Hoy ha sido un día feliz,
¿Qué? Sí. Gabriel, de once años físicos y mentalidad de dos, hizo ayer algo que dejó atónitos a mis tíos y a mi primo, y a todos nosotros cuando nos enteramos. La televisión estaba encendida, estaban emitiendo un programa para niños de esos coloridos y musicales. Sordo y autista desde prácticamente su nacimiento, Gaby se sentó en la silla frente al TV, y observó con atención el programa. Mi tía no se fiaba de lo que estaba ocurriendo, así que llamó a Emmanuel para que diera su opinión y él se quedó mudo del asombro. Era verdad, Gaby ESTABA MIRANDO EL PROGRAMA. Y por si todavía tenían dudas, ocurrió lo más increíble: cuando el show llegó a su punto álgido, con todo el público aplaudiendo y cantando y lanzando globos, Gaby se puso a reír. Se puso a reír. SE PUSO A REÍR.
Mi madre me lo contó hoy. Os juro que mi alegría fue tal que empecé a llorar como una imbécil.
Por si fuera poco, respondió a una orden directa hablada de su profesora (simple, como "Gaby, volvé acá!") y Dios, él obedeció. Sin tarjetitas. Sin conductismo. Además, volvió a empezar a dejarse poner los audífonos otra vez. ¿Esto significa que está empezando a escuchar? ¿A entender?
Ojalá. De veras, ojalá. :)
Por otro lado, hoy se acabaron los exámenes hasta Selectividad y me llamaron del Casino de Castellón para una entrevista de trabajo el lunes. Deseadme suerte!
(Y esta noche cena de gala con los compañeros de clase. Primera vez que uso vestido largo y tacones, MIEDO.)