30 vicios.
Tabla Universal | Reto 01: Un día antes.
Notas de autor: Escribir siempre será terapéutico y antes de meterme en fics más enredados, quiero hacer aquellos más ligeros. Y para avanzar con mi reto personal de hacer fics de mis fandoms, tomo un prompt oficial. Que estrenada ya estaba aquí. xD
Disclaimer: Bleach pertenece a Tite Kubo, yo solo pretendo darle amor a sus personajes.
La charla
Capítulo I: Una charla entre padre e hijo(s)
Al ver el rostro somnoliento de su hijo, Isshin sonrió con descaro y midió el tiempo para ejecutar su plan. Él refregaba sus ojos por haberse desvelado y no prestaba atención a nada más, por lo que él decidió ser paciente hasta que se diera cuenta de que lo veía y mientras terminaba de despertar, él tomaba un sorbo de su taza de café, sin dejar de sonreír porque su hijo estaba creciendo y se volvía todo un hombre.
Él que creyó que ese momento de madurez no llegaría nunca, hasta había renunciado a los sueños de convertirse en abuelo pronto. Sin embargo, el tiempo le daba su recompensa y frente a él estaba su hijo con algo más que ojeras debajo de los ojos. Quizás exageraba pero, ¿era él o tenía más vellos en la barbilla?, ¿Las entradas de su frente se estaban pronunciando más? y mejor paraba porque se iba a poner a llorar cuando lo que tenía que hacer era conversar con él, porque como buen padre era su deber guiar a su hijo en cada etapa de su crecimiento. ¡Ah, pero qué orgullo! ¡Mejor reía! Ni el tamaño de la taza ocultaba su enorme sonrisa del gato de Cheshire.
―¿¡Qué!? ―Ichigo frunció el entrecejo al sentir su mirada encima de él.
―¡Bueeeeeeeeenos días, Ichigoooo! ―saludó como siempre y puso todo de sí para resistirse a saltar hacia él.
En respuesta, Ichigo ladeó su rostro y bostezó. ―En serio… ¿¡Qué!?
Isshin negó y seguía riéndose. ―Nada… ―resopló, seguro de que no aguantaría más porque su pecho no era bodega. La situación iba tal y cómo lo pronosticó, al sentirse observado, Ichigo se molestaría y empezaría a hacer preguntas y justo cuando el bombardeo iniciara, sería el momento adecuado del acto estelar de esa mañana, del día, de la semana… ¡Del año!
―¿Qué tanto me ves? ―preguntó de mala gana.
―¡Lo mucho que has crecido! ―secó una lágrima de orgullo que escapó de su ojo derecho.
Vio que su hijo frunció el entrecejo mientras parecía meditar su respuesta, aún sufriendo los efectos de apenas despertar.
―No estoy de humor ―resopló y se dispuso, mejor, a ignorar a su padre.
Isshin midió cada uno de sus movimientos, de cómo suspiraba fastidiado y revolvía su cabello para después estirarse hasta alcanzar una rebanada de pan tostado para untarle un poco de mermelada. Esperó hasta que lo vio darle una mordida y masticar un par de veces antes de hablar.
―Ah, pero anoche ¿qué tal estabas?
Ahogó la risa cuando vio que un intenso rubor recorría el rostro de su hijo, y no era precisamente por estar atragantado.
―¿¡Qué!?
―Q-u-e s-i a-n-o-c-h-e ―habló prolongadamente y con discreción, era su modo de demostrarle de esa gran complicidad entre padre e hijo que tenían, apoyando sus manos sobre la mesa mientras se inclinaba hacia adelante. Ichigo apretó los labios, una vena palpitaba en su frite ―e-s-t-a-b-a-s d-e h-u-m-o-r…
―No.
Alzó las cejas, sintiéndose retado.
―Yo que conversé con tu madre esta mañana para decirle que eres todo un hombre y es hora de esa charla ―suspiró derrotado, dejándose caer en su asiento.
―¿¡Qué!? ―volvió a preguntar, sentía que la quijada se le había trabado por el impacto.
