TÍTULO: Sangre Incólume.
CAPÍTULO: 12.
PAREJA: Ron & Ginny.
RATING: NC-17.
WORD COUNT: 2000~.
XII.
Aquella misma noche cuando Ron volvió a casa con Ginny se llevó la sorpresa de que tenían visita. Estaba en casa nada menos que el Delegado Porter.
Apenas entrar el estómago se le contrajo y sintió el disgusto subir por su pecho. El hombre literalmente invadía el espacio personal de Ginny, quien en cuanto lo vio, le lanzó una mirada de “Bendito el cielo que llegas” y se había acercado a él saludándolo de beso en la mejilla, y se quedó a su lado. Domingo por la noche… ¿Qué diantres hacía ahí ese tipo? Ron notó en el Delegado una mirada que no le gustó nada.
-Le comentaba al Delegado que este mes tampoco hubo buenas noticias y que esperamos el próximo mes ya estar esperando.
- informó Ginny con una tiesa sonrisa falsa.
-Err, si, es una pena. Bien, me estaré dando mis vueltas por aquí. - terminó el Delegado acercándose a la salida.
-Lo que necesite Delegado, puede encontrarme en el Ministerio. - sugirió Ron a ver si captaba la indirecta.
-Claro, claro. Seguimos en contacto. - dijo despidiéndose y se marchó.
A Ron no le había gustado nada lo que había percibido, se sentía muy molesto y quería saberlo todo en ese momento. Independientemente de lo que sucediera entre él y Ginny, era su hermana y su esposa y pobre del que tuviera la osadía de cachondearse con ella.
-¿Qué pasó? ¿Qué hacía aquí el imbécil ese?
-Vino a ver si…
-¡Si, eso ya lo sé! Pero por qué ahorita y en domingo. ¿Qué te estaba diciendo cuando llegué?
Ginny pasó saliva. Tampoco quería alarmar a Ron, finalmente el hombre ya se había ido.
-P-pues eso.
-Estabas asustada cuando llegué. ¿Qué te dijo? ¿y por qué chingados abres la puerta en esas trazas?
Demasiado tarde, Ron ya estaba enojado y además iba a salir raspada por abrir la puerta en camisón. La chica respiró profundo.
-No sabía que era él, pensé que era George. Y estaba nerviosa porque se me hizo raro que estuviera aquí a esta hora y me sentí incómoda, eso es todo.
Ron no le creyó mucho pero hizo nota mental de estar muy al pendiente del tipo ese.
-¿Por qué le dijiste que no hubo noticias? ¿Ya te bajó?
-No. Pero, no estoy embarazada y en cualquier momento me llegará.
-¿Y cómo sabes eso? A lo mejor si estás embarazada.
-No creo, pero si estuviera pues le avisamos y ya.
Pero las mujeres conocemos bien nuestro cuerpo, Ginny ya tenía síntomas de cólicos y no se equivocaba, esa misma madrugada tuvo que visitar el baño. Por lo que el receso no les pudo llegar en mejor momento. Después de la tensión… la calma.
Lo que Ginny tampoco podía dejar de lado, era lo que realmente había sucedido con el Delegado Porter. Decir que le había provocado desconfianza era poco. El tipo le había sugerido sin discreción que pensaba que Ron no le cumplía correctamente y se había insinuado con descaro. Esperaba que ese hombre hubiera notado la molestia de Ron y tomara su consejo haciendo las próximas visitas en su oficina del Ministerio.
Durante aquella semana su relación se mantuvo en calma. Aunque la preocupación de Ginny por Ron crecía poco a poco. Esa semana Ron estuvo llegando tarde de nuevo y con ese aspecto cansado y descuidado que le había visto el día de la fiesta de Luna. Sin embargo no quería agobiarlo o que se sintiera hostigado con preguntas, sabía que Ron de pronto se hartaba y era de cuidado. Era mejor llevar la fiesta en paz.
Para el siguiente fin de semana, su madre citó a todos sus hijos en La Madriguera para hablar con ellos de algo en particular sin decir el motivo, aunque todos se sospechaban la causa. El primer cumpleaños con su padre ausente sería en la próxima semana y seguramente su madre había pensado en celebrarlo de alguna manera especial con la participación de todos ellos, y no se equivocaban.
