TÍTULO: Sangre Incólume.
CAPÍTULO: IV.
AUTOR: la-comadreja
WORD COUNT: 1900~.
RATING: NC-17.
ADVERTENCIA: Incesto y situaciones angustiantes.
IV.
En medio de la única pieza de sala que tenían en La Hura se quedó Ron cavilando. Él también se sentía sudar cuando lo pensaba, buscaba la manera de evadir sus pensamientos pero volvía a caer en ellos. Era una tortura. Y ahora Bill, que con toda suavidad y amabilidad le recordaba que su madre estaría en aprietos serios si a la vuelta de un año no había nacido el fruto de esa unión o al menos ya estaba en cocimiento. Las leyes decían que debía tener al menos 6 meses de gestación al año de matrimonio.
Al día siguiente se presentaba en el Ministerio de Magia como el nuevo Jefe de Aurores y tal vez se encontrara con Hermione… Ron se levantó pesadamente y se dispuso hacia su recámara. Cuando llegó ella ya estaba acostada, tal vez dormida.
Pero Ginny no estaba dormida, lo escuchó cerrar la puerta después de estar con Bill afuera y se dio cuenta de que pasó un largo rato en silencio, sin abrir las alacenas… Lo podía imaginar sentado en una silla como niño regañado.
Cerró los ojos y se reacomodó en la cama recargada sobre su costado para tratar de dormir. Sin embargo Ron, desde que entró en la cama no dejaba de moverse. Seguramente Bill lo había dejado inquieto. Él estaba bocarriba y aunque sus movimientos disminuían o eran más tenues, eran constantes y eso pasado un rato empezaba a molestarla.
-Ron…
-Cállate, no hables. -cortó el chico con un viso jadeante.
Ginny abrió grandes ojos y un temblor le recorrió el cuerpo terminando en sus manos. No sabía si estaba en lo correcto pero no pensaba voltear. Pasó saliva. Su piel se erizó, ¿será que había llegado el momento?. Su corazón empezó a latir con fuerza. Ahora sus sentidos se volvieron más receptivos y podía percibir otras cosas. De dónde venían sus movimientos, su respiración no era la de cuando está tratando de dormir. Estaba haciendo un esfuerzo, pero al parecer tenía dificultades.
La pequeña Weasley pensó en hablar y cortar su concentración, pero sería injusto y tonto, eso iba a suceder tarde o temprano. Pero qué se pensaba, ¿tomarla por sorpresa? Ya eso no importaba mucho, ahora sabía que estaba despierta y esperando. Al menos Ron tenía el valor de hacerlo, ella jamás habría tomado iniciativa. De pronto, lo sintió girarse hacia ella. Él le bajó el pijama junto con las pantaletas. Ella cerró los ojos.
-¿Eres virgen? - susurró el pelirrojo en su oído.
-¡No te importa! - masticó la chica entre dientes.
-Si importa, necesito saberlo.
Ella no dijo ninguna palabra más, de pronto se sentía furiosa con todo. Detestaba estar en esa situación. Luego de un momento lo escuchó susurrar algo e inmediatamente después los dedos de Ron embarraban algo viscoso sobre su sexo y una vez más, para luego sentir cómo la preparaba para recibirlo, y era conciso en la tarea. Ginny respiró profundo y trató de relajarse. Sería lo mejor.
Después él se acercó, ella podía sentirlo dudar, pero a continuación entró escasamente, le puso una mano superficialmente sobre la cadera y se movió ligeramente pero seguía inseguro. Ella no se quejaba, no hablaba, no se movía. El chico decidió profundizar. Ella decidió dormirse, soñaría que estaba de vacaciones por Canarias.
Ron movió un poco las piernas de ella, trató de acomodarse y finalmente recargó su mano sobre el colchón justo frente al ombligo de Ginny. Parecía no querer cargarle su peso, ni ser desconsiderado con ella.
A pesar de que la habitación estaba a oscuras Ginny apretaba sus ojos, tenía que pensar en el mar, azul… que tal pensar en un lindo bikini con el cual asolearse… Ginny deseaba con todo su ser que su hermano padeciera eyaculación precoz. Pero no, parecía un chico en perfecto estado de salud y con toda la capacidad de un chico de 20.
