(AU!Hogwarts) Castillos de Naipes #2 [1/3]

Dec 08, 2015 10:44

Título: Castillos de Naipes.
Autoras: Allalabeth_san y lurque.
Ranting: NC-17.
Resumen: Trece años después de la guerra contra Lord Voldemort, la magia de Hogwarts todavía está restaurándose. Sin embargo, la directora Minerva McGonagall decide demostrar a la comunidad internacional que Hogwarts sigue siendo un centro de enseñanza de élite participando en el XIII Torneo Internacional de Jóvenes Magos. Mientras tanto, las cada vez más numerosas desapariciones de Inefables empieza a ser un problema en el Departamento de Misterios. La historia continua, aunque no sea protagonizada por Harry Potter y sus amigos.
Notas y advertencias: Au!Hogwarts. Lenguaje malsonado. Violencia. Sexo explícito. Parejas heterosexuales y homosexuales. Los protagonistas son todos personajes inventados.


Castillos de Naipes
Capítulo 2

Talash era un hombre disciplinado, de ahí que fuera sencillo saber dónde estaba y qué hacía en cada momento. Nunca se saltaba sus horarios y Talysu se los sabía de memoria. Cada domingo, sin excepción, desayunaba con su grupo en el Gran Comedor a las nueve de la mañana, una hora más tarde de lo usual, pero sólo una porque permitirse dormir más lo consideraba holgazanear y no tenía tiempo que perder en eso. Talysu bajaba a desayunar diez minutos antes que ellos para que la encontraran en la mesa leyendo el libro de turno. Se saludaban pero no se sentaban juntos, porque el Premio Anual y sus amigos tenían un sitio exclusivo para ellos en la parte más cercana a la tarima de los profesores y todo el mundo en Ravenclaw lo respetaba. Sin embargo, ese saludo le daba a Talysu más energía para el día que su propio desayuno.

Al menos hasta que aparecía Aeri Volkov y conseguía que se le revolvieran las tripas.

La odiaba. Y era terriblemente sencillo hacerlo sin remordimientos. Reunía todas las características que podía tener una persona para detestarla. Por más que se esforzaba, no comprendía qué le veía Talash. Era guapa y atractiva, inteligente y habilidosa tanto en los estudios como en el quidditch, pero ahí terminaban sus virtudes. Su humanidad brillaba por su ausencia y al parecer ese era el tipo de personas que le gustaban a Talash.

Si quería que se fijara en ella como una mujer, iba a tener que comportarse como Aeri Volkov.

Estaba dándole vueltas al plan que llevaba elaborando desde verano pero que todavía no había puesto en marcha por falta de coraje, cuando unos hombres del Ministerio interrumpieron el desayuno y se llevaron a Dorea Galahan. Talysu no había sabido quienes eran a simple vista, pero había escuchado los murmullos a su alrededor y se había sorprendido de que Harry Potter y Draco Malfoy en persona quisieran hablar con ella. El asunto debía ser serio. Dorea regresó con una máscara a modo de rostro, pero el abrazo de Dymeon le confirmó sus sospechas. El grupo terminó su desayuno y se retiró para poder hablar en un lugar más privado, aunque Kalsh se rezagó.

-Talysu, ¿podrías hacerme un favor?

-Claro. ¿De qué se trata?

-¿Podrías ir a Gryffindor y decirle a Narea y Dev que estamos donde siempre? Necesito que se reúnan con nosotros cuanto antes.

-¿Está todo bien con Dorea?

-Es un asunto delicado y necesita a sus amigos con ella. Es raro que Dev no haya bajado ya a desayunar, supongo que anoche se entretuvo hasta tarde…

Miraron hacia la mesa de Gryffindor, que estaba casi vacía. Talysu había notado la ausencia de Dev Pettersen antes, pero como la noche anterior había habido una fiesta, no le sorprendía tanto. El Gran Comedor estaba más vacío de lo usual para ser un domingo.

-Descuida, yo me ocupo.

-Muchas gracias.

Kalsh le regaló una sonrisa sincera y un apretón en el hombro antes de salir. Era un gesto copiado inconscientemente de Trazz Grüber. Habían sido amigos cercanos hasta llegar a quinto, por lo que era lógico que todavía conservara algunos de sus gestos; ahora eran cuñados, pero su relación no era tan cercana como antes.