―Vi y escuché todo ―Isshin se enderezó y se cruzó de brazos.
Abrió los ojos. ―¿¡Qué!?
―Nadie me lo contó, yo lo vi… ¡Yo te vi! ¡Yo lo escuché! ―en un rápido salto se había puesto de pie para abrazarlo, sin que Ichigo se levantara de su asiento ―¡Los vi! ¡Los escuché!―lo estrujó fuertemente conforme hablaba ―¡Los vi dormir juntos!
Ichigo se puso de pie para apartarse de su padre, sin importarle no tener nada de delicadeza en el acto.
―¡Yo no dormí con alguien! ―exclamó desesperado y tan fuerte que sus pulmones se quedaron sin aire. Todo su cuerpo, no solo su cara, estaban totalmente rojos.
―No tienes por qué mentirme, soy tu padre ―extendió sus brazos para volverlo a abrazar pero Ichigo lo impidió poniendo su mano en su rostro para apartarlo ―¡Le prometí a tu madre tener esa charla contigo! ¡Y el momento es ahora! ―hacía todo su esfuerzo para acercarse.
―¡Qué no! ¡Detente! ―su voz sonó como súplica y desquitó su furia con él mismo, porque no tenía razones para rogar si podía empujar a su padre hacia atrás y salir de ahí sin mirar atrás o, pensándolo bien, era mejor mandar a su padre lejos para que lo dejara tener un desayuno tranquilo.
―¿Qué pasa con ustedes dos? ―preguntó con preocupación. Yuzu intercambiaba la mirada entre los dos, era su forma de buscar respuestas.
―Están haciendo más ruido de lo normal ―Karin estaba más fastidiada que preocupada, a diferencia de Yuzu.
Un poco culpable, Ichigo se enderezó y decidió dar el tema por zanjado.
―Nada ―en realidad, nada pasaba. Nada pasaría. Sus oídos no escucharían aquella charla que su padre quería darle.
―¡Su hermano durmió junto con su novia! ―los tres abrieron los ojos con sorpresa ―¡Es hora de la charla que le prometí a su madre que les daría!
Ichigo sentía un escalofrío recorrer su espina dorsal y se había quedado pasmado, con el rostro ardiendo. Yuzu y Karin lo veían, también estaban sorprendidas por lo dicho por su padre. Las dos estaban avergonzadas y él ni siquiera quería pensar lo que se imaginaban.
―¡No digan estupideces! ―Karin reclamó luego de un momento, aún el rubor coloreaba su rostro. Por el rabillo del ojo miró a Yuzu, ella aún estaba cubriendo su boca con sus manos y no parpadeaba ―¡Tú no puedes decir eso tan fácilmente! ―le reprochó a su padre y luego mandó una fulminante mirada a Ichigo ―¿Qué significa esto?
―¡Nada! ―indignado se volteó hacia otro lado. ¿Cómo podían acusarlo de algo así?
―¿Qué hiciste hermano? ―Yuzu lo miraba con los ojos brillosos y llenos de preocupación.
―¡Nada! ―volvió a decir pero Isshin negó y eso le causó conflicto a Yuzu. Ichigo, aún con el rostro sonrojado, vio a su hermano ―¿Ustedes vieron o escucharon algo? ―ambas negaron ―¿Ven? ¡El viejo está loco!
Isshin sintió que tres puñaladas se clavaban en su corazón cuando todos sus hijos estuvieron de acuerdo. Y a pesar de lo mal que se sentía, se sobrepuso al dolor para poner orden en esa casa. Ninguno se libraría de esa charla, en especial Ichigo por ser el mayor.
―¡Los tres escúchenme! ―elevó la voz para que lo oyeran bien y claro pero para su desgracia fue ignorado por sus tres hijos. Yuzu y Karin se habían sentado en la mesa para servirse su desayuno e Ichigo estaba por salir de la cocina ―¡Ichigoooo! ―gritó para detenerlo ―¡Tienes que escucharme, tú más que nadie! ―en un saltó trató de patearlo para detenerlo pero su hijo lo había esquivado.
