última parte tardíamente debido a la feroz mirada esmeralda de la que era objetivo.
-Oh, por favor- pensó Gwendal- por favor, que sea la última vez que se lo tengo que explicar a Wolfram. Me estoy empezando a cansar de esto.
-Tuvimos este espacio disponible una vez que te mudaste…a…- la voz de Gwendal se apagó. Quizá las memorias de Wolfram estaban todavía difusas.
-Eso no tiene sentido -interrumpió Wolfram levantando la mirada hacia su hermano mayor.
-¿Por qué? -preguntó Conrad y obtuvo un fruncir de ceño lanzado a su dirección.
-Mira, Weller, no hablaba contigo -le gritó.
-¿Weller? -repitió Gwendal. Presionó el puente de su nariz para pelear contra el dolor de cabeza que comenzaba a atacarle lentamente. Cerrar los ojos ayudaba también.
-Algo está, en verdad, mal aquí -dijo Wolfram, dándole a su hermano una furiosa mirada con la barbilla levantada para ver mejor sus ojos. -Gwendal, esta mañana mi habitación tenía una cama… un escritorio…mapas…mis papeles y pluma…- rastrilló su dedo contra la ventana sacando la suciedad. -Nada puede ponerse así de sucio tan rápido…incluso si las doncellas no han venido en la mañana.
Conrad cruzó los brazos y suspiró hacia el suelo -¿Cuál es la última cosa que recuerdas?.
El rubio abrió los ojos desmesuradamente a la pregunta. Recordaba. Repentinamente se encontró bajo un manzano en la oscuridad con aquel sujeto “Yuuri” a quien apenas conocía -el mismo chico quien le había propuesto matrimonio hacia tres horas con una fuerte bofetada en la mejilla. Oh, y parecía inocente en la comida. Pero, aparentemente, el pelinegro le había cogido cierto gusto después de todo, por lo que fue embrujado en la oscura noche para una rápida y tranquila cita. Eso debió haber pasado. Pero, más allá de eso, Wolfram sólo recordaba un dolor ciego por todo su cuerpo, especialmente en brazos y piernas, como si se estiraran. Estaba en el regazo de Yuuri siendo sostenido con fuerza. El recuerdo del rostro del pelinegro tenso de miedo le hizo hincharse de orgullo. Y matar a un falso maou como uno de los leales nobles del reino le haría sentir aún más feliz.
-Podemos devolverte la habitación, si es lo que quieres -dijo Gwendal, esperando una mejor respuesta de su hermano que esa inexpresiva y distante mirada que tenía en ese momento.
-Creo que puedo recordar lo que hicimos con la vieja cama de Wolfram -canturreó Conrad. -Mandaré a las doncellas en la mañana para que aseen. Y empezarán con esas viejas cosas de Madre. Después de todo, ella debería hacer algo de limpieza primaveral.
Mientras platicaban, Wolfram giraba la cabeza de un hermano a otro. -Ambos hablan como si yo no hubiera estado aquí en años-. Les miró preocupado.
Conrad esperó que la expresión de Gwendal le dijera que estaba bien responder a esa declaración. Obtuvo un asentimiento. Sí, su hermano menor necesitaba saber. -Éso es porque es la verdad- terminó diciendo Conrad con un suave encogimiento de hombros.
El rubio dijo entre sus apretados dientes - no…puede…ser… -apretó los puños.
-¡Míra por ti mismo! -espetó Gwendal, girando a su hermano alrededor. -En tu mente, estaba limpio y brillante esta mañana con muebles y ropas en el closet. Pero ahora, es sólo un cuarto viejo y polvoso con cajas. Y, observa por ti mismo, el closet está vacío.
Wolfram dirigió su rostro en dirección al closet. Estaba abierto. Pero, no había nada adentro excepto por unas cuantas perchas y algo de polvo.