Ron por su parte no podía pensar en vacacionar por Canarias, desgraciadamente para él no era parte de sus opciones. Era difícil mantenerse estimulado, aunque ella se quedara en silencio, no era suficiente. Necesitaron detenerse para lubricar de nuevo y poder continuar. El chico sentía que no llegaría, menos aún si estaba con Ginny, no podía desahogar su vigor, no quería ser osado, pero ella no ayudaba.
El joven tuvo que perder reparos y tomó a su pareja por la cadera acercándola a él con más ritmo. Ginny se puso dura, apretándose lo más posible. Era su manera de ayudar. Él estaba moviéndose profundamente dentro de ella mientras las playas de Canarias comenzaron a esfumarse de su cabeza. Finalmente Ron eyaculó para alivio de ambos. Salió de su cuerpo con suavidad y subió torpemente las ropas de Ginny, para después, lentamente caminar hacia el cuarto de baño. Unos minutos después se escuchó la regadera mientras ella cerraba los ojos resistiéndose del sonido del agua corriente.
Cuando amaneció al día siguiente ambos estaban profundamente dormidos. Fue ya tarde cuando Ginny abrió los ojos y recordó la noche anterior, aún tenía a medio subir las pantaletas. Al girar vio a Ron sin camiseta completamente absorto en sus sueños. Aún tenía el cabello mojado por su ducha nocturna, y recordó que tenía que presentarse en el Ministerio como nuevo Jefe de Aurores. Solo no se levantaría.
-¡Ron! Levántate, es tarde. ¡Anda! Te tienes que ir al Ministerio.
-Si, ya… voy. - contestó medio dormido.
Ella bajó rápidamente para hacerle un desayuno y que pudiera irse a tiempo. Gracias a Merlín lo lograron.
Una vez que él se fue Ginny moría en deseos de darse un baño, pero antes quería tender la cama; aunque rehuía levantar las sábanas y ver… recordar lo que había sucedido ahí la noche anterior. Pero no había remedio, tendría que enfrentarse a eso pues habría varias más.
Durante el día pensó en buenas estrategias para aquellos momentos. Tratar de improvisarse unas vacaciones en Canarias no había funcionado tan mal, pero podría mejorarlo.
Un rato más tarde cuando Ginny colgaba ropa en los tendederos, incluidas las sábanas, su madre vino inmediatamente mientras George fisgoneaba por la ventana.
-¿Lavaste? Cuando quieras puedes venir a la casa y hacerlo juntas.
Ginny le respondió con una sonrisa.
-Y… ¿por qué lavaste las sábanas?
-Estaban sucias.
-¿Ron y tu…
-¡Mamá! Te dije que tendrías que confiar en nosotros. Si vienes sólo a estar preguntando…
-No, si yo nada más venía a decirte que cuando quieras te ayudo, a lo que necesites. Vengan a comer o a lo que quieran.
-Gracias mamá. - sonrió finalmente la hija hacia su madre.
Ginny no deseaba ser dura con su madre, pero tenía perfectamente claro que la quería lejos de sus sábanas. En el fondo, era mejor que ella no supiera cómo transcurrían las cosas, le quitaría presión. Ella solo tendría que preocuparse por hacer chambritas en su momento. Aunque también sabía que no dejaría de estar al pendiente de lo que sucedía en su casa y en su cama, hasta que ella no tuviera un bebé en crecimiento dentro del vientre.
Pero durante el transcurso de la mañana, Molly se encargó de mandar una lechuza a Ron diciéndole que para festejar su ascenso y el de Percy haría una comida especial y lo esperaba a su salida. Y como Ron nunca desprecia ese tipo de invitaciones, una vez terminado el turno en el Ministerio fue hacia allá. Definitivamente Molly conocía ampliamente a sus hijos y Ron tenía el corazón más puro y noble de entre todos ellos.