―No quiero.
En el suelo, Isshin vio a su hijo marcharse.
Karin suspiró. ―Todo es tu culpa…
―¿Por qué? ―Isshin balbuceó triste ante el reclamo de su hija.
Ichigo suspiró cuando se recostó en su cama, se sentía abrumado por su padre. A pesar de que no le sorprendía para nada su conducta, que siempre había sido un entrometido en los asuntos de todos ellos y estaba medio loco. De verdad, ¿qué padre saltaba desde el techo de la casa para darle los buenos días de la manera más efusiva? Solo el suyo.
Solo su padre hacía eso y más. Como suponer cosas dónde no las había. Y ESE era su problema ya que ahora lo perseguiría para darle esa charla que debió haberle dado años atrás pero que no tuvo tiempo para dársela porque se encargó de salvar tanto este mundo como el espiritual y porque tardó en brotar. O como su papá diría: rompió muy tarde el cascarón a diferencia de muchos jóvenes de su edad y pues esa charla se retrasó.
Y ahora debía mantener la guardia en alto para que no lo tomara desprevenido, porque su padre no se rendiría por más latigazos de indiferencia, por más golpes, por más lejos que lo mandara a volar o por más que gateara en el suelo una vez que lo rechazara o confesara que gracias a la escuela ya sabía de "eso" que quería hablarle ―y porque no era ningún tonto, aunque nada de "eso" había pasado, sabía que precisamente de "eso" trataba la charla de su padre―.
A sus casi diecinueve años de vida no era tan pollito como suponía su padre. Solo era bruto porque seguía su naturaleza y tenía los genes de su papá. Era incómodo de tratar con su padre y se avergonzaba porque era algo medio bueno ―estaba ahí sin usar ya que simplemente fue algo que no cruzó por su mente en el pasado― y no era ignorante. Sabía de dónde venían los bebés pero estaba muy lejos de pensar o llegar a eso. Apenas empezaba. Bastante difícil fue reconocerlo como un sentimiento amoroso y fue mil veces más complicado a la hora de hablarlo en voz alta con la receptora de dichos sentimientos.
Y era ridículo porque podía pelear con medio mundo con tal de defender a los suyos pero estaba tan retrasado en cuestiones amorosas, apenas rompía el cascarón, como para irse tan rápido. Y tampoco iba tan atrás en el camino como para que le diera la charla de la abeja y la flor. ¡JÁ! ¿Cómo explicar eso? ¿Cómo decir que todo iba lento mientras los dos, porque no era el único inexperto, aprendían de eso? Y, sobretodo, ¿por qué diantres tenía que dar detalles de algo tan personal? Que su padre se conformara con lo que ya sabía y que no viniera a él queriendo dar cátedras de precaución cuando no venían al caso porque muy apenas habían pasado cosas... y con lo de anoche...
Al sentir que su rostro ardía, se sentó de repente sobre su cama y miró hacia la ventana, buscando distracción.
―¿Eh? ―preguntó desconcertado. ¿Desde cuándo estaba viéndolo?
―¡ICHIGOOOOOOOOOOOOOOOOO! ―el rostro de su padre estaba pegado al vidrio mientras lo llamaba.
Rodó los ojos. Oh no, venía el intento de charla. Y mejor se puso de pie para salir de su habitación, sin abrirle la ventana a su padre aunque estuviera colgando, tal vez debería abrir la ventana para patearlo y así deshacerse de él por más tiempo.
―¡Ic…go! ―Isshin se pegó más al vidrio al ver que su hijo se marchaba.
―¡Lo siento, no se te entiende! ―se giró para que viera que se burlaba de él ―¡No te entiendo nada! ―agregó, cuando escucho balbuceos inentendibles ―¡Adiós! ―alzó la mano para despedirse, esta vez sin ver atrás.
Con los ojos llorosos y el corazón roto en mi pedazos, Isshin resbaló lentamente por la pared de la casa... su hijo seguía siendo un punk rebelde con la única diferencia que ahora tenía novia y podría llevarla, él a ella, por el mal camino.
Parte dos