Aquél día los reunió a todos en la sala y les recordó que el próximo viernes su padre estaría cumpliendo 54 años de su nacimiento y que sería el primero para todos ellos sin él. Entonces les dijo que ella tenía planeado que fueran a uno de los lugares predilectos de su padre para pasar el fin de semana, un lugar en donde su padre había sido feliz en muchas ocasiones. Era un bosque muy bonito atravesado por un río al que iban cuando todos ellos eran pequeños. Y que para hacerle honor a los gustos de su padre, lo harían todo a usanza muggle, ya que era uno de los grandes retos que él hubiera querido realizar antes de morir. Una acampada a la muggle.
A los chicos les pareció algo extraño aunque sería lindo e interesante. Sin embargo, varios de ellos tenían el inconveniente de que trabajarían el viernes, justo el día que pensaban salir, y sería complicado. Pero Molly había pensado en todo y ya había hablado con Kingsley para poder partir el viernes a esa excursión sin pendientes. El día estaba dado. Bill sería el único que tendría que averiguársela con los goblins, pero según sus cuentas ellos le debían un día libre.
El plan fue tomando forma con los comentarios de todos, se repartirían los gastos de la comida y los trabajos, sin embargo la idea de hacerlo todo de manera muggle los estresaba un poco, nadie tenía idea de cómo hacían los muggles para sobrevivir sin varitas. Pero eso lo tendrían que averiguar sobre la marcha, Molly únicamente permitió usar la tienda de campaña mágica, dado que en las muggles, aparte de necesitar varias, estarían seriamente incómodos.
Después de escuchar los planes de su madre y que el plan quedara asentado, los chicos, principalmente los que trabajan, se llevaban la responsabilidad de terminar con sus pendientes un día antes si querían irse en paz. Ron parecía el que más. Esa semana fue poco a comer con Ginny. Ella empezaba a sentirse seriamente sola, con una sensación de vacío interno. Estaba acompañada, vivía con él y dormía con él, pero seguía sintiéndose sola y vacía.
Al inicio de esa semana Ginny también terminaba con su periodo y con ello debería terminar también su descanso, pero ahora más que nunca no sabía ni cómo decírselo ni cómo insinuarlo siquiera. La última noche que habían estado juntos habían sucedido muchas cosas. Si el mes anterior había sido vergonzoso levantar el descanso, este mes sería definitivamente complicado.
Sin embargo, Ginny no necesitaba decir nada en absoluto. Ron sabía que ella había terminado con su periodo y que su situación debía regresar de nuevo a buscar suerte con la fertilidad. Pero este mes al igual que el pasado ambos merecían permitirse unos días extra, después Ron encontró una buena manera para comenzar de nuevo con ella.
Por ahí de media semana, cuando ambos estaban acostados, y a punto de conciliar el sueño, se acercó a ella y la abrazó por la espalda suavemente. Ella al principio pensó que él la buscaba para tener intimidad otra vez. Pero poco después se dio cuenta de que no era esa su intención, sino simplemente estar cerca. Fue reconfortante, a ambos les dio una sensación de cercanía y confianza y les ayudó a sanar los malentendidos que tuvieron a últimas fechas. A la mañana siguiente era ella quien se abrazaba a él con mimo.
El jueves, un día antes de partir de acampada con su familia, cuando Ron volvía a La Hura del trabajo se encontró de nuevo con que tenían de visita al Delegado Porter. De nuevo, su estómago se contrajo. El hombre estaba sentado plácidamente con un vaso de agua en la mesa de su pequeño desayunador mientras Ginny se mantenía de pie del otro lado de la mesa.
Cuando Ron entró en la Hura lo saludó con un gesto y fue directamente a besar a Ginny en los labios. Ella le correspondió sin titubeo.
-¿Qué tal Delegado? Cada vez son más frecuentes sus visitas. - Saludó el chico secamente.
-Bueno, me he enterado de que le han regalado un día libre y me pregunté: ¿Será que se van de luna de miel?… pero ya veo que no.
-No sabía que eso fuera parte de sus funciones. - contestó tajantemente Ron al notar cierto tono en el Delegado.