-Debe ser algo desconcertante -agregó Conrad. Alzó una mano en dirección a la cabeza de Wolfram con la intención de acariciarla de la manera en la que solía hacerlo cuando éste era pequeño. Pero, rápidamente, Conrad alejó la mano cuando Wolfram le lanzó una mirada severa.
-Entonces, si el tiempo ha pasado… ¿cuánto ha sido? -casi temía preguntar.
-Como te habíamos preguntado antes, ¿Qué es la última cosa que recuerdas estar haciendo antes de que… “despertaras”? Ese sería una buena referencia para comenzar.
El rubio asintió y dijo, -ese sujeto Yuuri me abofeteó en la comida-. El menor de los hermanos parpadeó al ver que tanto Conrad como Gwendal estaban ahí parados con las bocas ligeramente abiertas.
La bizarra pausa hizo que el corazón del rubio latiera con fuerza.
-Eso pasó hace unos tres años -le dijo Gwendal a Wolfram.
El rubio retrocedió negando con la cabeza.
-¿Perdí… tres años…? -Wolfram palideció. Dio unos incómodos pasos más. Pero sus botas se sentían demasiado pequeñas para él ahora mismo. Sus dedos estaban curvados y dolían. De modo que su balance estaba desequilibrado más que un poco. Se tambaleó.
-Pero, ¡Se supone que íbamos a tener un duelo mañana!
-Ya sucedió -bufó Gwendal.
-Entonces, ¿no lo maté en duelo después que ser abofeteado?. Su mente simplemente no podía procesar un duelo donde ninguno de los haya muerto. Y, en su opinión, ese completo enclenque debió haber muerto.
-Claro que no, Wolfram -el tono de Gwendal bordeaba el sarcasmo. -¿No es obvio? Simplemente entraste al castillo gritando la palabra “enclenque”. De modo que nadie está muerto.
El pequeño rubio cruzó sus brazos defensivamente. Después de ser abofeteado en la comida, Wolfram se había prometido que derrotaría, y probablemente mataría, al falso maou. Ahora estaba profundamente defraudado.
-Lo que es obvio para mi es que ésta es una habitación polvosa sin cama ni ropas para dormir en ella.
Ojos esmeraldas espiaron a sus hermanos dándose miradas secretas de nuevo. No le gustaba. No le gustaba para nada.
-Te mostraré otra habitación donde puedas dormir -dijo Conrad y entonces rápidamente agregó: -hasta que tengamos la tuya lista de nuevo.
Wolfram asintió y caminó detrás de Conrad, saliendo de la habitación sin darle a Gwendal una segunda mirada. El hermano administrador estaba de un humor de todos modos, decidió Wolfram. Pero eso todavía lo dejaba con su otro hermano para lidiar. Y, cuando quería, podía ser una verdadera molestia también.
De camino, Conrad pudo sentir los ojos de su hermano mirándolo. Sin voltear a verlo, dijo: -Querías la verdad ¿cierto?
-Claro, Weller-. El tono era displicente. Sus pies dolían y los malditos pantalones no hacían algo más que apretarle en lugares incómodos. Sentía como si el material le cortara a la mitad a cada paso que daba. Entonces, miró abajo por primera vez. -¿Qué demonios?
Conrad abrió la puerta y gesticuló para que entrara. Casi de inmediato, Wolfram comenzó a sacarse el uniforme encogido. Rápidamente la chaqueta y las botas fueron tiradas sobre el suelo en una pila.
-¡¿Qué idiota me vistió como un cadete?! -el rostro de Wolfram estaba rojo de vergüenza. -¿Es una broma?
-No es una broma. Has estado… enfermo -dijo Conrad -y no guardas las memorias de cuando estabas…hmmm…enfermo…
Los pantalones estaban en el suelo y Wolfram se acercó al closet para tomar un camisón de noche. Era blanca y plana, el pijama estándar de los militares. -Esto es tan estúpido -gruñó. -Que alguien, por favor, me traiga el uniforme correcto y algo de ropa interior más grande.
Escuchó una risa ahogada a su espalda y el camisón terminó arrugado en su mano cuando la hizo un puño.
