Mitades Imperfectas de un Perfecto Trío - Capítulo 1

Mar 08, 2012 17:40

Título: Mitades Imperfectas de un Perfecto Trío | Masterlist
Autor: mirita23

Capítulo 1
Personaje/parejas: Kurt Hummel, Blaine Anderson, Rachel Berry. Klaine.
Rating: PG-13.
Género: Drama, romance, angst.
Advertencias: Ninguna.
Palabras: 4485
Disclaimer: Glee es de RIB y la FOX y bueno eso que ya sabemos. Yo sólo escribo a cambio de galletitas XD
Notas:Esté capítulo fue publicado originalmente en el Amigo Invisible de glee_esp



NYADA y el fin del mundo

Kurt sale de clases cansado y agobiado. Mataría por un café, mataría por volver a casa. Mataría por dejar de sentirse tan miserable pero no pude irse, tiene que entrar a clases de Historia de la Música Teatral y es una de las pocas clases teóricas que da NYADA. Faltar no es una opción, así que Kurt entra y se sienta, intenta prestar atención sin lograrlo. Ni siquiera nota el momento en que deja de tomar apuntes. De pronto siente que está de vuelta en las aulas de McKinley. Atrapado y solo.

Rachel lo aborda en el pasillo, camino a la cafetería. Son casi las seis de la tarde y Kurt cuenta mentalmente los minutos de la hora que le falta antes de poder salir del instituto, tomar el subterraneo hasta Williamsburg, por fin llegar a casa y darse una ducha.

Rachel no para de parlotear mientras camina, lleva puesta su ropa para Ballet I y está jugueteando con las zapatillas de puntas en las manos. Cuando llegan a la cafetería, Rachel compra una botella de agua y se sienta frente a Kurt. Tienen diez minutos antes de que ella tenga que volar al salón de danza y Kurt al laboratorio de música para Instrucción Vocal. Sabe que le irá fatal. Kurt no tiene ganas de cantar y menos le apetece ir a clase a forzar su voz en extremo para hacer los contrastes de lo que sea que su estúpido profesor decida que las voces líderes van a cantar ese día, voces en las que él no está incluido obviamente, a pesar de que su rango sigue siendo único y distinto.

Distinto siempre fue bueno para Kurt, sin embargo la etiqueta comienza a picarle y quiere arrancársela aunque sangre. Rachel se da cuenta que algo anda mal, lo sabe desde hace semanas pero no dice nada. Sabe también que Kurt está en la delgada línea entre ser cortés o mandarla a freír monos y no dirigirle la palabra en días. Las ojeras en sus ojos comienzan a notarse, pero lo que ella más añora es verlo sonreír.

El primer examen de final de semestre está a sólo unos días y Kurt no puede sacarse la idea de la cabeza, aquella decisión ya parece tomada por más que no quiera aceptarlo y trate de no pensar en eso.

La verdad es que es algo que viene rondando en su cabeza por semanas, desde que los días comenzaron a pesarle, desde que escuchar a Tiffani hablar de sus clases en NYU comenzó a volverse doloroso, desde que se divierte más en sus horas de trabajo que en clase, desde que aprende más de Anabelle que de sus profesores de NYADA. Sin querer su padre había despertado la duda en él durante Acción de Gracias, cuando le preguntó "¿eres feliz?" y Kurt no tuvo el sí en los labios sin esfuerzo. Ama la ciudad, vivir por su cuenta, ser un adulto, pero no es feliz y es algo que ha aceptado, con lo que algunas noches se ha resignado a vivir. Noches en las que se consuela pensando que todo mejorará cuando Blaine se mude con ellos. Kurt no cuenta los meses que faltan, pero sabe exactamente en cuantos días más Blaine volverá a ser una presencia constante en su vida. No haber podido ir a Ohio para Acción de Gracias fue un golpe duro, su padre, junto con Carole y Finn fueron a NY para estar con él y con Rachel. Kurt adoró la visita pero sólo lo hizo sentir más la ausencia de su novio.

Kurt es testarudo, necio como pocos. Carga con las penas en la espalda y con el paso de los años ha aprendido a acomodarlas para que no le pesen. Enfrenta los días con las armas que mejor maneja, con su acostumbrado sarcasmo y su inherente aire de superioridad. No tiene amigos en NYADA y Kurt siente que no los necesita. Siempre ha estado acostumbrado a la soledad y esta vez no es la excepción, pero tiene a Rachel, a sus amigos del trabajo, a Blaine y Kurt ha aprendido a sentirse libre a pesar de todo.

Los días pasan y el primer examen llega antes de darse cuenta. Rachel se ha quemado las pestañas aprendiendo un montón de teoría de Historia del Arte. Kurt ha terminado trabajos y ha estudiado lo necesario. No le preocupa nada de la teoría, le preocupan los cursos en los que sigue sin ser notado. Y es el segundo día, después de salir de su examen de Interpretación Musical, donde una vez más no le movió un pelo a su profesor, que la decisión es tomada.

Kurt se va de clases y camina por las calles de New York, observando las decoraciones navideñas que comienzan a notarse en algunos establecimientos y piensa, piensa en lo que acaba de sucederle, en su futuro, en sus sueños, en esa decisión que ya parece irreversible. Sabe que Anabelle lo entenderá. Es la mejor jefa del mundo pero también es su amiga y está seguro de que va a apoyarlo. Necesita hacerlo. Kurt está más seguro que nunca de lo que tiene que hacer.

Sentado en un café a media mañana, Kurt siente que los dedos le tiemblan mientras sostiene el celular. No ha podido hablar con Blaine en la última semana y sabe que es probable que esté en clases ahora mismo, pero necesita hablar con él. Desde que llegó a NY es la primera vez que tiene la necesidad enorme de correr a los brazos de su novio y esconderse del mundo.

-¡Hola tú!

La voz de Blaine suena lejana, con un eco peculiar que lamentablemente Kurt conoce demasiado bien.

-¿Estás en clases? -pregunta para estar seguro de no interrumpir.

-Debería pero no -dice Blaine y Kurt permanece en silencio. Blaine suelta una ligera risita de resignación y dice: -Baño de chicas.

-¿Limón o mora? -pregunta Kurt, su voz aún más frustrada de lo que quisiera escucharse.

-Tutti-Frutti -dice Blaine-. No me gusta ese sabor.

-Lo siento Blaine.

Kurt se oye agotado y de inmediato Blaine abandona la toalla con la que seca de su cabello los restos del slushie para sujetar mejor su celular.

-Hey. No importa, estoy acostumbrado y no son tan seguidos como antes -dice Blaine con aquel tono dulce y empático que vuelve las piernas de Kurt de gelatina, aunque no lo admita-. ¿Estás bien?

Y Kurt sabe que no puede mentirle. No es que alguna vez tenga intención de hacerlo, no con Blaine. No está acostumbrado a ocultarle cosas. Pero desde que se mudo a la ciudad y su vida no es el paraíso que él imaginó que sería Kurt ha preferido callar algunas cosas, para no preocuparlo, para no sonar como un chiquillo asustado. Aún así, son pocas las cosas que no le ha mencionado a Blaine en los meses que han pasado, podría enumerarlas con los dedos de una mano, porque Blaine tiene ese don de hacerlo sentir seguro, de hacerlo sentir comprendido y Kurt no puede sentirse más agradecido en ese momento por esa conexión que siempre ha tenido con Blaine.

-Voy a casa.

-¿Terminaste tus exámenes de hoy?

Kurt siente que se le cierra el pecho y las palabras se le ahogan. Blaine y él no han podido hablar en días y se han tenido que conformar con intercambiar mails, demasiados quizás a los ojos de los demás, pero a ellos les saben a poco. Y a pesar de eso, ahí está Blaine, consciente de su agenda aunque estén a diez malditas horas y demasiados kilómetros de distancia.

-No. Me fui antes -confiesa, intentando que la voz no se le quiebre-. Voy a casa, en Lima, Blaine. Mañana.

Blaine sabe que todavía faltan casi dos semanas para las vacaciones de Navidad. Sabe que Kurt está en medio de una cantidad de exámenes y trabajos agobiantes. Sabe que tiene permiso en el trabajo para volver a casa por navidad. También sabe que algo malo pasa con Kurt, que quizás no lo entiende ahora mismo, pero que tiene que estar ahí para él.

-¿Quieres hablar de eso ahora? -pregunta con cautela-. Puedo saltarme la clase de francés y quedarme aquí hablando contigo.