Cada Ravenclaw era un mundo. Era imposible meterlos a todos dentro del mismo saco. Cada mente tenía ideas únicas y magníficas que expresaban de maneras muchas veces inusuales. No se limitaban simplemente a ser unos empollones, unas ratas de bibliotecas obsesionadas con los estudios como los despreciaban las otras Casas; ellos no entendían el placer del conocimiento.

Dentro de su Casa, Talysu respetaba especialmente a dos figuras: Talash Fisher y Kalsh Wood. El primero era sencillamente el hombre perfecto para ella: inteligente, maduro, sensato, responsable, amable y con una chispa de pasión fácil de encender una vez sabías cómo. A nadie le había sorprendido que se convirtiera en Premio Anual. Kalsh tenía todas las papeletas para serlo al año siguiente porque seguía su misma línea en los estudios, la diferencia estaba en que Kalsh tenía dos grandes pasiones: el quidditch y sus amigos. Sería el capitán de Ravenclaw en cuanto Eldegar se graduase porque además de ser un jugador competente, se le ocurrían estrategias muy buenas que poner en práctica. Y en cuanto al último punto, Kalsh siempre tenía un ojo encima de todas las personas que eran importantes para él y las cuidaba sacrificando horas de sueño o de comida; mucha veces por estar con ellos posponía actividades cuyo tiempo después necesitaba recuperar. Talysu no podía hacerlo. Cuando tenía que estudiar, no disponía de tiempo para nadie.

Salió detrás de Kalsh con el libro que había estado fingiendo leer en la mano y se dirigió hacia el séptimo piso. Tomó los atajos que Zaldai y Dane le habían revelado voluntariamente para llegar lo más rápido posible. Dorea era su modelo a seguir y no quería que nada la distrajera, por lo que si necesitaba a sus amigos para estar bien, ella contribuiría con lo que estuviera en su mano.

Por suerte, se topó con Aren Pettersen justo en la entrada de su Casa. Todavía vestía con las ropas de la fiesta y era evidente que estaba regresando para dormir. Dónde había estado y con quién era algo que prefería no descubrir.

-¡Aren! Necesito que llames a Dev y a Narea.

-Buenos días a ti también -dijo con una pequeña sonrisa. Talysu sonrió en consecuencia pero no saludó-. ¿Para qué las quieres tan temprano?

-Eso no es asunto tuyo, lo siento. ¿Puedes llamarlas, por favor?

-No tengo ni idea de si están en sus camas, puedo asegurarte que mi hermana no porque la vi marcharse con Irina anoche. ¡Buah! ¡No sabes la que se lió en la fiesta! Resulta que…

-Aren -la interrumpió-, lo siento, pero es urgente. Ya me contarás luego lo que pasó, ¿de acuerdo? Necesito que las busques, por favor.

-Entra conmigo y hazlo por ti misma.

-Eso va en contra de las normas y no me parece que…

-¡Vale, vale, vale! ¡Relaja la raja, Ravenclaw! Ya las llamo…

Aren se dirigió hacia el retrato de la Dama Gorda y murmuró con fastidio la contraseña. Desapareció dentro del agujero.

-Ya no quedan personas que respeten las normas como lo haces tú, querida -le dijo la Dama Gorda-. Las nuevas generaciones creen que pueden entrar donde les apetezca. Pero claro, si me dicen la contraseña, estoy en la obligación de dejarlos pasar. Por eso quería cambiarla dos veces al día, pero entonces los alumnos de Gryffindor se quejaron y me obligaron a regresar al plan antiguo. ¡Menudo despropósito!

-Yo tampoco estoy de acuerdo con que alumnos de otras Casas entren en las salas comunes que no sean la que les corresponde; el castillo dispone de suficientes lugares donde reunirse con los amigos de otras Casas.

-Eres un cielo. Ojalá todos pensaran como tú. Especialmente ese granujilla de Slytherin. ¡No sé cómo se las apaña para saber siempre todas las contraseñas! A veces es incluso el primero en pronunciar la nueva.