-No estoy fanfarroneando, por cierto-. Agregó un muy ácido: -Weller -para terminar su pedido.
Comenzando a ponerse el camisón, el rubio se detuvo cuando la puerta se abrió y un Yuuri sin aliento entró a la habitación -Wolfram, siento tanto lo de hace un rato y yo…
En ese punto el cerebro de Yuuri finalmente procesó algo particularmente importante, Wolfram estaba parado frente a él vistiendo sólo una blanca y ceñida ropa interior que acababa en la espalda mostrando cada curva de belleza. E, incluso pensando que había visto a Wolfram desvestido incontables veces en esos años y habían compartido el baño, Wolfram nunca, en opinión de Yuuri, había lucido tan bien antes.
-Yo… -se sonrojó Yuuri. -Realmente… realmente…lo siento…
-¿Te estás disculpando por lo de hace un rato o por lo de ahora mismo? -preguntó Wolfram oscuramente, colocándose el camisón con rapidez. Se escuchó un “humph” cuando lo hizo. Pero, colocarse el camisón no fue de ayuda para ser precisos. Los ojos de Yuuri casi se salen ante el hecho de que la chimenea detrás del rubio lo iluminaba haciendo que la silueta de Wolfram resaltara con fuerza contra el camisón. No podía sacar los ojos de él.
-¿Aa-antes? Oh…¿bajo el árbol? -obtuvo una mirada lacerarte y encontró, repentinamente, mucho más fácil mirar hacia el suelo. -Por ambos, supongo…
Conrad sonrió para sí. -Bien, Wolfram, si quieres que pida a alguien que te traiga algo de ropas más grandes, querrán saber qué talla-. Por un segundo, Conrad se recriminó a sí mismo por hacer aquello, pero era demasiado divertido.
-¿Talla? -dijo Yuuri, esperando ayudar en algo. Quizá Wolfram se relajaría un poco con él. -Yo sé la talla que viste.
-¿Lo…sabes? -masculló Wolfram, ocultando la sorpresa de la mejor manera que pudo.
-¡Claro! -dijo Yuuri feliz. -Déjame traerte algo de tu ropa. No es ningún problema.
Una ceja rubia se arqueó ante la oferta. ¿Por qué un maou haría el trabajo de una criada? ¡Un momento! Ahora que lo pienso…-¿Cómo es que sabes donde están mis ropas? -dijo el rubio, no queriendo la respuesta pero preguntando igualmente.
-Oh-, respondió el pelinegro mientras salía por la puerta, -tú duermes en mi habitación.
Cuando vio que Wolfram palidecía, Yuuri agregó, -no te preocupes. Dejamos que Greta duerma entre nosotros.
Cuando la puerta se cerró, Wolfram corrió hacia Conrad, lo cogió del cuello de la chaqueta hasta quedar frente a frente y demandó respuestas diciendo: -Nuestro nuevo maou es un pervertido ¿no es cierto?.
Yozak, aún vestido como granjero, cabalgó camino abajo a un ritmo perezoso. Tiró del cuello de la ropa con la esperanza de subirlo para ocultar las marcas que misteriosamente habían aparecido en su cuello. Las tocó un poco maravillado por como no eran dolorosas para nada, había tenido peores antes. Había descubierto esas pequeñas linduras en el espejo cuando se afeitaba esa mañana y se le formó una sonrisa torcida al pensar en Connie. La chica ciertamente tenía talento.
Era una mañana fría pero el sol calentaba las cosas un poco. Así que trató de cabalgar en el medio del camino evadiendo las frías sombras. Pensó que podría darle una visita a los Meigers al final del pueblo. Sería mejor ver lo que ellos hacían de cerca y pretender venderles algunas manzanas para empezar una conversación.
Muy lentamente, la granja Meiger empezó a aparecer ante su vista.
-Oh, no -murmuró Yozak sin aliento -el carruaje desapareció. Estaba aparcado afuera ayer.