-Realmente no -dice Kurt con esa honestidad que es sólo para Blaine-. Voy a casa y si todo sale como espero te veo mañana en la noche. ¿Está bien?
-Sí -responde Blaine, con el corazón latiéndole a mil por hora, con una mezcla de preocupación y ansiedad.

Hablan un poco más, de esto y de aquello sin tocar el tema importante. Kurt se toma otro café y mira la hora. Quiere llegar a casa antes que Rachel.

El Chico Gay de McKinley High

Algunas mañanas Blaine siente que debió pensar más las cosas antes de decidir trasladarse a McKinley High, sobre todo porque siempre supo que Kurt se iría al terminar el año y él se quedaría solo un año más. Luego reflexiona y sonríe. No cambiaría el año que vivió con Kurt, compartiendo el Club Glee, encontrándose en los pasillos, viajando a las nacionales juntos por nada.

Aún así la vida en la escuela es extraña y algo solitaria para él, aunque se consuela pensando que sería igual en Dalton. La mayoría de sus amigos se limitaban al círculo de Los Warblers y de esa generación los únicos que, como él, no se han graduado aún son Trent y David.

Blaine trata de asumir día a día, que no es tan malo. El club Glee marcha bien y se ha vuelto muy amigo de Sam y Rory. Algunos fines de semana sale con Tina a tomar un café, a veces se les une Artie, aunque la mayor parte del tiempo son sólo él y Tina extrañando a quienes ya no están con ellos todos los días. Así que Blaine se anima con lo que puede, porque la vida en Ohio no es mala, es sólo que extraña a morir a Kurt y eso lo hace vivir en una constante sensación de nostalgia.

El Club Glee ya no es tan marginado como antes, eso gracias a que ganaron las nacionales el año anterior, pero tampoco es que de pronto hayan escalado a ser tan populares como los chicos de los equipos deportivos. Eso sería demasiado ambicioso y Blaine lo sabe, pero al menos los slushies han bajado a ser esporádicos, al menos para la mayoría. Rory sigue siendo blanco habitual, su acento y su ropa sigue haciéndolo ir por los pasillos con la etiqueta en la frente, y él, obviamente es el objetivo de los más homofóbicos. Blaine pasó a ocupar el lugar de Kurt y a pesar de que Blaine no renuncia a usar pajaritas y jerseys, sabe que no llama tanto la atención como lo hacía su novio en sus días de escuela. Eso no lo libra de que algunas mañanas un brazo rápido lo empuje contra un casillero o que un slushie lo sorprenda en los pasillos.

Pero no todo es malo. Junto con Kurt también se graduó Rachel, Mercedes, Santana y Finn y con ellos se fueron los más competitivos del Club Glee. Blaine sabe que tiene el peso de New Directions bajo los hombros a pesar de que el Señor Shue nunca lo diga en voz alta y de que los solos sean más equitativos de lo que fueron antes; de todas formas es un peso agradable, como lo era con los Warblers, porque si de algo se siente orgulloso Blaine en los meses que lleva de clases, es de haber llegado a una armonía con esos chicos, de que cuando logró que lo escucharan pudo guiarlos de cierta manera a ser finalmente un equipo. Y haber ganado las seccionales sin mayor problema era prueba de ello.

Sus notas son buenas, la enseñanza de una escuela pública no es nada comparada con las aulas de Dalton. Sus padres no tienen quejas y eso les permite seguir con sus viajes y sus negocios. Blaine se ha resignado, sabe que su madre no es una mujer que disfrute de estar en casa y que su padre se esfuerza, pero que es más fácil y mejor para su relación no estar demasiado tiempo juntos, así que está acostumbrado, a la distancia y las ausencias, ya es lo suficientemente mayor para pasar tiempo en casa sólo acompañado por quien alguna vez fue su nana y que ahora se encarga de la casa.

Al final del día Blaine siente que todo está bien, que se sentiría igual de nostálgico en Dalton, incluso más porque vivir en casa le da la libertad de tener largas sesiones de skype con Kurt, que es algo que no podría tener con un compañero de habitación. Es cierto que ya no puede charlar por horas con su novio tan seguido como antes, pero Blaine lo entiende, Kurt está estudiando, trabajando, viviendo su sueño y él sigue siendo sólo un chico más de secundaria que sólo tiene que lidiar con el matón de turno de McKinley cuando se acuerdan que el chico gay existe.

