Título: Esa niña muerta
Fandom: FO
Desafío: #005 - Bloody Mary
Personaje: Simon Walkers
Rating: PG - 13
Resumen: Aquello que estaba viendo le sonaba demasiado y no es que fuera un recuerdo agradable.
Advertencias: Estará relacionado de una u otra manera con el resto de los drabbles de la tabla, aunque intentaré que no sigan un orden.
Tabla:
Tabla Alcohol - Luver the Unknown Aquello que estaba viendo le sonaba demasiado y no es que fuera un recuerdo agradable.
Estaba frente a las escaleras de una gran casa, parado, mirando hacia arriba, oyendo los ruidos que sus compañeros intentaban disimular en el piso de arriba, titubeando. Se sentía incorpóreo, era como si pudiera volar a cualquier parte de aquella casa, o del mundo, olvidándose de su cuerpo, porque no existía. Suspiró, pero no sintió sus pulmones hincharse ni el aire salir por su nariz, haciéndole cosquillas.
Intentó levantar una pierna para empezar a subir las escaleras, pero lo único que consiguió fue flotar, inconscientemente, hasta el piso de arriba y colarse en la primera habitación con la puerta abierta que encontró.
Y allí, con desazón y una sensación extraña en el lugar donde debía estar su estómago, vio que aquello era precisamente algo que quería olvidar. Era tan familiar que asustaba, aunque no tan claro y real como lo recordaba. Allí estaban sus compañeros, y también el, o su él corpóreo. Miraban el cuerpo de una niña, tirada de mala manera sobre el borde de la cama. Todavía se movía cuando se habían acercado; podía recordarle perfectamente, incluso todavía podía ver su rostro y su expresión de dolor entre los miles de rostros de sus fantasmas.
Entre ellos habían llamado a la niña Bloody Mary. Había sido un error, se suponía que ella no debería estar allí cuando habían entrado a acabar con la vida de su padre, y tampoco se tenía que haber puesto en medio.
Todos se movían lentamente, como a saltos, de forma irreal, pero él sólo tenía ojos para Bloody Mary, quieta, blanca y roja, que parecía que tuviera vida y se moviera al mismo tiempo, como un fantasma, como si fuera su propio fantasma, ese que le perseguía constantemente.
Intentó huir, pero sus piernas, o lo que se suponía que eran sus piernas, no le respondieron. Simon pudo sentir el miedo recorriéndole el cuerpo cuando algo blanquecino y semitransparente con el aspecto de Bloody Mary se levantó del suelo y se acercó a él.
Otra vez intentó huir, otra vez no lo consiguió…
De repente abrió los ojos. Un sudor frío le recorría la frente, pero tenía calor. Mucho calor. Notaba su corazón latir a toda prisa dentro del pecho y los músculos ateridos e inmovilizados por el miedo que había pasado mientras soñaba. Una sombra se alzaba sobre él en la penumbra del cuartucho del motel; por un momento, pensó que sería el fantasma de Bloody Mary, que había conseguido romper la barrera del sueño y estaba, ahora, en su mundo, en el mundo real, para perseguirle hasta que acabara con su propia vida.
-Eh, Simon -dijo una voz femenina; era Marion. Podía oler el hedor del whisky desde la cama cuando había abierto la boca-. Levanta. Tenemos que irnos.
Simon se levantó y se calzó. Siempre dormía con la ropa de calle, así que sólo tuvo que coger la bolsa de deporte donde llevaba sus cuatro cosas y salir de la habitación, esperando en lo más profundo de su alma que el fantasma de Bloody Mary se quedara allí.
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