La mención de Zaldai le hizo sonreír. No había otra persona en su Casa a la que se le pudiera dirigir ese calificativo. A Talysu le constaba que su amigo pasaba tanto tiempo en Gryffindor como en su propia sala común.

-Zaldai dice que el Sombrero Seleccionador le dijo que tenía tanto de Gryffindor como de Slytherin, así que utiliza eso como un derecho -explicó y rió al recordar el descaro con el que pronunciaba esas palabras.

No pudieron continuar con la conversación porque la Dama Gorda se vio desplazada al abrirse desde dentro. Narea apareció terminando de vestirse con el uniforme del colegio y sin peinarse ni lavarse la cara.
-¿Qué ha pasado, Taly?

Todavía no se le había disipado la neblina del sueño, pero estaba lo suficientemente en alerta como para procesar información. Le contó la visita inesperada durante el desayuno mientras iniciaban el descenso.

-Comprendo -dijo Narea inusualmente seria-. Siento marearte, pero…

-Iré a Hufflepuff a por Irina y Dev, por supuesto.

-Gracias, Taly. Eres un sol.

Narea le dio un beso en la mejilla y se adelantó para girar por el siguiente pasillo a la derecha. Talysu estuvo muy tentada de seguirla para descubrir dónde era «el lugar de siempre» que había mencionado en clave Kalsh, pero le habían confiado una misión y cumplir con las expectativas era más importante que satisfacer su propia curiosidad.

En Hufflepuff no tuvo tanta suerte de encontrarse a nadie merodeando cerca para que avisara a Dev, que debía estar durmiendo en la cama de Irina. La otra Premio Anual mantenía una relación estable con Irina Smith, prefecta de su Casa, que había anunciado por todo lo alto su retirada del mercado sexual que era Hogwarts; muchos lo habían lamentado e intentado boicotear su relación en vano.

Aunque no encontrara a ningún alumno, Talysu tenía un as en la manga: su hermano pertenecía a esa Casa y podía comunicarse con él gracias a uno de los chismes mágicos de Sortilegios Weasley. No le gustaba utilizarlos porque estaban prohibidos en el castillo, pero una emergencia era una emergencia.

-Vael, despierta. Necesito que saques a Dev de tu Casa.

Para su sorpresa, su hermano respondió de inmediato.

-¿Ha pasado algo?

-¿Qué haces despierto tan temprano?

-Voy a ver si hay alguna chica despierta en la sala común para que hable con Irina, espera.

Esquivo. Vael sólo era esquivo cuando había cometido un error que le pesaba en la conciencia. Aunque Vael había nacido dieciocho meses antes que ella, Talysu siempre había jugado el papel de hermana mayor, y por supuesto que lo conocía hasta el último detalle. Además, su seriedad era un cartel con luces de neón que confirmaba su sospecha de que algo gordo había pasado.

Ni diez minutos después, los barriles se abrieron y su hermano salió con Irina. Talysu se dio una palmada mental por haber olvidado la fama que tenía la Casa de Hufflepuff de impenetrable. Dev no había pasado la noche con Irina, o al menos no había dormido dentro.

Por segunda vez esa mañana, repitió lo acontecido con Dorea.

-He dejado a Dev en el Gran Comedor hace nada, así que seguramente siga allí desayunando. Yo me encargo de encontrarla, Taly, no te preocupes y muchas gracias. Lo de Dorea será un problema familiar, así que mantenedlo en secreto por ahora, ¿de acuerdo? Todo lo que podáis, claro, porque una vez más el Ministerio demuestra ser de todo menos sutil.

Molesta por ese detalle, Irina se marchó ondeando su capa como la reina de Hufflepuff que era. Vael soltó un suspiro pesado y Talysu se obligó a concentrarse en él.

-¿Qué has hecho? -preguntó de manera directa.

Su hermano le dirigió una mirada de cordero degollado y ella respondió alzando una ceja interrogativa; pedir clemencia antes de contar su pecado era una declaración de su culpabilidad. Sin embargo, Talysu lo abrazó como demandaba y le acarició el cabello. Eso relajó a Vael en seguida.

