"Luego se fue corriendo. A pesar de que temía dejar el taller sin vigilancia, opté por perseguirlo; no se ven criaturas como esa todos los días. Tras unos cuantos minutos de carrera, cuando mi corazón empezaba a desbocarse, el ser frenó en seco. Contemplándome a través de sus enormes ojos naranjas me preguntó si era mecánico, a lo que asentí con la cabeza. Uno de sus tres dedos señaló la enorme, destrozada nave espacial del fondo y tragué saliva. Lo mejor sería ir a por el destornillador."
Tonto, ridículo, gracioso, y ante todo absurdo. No ocurre gran cosa en este relato; no hay un desarrollo calculado palabra por palabra, ni hago uso de un vocabulario muy meticuloso. Pero en su simplicidad la historia te hace sonreír. Supongo que eso fue lo que cautivó a los jueces de la Cadena Ser y lo que, unos cuatro, cinco días después de enviarlo, me llegó en palabras de mi madre en mitad de clase de griego como finalista semanal.
Me ilusioné, no es para menos. La Cadena Ser es de las más importantes emisoras de radio españolas, sino la que más. Y Hoy por Hoy es un programa con un humor tan entrañable y a la vez tan irónico y directo que es imposible no tomarle cariño, por decirlo así. El conductor, Carles Francino, es adorable en todos los aspectos y tiene una voz serena que me tranquiliza, que me embriaga. Tuve la suerte de hablar con él dos veces esta semana. Y así es como ocurrió:
El martes no había clase, coincidía con la huelga de profesores. Cuando Emma Vallespinós -la chica que lee los relatos en directo- me llamó para que esperase en línea, me dijo algo así como --Te dejaré esperando para hablar con Carles Francino-, y yo temblaba, balbuceando monosílabos y dando vueltas como una peonza en el dormitorio de mis padres.
Fueron muy amables, como siempre. Yo no dije mucho, pero me reí bastante -supongo que de nervios, debía parecer imbécil. En cualquier caso, entrevistaron al escritor (en este caso escritora) invitado, como todas las semanas, y hasta hablaron de los Sex Pistols en relación al libro sobre adolescentes que publicitaban. Luego prosiguieron a la lectura de los relatos, y finalmente a la votación. Escuché dos "Laura" contra mi oreja. El voto que desempató fue el de Carles, --"Pues yo voy a votar por Laura y por el ET". Me reí contra la puerta del armario: había ganado y no tenía ni idea de por qué. Entonces cortaron la comunicación y empecé a chillar.
Pasó una semana desde entonces. Este martes (hoy) sí que tenía clase, y no da la mala suerte que a las 10:30 en las que debía hablar estaría haciendo un examen de valenciano. El profesor ya estaba enterado de mi pequeño triunfo, así que fue él que me propuso que saliese de clase para hablar. Sonó el móvil, y ante la mirada atónica de mis compañeros (¿será tan descarada como para atender?!), salí fuera y me quedé en el pasillo, junto a la ventana, temblando, balbuceando monosílabos y dando vueltas como una peonza con más intensidad que la vez anterior.
Emma volvió a dejarme en espera. Poco después resurgió la dulce, armoniosa voz de Carles. Bromeó conmigo un poco, envalentonándome para que le preguntase alguna duda sobre el examen. --Lo haría, pero me deben estar todos escuchando...-- Lo podía sentir sonreír del otro lado, en algún sitio, y yo me cohibía de imaginarlo.
Votamos. Estábamos empatados entre los finalistas esta vez. Él optó ahora por el que menos tenía, para compensar. Necesitaba un voto, un voto para ganar. --Yo voy a votar por Elisa-, dijo alguien. Algo se me cayó encima; un avión, un yunque. Carles se estaba despidiendo. Volví a balbucear cosas, pero ya no estaba girando; más bien, el resto de elementos volvían a rodar de forma normal, a mi alrededor, ignorándome. Cortaron.
Volví al examen unos segundos después. No sé qué cara debía tener, pero el profesor por lo visto notó que estaba "alterada", por lo que me ofreció continuar el examen otro día. Yo quería acabarlo entonces, pero no me sentía de humor ni para coger el bolígrafo. Así que me fui, dispuesta a pensar detalladamente en todo.
Esta experiencia que se fue tan rápido como llegó, dejó a su paso unas cosas a remarcar, importantísimas para mí.
1) Demostré a mis familiares, cercanos y lejanos, amigos de parientes y parientes de amigos, que esa enana que le prometió a sus tíos que "algún día os dedicaré un libro" y ellos se rieron --no por mal, pero vaya, que por algo les haría gracia--, que estaba hablando en serio y que es muy capaz de conseguirlo.
2) Me demostré a mi misma que, aunque no escriba bien, o aunque siempre haya alguien mejor que yo, puedo ser capaz de conseguir lo que me proponga. Y esta en especial no quisiera olvidarla.
3) Carles Francino. Ha sido un enamoramiento platónico a distancia, de una voz, de un voto de confianza en un desconocido. Sé que, algún día, tendré una conversación frente a frente con él y que lo abrazaré. I will.
No conseguí ganar el curso de escritura, pero no me lamento. No sólo por lo ya enumerado antes, sino porque el mejor curso de escritura que pueda conseguir lo tengo aquí, en las callejuelas del elejota, con los grafiteros de fanfiction que sois todos vosotros. Y lo sabéis.