Masterpost ***
So cautiously at first, and then so high
Wonderous Stories. Yes, 1977.
El castillo siempre brilla más en Halloween. Hay calabazas flotando en el Gran Comedor (que exhibe un cielo nocturno lleno de estrellas), los fantasmas muestran sus mejores trucos, los profesores ríen presidiendo el banquete, Dumbledore se llena de dulces hasta las orejas y el exceso de azúcar en los adolescentes se traslada en chispas de colores por los pasillos, bromas que van y vienen sin malicia (unas con menos malicia que otras, claro).
James y Sirius llevan todo el día planeando algo y Hermione está segura de que Ron lo sabe.
- ¿No fuiste tú la que dijo que no podíamos intervenir? Bueno, el orden natural de las cosas es que los Merodeadores hacen las mejores bromas de la escuela, así que no intervengas.
- Una cosa es no intervenir y otra es colaborar.
- Pues tampoco colabores.
- ¡Zanahoria! ¿Vienes?- dice James como quien saluda. Ron responde con la cabeza.
- Me tengo que ir.
- ¿Zanahoria?
- Es un apodo. No tiene nada de malo.
Hermione suspira.
- No, no tiene nada de malo. Solo… solo recuerda que estamos de paso.
Ron suelta una risa por la nariz.
- Mira quién lo dice. ¿Dónde está Lily? Pensé que estaban unidas por la cadera.
Hermione va a responder cuando Lily aparece por el pasillo. Ron se despide con una sonrisa autosuficiente.
- ¿Qué le pasa?- pregunta Lily.
- Pues tú eres la experta... pero yo diría que sufre de exposición excesiva a Black y Potter.
- Oh,- responde Lily, con un gesto de dolor.- Lo siento.
Saludan a Harry a la distancia y se sientan junto a Marcia y Clarisse, que miran a un grupo de chicos de Ravenclaw entre risas.
En la mesa de profesores, Dumbledore se levanta para dar inicio al banquete.
- Queridos alumnos y colegas,- dice, y el Gran Comedor queda en silencio,- sean bienvenidos a compartir una noche de diversión con sus compañeros. Los alumnos de séptimo, como todos los años, tienen permiso para pasear por los terrenos después del banquete. Por favor, manténganse en las zonas autorizadas y no causen problemas a Hagrid, nuestro cuidador, quien estará asistiendo al Sr. Filch con la vigilancia esta noche. Un especial agradecimiento a nuestros fantasmas residentes, quienes se han pulido esta noche con el entretenimiento. Un aplauso para ellos, por favor.
Nick Casi Decapitado se agacha para agradecer el aplauso y la cabeza le queda colgando. La Dama Gris lo observa desde lejos con un gesto de consternación.
- Hoy celebramos el fin del verano y el inicio de la temporada oscura. Celebramos, porque así como llega el invierno, llegará pronto la primavera,- dice con ojos brillantes y alza una copa.- Brindemos hoy para que en el invierno que se aproxima ninguno olvide que la luz más poderosa es la que llevamos dentro y que es una luz capaz de iluminar las sombras más profundas.
Desde la mesa de Slytherin se oyen burlas, pero finalmente todos brindan y las fuentes de cerdo glaseado, verduras y puré de calabaza aparecen sobre las mesas, adornadas con los colores de cada casa (doradas para Gryffindor, plateadas para Slytherin, de cobre en la mesa de Ravenclaw, de vidrio en la de Hufflepuff). Es un gran banquete.
Ya ha aparecido el postre (pastel de calabaza y frutos del bosque), cuando chispas de colores empiezan a volar por el comedor. Al principio son una pocas, saltando divertidas entre la gente. Luego son cada vez más. Y más. Las chispas se transforman en pequeñas calabazas que penden sobre las cabezas de todos. “Trato o truco” dicen las letras talladas en la corteza. Todos las miran con consternación un momento antes de que exploten. De algunas caen dulces. De otras (casi todas en la mesa de Slytherin) cae una pasta verde y viscosa. McGonagall suspira cansada y le lanza una mirada asesina a cierto rincón de la mesa de Gryffindor en el que Ron se parte de risa mientras los dulces resbalan de su túnica. Dumbledore también ríe, cubierto de verde (“pero que truco tan curioso,” parece decirle a Flitwick, mientras le roba un dulce de la cabeza).
*
- ¿No fue increíble?- pregunta Ron con ojos brillantes y una sonrisa que no le cabe en la cara.
Harry asiente y no responde. Tiene una expresión que Hermione nunca había visto en él. Una que no esperaba llegar a ver. Le da un pisotón a Ron, pero no funciona.
