Título: Brillo de diamantes
Autora: Michiru (lady_aenea)
Fandom: Hey! Say! JUMP!
Parejas: YamaJima (Nakajima Yuto x Yamada Ryosuke)
Género: Romance
Rating: R
Advertencias: Ninguna
Resumen: Yuto siempre está tratando de besarlo.
Probando la mano en otros fandoms :) Jejeje.
Yuto siempre está tratando de besarlo.
No es como que la mitad de JUMP no esté tratando de besar a la otra mitad de JUMP, ni siquiera es que el mismo Yuto no intente besar a otros chicos de la banda todo el tiempo. Y debería ser extraño, ¿no? Todo el afecto y los casi besos que ya no tienen que ver con que las cámaras estén o no encendidas. Pero, ¡oye! Son los herederos del fandom y el fanservice es su estilo de vida, más natural que respirar. Aun así...
Yuto *siempre* está tratando de besarlo.
Así que, un día, simplemente lo deja.
No retrocede, no golpea al otro chico. Simplemente se queda quieto, desafiándolo con los ojos, viendo si Yuto se echa atrás. Ni siquiera es una sorpresa cuando no lo hace.
Sus labios saben a frutilla.
***
Hace calor. El aire acondicionado casi no presta ninguna ayuda y el ensayo en realidad no está yendo a ninguna parte.
Yamada siente el peso del calor en cada gota de sudor en el cuerpo de Yuto.
Ploc, ploc, ploc...
Al suelo y brillando en la piel de Yuto. Diamantes pequeños y relucientes por doquier.
Debe concentrarse. En el baile.
Yamada ama bailar. Cuando baila su mente se despeja, sin pensamientos, sin dudas, solo acción y movimiento. Equilibrio cuidadoso. Control fácil. La melodía y su cuerpo se unen en perfección y todo se hace más claro. Todo. El tiempo, el espacio, los sentimientos... y los recuerdos.
La áspera sensación de los labios de Yuto sobre los suyos. Frutillas.
Al final, se queda practicando hasta tarde y es casi de noche cuando finalmente se encamina al vestidor. Solo.
Siente la ropa pesada y pegada al cuerpo, y añora una ducha helada por todas las razones correctas e incorrectas.
***
-Quizás deberíamos besarnos de nuevo.
Están solos en uno de los cuartos de ensayo pequeños, el aire acondicionado sigue sin cooperar, hay millones de espejos. Todos los reflejos de Yuto lo miran, intrigados.
-¿Qué?
-Creo que deberíamos besarnos de nuevo -dice Yamada. Su voz es muy, muy seria, su expresión solemne, como si esto fuera algo que conversó con su abogado o algo así.
Yuto rompe a reír.
-¿Tú crees? -pregunta Yuto, cuando puede volver a hablar.
-Absolutamente.
Yuto está sudado y acalorado y es un poco asqueroso. O debería serlo, de todas maneras, pero Yamada no tiene mucho tiempo para preguntarse por qué no le molesta en lo absoluto.
La sonrisa que le regala Yuto es muy, muy brillante, así que Yamada cierra los ojos ante el miedo de que lo ciegue. Pero tal vez es demasiado tarde.
Entonces, los labios de Yuto se posan sobre los suyos, y la deslumbrante sonrisa sigue en ellos.
***
Salir de gira es extenuante. Hay aviones y demasiada gente y Yamada extraña su hogar, aunque jamás en la vida lo admitirá.
Al menos el hotel es lindo. Su compañero de cuarto esta vez es Yuto, lo que es genial, porque Yuto siempre es considerado y no hace *tanto* ruido, y Yamada quiere dormir hasta Navidad, aunque falten meses todavía.
Está esperando que Yuto salga de la ducha. Las paredes son un poco delgadas y el sonido del agua que corre lo mantiene despierto a pesar de su cansancio. Fuerza a su mente a no divagar demasiado en torno a imágenes de Yuto desnudo. Está cansado, pero su cuerpo traidor no cooperará para irse a dormir si deja que su imaginación se encamine hacia ese rumbo.
