Traición (19/19)

Jan 28, 2013 17:21



Título:  Traición
Personajes: Ziva David, Tony DiNozzo,
Advertencias: ninguna
Raiting: 13
Nota de autor: y por fin el final, después de tantas esperas os traigo la última entrega del fic. Espero que lo disfrutéis. Gracias a todos/ as los que habéis estado leyendo, a la sombra o publicamente, es un gran apoyo encontrar lectores que disfruten con lo que uno escribe.

El sonido es el mismo. Suave, persistente. Pero cuando abres los ojos el escenario es completamente distinto. Casi no te puedes mover, sientes todo tu cuerpo entumecido, como si estuvieras flotando.

Giras levemente la cabeza hacia un lado y ves a Tony aferrando con fuerza tu mano y con la cabeza apoyada en el borde de la cama.

Duerme tan profundo que sientes lástima de despertarle pero pasas la mano por su pelo, sintiendo su tacto en tu piel. Él levanta la cabeza de golpe y durante unos segundos no hace otra cosa que mirarte mientras te acaricia la mano con suavidad.

- Pensé que ya…- su voz suena entrecortada- No importa.

- ¿Dónde está Sarah?

- Está en casa con Gibbs. No te preocupes, está bien.

Le miras y te das cuenta de que nunca le habías visto con tan mal aspecto. Ojeroso, desaliñado y con la misma ropa que la última vez que estabas consciente. Debe llevar todo el tiempo a tu lado.

- ¿Tú estás bien?

- Sí, no me hizo nada.

- ¿Qué ha pasado?

- Te disparó y aunque te trajeron con rapidez has estado sedada dos días. Ya creía que no volverías con nosotros.

Se le quiebra la voz mientras habla y sientes que los ojos se te llenan de lágrimas.

- ¿Ha terminado todo?

- Totalmente.

Os quedáis en silencio, mirándoos como temiendo hablar, como si todo pudiera acabar si alguno de los dos dice una palabra.

- ¿Y qué va a pasar ahora?- te pregunta finalmente.

Eso quisieras saber. Le amas y le amarás siempre. Pero algo en tu interior te impide volver a su lado. Casi has perdido a Sarah y solo tiene poco más de un año. Y sientes que Tony ya no forma parte de tu mundo, ha traicionado tu confianza como ningún otro. Lo has perdido todo, tu amante, tu amigo. Tu confianza en él se ha resquebrajado por completo.

- Creo que lo mejor es que los dos empecemos de nuevo. Quizás un tiempo separados sirva para curar las heridas.

- ¿Y qué pasa con Sarah?

- Ella no tiene culpa de nada, merece a su padre.

Asiente con la cabeza como si estuviese de acuerdo con la decisión, pero sus ojos le delatan. Destilan dolor y arrepentimiento.

- Debería marcharme entonces- murmura abatido.

- Sería lo mejor.

Se acerca a ti para darte un beso pero lo hace de forma casta en la frente mientras los ojos se te empiezan a llenar de lágrimas.

- Te quiero, Ziva.

- Lo sé- le dices acariciándole la mejilla.

Aguantas mientras le ves marchar, saliendo de la habitación sin saber cuando le volverás a ver o si quieres hacerlo acaso. Pero en cuanto cierra la puerta rompes a llorar.

***

Epílogo

La primavera se empieza a notar en el parque, está lleno de niños alegres divirtiéndose. Igual que tu niña.

Sonríes hacia la pequeña cuando está te llama y se le ilumina la cara con su preciosa sonrisa cuando la saludas. El calor empieza a apretar y le quitas la chaquetita de punto para que esté más cómoda.

- Aba- te pide.

Sacas su botellita de la bolsa y le das un poco de beber mientras le limpias los pantaloncitos de arena. Ves la pulserita que te regaló Tony el día que todo vuestro mundo se vino abajo. Por algún motivo no has sido capaz de quitártela. Igual que la alianza, sigue en su sitio.

Te das cuenta de que ya han pasado casi tres meses desde aquel día en el hospital, desde que le dijiste a Tony que no querías verle de nuevo. Y lo ha cumplido. No has impedido que vea a la niña, ella no tiene la culpa de nada y merece tener el cariño de su padre. Pero durante este tiempo habéis usado intermediarios para entregársela. El fin de semana anterior incluso llegó a marcharse con ella de viaje y su padre. La pequeña volvió contenta, intuyes que lo pasó bien con ellos.

Tres meses han dado para mucho. Sarah está enorme y ya da pasos más hábiles. Y ha añadido a su vocabulario varias palabras nuevas que te hacen babear con ella. Has comprado una casita de dos plantas, no muy grande pero agradable y cerca del astillero. McGee y Abby se acaban de mudar a vivir juntos. Y Gibbs se ha deshecho del insoportable del escritorio de enfrente con la premisa de que dos agentes son suficientes en el equipo.

Y después estás tú. Como si el destino os hubiese guardado una última jugada descubriste la noticia minutos después de que Tony se marchará de aquella habitación. La doctora lo clasifico casi de milagro, tu no estás tan segura. No hubieses cambiado de parecer, le necesitabas lejos pero fue un duro golpe enterarte.

Ahora más que nunca sabes que le quieres y que le necesitas a tu lado. Pero quizás no quiera aceptar las condiciones.

- Princesa, ¿qué te parece si vamos a ver a papá?

