Autor:
usi-ghostFandom: Yaji Ash-Shuthath
Claim: Willow Odergand
Tabla:
TiempoPrompt: 01.- Lluvia
Advertencias/notas: Pues... rareza, más que nada. Willow y en general este fandom/AU es extraño. Ah, y este fic en especial tiene relación con
éste. eso es todo, fin~
Willow ignora que hace frío. Como si las gotas de agua que golpean contra su cuerpo no hicieran descender su temperatura e hicieran que sus ropas se pegasen a su piel, definiendo con detalle sus contornos.
Recuerda lejanamente las conversaciones que en sus sueños ha presenciado, las palabras del príncipe, lo enigmático de las frases cortadas de quien ella llama ‘el sirviente’. Se reconoce a sí misma en aquel recuerdo que no existe, como un ente extraño y desconocido, pero que sabe es ella. Estira la mano para sentir las gotas estrellarse en su palma, convertirse en un pequeño charco en el centro.
- Es impersonal, llover.- Murmura y puede sonreír, entrecerrando los ojos y dejándose envolver por las palabras imaginarias del príncipe. Lo extraña un poco, pero a la vez no, porque sabe que el príncipe está cerca, que algo de él queda, así como dentro de ella quedan resquicios de aquellos que ha sido. Así como supone que algún día alguien tendrá parte de ella.
Pese a la lluvia, puede advertir aquella otra presencia y al girarse puede verla.
Mamá permanece sentada bajo el pequeño techado del pórtico de la casa, sonriéndole, sin regañarle, a sabiendas de que no podrá ganarle a la necedad de su pequeña. Es una imagen que dentro de Willow adquiere un gran significado, porque sabe que es algo que nunca antes había pasado (a diferencia de los primeros ocho años, que ella rememora con un regusto a dèjá vu) y de cierta forma, la llena de alegría. Amke baja el par de escaleras y se acerca, evidentemente disgustado por tener que mojarse.
- Willow, está fría. - Se queja el pequeño, con la mirada fija en su hermana mayor, que no tarda en acercarse y tomarle de las manos. Aunque trata de escapar de aquel abrazo, termina desistiendo. - Estás helada.
- Qué quejumbrosa, princesa.- Willow se ríe, burlándose ligeramente, soltándole. Amke lleva toda la vida escuchando el mote y aunque nunca va a acostumbrarse, sabe que comenzar la pelea por eso no le llevará a ninguna parte.
- Copa de higo.- Gruñe Amke.
- De Higía, tonto.- Corrige, llevándose las manos a las caderas. Desvía la vista entonces al auto que se estaciona a pocos metros. Príncipe, clama su mente y de pronto se siente avergonzada por estar completamente húmeda, aunque luego piensa que es más porque se nota que ha comenzado a usar sostén.
Antonella se levanta, abriendo el paraguas y cruzando el patio. Se ríe disimuladamente cuando Willow trata de cubrir su cuerpo de la vista de otros tras la protección de su hermanito y saluda con amabilidad a quienes han salido del auto. Ruth y Rhett corresponden al saludo con la misma cortesía. Willow no les dirige sino una mirada rápida, desinteresada. Sabe que no debe acercarse al prisionero. Sabe que anteriormente le amó con fuerza destructiva y ella no debe cometer el mismo error.
Cumpliendo su papel, siendo la copa de Higía, no puede corromperse con ninguno de esos sentimientos.
Aunque su entereza claudica un poco cuando observa la faz del príncipe al bajar del auto. Olvida su propia vergüenza al notar aquel gesto de siempre, la sonrisa cansada, la mirada cargada de tristeza infinita, la soledad que rodea a quien antes llamase príncipe. Y Richelle, sintiendo la mirada sobre ella, la mira y le sonríe.
- ¡Richelle! - Saluda, acercándose con rapidez y Amke la sigue, sujetándole como puede del vestido, aunque no tarda en soltarla y refugiarse en su madre, bajo el paraguas. - Ven, Richelle, ven.