-Forma parte de mis funciones Sr. Weasley. - dijo secamente el hombre poniéndose de pie al tiempo que Ron sostenía su mirada intensamente. Ginny lo tenía sujeto de la mano. -Es mi responsabilidad vigilar que los pactos de honor tengan buen y satisfactorio cumplimiento.
-El pacto se cumple. - sostuvo el chico.
-Sin embargo, no parece satisfactorio… el bebé no llega. Sinceramente, Sr. Weasley…
-Sinceramente… -Interrumpió Ron con el color subiéndole de súbito por la cara. Ginny lo controlaba apretando su mano. -no creo que sea hora de visitas oficiales.
-Digamos que es una visita extraoficial. Y si me permite el consejo, sinceramente… si yo estuviera en sus zapatos, aprovecharía el tiempo. - terminó el hombre lanzando una mirada ladina hacia Ginny.
-Y si yo estuviera en los suyos no volvería a hacer visitas extraoficiales para dar consejitos. Lo que haya que notificarle lo haré yo personalmente.
El hombre seguía viendo a Ginny sin inmutarse, Ron la cubrió poniéndose frente a ella. El Delegado sonrió burlonamente y se alejó sin más despedidas.
-Ahora sí me vas a decir que se trae ese cabron contigo. -Escupió Ron en cuanto perdieron de vista al Delegado.
-Nada, le gusta molestar eso es todo. Sabe que nos fastidia y…
-Se trae algo contigo, no te hagas. ¿Crees que no me doy cuenta?
Ginny bajó la cabeza sin decir palabra. Su silencio fue respuesta.
-Hijo de puta. Con qué ganas le rompía el hocico.
-¿Ves? Por eso no te digo nada.
-¿Y qué quieres? ¿Qué me cruce de brazos mientras un cabron se saborea a MI esposa? ¡O te gusta o qué!
-Assh, no digas idioteces. Pero tampoco nos conviene que te pongas pesado con él, no estamos en buena posición Ron.
-Buena posición… - susurró el chico fastidiado.
Ron subió las escaleras enfadado pensando en que, además, tenía que cargar con que al Delegado le gustara Ginny. Ella siempre había jalado la atención de los chicos desde el colegio. Era linda, era cierto; tenía chispa. No era una niña tonta o cursi. Y el quidditch la mantenía en forma. Aunque a Ron todas esas cosas le pasaran de noche, lo que no le pasaba de noche era que se relamieran a Ginny en su cara. Eso no.
Más tarde, cuando ya estaban acostados, Ginny se quedó pensando en que al día siguiente por la mañana se irían todos juntos en traslador a convivir en familia y podrían olvidarse un poco del Delegado y muchas otras cosas. Mientras Ron por su parte, pensaba en otras tantas y en las conveniencias e inconveniencias de pasar el fin de semana con la familia.
Después de un rato Ron se acercó a ella abrazándola y le subió el camisón. Ginny abrió tenuemente los ojos. Era cierto, para receso ya había sido suficiente. El chico le tomó una mano y la llevó a su pantalón para recibir una manita en la tarea.
-Deberíamos… - sugirió él.
-Sip.
La chica se sentó para estimularlo, lo que hizo que Ron se sentara también; era extraño, él no esperaba que ella se mostrara tan dispuesta a ayudarlo. Ginny acababa de caer en cuenta de que si acampaban todo el fin de semana con la familia tendrían varios días más de descanso. Así que, más valía poner empeño de una vez. Aunque a decir verdad no le molestaba hacerlo, de alguna manera había estado esperando su iniciativa.
Unos momentos después se acomodaron de lado y volvieron de nuevo a su punto de partida, a hacerlo como lo hacían en un principio, pero con las virtudes que les habían dejado las noches vividas. Sin los viajes internacionales de Ginny, sin las aprensiones de Ron. Y sí, con la disposición y la confianza que les regalaba la madurez que recibían de todo lo que han pasado desde su matrimonio y lo que ellos sabían que seguramente todavía les faltaba por pasar.
N/A: Los chicos van recuperando terreno pero no faltan los imprevistos. pobrecillos.