Crónicas suicidas.
Episodio 6/6
Llevaba sentado al borde de la cama varias horas, envuelto en la desidia de la penumbra y la titilante luz de la vela. En la noche… en el silencio. El penetrante viento invernal violaba las ranuras de las viejas ventanas, escuchaba la muerte tocar como a un piano las oscilantes ventanas manchadas por los años. Un hombre debe abrir la puerta al destino con valentía, eso era lo que creía, pero a vísperas de eterno anochecer, mi cuerpo se estremecía, el pánico invadía mis entrañas, me paralizaba del miedo. Me negaba a dormir, pues sería la última noche de invierno que vería. Me negaba a dormir, y dejar que los asares del sueño fuera mi último recuerdo.
Cuando su furia fue tranquilizada por la aurora pude sentir la caricia de sus ansias. Entonces me puse de pie, el duelo había terminado, mis pasos guiados por el crujir de las duelas llegaron hasta la astillada puerta de madera, con un suspiro abrí la puerta y ella me estaba esperando. El frío allá afuera era irónicamente acogedor, coloreaba mi lívido rostro con el color del luto y, ella tomando mis brazos, aferrándose a mí como una estrella se aferra a la noche, interpreto conmigo el último vals. Sus ropas bailaban al son del viento, sus ojos brillaban al sol de una vela que alcanzaba nuestra distancia, danzamos sobre el eterno amanecer. Yo me perdí en ella, en un vals interminable, en el día que ambos nos convertimos en mariposas.
SAM.L
El último capítulo es más corto, pero es contundente. Gracias por acompañarme hasta mi último capítulo de las crónicas suicidas... y espero que les hayan gustado. Uhm... no estoy enferma, las próximas crónicas son: crónicas de un asesino.
Los quiero, un beso, y gracias por comentar.
Por cierto... como dato curioso... Si escuchan la música que en cada entrada estoy escuchando y léen al mismo tiempo... talvez pase algo mágico (: