(no subject)

Feb 16, 2009 22:21

Autor: usi-ghost
Fandom: Yaji Ash-Shuthath
Claim: Willow Odergand
Tabla: Tiempo
Prompt: 03.- Nieve

Le quiere más que a su padre, pero menos que a mamá. Willow extiende los pequeños brazos buscando que aquel hombre la eleve, arriba, muy arriba, hasta las nubes que lloran lágrimas de nieve suave. Entre blanco tapizado del suelo, puede ver las pisadas que han dejado cuando su tío le alza en brazos, con las manos rodeando su cintura y una sonrisa que es sólo para ella.

A ella le gustaría tocarlo sin los guantes, pero mamá le ha dicho que no puede quitárselos, porque hace frío. Mamá dice siempre muchas cosas y ella obedece, mientras no sean cosas contrarias a las que le ordena la fuerza tras las cuerdas. Y no porque quiera a esa fuerza extraña y sin forma a la que muchas veces le habla, sino porque sabe que debe obedecer. Casi instintivamente, como sabe que si tiene hambre debe comer. Pero ahora debe seguir las órdenes de mamá y limitarse a tocar el rostro de su tío, jalándole un poco las mejillas, con los guantes puestos, privándose de sentir la rugosidad de la barba incipiente que le nota.

- ¿Hacemos ángeles de nieve? - Pregunta ella y por un instante no reconoce su voz, demasiado infantil para su gusto, completamente diferente a la que posee cuando está en su cabeza. Pero sonríe, porque tío Rhett le sonríe.

- ¿No prefieres un muñeco de nieve? - Inquiere él, disuadiéndola, poco afecto a la idea de tirarse en el suelo y hacer los dichosos ángeles.

Willow lo piensa en silencio. Rememora aquellos cuentos leído cuando era otra y sabía leer y recuerda uno querido. Uno triste, como los cuentos de verdad.

- Pero no la hagamos una niña de verdad.- Musita entonces, sin soltarle el rostro, apreciando las largas pestañas de tío Rhett, deseando tener le tiempo de contarlas, una a una y volver a empezar. - El verano nos la quitará y será triste.

Rhett ríe un poco después, celebrando las ideas extrañas de la niña y asiente suavemente en una promesa nueva. Le dice que comenzará a juntar nieve y la deja en el suelo. Willow, quitándose el gorro blando que siente que estorba, toma su propio camino, haciendo rodar una pequeña bola de nieve, preguntándose por qué no es como en la televisión y la bola de nieve crece rápido con cada giro.

Es desde esa distancia que puede verle, no con sus ojos de niña, sino con la perspectiva crítica que su naturaleza le confiere. Entre la nieve que sigue cayendo, muy, muy ligera, le parece más que antes un prisionero. Le recuerda de épocas pasadas y nota en los ojos verdes la soledad, el temor, aquella resignación tremendamente dolorosa que a momentos aprieta su pecho, amenazando estrangular su corazón. Rhett será siempre el prisionero y ella no tiene el poder de liberarle. Por dentro, mantiene la esperanza de que la fuerza de Ruth y de Antonella logren sacarle de aquellos muros. Sabe que si desempeña bien su papel y logra hacer del heredero una buena persona -que es posible, lo recuerda bien, el príncipe pudo lograrlo- podrá darle libertad a Rhett.

Aunque no pueda amarle. Aunque no deba hacerlo.

- Willow, ¿estás bien? - La voz un tanto preocupada de su tío la saca de cavilaciones y al verle repentinamente cerca retrocede, tropezando con el cúmulo de nieve que ha hecho y cayendo irremediablemente. - ¿Quieres regresar dentro? Tu madre no tarda en volver…

Willow se ríe, levantándose torpemente, rechazando cualquier ayuda y niega, aprovechando el descuido de su cuidador para arrojarle una pequeña bola de nieve a la cara. Corre después con la rapidez que los centímetros de nieve le permiten y se oculta burdamente tras un árbol.

- ¡Guerra de nieve!