Cabalgó más cerca del lado derecho de la carretera para ver mejor los campos. Su mirada se clavó en un océano de verdes plantas de cinco centímetros de alto. Pero, no había nada más allá. Ninguna persona.
Preguntándose si debía o no, Yozak pasó la granja y ató su caballo a un arbusto algo alejado de la carretera. Rodeó la granja de regreso y la observó por una hora. No había nadie y nada se hacía. Pero notó que el carruaje había sido movido al frente de la propiedad.
Salieron temprano esta mañana y regresaron, pensó.
Los oídos de Yozak captaron el sonido de cascos de caballo sobre el camino de tierra y se escondió entre las sombras de los árboles. Mientras que su caballo permaneciera quieto, todo estaría bien.
En los siguientes minutos, Yozak notó que los caballos sonaban como si aceleraran en su dirección. Se preocupó un poco. ¿Habría un espía allá afuera con él? ¿Podrían decirle dónde estaba? El sonido se hizo más fuerte. Se ocultó tras un árbol tan sigilosamente como le fue posible.
El peligro pasó a su lado.
-¡Miren, idiotas, ahí está el lugar! -gritó uno de los hombres. Todos los caballos tomaron la izquierda y pararon en la granja Meiger.
Lentamente, Yozak se enderezó desde donde se ocultaba y se asomó por el árbol. Una sonrisa se dibujó en todo su rostro. No podía creer en su suerte.
-¡Yuuri! -dijo Greta alegremente, agitando los brazos hacia él. -¡Estoy por aquí!
-Sí, ya veo…-respondió Yuuri, caminando hacia la habitación casualmente con una de sus manos en el bolsillo de la chaqueta. -¿Sabes que ya es hora de comer? -apenas podía ver a Greta de pie al otro lado del laboratorio. Había demasiados equipos. Ese día, notó, ella estaba vistiendo una copia del traje que Anissina usualmente vestía, sin la cola de caballo. Tenía que admitir que el traje le quedaba bien a su hija. Aunque, pensándolo detenidamente, incluso un saco de patatas le quedaría bien. Era tan adorable.
-¿Comer? Nop, pero lo haré ahora -la niña le sonrió alegremente.
El pelinegro miró a su alrededor -¿Dónde está Anissina? Éste es su laboratorio después de todo -hizo una nota mental, tenía que decirle a la inventora que Greta no debía estar sola en este sitio. Fácilmente podía cometer un error.
Una sonrisa maliciosa se formó entre los hoyuelos del rostro de Greta que le dijo a Yuuri todo lo que necesitaba saber. -Salió para traer a Gwendal aquí… -empezó el pelinegro y vio una pequeña cabeza asintiendo con energía -…para probar una de sus nuevas invenciones, ¿eh?- suspiró impacientemente y cruzo los brazos. -¿Por qué tiene que hacer esto ahora? Tengo hambre-. Greta rió ante el lloriqueo de su papá. Era lindo.
-¡Oh, y mira lo que me enseñó a hacer!
Yuuri sonrió con cara de circunstancia y esperando sin esperanzas que no fuera algo peligroso. Para su suerte, Greta sacó un aeroplano hecho en papel blanco. Marcó cada doblez para definirlos más y lo dejó ir, volando por todo el laboratorio. Fue tras el avión, pasando por cables y mesas, entre risas.
-A mi también me gusta estas cosas -dijo Yuuri. -Son muy divertidos. De hecho, fui yo quien le dijo a Anissina como hacerlos-. Gentilmente, tomó el aeroplano y lo guardó. Entonces, sólo por diversión, también tomó a Greta en sus brazos. La pequeña hizo una mueca y rió. -Y no se debe correr en el laboratorio -amonestó Yuuri.
-¡Cierto! -entonces, Greta pensó un poco más. -¿En serio le enseñaste a Anissina sobre aviones de papel?-. Sus ojos marrones brillaron -Pensaba que Anissina lo sabía todo.