-Soy un mierdas, Taly… -comenzó. Ella no lo interrumpió-. Esta vez la he cagado de verdad. No sé cómo voy a mirar a Dane a la cara nunca más…

Dane, por supuesto. Desde el principio ella no había estado segura de que esa relación funcionara. Los quería mucho a los dos y los conocía mucho también como para saber que eran demasiado explosivos juntos y se exigían más de lo que el otro podía otorgarles.

-¿Con quién? -preguntó en voz baja, todavía abrazada a él.

-Eso es lo peor de todo…

Vael se separó para mirarla a los ojos dos segundos, todo el tiempo que fue capaz de hacerlo, y después bajó la mirada al suelo.

-Ha sido con Gunnar.

A Talysu se le desencajó la mandíbula de la sorpresa.

Su hermano aguardaba, así que no podía preguntar los porqués o sermonearlo como merecía; no era lo que necesitaba en ese momento. Vael era la persona más justa que conocía después de Dev Pettersen, así que él mismo debía estar regañándose y llamándose de todo en su mente como para echar más leña al fuego. El problema con su hermano eran siempre sus impulsos. Tanto Zaldai, Dane como él mismo tenían poco control de sus apetitos, por eso Talysu se veía siempre en la obligación de mantenerlos a raya. Al menos cuando estaban juntos.

-¿Me lo cuentas desde el principio? -preguntó con una sonrisa reconfortante que Vael agradeció apretándole de la mano.

Se sentaron entre los barriles y Vael le contó toda la historia con pelos y señales, incluido lo ocurrido en la fiesta, eso que Aren quería contarle. A Talysu le dio un vuelco el corazón con la parte en la que Talash anunciaba, de una manera poco sofisticada para tratarse de él, su compromiso serio con Aeri. Alejó ese detalle al fondo de su mente para analizarlo más tarde porque ahora lo importante era Vael.

-Gunnar ni siquiera es consciente de que le he puesto los cuernos a Dane con él. Quiero decir, no se le pasará por la cabeza hasta que alguien se lo señale. Y entonces se sentirá mal por todo el daño que hace sin darse cuenta.

-En realidad tú eres quien tiene la culpa porque Gunnar está soltero y tú no -señaló Talysu con una objetividad un tanto cruel-. Por no mencionar que tú lo iniciaste. ¿En qué estabas pensando al decirle que te besara?

-¡No estaba pensando, ese es el problema! -exclamó exasperado y se despeinó-. Pero ahora sí pienso y es una mierda. Dane va a sufrir y Zaldai me va a matar y Vrinja se la volverá a liar a Gun cuando ha sido todo por mi culpa.

-Sí, desde luego. Si se enteran…

La frialdad con la que pronunció esas palabras le sorprendió. Vael la miró sin dar crédito a lo que oía.

-¿Taly?

-Sería una mentira piadosa. Tú aclaras la situación con Gunnar para que no vuelva a repetirse y nadie se entera de lo ocurrido para que no sufran. No es honesto, lo sé, y con lo Gryffindor que son esos tres, ninguno te perdonará jamás que les hayas ocultado algo así si se enteran. Así que tienes que pensarlo muy bien y estar totalmente decidido.

Vael continuaba mirándola incrédulo. Talysu aguardó sin inmutarse.

-A veces tienes salidas tan Slytherin que me das miedo.

Eso, en lugar de ofenderla o alarmarla, le hizo sonreír. Si su hermano, que la conocía mejor que nadie, decía que podía ser una Slytherin, entonces estaba un paso más cerca de poder llevar a cabo su plan de conquista.

Pero no era el momento de pensar en eso.

-Es una idea muy tentadora, pero la verdad siempre sale a la luz -dijo su hermano finalmente-. Y no podría estar con Dane con un cargo de conciencia tan grande. Ella no se merece esto.

-A veces tienes salidas tan Gryffindor que me das miedo.

La respuesta de Talysu los hizo reír. Lo volvió a abrazar y lo besó en la mejilla con cariño. Vael no era perfecto, cometía errores como todos, pero siempre los arreglaba.

-Por el momento, ¿me dejas dormir en tu cama? No quiero cruzarme con Gunnar ni con Dane hoy.

-Retiro lo de antes.