***

Agarras con firmeza la mano de Sarah antes de salir del ascensor y os adentráis en la sala.

El lugar está totalmente distinto a como lo recordabas. Ya no está vacío, ahora los escritorios rebosan de papeles y un bullicio de gente resuena en el aire.

- ¿Puedo ayudarte?- pregunta un agente joven.

- Busco a DiNozzo.

- ¡Ahhh! Tú eres su… bueno…

Está claro que todo el mundo en el NCIS está al tanto de lo ocurrido.

- Sí- sonríes al chico.

- Está en aquel pasillo, ese es su despacho- dice señalando.

Coges a la pequeña en brazos y le indicas a la secretaria a que has venido. Te pide que esperes un momento y segundos después te dice que puedes entrar.

Tony te sonríe pero le sientes nervioso, tenso. Sarah corre a abrazarse a su padre y les observas mientras se lían a besitos el uno con el otro. ¿Cómo has podido pasar tanto tiempo sin verle?

- ¿Te has equivocado de planta?- pregunta él con una sonrisilla.

- Estoy de baja y me temo que estaré así un tiempo más- respondes.

- ¿Entonces qué te trae por aquí?

- Quería hablar contigo.

Deja a la niña en el pequeño sofá que tiene en un lateral del despacho y después se acerca a ti. Quieres hablar pero no encuentras las palabras adecuadas. Pedir perdón te parece ridículo, no has hecho nada malo. Y suplicarle que regrese te hace sentir débil.

Entonces baja la vista hacia tu cintura y pone ambas manos sobre tu vientre. Todavía no está muy abultado pero empieza a ser difícil ocultarlo y mucho más para una persona que te conoce tan bien como él.

- ¿Para cuando lo esperas?

Sabes que la pregunta no es nada inocente, que de la respuesta dependen muchas cosas y mucho temes que le impida volver a tu lado. A veces piensas que ha sido un castigo por lo ocurrido, que se merece vivir con ello toda la vida. Pero quizás ese sea el problema, que no pueda hacerlo.

- Para finales de septiembre. Y es ella, me lo dijeron ayer. Otra niña- respondes sin poder ocultar una sonrisa.

- Felicidades entonces- te dice con tristeza. Las cuentas no le han cuadrado.

No puedes aguantar más y le besas despacio, sin ninguna prisa, saboreando de nuevo sus labios. Cuando os separáis le miras a los ojos y ves un brillo de esperanza en ellos.

- Quiero que vuelvas a casa, Tony. Pero habrá dos condiciones.

- Tú dirás.

- Nada de mentiras que enturbien nuestra vida. Necesito un hombre en el que confiar.

Las mentiras siempre han sido las culpables de que tus relaciones fuesen mal. Secretos, engaños… no puedes más con eso. Necesitas escuchar una promesa de sus labios que te diga que no volverá a ocurrir.

- Lo siento mucho, Ziva. Solo quería protegeros pero cometí un error. ¿Y la segunda?

Colocas una de sus manos encima de tu tripa.

- ¿Serás capaz de quererla?

***

Ves entrar a Sarah como un rayo en la cocina, corriendo sin parar y aferrando uno de los globos que han puesto por la habitación.

- ¡Tata!

Agarras la manita de tu hija antes de que la meta de lleno en la tarta de chocolate y nata que le has preparado. Ella te mira con tristeza y ojitos suplicantes, tan chantajista que sabes muy bien de donde los ha sacado.

Coges un cuchillo y le partes un trocito pequeño para que se quede contenta. Después de todo es el día de su cumpleaños y se merece ser caprichosa.

- ¿Pada bebé?- pregunta cuando le das el plato.

- No, cariño, ella es muy pequeña.

Subes hasta el cuarto del bebé y te asomas mientras Tony la acuna en brazos sin darse cuenta de que tiene dos observadoras. Sarah se cansa de estar quieta y corre dentro de la habitación emocionada.

- Shhh, que se puede despertar, princesa- dice él.

- Shhh- imita la niña poniéndose un dedito en los labios.

La coges en brazos para que pueda ver a su hermanita y sonríe en cuanto ella le agarra un dedito entre sueños.

- Hemanita apa, apa- murmura ella sin quitarle la vista de encima.

Dejas a Sarah en el suelo y Tony te da a la más pequeña que empieza a reclamar algo de comida. Lleváis dos meses de locos desde que nació pero hacía tiempo que no veías a toda la familia tan feliz, tan unida, como llegaste a pensar que no la volverías a ver.

Acaricias la cabecita de Martha mientras te sientas en el sofá y miras sus ojitos azules que te observan fijamente. Esa pequeña te ha hecho enamorarte un poco más de Tony si eso es posible. Los dos sabéis que las estadísticas juegan en vuestra contra pero aun así la quiso desde el primer momento.

Max entra en el salón a ladridos y Sarah se gira hacia él con el dedito de nuevo en los labios.

-Sshh, que se depieta- dice imitando a su padre con su lengua de trapo.

La niña agarra el mando de la cadena de música y pone una balada de Sinatra mientras empuja a Tony hacia ti.

- Quero bailar.

Éste la coge en brazos y después te rodea por la cintura mientras las dos niñas quedan entre vosotros.

- ¿Te he dicho alguna vez lo mucho que te quiero?- pregunta Tony con una sonrisa ladeada.

Respondes con otra sonrisa sabiendo que a partir de ahora las cosas irán bien entre los dos.

Traición

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