Autor:
anna_tsukiko Tabla:
Básica 1Fandom: Bleach
Claim: Kurosaki Ichigo/Kuchiki Rukia
Tema: # 14 - Antena
Advertencias: Ninguna
Extensión: 1471 palabras
¡Maldita la hora que decidió quedarse en casa!
- ¡Mierda!- se repetía sin cesar mientras soportaba esos terribles rayos solares sobre su rostro, cuando su plan en primer lugar era evitar ese estúpido astro y esquivar esa odiosa posición en que se encontraba.
El chico tuvo la opción de salir al cine. Al parecer todo el mundo estaba fascinado en ver aquella película de moda. Hasta sus hermanas incluso asistieron al estreno. Pero él, prefirió permanecer en su hogar. Tenía suficientes razones para hacerlo.
Para empezar, el clima era del asco. Un calor veraniego de aquellos que no deseas ni asomarte a la calle. Bien, el cine contaba con aire acondicionado, pero tomando en cuenta el detalle de que medio Karakura asistiría al dichoso estreno: no. Prefería evitar esas grandes masas de personas. Sin contar con que el precio para entrar a ver la película casi duplico a su precio normal, ¿es que estaban locos? ¿Para qué pagar por ese drama novelero, si esas tramas las repetían todos los fines de semana en la televisión? Bien, mejor para él. Se ahorraba la molestia de caminar hasta el cine bajo ese inmenso sol y gastar en una película que de seguro ni le gustaría.
Así que la opción para ese día fue ver aquel maratón de películas de acción que transmitirían por tv. Aunque alguna que otra ya la había visto anteriormente, prefería eso a aguantar aquella aglutinación de gente y precios excesivos para un simple estreno. Pintaba para una tarde relajante: las chicas irían al cine y el joven se quedaría con la casa entera para él solo y su maratón fílmico.
Primer error en sus planes. ¿Quién le dijo que se quedaría con la casa solo para él?
- ¡Ichigo, aun no se ve nada! - gritaba una voz femenina desde la ventana de la sala en dirección al techo.
Si, y es que esa enana del demonio parecía querer compartir sus planes. Desgraciada. Sus hermanas hasta le habían insistido a la chica el ir con ellas, pero la shinigami afirmaba ser mala para ver esas películas, debido a que lloraba con aquellas escenas dramáticas y se avergonzaba de que alguien la viese derramar lagrimas. Obviamente todo esto dicho bajo esa apariencia de chica sensible y tímida.
¡A otro con esos cuentos!
Si era más que evidente que ella se quedaba para joderle aun más la existencia. Lo presentía, después de ver esa sonrisa malévola luego de convencer a sus hermanas para no ir con ellas al cine. La muy descarada seguro sospecho que el planeaba esa tarde solo para él, y por supuesto que no desaprovecharía la oportunidad de molestarle. Tal vez no tenía un plan en específico, pero el solo hecho de estar ahí, en su tarde, era suficiente para fastidiarle el día. Bien, sus planes habían cambiado. Esa tarde la pasaría con la enana, viendo el maratón de películas, bajo el resguardo de aquel ventilador que al menos les haría pasar una tarde soportable frente al televisor.
Segundo error en sus planes. ¿Quién le dijo que estaría bajo resguardo en su casa cómodamente frente al televisor?
Y es que, media hora antes de que el mentado maratón iniciaría, su compañera tomo el control remoto para encender aquel aparato y de repente: la señal de la televisión se fue.
-¿Qué le hiciste al televisor?-preguntó el chico molesto.
-¿Yo? Si apenas y toque el control remoto -respondió la chica en su defensa- No me vengas a echar la culpa de que tus aparatos sean defectuosos.
- ¡Por supuesto que no! Si hace unas horas estaba a la perfección- reclamó el pelinaranja bastante alterado.
- No lo sé, pero yo no le he hecho nada- decía la shinigami mientras veía a su amigo revisar el dispositivo.
- ¡Diablos, debe ser la antena!- sugirió como causa del desperfecto- Creo que iré a revisar. Tú te quedas acá y me avisas si regresa la señal.
- Pero yo por qué…
- Ni siquiera reniegues, que hasta debería mandarte a ti a revisar- finalizó el adolescente mientras su compañera le dedicaba una mirada fulminante.
Y ahí estaba, Ichigo Kurosaki con el sol a todo su esplendor tratando de arreglar esa estúpida antena. Esta era la segunda vez que subía.