Se separó de él negando con la cabeza y Vael volvió a reír. Sin embargo, tiró del agarre de su mano y se lo llevó en dirección a su sala común para cumplir con su petición. La Dama Gorda no aprobaría su conducta si lo supiera, pero era su hermano después de todo, y por él estaba dispuesta a saltarse las reglas.

*

Aeri siguió al grupo hasta el aula en desuso a medio camino entre la Torre de Ravenclaw y la Torre de Gryffindor que solían utilizar para reunirse. Dorea seguía pálida, a pesar de que Dymeon no se había despegado de ella en ningún momento y Aeri sabía que los otros Ravenclaws estaban ideando formas para poder ayudarla a investigar por su cuenta lo de su madre.

Como sangre pura y Slytherin, Aeri se había cruzado antes con Draco Malfoy. La entrada y la forma en la que habían ido directamente hacia Dorea le había parecido poco adecuada, pero había aprendido a no esperar mucho del Ministerio. Incluso sus mayores héroes eran una panda de patanes. Le sorprendía de Malfoy, pero estaba tan en la línea de las cosas del Auror Potter que podían leer en los periódicos o que su padre les contaba que ya no le sorprendía.

Pero Aeri no sería quien era si no le resultase interesante observar a la gente.

A pesar de las circunstancias, y a pesar de que Dorea era una de las pocas personas que consideraba su amiga, no podía menos que evaluar la forma total y absoluta en la que Dymeon se estaba entregando a las necesidades de Dorea.

Era lo mismo que había hecho, al principio, con Eldegar.

Y eso, en sí mismo, suponía un horizonte de posibilidades muy interesantes.

Ya en el aula, fue ella la que transfiguró las mesas y pupitres en el mobiliario de un cómodo salón repleto de mullidos sillones, una mesa de café y, sin cortarse un pelo, convocó a uno de los elfos domésticos de la cocina para que les trajese un poco de té.

Nunca era mal momento para el té, aunque acabasen de salir de la mesa del desayuno.

-¿Quién ha dado la voz de alarma? -inquiría Talash en ese momento.

Dorea los miró a todos un segundo antes de sellar el aula con hechizos de secreto y protección.

-Mi madre es Inefable y no la han visto en el Departamento de Misterios en varios días.

Aeri volvió su atención a ella repentinamente. No tenía ni idea de que la madre de Dorea fuese Inefable. Como suponía que ocurría con todos los demás, que la estaban mirando como si le hubiese salido otra cabeza y no se esperasen para nada semejante observación. Ella, en particular, no iba a revelar que su padre era también Inefable y no simplemente uno de los representantes ingleses de la Confederación Mágica Internacional.

Nadie había roto el silencio tras esa afirmación para cuando Irina y Dev entraron en el aula frunciendo el ceño.

Talysu Merrick, la pequeña recadera habitual de Kalsh y Talash, había sido rápida cumpliendo su trabajo.

-Sea lo que sea, vamos a solucionarlo antes que los inútiles del Ministerio -fue la frase con la que los saludó Irina.

Aeri respetaba a Irina Smith más que a cualquier otra chica del colegio. Irina tenía dinero, buenas conexiones y clase; las dos únicas cosas que podía criticarle eran su gusto en cuanto a pareja estable (¡una Pettersen, por las barbas de Merlin!) y que pensase que la amabilidad y el trabajo duro eran más importantes que la ambición final. Si no defendiera esa creencia, sería totalmente una Slytherin, pero había terminado en Hufflepuff, así que indudablemente era porque consideraba que el fin no justificaba los medios.

Semejante filosofía, para Aeri, era una gilipollez.

Pero… cada loco con su tema.

Dev Pettersen era más difícil. Se respetaban mutuamente en cuanto a talento y habilidad tanto para la magia como para el quidditch, pero era de esos pocos rivales con los que Aeri mantenía una relación intensa si bien marcada por la desaprobación mutua. Si no fuese tan Gryffindor, Dev sería una persona mucho más entretenida, de ahí que no terminase de entender qué le veía de interesante una mujer tan completa e intensa como Irina.

-Mi madre ha desaparecido y ha venido el propio Harry Potter en persona a averiguar si yo sabía algo que ellos no.

