Pequeños 8: Freud Familiar

Jul 23, 2006 19:54

* * * * * * *


"Uh, Winry?"

"¿Si?"

"¿Podrías dejar de colgarte así de mi brazo? No puedo caminar bien."

Winry le sonrió de forma radiante. "No."

Ed miró sus brazos, juntos, por quinta vez desde que se habían bajado del coche hacía dos minutos. "La gente va a pensar que eres mi parejita."

"¿Tienes una?"

"No."

"Entonces, ¿De que te quejas?"

Ed la miro, y ella le respondió levantando una ceja. "Esta bien," suspiro, rindiéndose al fin.

Winry se rió." ¡Allá vamos!" Iba a decir algo más, cuando repentinamente levantó la cabeza, para sorpresa de Ed. Guardaron silencio antes de que Winry lo rompiera, jalándolo del brazo de forma demasiado entusiasta. "¡Vamos!"

"¿Qué pasó?" Preguntó Ed, algo nervioso. Le agarraba el brazo demasiado fuerte, no presagiaba nada bueno."

"¡Nada!"

"¿Winry?"

"Ed." Dijo repentinamente, en una voz seria y grave. "Tenemos que entrar. Ya."

Ed se mordió el labio y la siguió, pero tan pronto como entraron en el edificio, la detuvo de nuevo. "¿Qué pasó?"

Ella solo negó con la cabeza. "Te diré después. Llegaremos tarde."

"Pero-"

"Vaya, vaya, pero si es el camarón."

Ed sintió como le subía el enojo. Esa voz, podría reconocerla en cualquier lugar. Apretó los dientes y se dio la vuelta, intentando verse lo más indiferente posible. "Junior."



Ante ellos, en la entrada del salón de baile principal del Ayuntamiento de Central, estaba Philipus von Hohenheim Jr., mejor conocido en la familia de la Luz como Envy. El hombre de cabello negro iba acompañado por una mujer joven, aunque Ed sabía que no lo era.

Apretando los dientes, le hizo una pequeña reverencia. "Madre."

La mujer, conocida en el círculo de 'amigos' como Lady Dante von Hohenheim, ni siquiera asintió al verlo. Solo se dio la vuelta y entro en el salón.

Ed respiró hondo y contó hasta diez antes de atreverse a hablar de nuevo. "Pensé que Padre iba a venir." le dijo a Envy.

"Desafortunadamente, Papá no pudo venir, pero me mando a mí a disfrutar de su pequeña fiesta con mi querido hermanito." Había algo en la forma en que dijo las últimas tres palabras, que hubiera hecho pensar a la gente que hablaba de la cosa más desagradable del mundo, en lugar de un miembro de su familia. "Pero te puedes ir si quieres, " continuó de forma irrespetuosa. "Mamá preferiría no tenerte aquí. Apuesto que verte ya arruinó su humor."

Ed apretó los dientes de nuevo. "Ya veo. Entonces, me voy."

"Oh, pero estas más que invitado a dejar a tu parejita." dijo, mirando a Winry de una forma que le daba nauseas a Ed. "Señorita Rockbell, es un placer encontrármela aquí."

Winry le sonrió. "Señor Hohenheim, un dedo y me aseguraré de que nunca lo vuelva a usar."

Envy suspiró de forma muy ruidosa. "Lo que daría por desaparecer sus sospechas de mi."

"Tus bolas." fue lo único que dijo antes de tomar el brazo de Ed y arrastrarlo fuera del salón.

Ed miró hacia atrás. Vio a Envy mirándolos, con los sus ojos fríos y su sonrisa siniestra, y se encogió de hombros, de repente con un mal presentimiento. "Winry," empezó cuando se detuvieron en la entrada del edificio.

"Un segundo." dijo ella, mirando hacia todas partes, seriamente, como si tratara de encontrar algo. Por un momento, Ed se quedo parado junto a ella, inseguro de que hacer, antes de que ella lo jalara de nuevo. "No hay moros en la costa."

"¿Te importa decirme que demonios pasó?" le dijo, sintiendo fría la palma de la mano aunque el nerviosismo que siempre sentía cerca de Envy empezaba a disminuir. "Has estado actuando raro."

"Oí el arma de Alfons."

Ed se congeló.

* * *

Al prendió el cigarro y fumó profundamente, antes de ponérselo en los labios a Alfons. "Eres un suertudo apestoso."

Alfons le sonrió antes de fumar también. "Ya lo sé." dijo, sacando el humo por la boca.

Al sacó la licorera que siempre guardaba en la bolsa de sus pantalones y la abrió con una sola mano.

Desde su posición, recargado en las piernas de Al, Alfons la miró de mala manera. "¿No podemos esperar hasta llegar a casa?"

Al le sonrió y agitó la licorera. "Lo siento, no me puedo arriesgar."

Alfons suspiró. "Tu y tu sadismo. Compadezco a quien se quede contigo para siempre."

"Incluido tu."

"Si, incluido yo. ¿Podrías terminar ya?"

La sonrisa de Al era … feroz, por no decir otra cosa. "Como quieras, Fonzy."

Alfons estaba muy ocupado tratando de bloquear el dolor de su hombro derecho cuando el whiskey calló en la herida de bala, para quejarse del sobrenombre.

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