En la primera ocasión pudo descubrir el daño en varios de los cables, así que bajo a su casa en busca de cinta adhesiva, pero al ver que no había, no tuvo más opción que ir a la tienda por ella. Podía haber enviado a la shinigami, pero esta le encaro soltándole el “Tú te quedas acá” que anteriormente le había dicho el joven a la chica. Si, la muy desgraciada se estaba desquitando después de ordenarle que se quedara a checar la señal sin dejarle opción de réplica. Todo lo que el chico había planeado para su tarde se fue al caño.
Quería evitar el sol y ahora estaba tostándose en el techo de su casa.
Pretendía evitar caminar y tuvo que recorrer dos tiendas para encontrar esa estúpida cinta.
Procuraba evitar gastos, y tuvo que comprar aquella tira adhesiva.
Deseaba una tarde solo para él, y ahora tenía que soportar a esa chica que seguro estaba más que divertida al escuchar toda la cantidad de maldiciones que desde el techo susurraba.
Pero, cuando estaba a punto de mandar muy lejos de allí esa antena del demonio, las palabras que deseaba escuchar desde hacia varios minutos finalmente llegaron:
- ¡Ya comienza a llegar la señal!- gritaba su compañera alegremente desde la ventana.
¡Bien, por fin! Rápidamente bajo del techo de su casa y corrió hacia la sala a corroborar lo Rukia le había dicho.
- Parece que no lo hice nada mal-se jactaba el pelinaranja luego de confirmar que la señal estaba restablecida.
-Oh, vamos. Ni que fuera asunto de otro mundo poner cintitas en un fierro- mofaba la chica desde un sillón ante la actitud de su compañero.
-¡Nada de poner cintitas! No creas que es fácil arreglar esas estúpidas antenas bajo este sol del demonio.
- Ya, no te alteres tanto- soltó despreocupada mientras se dirigía a la cocina- mejor ¡acomodémonos y disfrutemos de la rica comida que con tanto esfuerzo he preparado!- exclamó la chica mientras alzaba la cabeza en señal de orgullo.
- ¿Cuál esfuerzo? ¡Si lo único que hiciste fue meter la bolsa de palomitas al microondas y sacar esos refrescos del refrigerador!
- Ya está a punto de comenzar la película- anuncio la chica al tiempo que desviaba la conversación acerca de la comida- mejor cállate, quítate del frente y ven a sentarte- voceaba mientras hacía ademanes que le indicaban al joven que estorbaba en el lugar en el que actualmente estaba.
Con una actitud de mala gana el pelinaranja se sentó junto a su amiga. Suspiro a modo de descanso. Por fin, después de un par de contratiempos, se dedicaría a ver aquel maratón de películas. Y cuando los créditos iníciales comenzaban a mostrarse, paso algo que vino a colocar la cereza del día.
Si, el ventilador se apago. Y el extraño ruido que el televisor hizo mientras la imagen del protagonista de la película desaparecía les dio a entender que esa tarde no verían nada.
Se había ido la electricidad.
- Se ha ido la corriente eléctrica- expresó la chica mientras veía fijamente el televisor.
- No me digas- exclamo Ichigo mientras imitaba a su amiga al mirar aquel aparato de la misma manera.
-Y te llevaste un largo rato intentando arreglar la antena
- Lo sé.
-No tienes ganas de romperla o aventar el televisor por la ventana.
- Un poco.
Silencio. Sus respiraciones eran el único escaso sonido que existía. El chico pensaba en contar hasta diez antes de seguir la sugerencia de su amiga sobre descargar su ira contra el dispositivo.
-Ichigo- resopló-¿y qué hacemos ahora?-expresó la chica ante el incomodo ambiente que se había creado.
- No lo sé- suspiro- Supongo que disfrutar tu “fabulosa” comida que con “tanto” esfuerzo hiciste, ¿no crees?-bromeo de forma sarcástica antes de tomar el recipiente con palomitas de la mesa de centro.
Rukia solo lo miro de forma asesina por el sarcasmo y se dispuso a abrir una lata de refrescos.
- Me alegra que la electricidad no se fuera mientras cocinaba esto- señaló el recipiente que Ichigo llevaba en sus manos- Yo sí que mandaría a volar el microondas.
Y entonces Ichigo la miro. La tarde no resulto como esperaba. No había electricidad, ni película, tampoco ventilador que los salvara de ese clima. Solo quedaban las botanas. Sin embargo, algo hizo que ambos rieran, ¿qué fue? ni ellos lo sabían. Solo carcajeaban frente a aquel recipiente de palomitas.
Tal vez era el abrasador clima, el hambre o simplemente, que en ocasiones ciertas cosas no necesitan ser planeadas para que se conviertan en buenos momentos.