No tengo nada en contra de ellos, salvo, tal vez que alguien se tiene que llevar la culpa después de dos días sin el irritante sonido del despertador. El inicio de la semana y la vuelta a la rutina es asfixiante y terriblemente molesta. Acaba el viernes y con él acaban los horarios y la vida regida por el reloj, pero el lunes supone el retorno a la celda horaria y a la aburrida y sofocante rutina.
Pero aún así, todos los días tienen algo nuevo. Alguna grata sorpresa que hace que una pequeña sonrisa se vaya formando en tus labios.
Una llamada de un conocido.
Una buena respuesta por parte de la gente de la cafetería.
Un beso un poco más largo y apasionado de lo normal.
Un profesor que falta a clase y, en consecuencia, una hora libre que no esperabas.
Descubrir que las hojas de los árboles se han puesto de acuerdo para alfombrar la acera y que el otoño al fin aparece.
Sí, sin duda esto es lo mejor de un lunes.