Autor:
usi-ghostFandom: Yaji Ash-Shuthath
Claim: Willow Odergand
Tabla:
TiempoPrompt: 08.- Rocío.
- ¿Realmente no lo has hecho con Richelle? - La voz de Willow rompe la quietud del lugar, poco antes de que el trino de un pájaro haga lo mismo. Allan mantiene la sonrisa, mientras juguetea con un mechón de cabello oscuro, enrollándolo en su dedo y dejando que se deslice en su palma. - Allan…
- No lo he hecho, qué necia eres.- Reclama él, divertido, girándose un poco en la cama para abrazar a su prima, rodeando su cintura con un brazo, mientras hunde el rostro en su nuca y aspira el aroma propio de la chica.- Su virginidad es tuya, ¿no te lo había dicho?
Willow se ríe, mitad causa del comentario, mitad las leves cosquillas que le atacan cuando el rubio resopla y aparta sus cabellos para besar en su cuello. No recuerda un escenario parecido y está segura que para el ente tras las cuerdas es también un espectáculo nuevo el verla ahí, en la cama de su habitación, dejándose acurrucar por Allan. Porque ella no es como el que era antes y por eso, Allan no es el que era antes, aunque en esencia es lo mismo.
Ella comprende, entonces, que aquel que la abraza es el Allan que Annie siempre hubo conocido. Cariñoso a ratos, capaz de muchas cosas malas y algunas cuantas buenas. Y Willow se lamenta y las pesadillas donde le ve hundido en un charco de sangre se vuelven más significativas. Más desde que ella dejó de ser el sirviente, para convertirse en la copa, restringiendo el amor hacia la princesa o hacia el resto de los personajillos que considera claves en el cruce de los hilos.
- Le preguntaré a ella. - Habla, observando a través de la ventana el paisaje brumoso de la mañana. Imagina el jardín a esa hora, el que ella y sus hermanos, ella y sus primos, han mantenido en buen estado. Como nunca antes, el sauce que se inclina hacia el estanque y los nenúfares que nunca se secaron. - No quiero que la toques si ella no quiere. Además, Joan te matará si te atrevieras a hacerle algo…
- Que le den a Joan. Richelle es mi prometida y él que se joda.
Y ahí está el Allan de siempre, el que las ve como objetos, simples posesiones. El que se la folla de vez en cuando, como una simple manera de matar el tiempo.
- Oh, cierra la boca, Allan.- Gruñe ella, ligeramente irritada y se da la vuelta, acomodando la cabeza entre el cuello y el hombro de su primo, subiendo una mano hasta su rostro, recorriendo su fisonomía.
- Joan es un imbécil.- Sigue imprecando el otro, visiblemente irritado.- Tratando de ganarse a Richelle, como si no supiera que todo está dicho. Y Richelle que le permite hacerse ilusiones, ¿puedes creerlo? Incluso aceptó esa vulgar flor artificial.
- Las flores artificiales son bonitas. No se marchitan…
- Y tampoco tienen aroma.
- Como las dalias.
- No empieces, Will.- Y ella debe callarse, porque el tono es demasiado demandante y las manos de Allan comienzan a presionar con demasiada fuerza sus caderas, casi dolorosamente. Y ella sabe que es mejor no hacerle enfadar, aunque le duela someterse.
- Joan también me regaló una flor a mí.- Musita, girándose una vez más, levantándose un poco, acercando el jarrón que hay sobre la mesita de noche.- Mira, artificial y con rocío de silicón.
- Asquerosamente anti natural.- Pero al menos parece más calmado al hablar y vuelve a acariciar con suavidad la curva de la cintura de su prima, subiendo hasta donde comienza a definirse la redondez de los senos.- … Vamos afuera.
- Es demasiado temprano, Allan. Ni siquiera deberíamos estar despiertos.
Pero él no la escucha, levantándose de la cama. Willow aprecia con sencillez la forma de su cuerpo, cada vez más diferente al del niño que ella conoció y sonríe al saber que aún queda un largo camino por delante para él. Posiblemente, vivirá más que ella. Él le toma del brazo, haciéndola levantarse bruscamente, porque ella es su prima y su amiga y no hay problema alguno si la trata como a un chico de vez en cuando.
- Eres un necio.- Se suelta, falsamente irritada, mientras busca su pijama de niña pequeña aún y espera a que él se ponga camisa y pantuflas.
- Vamos.- Responde únicamente, tomando su muñeca y halándola, un poco más suave, pero con vitalidad e impaciencia.- Te regalaré una flor de verdad y tú la guardarás y cuando venga Joan se la vas a mostrar y decir que te gusta más que la artificial. Una flor de verdad, sí.
Willow ríe. Llevan la misma sangre y eso es algo que se nota.
- ¿Con rocío de verdad?
- ¡Puedes asegurarlo!
Autor:
usi-ghostFandom: Leitmotiv
Claim: General
Tabla:
Random 7Prompt: 06.- Saber
Ksenia no puede decir que no lo amaba.
Amaba de él la voz fría y calmada con la que le daba los días cada mañana, la forma en que dibujaba aquella sonrisa al tener buenas noticias sobre lo que ellos llamaban negocios; también la manera en que la hacía callar, con palabras duras y gesto excesivamente severo.
Ksenia amaba incluso los malos despertares del rubio, cuando se dejaba llevar por la creciente paranoia y hacía crecer de modo inconmensurable las ideas estúpidas sobre conspiraciones y demases. Entonces Ksenia se enfadaba, regañándole por esos excesos de imaginación y le tranquilizaba con palabras suaves y besos castos sobre frente, mejillas y párpados.
Lo único que odió de él fue la enorme curiosidad que le movía, el ser tan autodidacta en cuestiones en las que debía no tener conocimiento alguno.
Ksenia se muerde los labios, guardando en el maletín los archivos impresos que demuestran el móvil y observa de soslayo el cadáver que se enfría sobre la alfombra, sintiendo rabiar en su interior, deseando gritar a todo pulmón tantas, tantas cosas.
Porque su amado Dan no tendría que haberse dado cuenta nunca. Porque no debía enterarse de aquello. No debía descubrir las operaciones bandera falsa ni el verdadero motivo de la guerra del 41. No debía.
Pero lo supo. No tuvo más remedio que matarlo.
Permanece sentada en la sala de la casa que compartían -que aún comparten-, el vestido ligero color celeste completamente libre de manchas de sangre, pero con los tacones un poco sucios. Espera, casi tranquilamente, con la vista fija en el hombre que fue su esposo y después fija la vista en la sortija de matrimonio.
No puede ser que no lo amara, porque se siente triste. Porque se siente culpable.
Tocan a la puerta. Debe ser Aldrich.
- Lo lamento mucho, Ksenia.- da el pésame éste, cuando ella le abre la puerta, con un simple palmear su hombro como todo contacto físico.- Pero tu sabes cómo son las reglas. Él simplemente…
- Sabía demasiado.- Musita, saliendo despacio, el maletín a cuestas, salvando lo importante. - Demasiado.