Se besan a veces, últimamente. No todo el tiempo, claro. Cuando sucede, Yuto siempre sonríe y Yamada actúa bastante pagado de sí mismo y un poco malcriado; lo que realmente desea es nunca dejarlo ir. Pero no le va a decir eso a Yuto.
El arduo verano está dando paso lentamente a la brisa de inicios del otoño, pero, por alguna razón, Yamada siente que el calor invade su cuerpo, sonrojándolo por completo, cuando Yuto emerge del cuarto de baño, con una toalla verde alrededor de la cintura y centellantes gotas de agua brillando en vastas extensiones de suave piel de ensueño, diamantes perfectos sobre un campo de nieve.
Al parecer no estaba tan cansado, después de todo.
-¡Yama-chan! -la voz de Yuto es una risita aguda, burbujeante, como risa en una subida de azúcar y necesita saborearla una y otra y otra vez... -¿Qué estás haciendo?
Empuja a Yuto y Yuto deja que los lleve a la cama, deja a Yamada guiarlo y maniobrar torpemente, sujetarlo contra la cama, lamer su garganta.
-No lo sé... no lo sé... -Yamada ni siquiera está seguro de haberlo dicho en voz alta.
La verdad es que no sabe muy bien lo que está haciendo, pero sus instintos están en sobrecarga y cada milímetro de su piel en llamas. *Tiene* que sentirlo.
Hay calor, la fricción los deja sudorosos casi de inmediato y llevan demasiada ropa, pero Yuto ayuda con eso. Pronto se convierten en un ritmo, en una canción, y Yuto frunce un poco el ceño, pero de alguna manera eso también está bien. De alguna manera Yuto sigue sonriendo deslumbrantemente, con todo su ser. Diez mil soles explotando en supernovas.
Esto, como el baile, aumenta todos los sentidos de Yamada, por lo que está dolorosamente consciente de la respiración pesada de Yuto, de su boca y sus manos recorriéndolo por completo, torpes, maravillosas. Se muerde el labio para contener un gemido vergonzoso cuando Yuto lo rodea con sus piernas, cuando su piel imposiblemente pálida y perfecta lo envuelve por completo, y hay una *razón* por la que el blanco es su color favorito.
El ritmo de staccato se vuelve caótico, el tiempo se dobla y se estira, el placer alcanza alturas insospechadas entre sonidos ahogados que saben a sal. Desea aferrarse a esta sensación para siempre, pero sabe que el fin se acerca, lo siente en cada célula de su cuerpo a punto de explotar de tensión. A Yuto tampoco le falta mucho, por lo que puede ver.
-Ryosuke… -susurra Yuto, segundos antes de morder el brazo que proclamaba querer comer, eones atrás.
Y es la ruina de Yamada, oír su nombre de labios de Yuto. Todo se tiñe súbitamente de colores que nunca sospechó que existieran y lo único que puede hacer es aferrarse a Yuto como si su vida dependiera de ello, a la vez aterrado de la caída y deseando que jamás termine.
***
-¿Por qué nunca te pareció extraño? -pregunta Yamada mucho, mucho después.
Todavía están desnudos y solo un poco más limpios gracias a un paquete de pañuelos que apareció mágicamente en el bolso de Yuto, que gracias al cielo estaba cerca. La mente de Yamada se siente tan aletargada como su cuerpo, pero realmente desea saberlo.
-¿Qué cosa?
La respuesta de Yamada es una mirada algo irritada que los abarca a ambos, enredados y tan claramente saciados que brillan.
Yuto se ríe por lo bajo, un sonido oscuro y acaramelado que hace hormiguear todo el cuerpo de Yamada.
-Tontito, Yama-chan -comienza a decir Yuto, en una voz fastidiosa que se vuelve profunda y un poco avergonzada cuando besa a Yamada en la sien. -Estaba esperando. Sé que te gusta hacer las cosas a tu manera.