Lo grita y Rhett se ríe, atrincherándose infantilmente, siguiéndole el juego. Todo lo que él ve es a una niña de seis años jugando en la nieve. Lo que no ve es que detrás de la sonrisa infantil esa niña carga el mundo, conciente de los hilos de las moiras. Aunque no importa, porque, por momentos, Willow también puede olvidarlo.

Autor: usi-ghost
Fandom: Yaji Ash-Shuthath
Claim: Willow Odergand
Tabla: Tiempo
Prompt: 07.- Tormenta

- ¡MENTIROSOS!

Amke tiene que sujetar con fuerza a su hermana, rodeándola con sus fuertes brazos, sin saber cómo tranquilizarla. Rhett le ayuda, recibiendo las patadas que la morena comienza a soltar en sus intentos desesperados por soltarse. Su mirada se fija entonces en la rubia sentada en la sala, con la vista baja y el cabello desordenado.

- ¡No es verdad! - Exclama, dirigiéndose hacia Richelle, que tiembla ligeramente al escuchar la alteración en la voz generalmente alegre, ahora revestida de una cólera que no parece menguará.- ¡No es verdad! ¡Esto es una mala broma! ¡Una muy mala broma, malditos bastardos!

Puede entonces notarlos a todos. A Richelle, sentada ahí, sin hacer nada, a Rhett que ahora sujeta sus piernas tratando de evitar más golpes, a Amke apretando sus brazos tratando de mantenerla quieta. Annie llora agazapada en uno de los rincones de la sala y Keiro, algo más lejano, le mira con desaprobación. Pero no le importa y ella grita, porque no puede ser cierto lo que ellos le dicen. Lo grita muchas veces, hasta que siente que su garganta le arde, cuando ya no puede contener el llanto y sus alaridos comienzan a ser calmados por la mano suave de su madre.

- No es verdad que Allan… - Susurra entonces, con la voz casi muerta y el cuerpo laxo y hasta entonces se da cuenta de que Charles se retira, arrojando casi descuidadamente a la basura la jeringuilla. - El heredero no ha…

Antonella le besa las mejillas y Willow se aferra a ella como cuando era pequeña, cuando despertaba de las pesadillas que ese ente detestable le provocaba para no dejarla claudicar de su misión. Pero ahora no halla el consuelo esperado. Se siente pesada y cansada y apenas siente cuando la sientan en el sofá, junto a Richelle que la hace recostarse sobre sus piernas, prodigándole caricias demasiado suaves para la gravedad del asunto.

- El heredero… - Murmura, y de pronto no es sólo el heredero y el desequilibrio que se ha provocado, la incertidumbre y el miedo que la devora al no saber qué pasará. De pronto es sólo Allan, su primo, su amante de algunas tardes y el que anteriormente fue amigo del príncipe. Su propio amigo.

Mas el pensamiento y el interés personal se desvanecen pronto y sólo queda el pánico dentro de ella, haciéndose lugar en su interior con deliberada fuerza y consecuente dolor. Antes de cerrar los ojos, alcanza a percibir las gotas que golpean muy fuerte contra el cristal y las nubes negras que asoman por la ventana, anunciando tormenta.

Pero Willow sabe que la tormenta ya está ahí, dentro de ella y en aquel otro plano, destrozándolo todo a su paso, devastándola. Al cerrar los ojos y caer en la embriagante inconciencia, sólo puede pensar en una cosa. Ha fallado, porque Allan ha muerto y sin él, las puertas a la paz nunca se abrirán.

Autor: usi-ghost
Fandom: Desideratum
Claim: General
Tabla: Inspirada en canciones
Prompt: 10.-Por qué no estás de píe
Notas/Advertencias: Err, Yaotzin con 13 años, William con 16. Eso es todo, supongo~

¿Por qué no estás de píe?
¿No vas a llorar por ti?

La mitad del reto está cumplido y William sonríe al vacío sabiendo que es suya la victoria, que es el único resultado inminente.

