[Jungkook!centric, Namjin] Bangtan Burgers 1
Pairing: Jungkook POV, Namjoon/Jin
Fandom: Bangtan
Wordcount: 318
Rating/Genre: PG. Crack?
Disclaimer: literalmente no sé nada, nada es mío, soy aire.
Nota: al menos me saqué algo de la cabeza lmao *llora* who know si escribiré algo más wHO KNOWS SI SERÉ PERSONA ALGUNA VEZ EN MI VIDA
Era su primer día en Bangtan Burgers y Jungkook quería irse a casa y no volver.
Nada más entrar conoció a Jin. El encargado lo llamaba Seokjinie y sonreía cada vez que hablaba como si hubiera creado los arcoiris o la salsa barbacoa. Siempre se iba a la trastienda sacudiendo la cabeza y agradeciéndole al cielo su suerte por haber podido contratarle, esquivando inconscientemente los charcos de helado derretido que Jin había causado como si ya formara parte de su naturaleza y no fuera capaz de verlos realmente.
Jungkook vio a Jin pelearse con la máquina de bebidas al menos dos veces en cinco minutos y hacer saltar la alarma de incendios antes de que se acabase su primer turno.
Pero no lo hacía solo.
Aunque el encargado solamente le presentó a Jin, su supuesto mentor (Jungkook no tenía miedo, para nada), un chico con el pelo rosa y unas gafas de espejo naranjas en la nuca aparecía tras la barra cada dos por tres para ayudarle a servir a los clientes o tirar los vasos, los sobres de ketchup o las patatas fritas recién salidas de la freidora.
Todo mientras tarareaba melodías que Jin intentaba seguir y con las que el otro empezaba a rapear sin venir a cuento.
Jungkook tenía miedo.
Estaba intentando atender a su primer cliente cuando sintió algo frío y húmedo recorrerle la pierna y cuando se atrevió a mirar, tratando de conservar la sonrisa cara el público, descubrió una fregona ya de color rosa recogiendo batido de fresa alrededor de sus zapatillas.
Jungkook no solía rezar, pero en ese momento lo hizo, pidiéndole fuerzas a quien estuviera escuchando para reprimir el impulso homicida que crecía en su interior al mismo ritmo en que el batido se colaba por sus calcetines hasta llegar a sus pies.
Lo peor es que tardó seis horas en descubrir que había un tío durmiendo en la despensa.
ˎ₍•ʚ•₎ˏ
Fandom: Bangtan
Wordcount: 318
Rating/Genre: PG. Crack?
Disclaimer: literalmente no sé nada, nada es mío, soy aire.
Nota: al menos me saqué algo de la cabeza lmao *llora* who know si escribiré algo más wHO KNOWS SI SERÉ PERSONA ALGUNA VEZ EN MI VIDA
Era su primer día en Bangtan Burgers y Jungkook quería irse a casa y no volver.
Nada más entrar conoció a Jin. El encargado lo llamaba Seokjinie y sonreía cada vez que hablaba como si hubiera creado los arcoiris o la salsa barbacoa. Siempre se iba a la trastienda sacudiendo la cabeza y agradeciéndole al cielo su suerte por haber podido contratarle, esquivando inconscientemente los charcos de helado derretido que Jin había causado como si ya formara parte de su naturaleza y no fuera capaz de verlos realmente.
Jungkook vio a Jin pelearse con la máquina de bebidas al menos dos veces en cinco minutos y hacer saltar la alarma de incendios antes de que se acabase su primer turno.
Pero no lo hacía solo.
Aunque el encargado solamente le presentó a Jin, su supuesto mentor (Jungkook no tenía miedo, para nada), un chico con el pelo rosa y unas gafas de espejo naranjas en la nuca aparecía tras la barra cada dos por tres para ayudarle a servir a los clientes o tirar los vasos, los sobres de ketchup o las patatas fritas recién salidas de la freidora.
Todo mientras tarareaba melodías que Jin intentaba seguir y con las que el otro empezaba a rapear sin venir a cuento.
Jungkook tenía miedo.
Estaba intentando atender a su primer cliente cuando sintió algo frío y húmedo recorrerle la pierna y cuando se atrevió a mirar, tratando de conservar la sonrisa cara el público, descubrió una fregona ya de color rosa recogiendo batido de fresa alrededor de sus zapatillas.
Jungkook no solía rezar, pero en ese momento lo hizo, pidiéndole fuerzas a quien estuviera escuchando para reprimir el impulso homicida que crecía en su interior al mismo ritmo en que el batido se colaba por sus calcetines hasta llegar a sus pies.
Lo peor es que tardó seis horas en descubrir que había un tío durmiendo en la despensa.
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