Autor:
anna_tsukiko Tabla:
Básica 1Fandom: Bleach
Claim: Kurosaki Ichigo/Kuchiki Rukia
Tema: # 25 - Trabajo
Advertencias: Ninguna
Extensión: 1611 palabras
Caminar por esas calles, en verano y después de una no tan ligera jornada de trabajo si que era fastidioso. Y es que en vacaciones un adolescente común desearía estar bajo el techo de su casa descansando, pero él, Ichigo Kurosaki, opto por el clásico “trabajo de verano”. Después de todo, un dinerito extra no caía nada mal, además de que sus labores no requerían gran ciencia. El encargarse de mover y transportar mercancía en la tienda del amigo de su padre, no le era tan complicado de realizar, además, debía agradecer a su progenitor el hablar con su conocido y obtener ese empleo para él, ya que debido a su edad, era seguro que en cualquier otro lugar no lo hubiesen aceptado.
Recordaba como hace dos veranos había ingresado a ese trabajo y del cual obtuvo una cantidad considerable de dinero, no tanto como para enriquecerse, pero si para cumplirse uno que otro capricho.
Estaba a unas cuantas cuadras de su casa cuando recordó la conversación que hace poco había sostenido con sus compañeros de trabajo, unos cuantos, que ya conocía desde hace dos años.
- ¡Hey Kurosaki!- grito uno de los compañeros de trabajo del susodicho- así que este año ¿si trabajas con nosotros?
- ¡Va! ¿Qué no es obvio? sino, ¿Por qué crees que estaría aquí?- respondió agriamente el pelinaranja.
- Es cierto, pero el año pasado te desapareciste. ¿Te fuiste a vacacionar?
- No.
- ¡Ah, entonces te fuiste a trabajar a otro lado! ¡Traidor!
- Tampoco.
- Entonces ¿qué?
- Oh bueno, ¿qué esto es un interrogatorio o qué?- intervino otro de sus compañeros de trabajo quien se había unido a ellos en ese almuerzo- Si es algo que no debemos saber, para que tanta insistencia en preguntar.
- Bueno, pues si tanto quieren saber- soltó finalmente Ichigo- tuve que ayudar a alguien.
- Oh, ¿Entonces no fue un trabajo en si? ¿Te lo pidieron de favor?
- No, de hecho, digamos que la verdad esa persona no querían que la ayudaran.
- Ah, mira que cosas Kurosaki, bueno, pero mínimo si le echaste la mano en lo que necesito ¿no?
- Pues si, aunque no fue muy fácil que digamos. A decir verdad tuve que batallar bastante- “Literalmente”
- Y al final ¿te agradeció siquiera? por que paga no creo que hubiera, es decir, fuiste a auxiliar y ni siquiera te pidieron la ayuda- finalizó con una larga carcajada uno de sus compañeros que fue seguida de un pequeño golpe por parte del otro.
- ¡Oh! ¡Que tú luego luego empiezas de ambicioso! Que no has escuchado ese dicho que dice que cuando haces algo con buena voluntad al final recibes tu recompensa- terminó por decir su otro colega.
- ¡Oh! ¡Y tú ya vas a comenzar con tus cursilerías de dichos viejos!- respondió el primero mientras sobaba su cabeza.
- Digamos que no- contesto nuevamente el pelinaranja- No me agradeció. O tal vez, no con un “Gracias” como la mayoría esperaría. Y si, supongo que si gane bastante, a decir verdad, creo que más de lo que imagine- concluyó mientras se dibujaba una pequeña sonrisa sobre su rostro.
- ¡Ves, te lo dije!- exclamó uno de los chicos mientras golpeaba la espalda del otro compañero- ¡Si ya sabía yo! ¡Me alegro por ti Kurosaki! Ojala encontrara una oportunidad de esas en las que obtienes tanto, tu sabes, las cuentas no se pagan solas.
- Ja, ¿mira quien habla? Él que dice que los demás son ambiciosos.
- Bueno, si se presenta la ocasión, para que desaprovechar ¿no?
- Si tú lo dices.
- Y a todo esto Kurosaki, ¿De que trato todo esto de la ayuda? ¿A quien socorriste? ¿De cuanto o como fue la recompensa?
- ¡Hey, si! Yo también me muero por saber. Que mira que por la cara que pusiste cuando dijiste que habías ganado bastante, se ve que te fue muy bien.
- Bueno…
- ¡Hey chicos, termino el descanso!- gritó el jefe de los muchachos.
- ¡Diablos! Tan bueno que se estaba poniendo el asunto.
- Si, que lastima, bueno Kurosaki, ya después nos cuentas como estuvo todo.
- Claro y de paso te cuento como pase yo mi verano.
- ¡Oh, vamos! Ya vas a empezar con el cuento ese de la playa.
- ¡Que no es cuento! ¡Es cierto! Que mira que has de estar bien celoso por que tú no lo viviste.
- Ah, si como no.