-Sip, practicaba mucho en clases cuando el profesor no… hmmm… ya sabes… hmmm… no era interesante.
-¿Algo como las lecciones de Gunter?
Eso le valió una alegre sonrisa y un montón de “hmms” y “uhhhs” que le dijeron que estaba en lo cierto. Greta le guiñó el ojo entendiendo.
-Ahi estás -una voz proveniente de la puerta protestó.
Tanto Yuuri como Greta giraron para ver a cierto rubio soldado apoyado casualmente contra el borde de la puerta. -Se supone que ya va a ser la hora de comer.
El pelinegro pareció medio sorprendido de verlo. Yuuri le devolvió una pequeña sonrisa y vio con satisfacción como el rubio cruzaba los brazos, giraba la cabeza y le daba un insatisfactorio “humph”.
-¡Es Wolfram! -dijo Greta, mientras corría hacia el rubio. Y, en la siguiente fracción de segundo, el rubio encontró a Yuuri totalmente aterrorizado. El pelinegro trató, sin lograrlo, de detenerla. La mano de Yuuri terminó cogiendo aire y unos pasos adelante, la niña se lanzaba hacia su otro padre.
-¡Es genial que hayas regresado! -ella lo abrazó con genuina calidez y con el rostro hundido en sus hombros.
El abrazo de la extraña niña fue una sorpresa. En el mundo real, algo como eso nunca podría haber pasado entre humanos y Mazoku. Los ojos de Wolfram observaron de soslayo a Yuuri. Vio miedo en él de nuevo. Exactamente, el por qué Yuuri estaba tan preocupado, no lo sabía. Era solo una niña humana, y una pequeña. No podría hacerle ningún daño. Pero, la reacción de Yuuri, no estaba errado al definirla.
-Así que, ¿Me extrañaste? -dijo Wolfram a la niña arrodillándose. Lo vio de nuevo, una mirada de terror.
Yuuri abrió la boca para decirle algo, que esperaba, se quedara entre ambos, en el habitual “el código paternal a medias” que habían desarrollado entre los dos durante ese tiempo. En su corazón, necesitaba que Wolfram lo recordara, o al menos, que fuera suficientemente sabio para reconocerlo cuando lo usaban.
-¿Sabes, Wolfram, jugué contigo cuando eras un bebé? -parloteaba Greta. -Y cuando eras mayor, te gustaba tener un descanso-para-comer-galletas conmigo.
El rubio sonrió al escucharla. Ya veo… Tiene una gran imaginación y habla demasiado. Quizá, eso era lo que preocupaba al maou. Piensa que la puedo ver como una mentirosa.
-Uh, ¿Wolfram?
Ojos esmeraldas se giraron hacia él.
-Ésta es nuestra… digo, ésta es MI hija, Greta.
La expresión de Wolfram era de total shock. Esta “Greta” fue el nombre que Yuuri mencionó la última noche. Wolfram miró a la niña, que parecía ser claramente humana, y al nuevo maou quien era, obviamente, medio Mazoku.
¿Cómo pasó esto? Wolfram se quedó de pie ahí, sin posibilidad de pensar en algo que decir. Ni siquiera cuando Yuuri le dio una mirada que decía “sólo sigue la corriente, idiota” le cambió la expresión.
-Eso significa, ¿que él no me conoce?- dijo Greta con un tono herido en la voz. Su labio inferior tembló. -¿No soy alguien que merezca… ser recordada, Yuuri?
-Greta -dijo Yuuri en un tono apacible.
-¿Me olvidarás tú también? ¿Me quedaré sola de nuevo, Yuuri? -sus ojos se llenaron de lágrimas y aplastó su avión de papel en una bola tirándola en el aire. Aterrizó en la repisa superior con los libros que Anissina había “prestado” de la biblioteca.
Yuuri se arrodilló para abrazarla, pero ella le dio la espalda mientras trataba de limpiar las lágrimas de sus ojos.