-¿El Jefe de Aurores Potter? ¿Por qué motivo iban a enviar a alguien tan importante a preguntar por la desaparición de una criadora de serpientes? -preguntó Dev, descubriendo al momento la parte más extraña de la situación.

-Mi madre es Inefable en el Ministerio.

-Con más razón es injustificado -replicó Irina al instante. Había reaccionado mucho mejor que los demás a esa información, lo que hacía que Aeri sospechase que, de algún modo, ya lo sabía de antes.

Irina y Orión eran muy similares. Tenían tanta información de todo el mundo que eso los convertía en formidables aliados y enemigos indestructibles.

-Malfoy estaba con él -observó Dymeon, sin mirar a Irina ni apartar el brazo que mantenía sobre los hombros de Dorea-. Quizá tiene que ver con el trabajo que estuviese haciendo tu madre. ¿Alguna idea de lo que era?

-No. No puede contarnos ningún detalle de su trabajo. Que sepamos que es Inefable es más de lo que en teoría deberíamos saber.

Aeri estaba tan de acuerdo con ella que tuvo que contenerse de asentir.

-Entonces está claro que tenemos que empezar por ahí: averiguar qué es lo que está investigando para…

Las palabras de Talash fueron cortadas en seco por la llegada de los tres integrantes del grupo que faltaban: Eldegar, que todavía traía cara de muy enfadado con el universo, lo que significaba que seguramente Narea habría ido a despertarlo a Ravenclaw; la propia Narea que parecía no haberse peinado al salir de la cama; y Mael, en cuya dirección Aeri no pudo evitar una mirada de desprecio. Todavía venía con la ropa de la noche anterior, lo que indicaba que seguramente habría dormido en Ravenclaw y por eso había terminado apareciendo de rebote.

Talash, Kalsh y Dymeon se tensaron al ver aparecer al cazador estrella del equipo de Gryffindor y la miraron en guardia, pero Aeri sabía contenerse y se mantuvo en su posición al margen, apoyada contra la ventana del aula, sin hacer amago alguno de saludar a ninguno de los tres recién llegados. Mael no fue tan elegante como ella; chasqueó la lengua con desprecio durante el milisegundo que tardó en fingir que no existía.

-Ahora que por fin estamos todos, tenemos que unirnos para encontrar los recursos necesarios para obtener la información -dijo Irina, y lanzó más hechizos para incrementar la privacidad.

Sin permitir que nadie se distrajera de lo realmente importante, Dorea comenzó a explicar lo que ocurría, ayudada por Kalsh, para que Narea, Eldegar y Mael se enterasen de lo que había pasado. Aeri volvió a chasquear los dedos; un elfo doméstico apareció nuevamente. Le pidió que trajera el desayuno a los recién llegados en un susurro que no interrumpió la explicación. Al segundo, una bandeja con sándwiches, zumo de calabaza y bollitos apareció junto al té. Eldegar, al ver a Dymeon abrazando a Dorea con expresión seria, fue directo a la comida y luego se retiró junto a ella. Se inclinó para apoyar la cabeza en su hombro mientras miraba toda la sala con ese brillo frío e inquisitivo que lo convertía en un excelente rival en quidditch y una de las personas favoritas del universo para ella. Era una pena que, por lo general, conforme despertaba y se volvía más sociable, la evidencia de esa inteligente frialdad desaparecía.

-¡Oh, Dios, lo siento mucho Dorea! -exclamó Narea cuando terminaron el relato; fue inmediatamente a su lado y la abrazó también.

Aeri tenía que reconocer su bipolaridad con la chica Gryffindor. Una parte de sí misma la consideraba estridente, simplona y ruidosa. Tenía todas las características insignia de su Casa que los Slytherin consideraban molestas. Muy molestas. Era obviamente emocional, además, y todo lo que pensaba o sentía se veía reflejado en su cara. Como sangre pura, Aeri sabía que las máscaras eran indispensables si uno quería llegar a algo en la sociedad mágica. Por eso no soportaba ni a los Gyffindor ni a los Hufflepuff que eran tan transparentes como Narea Clark.