La nostalgia lo lleva ocasionalmente a visitar el taller Hummel. Los primeros meses sin Kurt es ago esporádico, porque vamos, siempre es bueno hacer que el padre de tu novio revise si tu auto está bien de aceite y esas cosas, luego va para visitar a Finn que trabaja ahí los fines de semana, comen pizza y ven el fútbol. Luego va algunos días de semana porque quiere aprender un poco más de autos y Burt le ha ofrecido enseñarle. Finalmente en noviembre Burt lo lleva a su oficina donde se limpia las manos y le invita una soda. Blaine se incomoda, se intimida, pero se planta con su sonrisa que es la única forma que conoce para encarar la vida y Burt sonríe, hablan y esa noche cena en casa de los Hummel-Hudson. Cuando Blaine vuelve a casa lo hace con un empleo de medio tiempo en el taller.

Algunas veces cuando su padre está en casa se sienta a hablar con él, en uno de sus muchos esfuerzos porque su relación no se vaya al tacho por completo. Hablan de la escuela, de sus planes para la universidad lo que los lleva siempre a terminar hablando de Kurt y New York. Blaine tiene claro que quiere estudiar artes, que necesita el escenario y la música en su vida y eso lo sabe desde mucho antes de conocer a Kurt. Su padre sabe que tiene una batalla perdida en ese tema, así que suspira, se toma una cerveza, se resigna y sonríe. Si Blaine quiere entrar en ese negocio tan competitivo lo va a hacer con los mejores recursos, con todos los contactos posibles porque él no se ha partido la espalda para hacer dinero y comodidades en vano. Días después Blaine se encuentra en su sala rodeado de folletos de universidades, la mayoría de NY y otras tantas de Los Ángeles. Su padre ha invitado a uno de sus amigos del club a cenar esa noche, quien casualmente tiene años en el rubro de la publicidad y desde hace poco está invirtiendo en teatro y espectáculos en distintas ciudades.

La plática es interesante y productiva. Jefrey White es un tipo agradable y se nota en su comportamiento que ha vivido lo suficiente fuera de Ohio.

-Tus notas son buenas y tus créditos extracurriculares son sorprendentes -le dice dándole una mirada al currículum que Blaine ha preparado. Su padre asiente y se llena de orgullo. A Blaine le pican los ojos cuando lo nota.

-Entonces, Jefrey ¿crees que Blaine tiene oportunidad de entrar a más e una universidad?

-Es bastante probable. New York es tu objetivo ¿cierto?

-Sí. Estuve pensando en NYADA.

-No limites tus opciones a NYADA, muchacho -le dice seriamente-. Escúchame, intenta en grande, esta la Universidad de New York y Columbia, ambas con enormes programas de teatro. Si quieres algo de menor tiempo y con posibilidades de muchos contactos prueba con New York Film Academy o la Escuela de Artes Tisch. Mi última opción sería NYADA, aunque yo te recomiendo que mandes solicitudes a todas y luego podrás evaluar cuando seas aceptado en más de una.

-¿Por qué no NYADA? -pregunta Blaine incómodo. ¿Acaso él es muy poca cosa para esa escuela?

-Tiene poquísimos cupos al año lo que la hace extremadamente competitiva y eso no es siempre bueno para un chico joven que se mudará solo a una ciudad nueva. Además es una escuela que busca lo tradicional. Ahora hay más oportunidades y los directores se arriesgan más, hay proyectos independientes y NYADA no es una escuela que precisamente aliente ese tipo de expresiones. Ellos buscan cierto estereotipo para los grandes papeles y Broadway tiene mucho de talento pero también mucho de contactos, Blaine y NYADA siempre pone sus fichas en sus alumnos que más se acerquen a lo convencional.

-Rachel y Kurt estudian ahí -dice con voz queda.

-Pues deben ser realmente talentosos y dedicados, porque no es fácil entrar -dice Jefrey notando la decepción en la mirada de Blaine-. Estoy seguro que tú también lo lograrías pero ten en cuenta que es un lugar que va a cortar un poco tu creatividad y a moldearte dentro del teatro clásico. Lo que no tiene nada de malo pero el objetivo de esto es aprender y descubrir. Busca el lugar donde sientas que tu talento será realmente apreciado, si crees que NYADA es el lugar entonces hazlo. Pero sigo pensando que debes postular a todas.

