Traición (13/?)

Nov 16, 2012 07:34


Título:  Traición
Personajes: Ziva David, L.J. Gibbs, Abby Sciuto, Ducky Mallard, Leon Vance
Advertencias: ninguna
Raiting: 13
Nota de autor: nada en particular, como veis sigo poniéndome al día en publicar



Bajas al laboratorio sin prisas, tomándote tiempo para pensar en todo. Cuando esta mañana John se ha despedido de ti has tenido ganas de encararle, de no dejarle ir hasta que confesara. Pero prefieres que siga pensando que su engaño sigue adelante, cuando más confiado esté más fácil será atraparle.

Compruebas que la bolsa sigue bien cerrada y miras tu arma en el interior. Después de marcharse has buscado en la alacena y has sacado una bolsa para bocadillos donde has metido la pistola. Debe tener sus huellas y eso te dirá quién es en realidad.

Te sientes tentada a dar media vuelta cuando ves a McGee y Abby en actitud romántica. Pese a todo sonríes cuando ella le da un cariñoso beso y el responde con una caricia. Y te imaginas lo mucho que se habría metido con ellos Tony… ojalá pudieras compartirlo con él.

Ambos se dan cuenta de tu presencia y se separan avergonzados.

- Lo siento, no quería molestaros. Puedo volver más tarde.

- Ya me marchaba- dice McGee dirigiéndose hacia la puerta.

Cuando os quedáis a solas sacas la bolsa y la dejas sobre su mesa. Ella te mira sin comprender y no tienes muy claro si quieres contárselo.

- Necesito que saques unas huellas. ¿Podrás hacerlo?

- Claro. ¿Para cuándo lo quieres?

- Ya mismo.

Abby parece sorprendida por tus prisas y está deseosa de preguntar pero con agilidad se pone a tomar las huellas y en pocos minutos está trabajando en ellas. Esperas paciente a que obtenga un resultado, intentando borrar de tu mente fogonazos de la noche anterior.

- Vaya, aparece en el sistema pero su identidad está protegida.

- Probablemente sea de la CIA. ¿Puedes acceder?

Dubitativa te observa durante unos segundos mientras piensas que te va a decir que no, que olvides la idea por completo.

Pero entonces teclea con rapidez en su teclado y en menos de un minuto te muestra en la pantalla un expediente.

- Michael Brandac, cuarenta y tres años. Lleva trabajando para la CIA diecisiete años. Hasta que hace cinco meses recibió un parte disciplinario, no especifica más.

Miras la pantalla sintiendo que la rabia, la vergüenza y la impotencia pueden contigo.

- ¿Por qué están sus huellas en tu pistola?- pregunta Abby de pronto.

Vuestras miradas se cruzan durante unos instantes en los que dejas ver mucho más de lo que pensabas compartir. El rostro de la gótica pasa de la duda a la comprensión en segundos.

- ¡No! Dime que no te has acostado con él.

- No es asunto tuyo.

- ¡Ziva! Tony no lleva muerto ni tres meses y tú ya le estás buscando sustituto. ¿Es que no le querías? Debería darte vergüenza.

No puedes responder, la culpa te está matando desde anoche. Volverías atrás si estuviera en tu mano. Pero no puedes.
Ahora te toca vivir con ello. Impotente te echas a llorar.

- Lo siento mucho- dice Abby abrazándote.

- No cuentes esto a nadie, por favor.

***

Tienes que hablar con el director. No le piensas hablar de tus averiguaciones ni nada sobre John o como quiera que se llame. Pero él debía saber en que andaba metido Tony.

Te sientes demasiado cansada, no has dormido apenas por la noche y te empieza a pasar factura. Por hoy has terminado. Recogerás a la niña en la guardería y pasareis una tarde tranquila las dos solas.

Pulsas el botón del ascensor y apoyas la cabeza en una de las paredes ordenándote que te relajes. Cuando se abren las puertas te das cuenta de que te has confundido de piso, no estás en la calle sino en la primera planta. Desde hace un tiempo está completamente vacía o eso es lo que creías. Ahora hay escritorios relucientes y ordenadores nuevos todavía con su envoltorio para conservarlo. Una placa al entrar te saca de dudas: Operaciones especiales.