Pero es que además, en el caso particular referente a ella, le ponía de mal humor por todo el potencial que tenía. Narea era buena. Talentosa en Defensa hasta el punto de ser la rival de duelo más interesante de todo el colegio. Era rápida, directa, con hechizos que siempre buscaban incapacitar cuanto antes pero sin causar daños irreversibles a sus oponentes. Aeri se divertía jugando con sus rivales, torturándolos a base de conjuros y maldiciones que se complementaban para ir incapacitándolos poco a poco, alargando los efectos de los duelos para que su victoria fuese absoluta. Por eso era tan divertido ir contra Narea: era la única que nunca se lo permitía. Con efectividad, porque otros intentaban usar las estrategias de Narea, pero en el Club de Duelo, a nadie más que a ella le resultaban eficientes contra Aeri. Además era guapa, buena jugando al Quidditch y encantadora. Si estuviese en Slytherin, si fuese un poco menos Narea y un poco más como Aeri, habrían sido inseparables.

Pero Narea era Narea y Aeri alternaba el ignorarla con el despreciarla.

-Necesitamos ideas para intentar averiguar qué investiga un Inefable estando en Hogwarts -dijo Dev Pettersen mirándola fijamente. Aeri alzó una ceja en una pregunta silenciosa-. Volkov, eres Slytherin. Seguramente conoces mejor que nadie la forma de conseguir algo que va en contra de las reglas.

-Pettersen, gracias -respondió burlona-. Me complace que sepas reconocer el talento.

Evidentemente, Aeri tenía formas de enterarse de cosas. ¿La principal? Orión. Pero no estaba sin recursos propios.

-Yo no lo definiría como talento -dijo Dev, chasqueando la lengua con desdén.

Un Pettersen siempre sería un Pettersen.

Aeri movió un hombro para que Eldegar se incorporase y dejase de usarla como cojín substituto. Se apartó de la pared y miró el variopinto grupo que formaban.

Investigar al Departamento de Misterios por su cuenta, siendo alumnos, podía suponerles la expulsión, si las cosas se torcían y llegaban al extremo.

Primero, tenía que asegurarse de que todos iban a estar de acuerdo con esa posibilidad. Conjuró un pergamino de forma no verbal y con otro giro de varita hizo aparecer el texto de un pacto.

-¿Estamos todos seguros de que vamos a hurgar en los secretos del Ministerio a espaldas de Aurores e Inefables? ¿A espaldas de la directora? -Los miró a todos con intensidad y uno a uno fueron asintiendo, incluyendo a Mael, que Aeri habría esperado que la ignorase y se limitase a mirarla con odio-. Perfecto. -Se acercó al pergamino y fue la primera en firmar, haciéndolo ir de uno a otro sin decir palabra-. Irina, por si acaso, vamos a estudiar los contactos del negocio de las serpientes. Puede haber sido alguien intentando desquitarse del señor Galahan. Asumo que puedes encargarte de ello, ¿verdad? Pettersen, los dos, vuestra familia tiene lazos con muchos de los altos cargos del Ministerio, fingid que os interesa una carrera como Inefables. Necesitamos nombres a los que poder preguntar. Eldegar y Talash, investigad desapariciones. No sabemos si es la primera o no. Clark, Kalsh y Dymeon, estáis encargados de que nadie más en el colegio se entere de nada. Dorea, intenta enviarle una lechuza a tu madre.

Aeri comenzó a caminar hacia la puerta.

-¿Y tú? -preguntó Dev, con el ceño fruncido.

-Yo voy a descubrir en qué estaba trabajando su madre.

-¿Cuántas leyes vas a romper por el camino? -preguntó Talash con interés y sin juzgarla.

Aeri le dedicó su sonrisa más Slytherin. Sabía perfectamente que iluminaba su rostro, embellecía sus facciones, y la rodeaba de un aura de misterio que, como había demostrado la noche anterior, excitaba hasta a Talash.

Sonreír así era una de sus armas sociales favoritas.

-Una dama no revela nunca sus trucos, Fisher. Nos reunimos dentro de dos semanas aquí mismo, el domingo después del sábado de ir a Hogsmeade para poner en común lo que hayamos averiguado. Hasta entonces, sed malos.
Siguiente

fanfic, longfic hp: castillos de naipes, harry potter

Previous post Next post
Up