Fandom: UtaPri.
Pairing: Tokiya/Otoya, Natsuki/Syo, aunque solo son hints.
Título: Ninguno.
Advertencias: Insinuaciones de yaoi.
Cuando lo conoció, Otoya inmediatamente se le lanzó encima… literalmente, diciéndole con una sonrisa su nombre y, con un tono bastante alegre, que a partir de ese día sería su compañero de habitación y que esperaba que fueran muy buenos amigos.
Claro que la mitad de la frase la dijo desde el suelo, a donde Tokiya lo había lanzado sin ninguna consideración, sacándole un puchero y una expresión de puro y auténtico dolor.
―…Ichinose Tokiya―dijo su compañero en tono seco y como no queriendo decirlo realmente, justo antes de desaparecer del cuarto, cerrando la puerta tras de él.
Y, la expresión dolida volvió a ser la acostumbrada sonrisa brillante luego de escuchar eso.
…..
―Si no querías enfermarte entonces no salgas cuando está lloviendo―lo reprendió Tokiya, cruzado de brazos, viéndolo fijamente y con cierto reproche en su voz por su actitud descuidada.
―¡Pero no fue mi culpaaa! ¡Yo no planeaba mojarme, en serio que no!-soltó Otoya, haciéndose bola con las sábanas que lo cubrían y mirándolo con una cara que podría calificar perfectamente como “cara de perro”―Tokiya no debería saber esconderse tan bien en la escuela.
Tokiya parpadeó e, ignorando la voz en su cabeza que le decía que no debía preguntar, lo hizo.
― ¿Y eso que tiene que ver?
―¡Mucho!-exclamó Otoya, mientras Tokiya lo veía interrogante, ocupado exprimiendo la toalla que había mojado previamente― porque a la hora del descanso es realmente difícil encontrarte para que podamos comer juntos, ¡nunca te encuentro! Por eso pensé que quizá estabas en el jardín al lado del lago así que fui a buscarte allí y luego comenzó a llover y… y…
El repentino estornudo no lo dejó terminar de hablar y, en cambio, soltó otro quejido acompañado de un nuevo puchero que se borró al notar la toalla refrescante sobre su frente, que era sostenida por un Tokiya que no fruncía ya el seño y casi parecía relajado.
Sonrió un poco por eso y dejó que Tokiya lo siguiera cuidando. No que le desagradara al fin y al cabo.
…..
Realmente era divertido comer con Tokiya. Si, puede que no le dijera gran cosa y si, puede que muchas veces Tokiya le había lanzado una de sus “miradas”, esas con las que casi todo el mundo se encogía de miedo, todo para que se callara por un minuto y se estuviera quieto.
Y, realmente no podría decir que Tokiya disfrutaba almorzar con él o disfrutara de su compañía, pues con esa cara seria que siempre tenía no podía saberlo ni aunque intentara.
Aunque, el que siempre dejara que probara de su comida, que se comiera los vegetales que odiaba por él y que, antes de irse, le regalara el postre que venía incluido en su comida, parecían decir lo contrario.
…..
Esos momentos en que entre la escuela y sus compromisos como “Hayato”, en que casi veía doble por el exceso de cansancio, llegar a la habitación ya avanzada la noche y ver el desorden que su compañero había montado en su ausencia no ayudaba en lo absoluto a sus nervios.
Aunque, el ver su pijama, extendida sobre las mantas ya acomodadas para que pudiera acostarse rápidamente, lograban que las facciones de su rostro se relajaran evidentemente. Y, mientras se acercaba a su compañero quien, nuevamente y por moverse tanto, había terminado por destaparse, , se aseguraba de volver a cubrirlo con las mantas antes de ir hacia su propia cama para poder cambiarse y dormir también.
…..
―Los dulces sacan sonrisas a la gente―dijo Natsuki, mientras sacaba una bolsa enorme llena de caramelos ovalados de distintos colores― ¡por eso estos son todos para Syo-chan!
―¡¿Ehhhh?! ¡Aléjate! ¡Que te alejes te digo! No me estés tocando, Natsuki, ¡NATSUKI!
Otoya, pensativo, fijó su vista en el techo, ignorando la épica persecución que había iniciado en el comedor, considerando las palabras que Natsuki había dicho.
Y, sonriendo ampliamente, decidió que valía la pena intentarlo.
Tokiya no preguntó ni quiso averiguar porque de pronto su cama estaba llena de envoltorios coloridos de dulces de distintos tipos.
Una mirada de reojo a su compañero, que leía sonriente una revista fue todo lo que necesitó para encontrar sus respuestas.