Nadie ha mencionado nada sobre un nuevo equipo de operaciones encubiertas, aunque tal vez es lo que quieran, mantenerlo en secreto. Pasas junto a las mesas hasta entrar en un despacho. Director de operaciones especiales. No es muy grande, únicamente amueblado con una mesa grande de escritorio, una silla y un archivador alto. No hay papeles ni indicios de que la oficina esté en uso.

Por instinto abres el primer cajón y encuentras una carpeta marrón con la palabra “confidencial” en grande. La abres y un escalofrío te recorre todo el cuerpo. Una fotografía de la niña y tú en un lugar público, rodeada por un círculo en rojo. Ahora más que nunca tienes que averiguar quién es ese nuevo director antes de que haga daño a tu pequeña.

- No debería estar aquí.

Te giras sobresaltada y escondes con rapidez la foto en el pantalón antes de que se dé cuenta.
Vance te observa con seriedad y le devuelves una mirada llena de furia.

- ¿De qué va todo esto?- preguntas llena de ira.

- No es algo que deba saber.

- Tiene algo que ver con la muerte de Tony, ¿cierto?

- La dije que se mantuviera alejada de ese caso.

- Y yo le dije que no pensaba dejar sin respuesta la muerte de mi marido.

- Tenga cuidado, agente David.

- ¿Me está amenazando, director?

No puedes confiar en él. Ya no confías en nadie. Todos a tu alrededor parecen querer ocultar algo mientras tú solo quieres encontrar la verdad. Y nada ni nadie te va a disuadir ni intimidar.

- La próxima vez que la vea investigando este caso le retiraré su placa, ¿lo ha entendido bien?

Te marchas sin responder, ambos sabéis que no lo dejarás pasar. En el ascensor de nuevo sacas la fotografía y miras a Sarah prometiendo que no dejarás que le ocurra nada. Antes tienen que acabar contigo.

***

Metes la mano en la bañera para comprobar que el agua esté a la temperatura adecuada y vas al cuarto de la niña para cogerla. Desde bien chiquitina le han encantado los baños, disfruta chapotear en el agua, salpicarte y jugar con el patito de goma que le compró Tony.

Estás llegando al baño cuando suena el timbre de la puerta. Al abrir sientes ganas de cerrar de nuevo. En la puerta está John con una sonrisa.

- ¡Que sorpresa!- dices fingiendo alegrarte.

- ¿Te pillo mal?

Le invitas a pasar a pesar de que tu mente te dice que le eches con rapidez, que no es quien dice ser y lo sabes muy bien. Pero tienes que mantener la farsa hasta que averigües toda la verdad, pese a los sacrificios que tengas que hacer.

- Hola, pequeña- le dice a Sarah cogiéndola en brazos.

Sientes escalofríos al dejarla, al verla en sus brazos sonreír alegre. No crees que se atreva a hacerla nada pero algo dentro de ti te dice que tienes que protegerla.

- Iba a darle un baño. Si quieres esperar fuera.

Cuando metes a Sarah en la bañera y ella lanza un gritito emocionada no puedes evitar sonreír pese a todo. Esa pequeña consigue alegrarte incluso teniendo a un farsante en el salón. Incluso en eso se parece a su padre. Te hacía reír por muy mal día que tuvieras, desde el primer día que le conociste.

Vistes a la niña y ves que John ha preparado algo para cenar. Te sientas a su lado y mientras das la cena a la enana intentas seguir la conversación de John pero no eres capaz.

- ¿Te ocurre algo?- pregunta él de pronto.

Vuelves a la realidad y le miras durante unos segundos confusa. Te observa con sus ojos azules, como si le interesase de verdad saberlo.

- No es nada, estoy cansada con el trabajo, la niña… ya sabes.

- No debe ser fácil hacerlo todo sola. ¿Sabes algo más sobre el caso de Tony?

Sientes ganas de decirle que sí, que has hecho un gran descubrimiento sobre él, desenmascararle en ese mismo instante pero te frenas a tiempo. Niegas con la cabeza y cambias de tema. No piensas compartir nada con él.

- Deberíamos hablar de lo de la otra noche, Ziva.