Al llegar, Ron se encontró con que Percy había mandado una lechuza avisando que no podría ir porque tenía mucho trabajo por revisar pero que estaría por ahí el fin de semana. George no había llegado de la tienda y extrañamente Ginny no estaba ahí… Su madre de cualquier manera, lo atendió a cuerpo de Rey y una vez que él se levantó de la mesa no desaprovechó la oportunidad y le tomó la mano cariñosamente.
-Hijo… ¿ya?
Ron recordó inmediatamente las palabras de Ginny, pero cómo evadir una pregunta directa de su madre. Él consideraba que las cosas serían más fáciles si la tenían informada, así seguramente se tranquilizaría.
-Sí, ya. -respondió el chico consecuentemente.
-Pero… dentro, ¿verdad?
-¡Mamá, pues si!
-Bien, es que… luego pasan cosas. Pero qué bueno, sí. Pero eso no va a ser suficiente, tienen que hacerlo muchas veces, todos los
días.
-Lo sé, no necesitas decírmelo.
-¿Cuándo espera su regla?
-No lo sé, mamá. No tengo idea. -El chico comenzaba a desesperarse.
-Oh, pues investígalo. Investiga y vienes y me dices.
Cuando después de la hora en que solía salir Harry, Ron no había llegado Ginny ya se imaginaba que había ido a dar a la casa de su madre, y cuando lo vio venir proveniente de allí ya sabía que su madre le había hecho un interrogatorio policiaco al que seguramente había respondido. El chico no tenía remedio, pero ya se encargaría ella de recordárselo.
-¿Vienes de casa de mamá, verdad?
-Me invito a merendar.
-¿Y qué más?... -le preguntó la chica mordazmente.
Ron se quedó en silencio unos momentos. Si iba con su madre, malo. Si estaba con Ginny, no era mejor. Lo último que deseaba era discutir.
-Quiere saber cuándo es tu periodo.
-¡Te lo dije Ron! De seguro ya le soltaste todo y fue lo primero que te dije: No le vayas a chismear nada a mamá. ¡Y es lo primero que haces!
-Me lo preguntó directamente, ¿qué querías que hiciera?
-¡Que no fueras! Te dije que nos tomaramos un espacio. Ahora la tendremos aquí cada tres por dos preguntando todo y no nos la podremos quitar de encima. Pero ¿sabes qué? Ese va a ser tu problema, yo ya marqué mis limites con mamá y a mí no vendrá. Lo va a
hacer contigo y vamos a ver cómo le haces.
Al finalizar su regañina la chica subió las escaleras y dio tremendo portazo en la habitación. Ron respiró profundo. Su situación no era muy agradable y además empezaba a sentirse mangoneado por su madre, y hermana/esposa. No tenía ánimos en absoluto de tener sexo, ni de intentarlo siquiera con Ginny enojada. Tal vez decidiera ser viuda a la semana de casados mandándole un hechizo que lo dejara fulminado.
Sin embargo lo hicieron. Esa noche se repitió idéntica sin más a la anterior. Sin palabras, sin deseo, sin calor…
Tristemente, en el interior de Ron iba formándose un vacío muy grande. En el ego de un hombre hay cosas que minan severamente su autoestima y su orgullo masculino. El chico se sentía poco a poco más aislado de sí mismo, de su familia y de las cosas que anteriormente disfrutaba y ahora parecían lejanas. El trabajo parecía una carga, el estar en casa no era tan reconfortante como antes. En ninguna de sus casas. Ni en La Madriguera, ni en la Hura. Lejos de eso, mirar el reloj y ver que era hora de volver… en ocasiones lo hacía girar su cabeza y adelantar trabajos pendientes.
Su corazón se sentía frio y asilado de cualquier muestra de afecto. El dolor de perder a su padre había sido muy fuerte y había sido seguido inmediatamente después por una batidora que había pasado por su corazón dejándolo bastante maltrecho. Pero él hacía un esfuerzo a pesar de todo y trataba aparentar que era un chico fuerte que podía llevar sobre los hombros la misión que le habían dado. Pero difícilmente sería capaz de hacerlo sin ayuda.
N/A:Los problemas apenas empiezan... El matrimonio es difícil aun entre hermanos. =S.