Otoya, por otro lado, lamentaba que Tokiya se hubiera volteado, dándole la espalda, mientras recogía los dulces de su cama y los dejaba en la mesita que tenía a un lado, así no había forma de saber si su maniobra había funcionado y si había conseguido que Tokiya sonriera.
Pero, el que Tokiya se guardara un par de caramelos en la bolsa de su pantalón antes de salir del cuarto fue suficiente para que le sacara una sonrisa a él.
Podía calificar su gran misión como cumplida.
…..
―¡Hoy es el día de “Abraza-a-tu-compañero-de-cuarto-y-no-lo-sueltes-en-todo-el-día”!-gritó Natsuki, haciendo su entrada espectacular en el comedor, formando un brillo malicioso al posar sus ojos en su “objetivo” antes de comenzar a correr con una gran sonrisa adornando sus labios.
Syo no tuvo la oportunidad siquiera de levantarse para intentar huir cuando ya estaba siendo asfixiado en uno de los abrazos de oso de Natsuki.
Y una ola de insultos a cada cual más creativo e incisivo invadió el bullicioso comedor.
Tokiya suspiró, ignorándoles y siguiendo con su comida… o ese era el plan hasta que se encontró repentinamente siendo casi asesinado… más específicamente, siendo casi asfixiado por Otoya, que rodeaba su cuello fuertemente con ambos brazos, sonriendo campante y apoyando su barbilla en su hombro, hablando muy, MUY, cerca de su oído.
―¡Feliz día de “Abraza-a-tu-compañero-de-cuarto-y-no-lo-sueltes-en-todo-el-día”, Tokiya!-exclamó contento, sonriéndole más ampliamente de lo normal mientras aferraba el abrazo en que lo tenía.
Y, luego de que Tokiya saliera a paso rápido del comedor, luego de haber tirado a Otoya al suelo, este solo pudo pensar, mientras se sobaba su cabeza, que quizá Tokiya no era una persona que gustara de celebrar los días festivos, y que luego debía recordar preguntarle si estaba enfermo, porque solo eso explicaba lo rojas que había visto que estaban sus mejillas cuando salió del comedor.
…..
Giro.
Y una silla terminó siendo volcada.
Giro.
Y la mesa siguió el mismo destino que la pobre silla.
Giro…
Tokiya ladeó su cabeza, justo los centímetros necesarios para esquivar el florero volador que había salido disparado en su dirección. Y, sin inmutarse, cambió de hoja y continuó con su lectura.
― ¡DIJE QUE YA ME SUELTES, NATSUKI!-gritó Syo, completamente histérico mientras luchaba contra el agarre en que el mencionado lo tenía quien, ignorándolo, continuó dando vueltas sin parar, bastante emocionado.
― ¡Pero un baile se realiza en pareja, Syo-chan!
―¡¿Cuándo dije que quería bailar contigo?! ¡Suéltame! ¡Además estamos en medio del comedor!
―¡Cualquier lugar puede ser nuestra pista de baile, es la magia de la danza!
Una gran lista de insultos siguió a dicha declaración, mientras Natsuki, ignorando completamente las protestas del otro, lo afirmaba de la cintura con más fuerza y lo hacía dar otro giro… y otra mesa salió volando por dicho giro.
Tokiya, dejando de leer su libro, lanzó una mirada a la molesta pareja de bailarines que había convertido su hora del almuerzo en una auténtica comedia.
Y, ya que por fin se habían alejado de la entrada, solo para seguir con su ridículo baile en el centro del comedor, decidió que era un muy buen momento para emprender la retirada estratégica.
― ¡To-ki-ya!-gritó Otoya solo entrar al comedor y divisarlo, revoloteando a su alrededor e invadiéndolo con miles de preguntas que solo pudieron crispar aún mas los nervios del susodicho.
―¡Y serie de vueltas en vertical!-gritó a su vez Natsuki, ignorando el “AHHHH” que brotó de los labios de Syo mientras daba vueltas con más velocidad en línea recta.
Giro, giro, giro, mesa volcada, giro, giro, giro, platos al piso, giro, giro, giro… patada certera en la espalda a Otoya, pérdida inevitable de equilibrio, aparatosa caída al suelo, jalándose a Tokiya en el proceso.
Y, si no hubiera estado tan entretenido dando vueltas, Natsuki habría notado que la falta de gritos y reclamos por haberlos caer nunca llegó a sus oídos porque, las bocas de ambos estaban… ocupadas, presionando fuertemente sus labios con los contrarios.