A tu mente vienen recuerdos de vosotros dos en la cama y sientes que se te revuelve el estómago. ¿Cómo has podido ser tan estúpida?

- No es buena idea- respondes algo cortante.

- Quizás no debería volver por aquí, es mejor para todos.

Te pones en alerta con la idea de perderle de vista. Es lo que deseas, pero no antes de descubrir que pinta en todo esto. Después juras que te encargarás de él, lo pagará muy caro.

- No es necesario. Estuvo bien- mientes con una sonrisa.

Deslizas una mano por debajo de su camisa mientras empiezas a besarle el cuello de forma juguetona.

***

Gibbs te ha llamado en mitad de la noche para informarte que hay un nuevo caso. John se ha ofrecido a quedarse con la niña mientras tanto pero antes prefieres morir a dejarla a su cargo ni un solo minuto. Mejor con “tita” Abby.

Tomas la carretera que te ha indicado para llegar y cuando andas cerca empiezas a ver las luces de los coches de emergencia. Tras una pequeña zona boscosa se encuentra el río de donde parecen estar sacando algo con una grúa.

- ¿Marine?

- No, pero le estábamos investigando- explica Gibbs.

Dejan el cuerpo en una explanada y le reconoces al instante. Le recuerdas perfectamente, lo tienes grabado a fuego en tu mente. Robert Daniels, quien te arrebató a tu marido.
No puede estar sucediendo, no quieres que sea real. Has imaginado una y mil veces verle muerto, era lo que más deseabas. Pero no así. Era tuyo y se te han adelantado.

Ducky se aproxima a vosotros, parece bastante afectado y comprendes que ninguno de ellos apreciaba precisamente a ese hombre.

- Murió hace unas tres horas. Dos disparos en el pecho y uno en la cabeza, alguien quería asegurarse de que no lo contara. El calibre es de nueve milímetros.

Gibbs te hace un gesto con la cabeza para que le siguas y te lleva a una zona apartada de policías y servicios de emergencia.

- ¿Tienes coartada?

- ¿Me estás acusando de algo, Gibbs?- preguntas furiosa.

Irónicamente recuerdas lo que Tony siempre decía: la mujer es la principal sospechosa. Ahora te ha tocado serlo a ti. Y no les puedes culpar, tú misma habrías pensado lo mismo.

- No quiero que esto te salpique- explica de forma escueta.

- Lo habría hecho yo misma y lo sabes. Pero no he podido. Te daré el nombre de la persona que estaba conmigo esta noche si lo necesitas.

- ¿Es de fiar?

- En absoluto, pero supongo que podrá corroborar donde estuve.

Te mira fijamente a los ojos y sientes que está intentando ver más allá, averiguar lo que ocultas. Es bueno haciéndolo pero no estás dispuesta a compartir nada más. Sabes que tomará las riendas del asunto y no puedes correr el riesgo de perder ni una sola pista.

- De acuerdo, no necesito más.

El forense termina de examinar el cuerpo y con la ayuda de Palmer le pone en la camilla. Al verla pasar te das cuenta de algo que hasta el momento habías ignorado. No te ha calmado en absoluto verle muerto. Nadie te puede devolver a Tony.

***

Jugueteas con tu alianza mientras no puedes quitarte de la cabeza lo que ha ocurrido. Todo esto te empieza a superar, las cosas no hacen más que ir a peor y no le ves ninguna solución.

El timbre del teléfono te saca de tus pensamientos y contestas con rapidez. El director acaba de llamar y quiere verte. Las cosas definitivamente van a peor.

Subes sin ninguna prisa hasta el despacho, abres la puerta sin cortesías ni tonterías y te plantas delante de su escritorio.

- ¿Necesita algo de mí, director?

- Le dije que se mantuviera fuera de todo esto.

- Yo he ido al escenario de un crimen, no sabía quien era la… victima.

Te cuesta identificar a ese hombre como una victima, después de todo para ti solo es el cabrón que mató a tu marido.

- ¿Está segura de que no lo sabía?

- Si lo que insinúa es que he sido yo se equivoca. Hoy he estado acompañada.

Le escribes en un papel el nombre de John y el director lo lee detenidamente hasta que finalmente levanta la vista. Te observa con severidad y de pronto te das cuenta de que lo sabe, ha reconocido el nombre. Lo que no tienes nada claro es si está de tu parte o de la de ellos.

