Libre comercio
Fandom: Hetalia
Claim: Inglaterra x Estados Unidos
Título: Libre Comercio
Resumen: Y después de haber quedado sellado aquel tratado, Alfred siguió pensando.
Notas: Hetalia no es mío sino de Himaruya. Faltas de ortografía, lo siento. Esto se me ocurrió en clase de jovenes, así que entiendan si es una historia extraña.
Alfred suspiró extasiado, soltando un último gemido de forma grave, Arthur se reacomodó a su lado. Acababan de consumar un nuevo “tratado de libre comercio” y estaban exhaustos pero felices.
Ambos disfrutaban aquello, les gustaba inmensamente aunque disimularan lo contrario. Aunque fingieran todos sus prejuicios y Arthur al día siguiente actuase más cortante de lo normal, aunque Alfred hiciera como si fuese algo simple y carente de importancia. Ellos sabían que con nadie más cerraban tratados de aquella manera. No podían.
- ¿Estás cansado viejo? -preguntó con picardía el estadounidense, dejando que su mano recorriese el cuerpo húmedo del otro sin vergüenza.
-En lo absoluto, niñato grosero. Puedo darte diez rondas más - gruñó como respuesta, incorporándose un poco, quedando medio sentado en la cama. Le envió una sonrisa insinuante, sin embargo su mirada era cansada.
-Oh no, no. Dejémoslo para mañana, aún nos quedan algunas conferencias para esta semana -rió, acomodándose en la cama, obligando a Arthur a recostarse nuevamente.
Un murmullo por parte del mayor, después en la habitación reinó el silencio. Arthur se había dormido, o fingía hacerlo. Alfred sonrió un poco más, mirándole la espalda. Decían que todas las cosas buenas de la vida eran ilegales, inmorales y engordaban. Su relación con Inglaterra era una de esas buenas cosas de la vida, pero probablemente lo único inmoral eran las extrañas fantasías que ocurrían dentro de ese cuarto a espaldas de los ojos y oídos de sus respectivos jefes.
Claim: Inglaterra x Estados Unidos
Título: Libre Comercio
Resumen: Y después de haber quedado sellado aquel tratado, Alfred siguió pensando.
Notas: Hetalia no es mío sino de Himaruya. Faltas de ortografía, lo siento. Esto se me ocurrió en clase de jovenes, así que entiendan si es una historia extraña.
Alfred suspiró extasiado, soltando un último gemido de forma grave, Arthur se reacomodó a su lado. Acababan de consumar un nuevo “tratado de libre comercio” y estaban exhaustos pero felices.
Ambos disfrutaban aquello, les gustaba inmensamente aunque disimularan lo contrario. Aunque fingieran todos sus prejuicios y Arthur al día siguiente actuase más cortante de lo normal, aunque Alfred hiciera como si fuese algo simple y carente de importancia. Ellos sabían que con nadie más cerraban tratados de aquella manera. No podían.
- ¿Estás cansado viejo? -preguntó con picardía el estadounidense, dejando que su mano recorriese el cuerpo húmedo del otro sin vergüenza.
-En lo absoluto, niñato grosero. Puedo darte diez rondas más - gruñó como respuesta, incorporándose un poco, quedando medio sentado en la cama. Le envió una sonrisa insinuante, sin embargo su mirada era cansada.
-Oh no, no. Dejémoslo para mañana, aún nos quedan algunas conferencias para esta semana -rió, acomodándose en la cama, obligando a Arthur a recostarse nuevamente.
Un murmullo por parte del mayor, después en la habitación reinó el silencio. Arthur se había dormido, o fingía hacerlo. Alfred sonrió un poco más, mirándole la espalda. Decían que todas las cosas buenas de la vida eran ilegales, inmorales y engordaban. Su relación con Inglaterra era una de esas buenas cosas de la vida, pero probablemente lo único inmoral eran las extrañas fantasías que ocurrían dentro de ese cuarto a espaldas de los ojos y oídos de sus respectivos jefes.