KINGSMAN FIC --- Proceso de restauración de memoria 1/2 - Kingsman: The Golden Circle

Apr 25, 2017 16:17

Proceso de restauración de memoria
Fandom: Kingsman: The Golden Circle
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Luego de casi un minuto bajo el chorro de agua caliente para relajar sus músculos luego de una sesión de entrenamiento en el gimnasio, cambio al agua fría para lavarse.

Salió de la ducha, la toalla atada a la cintura. Limpió la condensación del espejo, observando con detenimiento su reflejo, como siempre. Su cuerpo se mantenía en forma, considerando su edad y complexión, algo necesario para su línea de trabajo, como se le había dicho años atrás, cuando despertó en un cuarto de hospital, su mente vacía de recuerdos.

Miró su reflejo una vez más, antes de tomar el parche negro cuidadosamente doblado al lado de su navaja de afeitar. Se lo colocó sobre la cicatriz que cruzaba la cuenca de lo que alguna vez fue su ojo izquierdo y contempló de nuevo su rostro en el espejo.

Le habían dicho entonces que su nombre era Harry, que era ciudadano británico, que había sido herido en suelo norteamericano durante una misión en que todo había salido mal. También le dijeron que era un agente entrenado en operaciones especiales, lo que explicaba el porqué era tan bueno para las peleas cuerpo a cuerpo, sabía como usar un arma y tenía un instinto natural como estratega en situaciones de alta presión. Cuando preguntó porqué podía recordar esas cosas y no su nombre y su pasado, le explicaron que había recibido un disparo en la cabeza en su última misión y que además de perder el ojo izquierdo, la contusión había dañado partes de su cerebro relacionadas con la memoria, sin afectar lo que los doctores llamaban memoria muscular y lo que su entrenador simplemente denominaba puro instinto de supervivencia,

Recuperarás tu memoria, Harry, le decían, solo hace falta un estímulo que dispare tus recuerdos y ayude a conectar los trozos de memoria dispersos en tu inconciente luego del shock y el daño físico dejado por la herida en la cabeza.

Mientras eso sucedía, trabajaba haciendo aquello que mejor sabía hacer para la gente que le había salvado la vida, en una especie de condena a trabajos forzados de la que no tenía idea de cómo escapar por que no tenía ni jodida idea de a dónde ir o qué hacer fuera de las instalaciones donde había vivido los pasados dos años y medio.

Había renunciado a la terapia de hipnosis para recuperar sus recuerdos cuando lo único que obtuvo de ella fueron pesadillas sobre un hombre apuntándole al rostro y disparando, seguidas de un vació que le hacía despertar angustiado, cubierto de sudor y más confundido que nunca.

Hubo otros destellos de memoria de los que nunca habló con sus doctores: la memoria de un joven no mayor de veinte, entrenando como él, potencialmente peligroso, pero con una sonrisa y una mirada limpia que hacía que algo se removiera dentro de él.

Los sueños que tenía con ese muchacho lo alteraban tanto como sus pesadillas, pero muy dentro de su cabeza, ambas cosas estaban relacionadas con su pasado y con los recuerdos que no lograba aclarar del todo. Solo necesitaba algo que pusiera las cosas en contexto y pudiera guiarle a la entrada a su memoria, a su verdadero yo, al Harry que sabía estaba perdido en algún lugar de su inconciente.

Le habían informado de su siguiente misión, pidiéndole descansar bien esa noche para partir a primera hora. Iría como respaldo en un convoy que llevaría documentos, armas y municiones, a una de las filiales de la organización con que trabajaba, Statesmen, bajo las órdenes del agente Tequila, su comandante al mando, al que le llevaba casi veinte años y quien se había convertido en algo así como su amigo en ese lugar. Siguiendo la costumbre del lugar de llamar como bebidas a sus agentes, había elegido Guinness como su nombre código, por su afición a la cerveza irlandesa. Los nombres le parecían ridículos, pero eran las reglas y no podía hacer nada al respecto. El tipo de trabajo que hacían no tenía porque no tener algo de clase y refinamiento. Su idea del espía era más cercana a Bond que a Jack Ryan y mientras preparaba la ropa que usaría al día siguiente, se preguntaba que tan difícil sería convencer a sus superiores de permitirle hacerse de un traje de diseñador a la medida, como premio por su buen comportamiento.

¿Cuántas misiones exitosas necesitaría para conseguir un viaje a Londres y una visita a la avenida Saville? Seguro encontraría la sastrería perfecta para la imagen que tenía en su cabeza de cómo debía ser un espía que se respete.

Una imagen apareció en su mente como un flashazo: la vitrina de una sastrería, un nombre. Tambaleándose, alcanzó a sentarse en el borde de la cama, mareado por la punzada que atravesó su cráneo, el dolor lacerante en la cuenca vacía de su ojo izquierdo y la náusea que subió por su garganta.

Kingsman.

¿Qué carajos era Kingsman?

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