- ¿Cómo le conoció?- quiere saber.

- Mi vida privada no es asunto suyo- respondes de forma brusca.

- ¿Sabe quien es en realidad, agente?

- Sí- respondes.

- Michael Bradcac es un hombre peligroso, no debería tener contacto con él.

- Sé como cuidarme sola.

Se levanta de su sillón y durante unos segundos únicamente te mira sin decir palabra hasta que finalmente habla.

- Deme su placa y su arma.

- Con todos mis respetos, director, no he hecho nada incorrecto ni he violado lo que me pidió.

- Su placa y su arma- reitera el con tono más severo.

Desenfundas tu pistola, sacas la placa y lo dejas sobre la mesa llena de rabia. No tiene derecho a hacerte algo así. Si tanto quiere mantenerte alejada es porque oculta algo y nada bueno precisamente.

- Tenga cuidado, Ziva.

Su tono ha cambiado, no parece tan serio. Pero a ti no te deja de sonar a amenaza esa advertencia. Te da igual el cargo que ocupe, si está implicado en todo esto se lo harás pagar.

***

Ya no tenías nada que hacer en el NCIS, fuera del caso, fuera de la agencia… Has recogido a la niña del laboratorio dejando a Abby furiosa contra el director y te has marchado directamente a casa. Gibbs estaba subiendo hacia el despacho de Vance y sabes que no lo va a dejar pasar.

- Mamá ya está harta. Vamos a averiguar que está ocurriendo ahora mismo.

Sarah está más interesada en su conejito que en hacerte caso y mientras ella juega en el suelo vas hasta el dormitorio a por la carpeta que cogiste en el almacén. Quizás alguno de los informes que contiene te sirva para aclarar algo.

Pasas uno a uno los expedientes, leyéndolos detenidamente y te das cuenta de que cada vez quedan menos con vida.
Uno de ellos te llama la atención y te reprendes mentalmente por no haberlo revisado antes, has sido una estúpida al dejarlo pasar. Allí está John, o mejor dicho, Michael Brandac. En algo no te ha mentido, es informático. Era el encargado de obtener los datos y transferirlos de una forma discreta. Al parecer ahora su nueva misión es recuperarlos.

Sobresaltada escuchas que el móvil está sonando y te preguntas cuanto tiempo lleva sonando. Contestas y la alegre voz de John te lleva desde el otro lado.

- Estaba por la zona y esta mañana te has ido tan corriendo que no he tenido tiempo de despedirme.

- Sube si quieres- le ofreces.

Escondes con rapidez los expedientes debajo de la ropa interior y llegas justo a tiempo de abrir la puerta. Pones tu mejor sonrisa aunque por dentro estés deseando esposarle y le ofreces un café.

- ¿Qué haces en casa tan pronto?- te pregunta.

Le das una taza de café y le pasas una galleta de chocolate.

- Estoy suspendida.

Quizás ya no seas su blanco, ya no le puedes dar información de primera mano como él esperaba aunque seguirá creyendo que sabes donde está el material robado.

- ¿Qué ha pasado?- pregunta interesado.

- Prefiero no pensar en eso. ¿Por qué no nos relajamos un poco?

Le sonríes y éste te devuelve la sonrisa mientras te aparta un mechón de pelo. Después te besa despacio y tienes que hacer un esfuerzo por no apartarle, debes seguirle el juego.

- Tus besos saben igual que la primera vez.

Miles de campanitas empiezan a replicar en tu cabeza. Acabas de averiguar la clave de la caja fuerte. La primera vez que besaste a Tony bromeó sobre ello, dijo que la gente recordaba aniversarios, cumpleaños pero que para él lo más importante había sido sentir tus labios.

- John, tengo que ir a hacer unos recados.

- ¿Necesitas ayuda?

- No es necesario- respondes esperando que se conforme.

- De acuerdo, entonces me marcho. ¿Te apetece que cenemos esta noche?

Después de que se marche te arreglas corriendo, coges a la niña y bajas al coche deseando llegar cuanto antes. Es hora de saber que escondía Tony.

Traición

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