Del otro lado de la ventana escuchaba el golpetear de las gotas, sentía el calor del hogar una vez más… después de tanto tiempo; un calor sofocante, mis suspiros empañaban mis propias manos, a punto de morderme las uñas me arañaba los labios y lágrimas rojas lloraba mi boca; mi aliento penetraba aún el único sonido proveniente de la oscuridad, el
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