-Lo siento -dijo Wolfram. Realmente lo sentía. Hacer llorar a un niño, cualquier niño, era algo intolerable. Había estado en tantas batallas donde los llantos de los niños cortaban el clamor de la escena. Realmente odiaba oírlos.
Esta vez, Yuuri le lanzó una mirada iracunda, del tipo que sólo los padres podían dar. Wolfram retrocedió un poco.
-¿¡Cecile!? -chilló Greta, corriendo fuera de la sala con más lágrimas resbalando por su rostro.
Yuuri y Wolfram la vieron ir. El pelinegro se volvió hacia él con el ceño fruncido. -Estaba tratando de evitar esto -dijo con pesadez. -Hubiera sido mejor si sólo le hubieras seguido el juego a Greta.
Wolfram, retomando la compostura, descansó sus manos sobre las caderas.
-No sabía que era tu hija.
-Es ‘nuestra hija’, si no lo sabías. Porque, eres tú quien siempre lo dice.
-¿Siempre? -El rubio hizo una mueca. -Bien, perdí tres años. Así que, dime cómo puede ser que también sea mi hija.
El pelinegro entrecerró los ojos. -Una vez que estemos casados-, Yuuri bufó mientras empezaba a trepar el aparador, -ella será tu hija también.
-Oh, sí. El asunto del “compromiso” -gruñó Wolfram en respuesta, viendo al maou trepar el antiguo aparador de madera con una leve molestia.
-¿Realmente crees que nosotros, de toda la gente, vamos a casarnos? -arqueó una curiosa ceja rubia.
Dejó de escalar y abrió la boca para replicar, pero entonces se rindió de nuevo. Reanudó su lenta y constante subida. Ahora, el pelinegro estaba casi en la cima. Había polvo en todas partes y quería, desesperadamente, frotarse la nariz. El cosquilleo era suficiente para hacer que sus ojos se pusieran acuosos y su piel se tornara rosada. Trató de rascar su nariz con su manga. No tuvo suerte. Su hombro tenía que servir pero luciría como un idiota haciéndolo. Pudo oír a Wolfram riéndose desde abajo. Le lanzó una mirada molesta al rubio.
-No respondiste a mi pregunta, maou, pero hay otra más ¿Por qué estás haciendo eso? -señaló hacia la repisa con un dedo tembloroso. Era ridículo. -Sólo envía a una criada o un sirviente. Para eso están.
-Escucha “Pequeño Lord Mocoso”- casi le ladró Yuuri al hombre bajo él, -estos sirvientes y criados son personas también. Y deberías tratarlos bien porque ellos se preocupan por ti más de lo que crees-. Frunció el ceño y de inmediato sus ojos se abrieron. -¡Ahhh! -se resbaló con algunos papeles perdidos. Se apegó a los lados de la repisa. Sus pies apenas encontraron un viejo diccionario para hacer tracción. Su corazón empezó a latir rápido.
-¡Yuuri! -gritó Wolfram. Fue un reflejo, lo sabía, pero no pudo evitar gritar. El tono fue doloroso y aterrorizado. Sus brazos llegaron al librero antes que pudiera detenerlos.
-¡Estoy bien! -dijo Yuuri desde arriba. Había escuchado su nombre y, aún cuando estaba molesto con “ese Wolfram”, pudo escuchar el tono de aquel a quien más quería. Ese Wolfram no estaba perdido para él. Eso hizo sentirse mejor al pelinegro.
-Sólo un paso más -añadió Yuuri mientras alcanzaba y recuperaba el avión roto. Lo arreglaría y se lo devolvería a Greta después como disculpa. Mientras hacía eso, también haría que Wolfram dijera que lo sentía.
El pelinegro miró bajo sus hombros. De arriba a abajo no parecía tan alto después de todo. Si quería, podía probablemente saltar y evitar la repisa con los papales y el diccionario. Aterrizaría bien en tierra, pensó.
-¡Voy bajando!
-¡Sólo hazlo! -le llamó Wolfram impaciente. Entonces, para su sorpresa, un bulto negro cayó desde arriba. Y se abalanzó contra él.
