Y en un Sabado, y no uno cualquiera,danzamos en el cesped con miradas curiosas.
Reimos, saltamos, jugamos mientras el violonchelista tocaba baladas oculto en su propia sombra, mientras le acompañaba un nuevo guitarrista y la dulce voz de mi amado ser.
Pio, esperamos haberte amenizado tu descanso eterno.
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