La jala hasta el centro del jardín y Richelle apenas se resiste un poco al principio, renuente a empaparse hasta que entiende que es demasiado tarde para evitarlo. Además, Willow parece demasiado contenta por la visita inesperada. A fin de cuentas, Richelle piensa que Willow es todavía una niña, próxima a los trece años, pero con una edad mental bastante difícil de definir.
- ¿Te has dado cuenta? - Pregunta la morena de pronto y Richelle la observa sin entender. Sujeta sólo de su brazo, Willow estira la mano libre hacia el cielo, alzando la vista, dejando que el agua caiga en su rostro.- Llover es impersonal, ¿lo entiendes?
Richelle guarda silencio, observando a la niña y la sonrisa se forja en sus labios, sin el temblor de la mentira y con la paz de su sinceridad.
- No llueve nadie. No llueve algo.- Musita Richelle, repitiendo palabras que antes escuchó y que ahora no sabe a quién adjudicar.- Tú lo dijiste antes, creo.
- Lo dije antes.- Responde ella, bajando la vista y dejando que la mano clara se hunda en sus cabellos negros, en una caricia recibida desde tiempo inmemorial.
Willow no entiendo cómo antes pudo creer que Richelle no era importante. Que quien ella era antes no entendiese que quien Richelle era antes era importante.
- Hace tanto tiempo…
Autor:
usi-ghostFandom: Yaji Ash-Shuthath
Claim: Willow Odergand
Tabla:
TiempoPrompt: 02.- Niebla
Willow a veces soñaba que se disolvía. Soñaba en un mundo donde podía cerrar los ojos y sentir cómo sus bordes se volvían cada vez más difusos, hasta que todo lo que ella era se convertía en una espesa niebla que podía flotar y dispersarse.
(Ella era la mediana-emocional, según sus libros de ficción. No entendía porque la fuerza tras las cuerdas le decía que la mediana-emocional era aquel chiquillo de mirada clara que a veces veía en sus sueños. No podía ser, ella era quien podía disolverse, no el pez demonio)
Soñaba que como niebla podría envolver al príncipe y protegerle, que podría desaparecer la eterna tristeza que le embargaba y hacerle sonreír como tan pocas veces lograba. Era la niebla que envolvía las curvas suaves en el cuerpo de Richelle y la acariciaba por completo, condensándose sobre su cuerpo.
Era también la niebla que rodeaba al heredero y le alejaba de aquel camino lleno de corrupción, dirigiéndole con esmero hasta un final diferente. Como era niebla, cubría los ojos de Allan para que tomara otro rumbo, para evitar más sangre derramada.
(La fuerza tras las cuerdas solía burlarse de esos sueños. Solía hacerla sentir mal, introduciendo dentro de ella aquellos recuerdos que no eran de ella y esas veces despertaba llorando, al borde de la asfixia y sintiendo que su corazón, su frágil corazón de niña, se rompería al saberse culpable de tales actos pertenecientes a un tiempo indefinido.)
Pero eventualmente, abría los ojos, saliendo de su sueño y se descubría en la cama, con sus formas completamente definidas, firmes, contornos delineados por la piel demasiado densa y entonces se sentía frustrada.
Era la copa de Higía y no podía disolverse. No podía ser niebla y rodearlo todo. ¿Cómo, entonces, podría hacer su trabajo si no se lo permitían?
Autor:
usi-ghostFandom: Desideratum
Claim: General
Tabla:
Inspirada en cancionesPrompt: 07.-
Ten paz Notas/Advertencias: Pues, slash, es decir, relaciones hombrexhombre, además de pedofilia y cosas así.
Ten paz
Ya estás aquí
Sabré decir
Lo que quieras oír
Lo hace por el dinero. Eso se dice mientras avanza despacio, inseguro, con la ansiedad haciéndole temblar muy dentro, como temiendo lo que sabe que sucederá. Sólo por el dinero, porque no puede seguir dependiendo de Dennis y Froylan, de Fay ni de Otto. No puede tampoco regresar a casa, no después de lo que ha pasado.
Entrecierra los ojos con incomodidad cuando la mano roza sus cabellos, una vez que ha alcanzado al hombre. Huele a colonia barata y su tacto es rugoso, hasta cierto punto árido y William sabe que en poco tiempo le sentirá en otras partes. Se estremece ante la idea y luego se obliga a olvidar.