Esa noche Blaine no concilia con facilidad el sueño. Piensa en Kurt y en que el amigo de su padre debe estar exagerando. Kurt está feliz en NYADA, o al menos eso parece cuando hablan. Una punzada en el pecho lo hace retorcerse, porque la verdad es que la web cam no siempre muestra el brillo de los ojos de Kurt, pero Blaine sabe cuando están tristes aún a través de una pantalla, porque Kurt nunca se queja, nunca parece nada que no sea feliz pero Blaine se preocupa, se inquieta y lo hace más desde que recibe aquella charla sobre la famosa escuela.

Cuando Blaine se sienta a llenar sus formas para las universidades, sigue el consejo del amigo de su padre y manda hasta a un par de lugares que no le interesan demasiado. NYADA es la última forma por llenar y Blaine frunce el ceño al verla. Horas más tarde las solicitudes están en el correo y la ficha de NYADA descansa sobre su escritorio.

Blaine camina ansioso a clase de francés. Quedan dos semanas de clases, dos semanas para ver a Kurt después de casi medio año y le es difícil concentrarse. El slushie lo sorprende tan rápido que casi no llega a escuchar el marica que lo acompaña. Se limpia los ojos y abre su casillero para sacar una camiseta limpia. Entra al baño de chicas, la vieja costumbre del año pasado. Sabe que no habrá nadie y que si alguna de ellas entra no se sentirá incómoda. Después de todo, ahora él es el chico gay de Mc Kinley High.

La princesa del cuento

Rachel ama la ciudad. Ama el ruido, el olor, el clima, la gente. Ama todo lo que tiene que ver con New York porque ella ha nacido para vivir en la gran ciudad. Las primeras semanas se emocionaba por todo, recorrió las calles del brazo de Kurt vestidos como en una vieja película clásica, porque no existe otra forma de hacerle honor a New York.

Han cenado en los lugares más caros que han podido pagar y han citado las frases más famosas de sus películas favoritas. Rachel no puede no amar NY cuando tiene a Kurt al lado.

NYADA es fantástico. Rachel se siente como pez en el agua en las clases, ha tomado más créditos de los necesarios porque sus padres le están enviando una cantidad más que decente de dinero al mes y ella decidió no trabajar ese semestre al contrario de Kurt. Hay días en que lo pasillos de NYADA le recuerda a la vieja escuela de Ohio. Obviamente no hay slushies, ni empujones, ni chicas que la miran con desprecio. Pero si hay miradas de indiferencia y competitividad en cada persona que se cruza. A Rachel no le importa, nunca ha necesitado a nadie, está acostumbrada a enfrentarse a las miradas de envidia, a los susurros a sus espaldas. Nunca fue la niña que tenía amigos y duramente aprendió en el Glee Club que las amigas no son algo que se le de fácil. Por eso no se preocupa y disfruta de las clases de ballet, de la manera indecorosa en la que se ha ganado los solos en su clase de Vocalización y sobretodo disfruta de Kurt, de estar recorriendo el camino con él, de los fines de semana en que salen a mirar escaparates o pasean por el boulevard de Broadway. De las clases que comparten y de las noches de películas acurrucados en su departamento sin calefacción.

Rachel no es tonta y conoce a Kurt mejor de lo que él quisiera. Se da cuenta que hace meses que algo no camina bien con él, que no sonríe tan seguido, que tiene frustración en la mirada. Primero lo atribuye a la ausencia de Blaine, ella misma tiene noches en que le hace tanta falta Finn que la piel le duele; piensa que tal vez es el trabajo pero lo desestima porque cuando Kurt vuelve del atelier siempre lo hace con una sonrisa y habla de Anabelle y de Tiffani y Rachel trata de morderse la lengua y acallar los celos que le calientan la sangre porque no tiene por qué sentirlos, porque Kurt es su mejor amigo, su mejor amigo que además es gay y no se enrollará con alguna chica para terminar dejándola sola en la ciudad, tampoco lo hará con algún tío desconocido porque Rachel sigue viendo la devoción en los ojos de Kurt cuando está frente a su laptop viendo la cara de cachorro de Blaine a través de la pantalla; pero nada de eso hace que los celos no l carcoman por dentro. Cuando descarta las opciones, Rachel tiene que aceptar que es NYADA lo que lo hace infeliz y en eso no quiere ni pensar.

Kurt no está por ningún lado y una chica de su clase le dijo que no entró al último examen. Rachel siente un frío en el corazón. Kurt no puede estar haciendo esto, no puede estar arruinado sus sueños.