Yaotzin se levanta, pesadamente y su lenguaje corporal destila asco y desdén hacia el acto cometido. A William le satisface haber causado eso, llenándole de un insano orgullo que pocas veces se permite sentir. Sentado sobre la cama, se inclina levemente al frente, para observar la caída de los senos apenas crecientes de la pequeña y de paso se encuentra con la mirada de fuego de la jovencita.

Es un poco gracioso que no parezca asustada ni que muestre vergüenza. Al contrario, despide un aire de agresividad inmensa y de fuerza que William sabe que es falsa. Por un instante le recuerda a él mismo durante los encuentros con Andrew y se pregunta si al estúpida niñita esa estará planeando desde ese momento cómo matarle.

- ¿No quieres otra ronda? - Se burla, buscando a tientas sobre la mesita de noche la cajetilla de cigarrillos y, de preferencia, alguna que otra pastilla de lo que sea. Le responde un torcer de labios en señal de desprecio y un desviar de la vista demasiado abrupto. Oh, puede imaginar su rostro encolerizado, el gesto gracioso que hace al torcer los labios en una mueca grotesca.

Se ríe ante el silencio de la joven, pero se calla al verla sentarse, con toda la calma del mundo, en el borde de la cama y comenzar a vestirse, acomodando cuidadosamente sus ropas, arreglándose en lo posible el cabello oscuro con los dedos.

- Yaotzin, largo de aquí.- Gruñe él, pero Yaotzin no se digna siquiera a verle.- No quiero verte.

- Vas a caer, William.- habla ella, rompiendo su silencio con voz demasiado segura como para ser pasada por alto por el aludido. - Isaac ha caído. Tú caerás pronto.

- No necesariamente.

Y aunque un poco rota y demasiado mancilla, Yaotzin se ríe, como si estuviese entera y no acabara de vender su cuerpo a cambio de una promesa que presiente que no será respetada. William frunce el ceño, encendiendo el cigarrillo, dando una calada profunda, sintiendo el humo bajar caliente por su garganta y lo retiene varios segundos antes de dejarlo salir.

- Todos caen, Odergand. Hay algo llamado karma…

- Que le den al puto karma.- Replica, y entonces la siente aún más desagradable que de costumbre y desea volver a romperla. Es sólo una niña, de su edad cuando a él le hicieron eso, y piensa que dejarla al borde del abismo y destrozar su vida no sería difícil.

- Vas a caer. Y yo disfrutaré ese momento.- Y sonríe, aunque por poco tiempo.

Por poco tiempo porque William sujeta su brazo con un movimiento rápido y cubre su boca con fuerza, encajando las uñas en la piel que logra rozar. Se siente bien que ella empiece a temblar. La suelta entonces y hunde el cigarrillo encendido en la carne descubierta de su cuello y la escucha gemir contra su mano. Y podría -quiere- hacer más, pero piensa en Loren y en que será parte de su venganza, piensa en la expresión de la niñata estúpida cuando se vea traicionada y entonces es capaz de soltarla.

La mira de nuevo y espera que se quiebre, pero no ocurre. Aunque evidente el dolor, no llora y alejándose a distancia prudencial, termina de vestirse, amarrando las agujetas de sus zapatos tenis y tomándose el tiempo suficiente para acomodar su cabello de manera que la herida en su cuello no se note.

William la odia tanto, tanto…

- Qué débil eres.- Musita ella, de píe ya, parada al umbral de la puerta, sin mirarle. William juraría que está sonriendo.- Soy más fuerte que tú, ¿te has dado cuenta? Pasaste por esto y no fuiste capaz de levantarte. - Y en sus palabras hay cierta dureza que parece querer encubrir algo de lástima.- Y ahora tratas de arrastrarnos a tu agujero. Entérate, Odergand. No te seguiremos.

Aunque podría torturarla más, William no lo hace y la deja salir. Es suya la victoria, pero es una victoria a medias. Sabe que Yaotzin no va a olvidar lo sucedido. Pero también sabe que ella se recuperará, lento, pero lo logrará. Y él nunca lo hará.