- ¿Tienes miedo? - El desconocido sonríe de medio lado, tomándole de la mano y avanzando en medio de la noche. La luna menguante ilumina apenas un poco el empedrado del callejón.
- No lo tengo.- Suelta con falsa seguridad, sin poder imitar la sonrisa, sin siquiera poder corresponder a la mirada. Han pasado sólo unos días. Unos cuantos días y aún siente la suciedad arraigada a sus huesos, muy profundo, enraizada y creciendo. Es un malestar permanente al que no puede acostumbrarse, que aún no encuentra cómo desaparecer.
- No es tu primera vez, ¿cierto? - William niega inmediatamente. Es sincero, porque no será su primera vez, pero siente ansiedad, más que miedo; porque siente vergüenza al saberse una simple puta. Muy dentro, culpa de todo eso a Isaac. Más dentro aún (y por lo tanto, con más fuerza) se culpa a sí mismo por su debilidad.
Cuando se detienen y mira a su alrededor, el pensamiento frívolo de que aquel lugar es odiosamente anti higiénico y que ensuciará por completo su ropa se lleva el resto de sus ideas y dibuja en su rostro una expresión de disgusto que para el hombre (el cliente, el primero) no pasa desapercibida. El hombre se ríe, sólo un poco y William le mira entonces, con cierto enfado mal disimulado. No entiende siquiera por qué aceptó.
Miente. Entiende por qué ha aceptado, por qué cuando aquel hombre se acercó con promesas vacías e intenciones oscuras, aceptó sin siquiera pensarlo. Necesita algo en qué creer, aunque sea una mentira. Necesita que alguien sepa lo que ha pasado, aunque no enteramente y que sea capaz de amarle -falsa, verdaderamente, no tiene importancia- al menos por un rato sin importar la inmundicia debajo de su piel.
El beso lo inicia él. Es consciente, por primera vez, de que besa a un hombre y siente pánico cuando introduce su lengua y siente las manos. Piensa en su padre y la decepción, en Allan y las burlas, piensa también en la manera en que le falla a su madre y en cómo traiciona su amor por Fay. Luego no piensa en nada y se rinde ante las manos que le desvisten, aprisionándole contra la pared de aquel callejón.
- Shh, pequeño… - Susurra la voz en sus oídos, cargada de una melosidad hasta cierto punto tranquilizadora y William se permite cerrar los ojos y relajar su cuerpo. Como aquella vez, se pierde en la nada, como si no existiese, pero a diferencia de aquella vez, la voz del hombre contra su piel le obliga a regresar varias veces a enfrentarse con la realidad que le perturba.
Permite que el hombre tome de él lo que quiera y a cambio recibe promesas falsas en sus oídos. Encuentra en los murmullos las palabras que desea escuchar y en las manos fuertes que aprietan en su cadera halla asilo y siente el deseo que él despierta. Aunque sea como un objeto, se siente digno de halagos y se sabe útil, aunque sea sólo para brindar un placer que él no se permite sentir del todo aún.
Sentirle dentro no duele tanto. Recuerda el dolor punzante de la primera vez y siente el que ahora le recorre como una pequeña punzada, casi indolora. Se permite entonces gemir bajito, como supone que el hombre desea, y se mueve torpemente aferrándose a los hombros del adulto. No hay marcha atrás. Tampoco es como si deseara retroceder. Se pierde en el vaivén constante y en aumento de velocidad y se pierde en la voz que le llama con decenas de adjetivos que alimentan su ego poco a poco.
No es tan mala, su situación. Ni siquiera lo es cuando la magia acaba y mira al hombre alejarse, cuando se viste despacio y guarda el dinero ganado, extrañando con casi dolor la paz que le regaló el dejarse envolver por otros brazos. Pero no importa. La conseguirá de nuevo, con otras personas, en otros momentos. Después de todo, no le queda nada que perder.
Es vivir
Desnuda tu piedad
Ocupa el deseo
No es agonía