No, no es para ustedes, pero entren si quieren(?).
Fluff, sin título, pero con amor. Por qué así? porque soy fail~
Una de esas primeras veces -la primera, podría asegurar-, en que intentó pedírselo al rubio, será probablemente uno de esos recuerdos curiosos que no borrará de su mente (por precaución -pensó-).
Y es que al pararse a la salida del establecimiento en que estudiaba Martín y verlo salir a paso presuroso de este, solo atinó a sonreír dulcemente antes de pretender saludarlo.
- Casas, apresúrate.
Y solo en ese momento, cuando el rubio ya estaba por lo menos un metro más allá, se fijó en los dos o tres chicos que corrían hacia la salida en dirección a su compañero.
- Si... hola también, Martín. -ironizó en voz baja al verse ignorado por el más bajo, para luego comenzar a caminar tras él.
La segunda vez, no menos desastrosa por supuesto, ocurrió mientras estaban ambos en la habitación del más bajo; mientras Armando veía, desde su lugar en la silla, las curiosas caras del menor al hablar.
- Martín... -apenas susurró, pero al instante el otro lo miró atento.
- Eh... ¿si, Casas?
- Quería preguntarte algo... - tomó aire luego del gesto que hizo el rubio para que continuara - quería saber si tu... -y levantó la vista hasta toparse con los ojos de su interlocutor.
- ¿Si yo...?
- Quería saber si tú querrías....
- ¡Mi almuerzo no estaba listo! ¡No pude llegar antes!
Ambos miraron en dirección a la puerta, en donde ya se encontraba saludando un agotado Gonzalo, que no tardó en caminar hasta la cama y dejarse caer cansado.
Luego un silencio.
- Bueno, AJ... ¿decías?
- Eh... Ya se me olvidó, no importa.
(Luego de aquella vez, se detendría a pensar dos veces en si seguir tratando bien a Gonzalo.)
Esa tercera vez era seguramente la que más lo había hecho dudar.
Estaban en una cafetería, en el centro, solos -luego de haber amenazado caballerescamente a Gonzalo-...
- Entonces llegó Andrés y pateó a Nikolo hasta la salida de la casa, si lo hubieras visto....
¿Qué podría fallar hoy? No, realmente hacer esas preguntas nunca era buena idea.
- ...Andrés un día le aplastará la cara contra algo si sigue así, estoy seguro.
Eso... solo eso había bastado que pensara, para ver cómo aparecían por la puerta dos caras “conocidas” -Javier y Nicolás, según recordaba- y notaran la presencia del rubio.
- ¿Martín...? -se sorprendió a si mismo con lo inexpresivo de su tono al hablar.
- Eh... ¿si?
- Nos vamos... -Y antes de haber siquiera alcanzado a decir algo más, lo tomó del brazo y se lo llevó prácticamente arrastrando por un pasillo hasta la salida.
La cuarta vez en que casi se lo dice, no pasó mucho tiempo después, mientras aún tenía del brazo a Martín y caminaba sin un verdadero rumbo por la calle.
- Casas... contéstame, ¡¿qué demonios?!
Pero seguía caminando con la misma cara de molestia (enojado consigo mismo por no entender por qué lo estaba).
- ¡Armando!
Y solo en ese momento lo soltó y dejó de caminar.
- ¿Puedes explicarme ahora qué demonios pasó? -el brusco cambio en el tono de voz del menor lo hizo alterarse aún más.
- ¡Tus amigos entraron y no quería que te vieran! ¿Está bien? -luego la cara de perplejidad del rubio y un pequeño silencio- ... ¿te parece si nos vemos otro día?.
(Eso recordaba que había sido lo último que dijo antes de dar media vuelta y caminar hasta el metro más cercano, dejando a Martín aún más confundido -nunca dejaría de recriminarse por esto último-).
- ¿Y me vas a contestar en algún momento? -la expresión impasible de su interlocutor solo aumentó su nerviosismo.
Había aceptado dejar que el más bajo fuera a su departamento para explicar el incidente de unos días atrás (ahora se preguntaba a sí mismo de dónde sacaría la fuerza de voluntad para contestarle).
- ¿Y bien?... -se cruzó de brazos y apoyó la espalda en la pared.
Si no lo hacía ahora, probablemente no lo haría nunca.
- Me gustas... -un susurro casi inaudible, dicho con la cabeza gacha.
Otro silencio -se estaban volviendo bastante frecuentes, esto ya molestaba un poco al más alto-.
- Por eso no quería que te vieran tus amigos y llegaran y...bueno... tu entiendes... -desvió la mirada- pero está bien si tú no...
- Tú también me gustas...
Subió la cabeza y luego de eso pensó que quizás, todas esas anteriores veces valíeron la pena. Una pequeña sonrisa cruzó sus labios.
- Aún no entiendo por qué demoraste tanto en decirlo -se acercó a Martín mientras lo oía hablar y sonrió divertido.
- Eres cruel... ¿por qué no podías decirlo tú? -un paso más cerca y los brazos de Martín pasando por su cuello.
- Pues porque yo soy la doncella, ¿recuerdas, caballero?
Esa fue la última vez que se decidió a decirlo y la primera en que el rubio se dejó querer. La primera de una de las tantas veces en que eso ocurriría...
Feliz Aniversario, Amor~