Rachel llega a casa con una sonrisa de esas que ha perfeccionado con los años frente al espejo y una caja con cheescake de frambuesas. Siente la ducha corriendo y la puerta de la habitación de Kurt entre abierta y se asoma. Las manos le sudan y escucha el retumbar de sus latidos en sus oídos. Rachel se queda parada frente a la cama de Kurt hasta que lo siente entrar. Kurt en pantalones de pijama, todo cabello mojado y sin peinar y una vieja camiseta de Blaine. Las alarmas de Rachel que no se habían encendido aún lo hacen estrepitosamente.

-¿Por qué estás empacando tus cosas? -pregunta con su voz más firme sin poder despegar la mirada de las maletas.

-Te lo iba a decir en la cena. Viajo a Lima mañana al medio día.

-¿Le pasó algo a tu padre?

-Claro que no Rachel -contesta Kurt indignado mientras toma una de sus cremas.

-Entonces… quieres explicarme que sucede.

-Yo no puedo… -contesta frustrado Kurt jugueteando con el frasco de crema en las manos-. Necesito pensar Rachel, las cosas no son como esperaba y necesito aclararlas.

-Si esto es porque perdiste un examen Kurt…

-No, no es el examen, es todo. NYADA no es lo que quiero.

-Pero… Kurt este es nuestro sueño, el que íbamos a vivir juntos -dice Rachel con palabras atropelladas-. Un departamento con la mejor vista y una terraza, nominaciones al Tony y casado a los treinta.

-Y ese sigue siendo el plan pero ahora mismo no está funcionando para mí.

-No puedes irte, no así.

Rachel no sabe que Kurt tiene un boleto de avión con fecha abierta que su padre le dio antes de mudarse. Kurt se indignó con eso, él no iba a volver corriendo a Lima ante el primer problema, pero Burt sonrió diciéndole que era para cualquier emergencia. Kurt ha estado tentado a usarlo tantas veces que ha perdido la cuenta.

-No seas dramática. Sólo estoy adelantando mi visita, de todas formas íbamos a ir para Navidad.

-Navidad Kurt, no en medio de exámenes… ¿no has pensado en eso?

-Estoy dejando NYADA, Rachel. No tengo nada que pensar.

Esto es peor que cualquier cosa que ella hubiese imaginado. No tiene idea de cómo sobrevivir en la ciudad sin Kurt, no tiene idea de cómo cumplir sus sueños sin él. Mil cosas pasan por su cabeza, desde el cheescake que pensaba compartir con Kurt hasta qué hará con sus planes de comprar ropa antes de volver a Ohio. Kurt es el único que evita que compre aquellos suéteres que definitivamente no combinan con New York y Rachel está acostumbrada a tener descuento en el atelier de Anabelle. Se nubla de razonamiento, se enfurece, le quema la sangre y le duele el alma y cuando Rachel se siente herida ataca, porque es la única manera que conoce para sobrevivir.

-¿Cómo puedes hacerme esto? -grita con furia, con dolor, con una herida que le sabe a traición.

-¿Qué cómo… qué? ¿Hacerte? -dice Kurt con el rostro vestido de su mejor bitch face.

-Sí, hacerme, a mí… estás arruinando todo porque te fue mal en un examen. Estás arruinando mi vida.

-Maldición Rachel, no todo se trata de ti.

-Claro que sí, esto es acerca de nosotros…

-¡No! -responde Kurt- Esto es por mi y lo siento si pienso un poco en mi y perdóname por no mandar mi vida al tacho sólo para que tu sigas viviendo tu cuento, princesa, pero esto se trata de mi y yo necesito volver a casa.

Rachel lo mira, dolida y traicionada. Los ojos llenos de lágrimas que está intentando no dejar caer. Sale de la habitación de Kurt y entra a la suya dando un portazo. Sintiendo que el mundo se le cae a pedazos. Más dolor y más vacío que cuando Finn decidió quedarse en Ohio. Por primera vez Rachel siente el peso de la ciudad sobre sus hombros. Por primera vez siente el frío que causa la falta de calefacción.

Cuando despierta es de día, se ha quedado dormida en algún momento de la noche, con su cd preferido de Barbra en repetición dentro del reproductor. Es de día y debe alistarse para sus clases. Es de día y cuando sale Kurt y sus maletas ya no están en New YorK.

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