Lo atrapó y casi cae al hacerlo.
Estabilizándose, Yuuri se sujetó de Wolfram. Sus uñas se clavaron en el uniforme azul, y sentía como se balanceaba. Se sobrecompensó lo que hizo que tanto Yuuri como Wolfram cayeran sobre el escritorio de madera de Anissina. Los resultados de su última investigación volaron sobre el suelo en forma de una apresurada ola. Wolfram terminó con su espalda sobre el escritorio y el pelinegro encima suyo. No ayudó el que sus piernas estuvieran abiertas y que Yuuri estuviera presionando en todo tipo de lugares sensitivos.
Los ojos esmeralda se ensancharon. ¿Hizo esto a propósito? ¿Realmente es un pervetido? Nunca me entregaría a alguien que trata de engañarme con algo como esto. Percibió como comenzaba a enfadarse, realmente a enfadarse. Entonces, el rubio notó que los labios de Yuuri estaban a sólo un centímetro de los suyos. Pudo sentir el pánico, el aliento arrítmico en ambos. El pelinegro estaba tratando de coger aire y su cuerpo entero se movió ante el esfuerzo. Esto hizo que el corazón de Wolfram latiera con fuerza.
¿Qué estoy haciendo? Todo esto ha sido un accidente, de nuevo. Así como cuando fui abofeteado, fue un accidente también. Weller dijo que era demasiado ignorante acerca de nuestras leyes por venir de la Tierra… El rubio pensó con seriedad. Que realmente deberíamos olvidar eso y tomar rumbos separados antes que nosotros…
La impactada cara del pelinegro empezó a relajarse con cada respiro forzado. Estando así, juntos, se sentía diferente, no malo. No era amenazante. Natural, en realidad. La mirada era suave, ahora, y él se inclinó. Sus manos se posaron en los hombros de Wolfram, presionandolos hasta que estuvieron contra el escritorio también.
El rubio lo permitió.
-Wolfram -susurró, inclinándose más. Sus labios se unieron vacilantes, gentilmente. Yuuri se sumerguió en el beso y el rubio levantó el mentón.
-¡EJEM! -se escuchó una falsa tos.
Tanto Wolfram como Yuuri guiaron sus cabezas en dirección al sonido. Rápidamente, ambos perdieron color.
En la puerta abierta estaban parados Gwendal y Anissina.
-Nunca antes usé mi escritorio para estos propósitos -ronroneó alegremente.
Gwendal estaba plantado en su sitio, sus enormes ojos sobresalían y sus puños estaban apretados. Tanto Yuuri como Wolfram podían leer “sal, con un demonio, de encima de mi hermanito o vas a conocer algo de dolor real” en la mirada de odio que estaba siendo enviada hacia ellos. El rechinar de los dientes tampoco pasó desapercibido.
No importaba que hubieran dormido juntos por tres años.
No importaba que se bañaran juntos.
No importaba que estuvieran comprometidos.
No importaba que Yuuri fuera el maou.
Wolfram susurró a su prometido, -haz algo. O ambos moriremos.
-¿Hacer qué?- masculló Yuuri en respuesta, con el miedo de un “siervo en frente a los faros de un coche” dibujado claramente en su rostro, lo cual sólo aumentaba el mal aura en la habitación.
-Bien, yo comenzaría por bajarte de encima.
Espero que les haya gustado ^__^ En lo personal, entre lo del maou pervertido y la escenita del final, me maté de la risa jeje Ohh y ese beso *-* ¡ya era hora!
El próximo capítulo ya lo tenemos también, sólo falta betearlo, aunque lo publicaremos la próxima semana ;)
¡Gracias por los comentarios!
Por cierto, ¿a que es simpático mi avatar? (que conste que no lo hice yo, of course) Normalmente diría "Love a first sight" (amor a primera vista). En éste es "Love a first slap" (amor a primera bofetada) XDDDDDD