Y así tanto Ichigo como sus compañeros retornaron a su trabajo. Por una parte, el pelinaranja agradecía que el dueño apareciera en ese momento y diera por terminada esa conversación que sostenía con sus compañeros. A decir verdad, conversación que mas bien parecía sostenida por ellos dos, porque hasta donde recordaba él casi no hablo, ellos dieron por entendida su propia versión del verano de Ichigo y es ahí cuando volvía a dar las gracias de que terminara el descanso, ya que no tenia idea de cómo explicar aquello.
De que su ayuda fue proporcionada a Rukia, en la Sociedad de Almas, cuando él fue a rescatarla. Esa simple frase respondía a esos últimos cuestionamientos de sus compañeros. Pero por muy simple que sonara, sabia que en realidad, no fue tan sencillo como parecía, además de que a sus compañeros, para nada sonaría simple.
Y al llegar a estar frente a su casa recordó esa otra parte de la conversación. Aquel momento en el que ellos preguntaron acerca de la recompensa de su verano pasado. Y ¿Qué había obtenido?
- ¡Hey Ichigo!
Bueno, él siempre pensó que la mayor recompensa de todo rescatador es tener a su rescatado a salvo, ¿no?
- ¡Hey Rukia!
Y que mejor si el rescatado vive bajo el mismo techo del rescatador.
- ¡Que bueno que estés de regreso…!- Y aun mejor, que ese rescatado venga a ti y muestre gusto de que estés allí -… porque tengo que ir a la tienda y quiero que me acompañes, además de paso me ayudas a cargar las cosas.
Claro, y él haciéndose ilusiones de que le recibía con gusto, por solo el placer de verlo de vuelta, pero no, la señorita solo lo queria para cargarle las bolsas, ¡Que tonto se sentía!
- ¿Qué? Ni siquiera he llegado a la puerta y ya me llevas a caminar, yo lo que quiero es descansar, ¡des-can-sar!
- ¡Oh! No sabia que fueses tan débil que una pequeña caminata te cansara.
- Y yo no sabia que fuese tan débil para necesitar que te carguen las bolsas.
- Por supuesto que no son pesadas para mi… la verdad es que- pero ella pensó que decir tan directamente el pretexto de por que acompañarla no era muy conveniente- bueno, si no quieres acompañarme esta bien, puedo ir sola hasta haya.
- Oh, ¿te levantaste de malas o qué? Además, mal momento para decirme que regrese, que prácticamente me llevaste a rastras de la entrada hasta acá y no pienso regresar caminando otra vez.
- Bien.
- Bien.
Y finalmente un suspiro se dejo escuchar por parte de los dos, mientras proseguían su caminata.
- A todo esto ¿Qué tal el trabajo?
- Bien, no hay nada relevante que contar.
- ¡Uh! que interesante relato- soltó la chica con ironia.
- ¡Oh! ¿Y que quieres que te cuente entonces? Algo como: “mira Rukia, esta mañana tuve que tomar varias cajas y llevarlas a una bodega, regresar, tomar otras cajas y seguir por el mismo camino. ¡Ah! Y tuve la sorprendente aventura de tomar un almuerzo, si como escuchaste: almuerzo, con mis compañeros de trabajo, y platicamos de cosas tan sorprendentes e interesantes -“como tu, por ejemplo”- y luego, seguí cargando más fantásticas cajas hasta esa fantástica bodega y otros fantásticos negocios”- finalizó con ese tono sarcástico que acompaño su relato- Que tal, eso ¿si es interesante?
- Bueno, la historia no tanto, pero esas caras que pones cuando andas de mordaz tal vez- comenzó a reírse la chica por el sarcasmo de su amigo.
- ¿Qué, soy tu chiste o qué?- preguntó molesto mientras le miro, aunque por la expresión de Rukia, parecía que ella respondía afirmativamente a su pregunta-… mejor no me contestes.
- ¿Y durara mucho esto del trabajo?
- ¿Por qué? ¿La enana me extraña?
- Claro -“sino, ¿Por qué crees que te pedí que me acompañaras a comprar?”- después de todo, es aburrido no tener a alguien con quien tener tan “buenas e interesantes conversaciones” como las que tengo contigo.
- Lo que quieres es tener a un idiota que aguante toda tu sarta de tonterías.
- Que conste que tú lo dijiste- respondió mientras volvía a soltarse a carcajadas.
Si, hablo sin pensar, y él solito acabo por insultarse.
- Maldita enana…
Demasiado tarde para proseguir con su larga lista de adjetivos hacia su rescatada, porque finalmente habían llegado a ese barrio lleno de tiendas y la chica ya había comenzado a dirigirse al comerciante para pedir lo que debía comprar.
Y ahí estaba él: auto insultado, cansado, con hambre, sin dinero y aun faltaba mucho para la quincena.
- ¿Es todo señorita?
- Si, señor. Muchas gracias- respondió Rukia con una gran sonrisa, al recibir la mercancía y el cambio de la misma.
Y el rescatador solo se detuvo un instante a mirarla. ¿Que más daba que aun faltara para la quincena? Si con ver sonreír a su rescatada, a su recompensa del verano pasado, era más que suficiente para hacerle olvidar su auto insulto, su cansancio, su hambre e incluso que el dinero aun no estuviese en sus bolsillos.
Ojala Yuzu requiriera con más frecuencia esas compras de ultimo momento durante ese verano.