en las pestañas tan espesas,
como un preludio de abandono,
decidí dejarme ir.
ahora por fin siento el asco del que tanto me hablas:
se parece al zumo de naranja atragantado que duele en las orejas,
a los mosaicos con baldosas desteñidas,
a las interminables hileras de insectos xilófagos
que hacen túneles de mierda para pasearse por el mundo.
y lo
(
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