Baño sin espuma [Ficción original] - #034
Título: Baño sin espuma
Fandom: FO
Desafío: #034 - Sólo agua sin gas
Personaje: Marion Lawrence
Rating: PG - 13
Resumen: Marion tenía sangre ajena en las manos, los brazos, el vientre y el pecho
Advertencias: Estará relacionado de una u otra manera con el resto de los drabbles de la tabla, aunque intentaré que no sigan un orden.
Tabla: Tabla Alcohol - Luver the Unknown
Icon: microxcuts
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Marion tenía sangre ajena en las manos, los brazos, el vientre y el pecho; estaba seca y se había ido oscureciendo hasta adquirir un tono granate oscuro, casi negruzco, que le daba un aspecto siniestro y desalmado. Oía el ronroneo del agua caliente, casi hirviendo, caer del grifo y llenar la bañera a sus espaldas mientras ella se miraba en el espejo, desnuda, su piel blanca teñida por la ponzoñosa sangre de aquel desconocido que ahora yacía muerto, desangrado, tendido sobre su propio charco de sangre en el suelo de su despacho, en su propia casa.
Tenía los brazos extendidos a los lados, como si así viera con más claridad y facilidad las manchas de sangre que le cubrían el cuerpo. Se le había formado un nudo en la garganta de tanto observar su cuerpo desnudo y manchado y tenía ganas de llorar con la sola visión de la atrocidad que había cometido.
Nunca antes había matado a alguien. Nunca antes había visto la desesperación en unos ojos a punto de perder todo hálito de vida. Nunca antes alguien había sangrado de ese modo sobre ella, manchándola, marcándola, incriminándola ante ella misma y su espejo. Nunca antes se había sentido tan monstruosa, tan poco humana. Nunca antes había sentido tanto miedo cuando aquel hombre, en un último intento desesperado de aferrarse a la vida o de hacer alguna última insensatez antes de morir, se había abalanzado sobre ella y la había cubierto con su cuerpo acribillado y sangrante. Nunca antes había visto a un muerto sangrar sobre el suelo. Nunca antes se había sentido una asesina odiosa y asquerosa. Nunca antes había sentido semejantes nauseas con algo que ella misma había hecho.
Cuando la bañera se llenó del todo, cerró los grifos y el agua dejó de caer, dejando una superficie uniforme de agua trasparente. No había espuma; una asesina sin alma como ella no se merecía espuma en el baño caliente.
Se tumbó en la bañera cuan larga era, y sintió cómo el agua reblandecía la sangre reseca sobre su piel. Era como si estuviera limpiando tanto las manchas externas como la suciedad de las grietas internas; como si el agua estuviera purgándola, perdonándola por lo que acababa de hacer, aliviando su carga para llevársela, después por el desagüe.
Cogió aire profundamente y se escurrió por la pared de la bañera, sumergiéndose lentamente en el agua caliente. Tenía los ojos abiertos. Veía la superficie del agua ondularse ante cualquier movimiento y la sentía lamerle todo el cuerpo.
Pensó que se sentiría mejor después de un buen baño caliente y de quitarse la sangre de la piel frotando con profusión; que eliminando las manchas se llevaría también la culpa. Si no lo veía, no existía. Pero estaba equivocada. Limpiarse por fuera sólo consiguió que las únicas evidencias de sus actos se guardaran en un huequecito entre los pulmones y las costillas, que latieran al ritmo del corazón, recordándole en cada espasmo los disparos que ella misma había lanzado.
No podía evitarlo. Marion había tenido que vivir con el peso de aquel primer asesinato en el pecho toda su vida, y todavía seguía sin expiarse del todo.
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