Y aunque trates todo el tiempo de olvidar
Tú sabrás cual camino es mejor
Tú serás la que te ayude a andar
Yo seré el que se queme, aquí

Autor: usi-ghost
Fandom: Desideratum
Claim: General
Tabla: Inspirada en canciones
Prompt: 09.-Mi propia cruz
Notas/Advertencias: Algo bastante general, aunque supongo que con unos ligeros spoilers del final, yep. Richard con 19 años, William casi 17, Loren tiene 15 aún.

No todo se puede perdonar
No soy ciego al hablar
No me muero en tu cruz
Ya no hay quien culpar

Richard había pensando que era posible salvarlo. Le había visto y había observado a través de los ojos granate el abismo -infranqueable- entre ese chico y el resto de las personas, la barrera de soledad autoimpuesta y demasiado dolor para ser soportado por una persona tan pequeña. Había pensado que era posible traerle de vuelta, rescatar su alma, salvar su corazón. Había creído.

A pesar de encontrar hostilidad y reticencias, Richard intentó acercarse. Pero William siempre ha sido como fuego y el tocarlo, el acercarse más de la cuenta, sólo causa heridas y deja cicatrices.

Richard pensó que todo era culpa del padre de William, que el descuido de Keiro había causado todo. Vio en la huída la única solución al abandono, creyó encontrar la manera de justificar la perdición de aquel niño que había perdido todo rastro de inocencia tras meses en el bajo mundo, entre el alcohol, las drogas y la prostitución.

Luego, cuando pudo entender, cuando sin desearlo se enteró de aquel pasado que se guardaba en las pesadillas de su protegido, culpó a quienes le lastimaron. Vio con agrado la desaparición de la banda, las muertes ocurridas sucesivamente, como el castigo merecido. Y creyó que ahí acababa.

(Richard siempre supo que había sido idea de William. Siempre supo que no existieron accidentes, pero decidió dejar correr a la justicia vestida de venganza, según perspectivas)

Pero no fue así.

Richard abraza con fuerzas a quien es casi su hermana, hundiendo las manos en el cabello oscuro y largo, lacio hasta media espalda. Y Loren se aferra a él, olvidando las manchas de sangre de sus manos, la evidencia que inculpará también a Richard.

Porque Richard perdonó las decepciones y los golpes de la vida, porque perdonó los besos obligados y las burlas, incluso perdonó las muertes y las trampas. Pero hay cosas que no pueden perdonarse. El daño a Loren es una de ellas.

- Richard.- masculla William, observando unos metros más lejano. Mas Richard no le ve. No quiere verle, porque se ha prometido no volver a caer en su embrujo. Le escucha chasquear la lengua, gruñir por lo bajo.- Richard, dame la puta arma.

- Largo de aquí, Odergand.

Es todo lo que puede decir, su voz se quiebra. Aunque hay cientos de cosas que quiere hacer, que quiere gritar a la cara de ese maldito (“¡Te mataré!”, “Haré que pagues por esto”, “Me has decepcionado”, “Te amaba”, “Me rindo”, “Nadie puede salvarte, William, nadie puede hacerlo”, “Te odio”, “Me das lástima”) no dice nada y lo reprime en la mordida en sus labios.

Y le obedece. William obedece, por primera vez en su existencia y se aleja, dándoles la espalda, dejando tras de sí la estela de su crimen. Richard sabe lo que hay que hacer a toda prisa (policía, ambulancia, la denuncia, ¿realmente Keiro está muerto?) pero no lo hace, observándole salir tras esa puerta. Tiene el presentimiento de que ya no le verá con vida.

Por un instante, efímero, fugaz, tiene el deseo de salir tras él y abrazarle, de consolarle como ha deseado siempre hacerlo, de incluso entregarse de esa manera incorrecta, pero anhelada, besándole con más que labios, amándole con más que el corazón. No lo hace, porque caerá de nuevo.

Porque Richard tiene su propia vida y no va a sacrificarla. Ni siquiera por él.

No me muero ni en mi propia cruz, no

tabla: canciones (inspirada), autor: usi_ghost, tabla: tiempo

Previous post Next post
Up