- ¡Ay! ¡Hermione, ten cuidado!- Vuelve a dirigirse a Harry.- Tengo que contarte cómo lo hicimos. Remus es un genio.
Por otro lado, es una expresión que ha visto muchas veces en Ron. Pero si el karma quería que Harry Potter aprenda qué se siente estar celoso de su mejor amigo, a Hermione se le ocurren situaciones menos dolorosas que podría haber elegido.
Desde la puerta, James hace un gesto para llamarlos. Ron responde con la cabeza.
- Estamos yendo al lago,- dice, y Harry asiente sin decir una palabra.- ¿Vienes?
- ¿Qué?- pregunta, confundido.
- Que si vienes al lago.- Ron parece inseguro un momento.- Digo, si quieres podemos hacer otra cosa. Pero James y Sirius quieren conocerte y pensé…
A Harry le empieza a crecer la sonrisa. A veces se le olvida. No sabe cómo, pero se le olvida.
Nunca desconfíes de Ron.
Suelta una risa.
- ¿Me estás hablando en serio?
Ron sonríe aliviado, le pasa un brazo sobre los hombros y avanza hacia la puerta.
- ¿Vienes?- le pregunta a Hermione cuando pasa a su lado.
Hermione asiente, sonriendo.
*
Es una noche preciosa. El frío de casi-noviembre ya empieza a colarse bajo la túnica, pero la energía adolescente hace que la hierba parezca cálida cuando se tienden bajo el roble junto al lago. (Harry conoce el roble. Lo vio hace mucho, mucho tiempo, en los recuerdos de un traidor que se empeña en martillar su subconsciente con la idea de que no lo es.)
James y Sirius cuentan la historia de las calabazas.
- Todo fue idea de Remus,- dice James. Se pasa una mano por el cabello y sonríe como solo puede sonreír alguien que nunca ha tenido que tomarse la vida en serio. Pero hay algo que le dice a Harry que no es el mismo que atacó a Snape bajo aquel árbol hace apenas dos años (tampoco él es el mismo que descargó su ira contra Dumbledore tras la muerte de Sirius… han sido dos largos años). De la tensión de su primer encuentro no parece quedar ni siquiera el rastro.
- O por lo menos, eso es lo que pensamos decirle a McGonagall,- agrega Sirius con una sonrisa, pasándole un brazo a Remus sobre los hombros. Es una sonrisa brillante, exagerada, como todos sus movimientos. Harry tiene la impresión de que éste no es exactamente Sirius, de que éste es el personaje que le muestra a los extraños. Lo entristece un poco, pero no demasiado. Todavía puede reconocerlo a través de la fachada (gestos que recuerdan a otros gestos, palabras que suenan a otras palabras).
No es exactamente el mismo, pero se parece lo bastante para distraer la atención de Harry (que observa desde el rincón, con miedo a romper el hechizo). Las pequeñas similitudes, las diferencias que no lo son del todo, arrastran su mirada como la gravedad. Pasa lo mismo con Lupin. Y eso es todavía más curioso, porque no recuerda haberse acercado a Lupin lo suficiente como para notar esas cosas que conforman su centro, que se escapan de entre las rendijas de su coraza adolescente con mucha más fluidez que de su coraza adulta (tal vez estaba equivocado, tal vez nunca se dio cuenta de cuánto se había acercado).
- No te asustes,- dice alguien a su lado,- siempre es así con la gente nueva.
Colagusano sonríe, como dándole la bienvenida. Por un segundo, Harry piensa en el contraste que hace con la exhibición de Sirius y lo odia todavía más por eso. Son las miradas preocupadas de Ron y Hermione las que hacen que se controle. Ha pasado por suficiente los últimos dos meses como para que crean que no puede manejar a Colagusano.
- No estaba asustado.
- ¿Y por qué iba a estar asustado?- salta Sirius.- ¿Qué pasa, otro Potter? ¿Te da miedo estar solo con un montón de gryffindors?
Un poco, si debe ser completamente honesto.
- Para nada.
- A lo mejor debería,- sigue Sirius.- Nadie va a hacerte nada mientras esté aquí el amigo Zanahoria… pero no podemos responder por nuestros actos si va al baño.
- Canuto…- advierte James. Y Sirius sonríe como un angelito.
Solo lo está picando, claro. Es una broma. Pero se parece demasiado a las bromas de Rosier como para encontrarle gracia.
Si Harry fuera James (pero mientras más tiempo pasa a su lado, menos entiende la genética), se sacaría de la manga alguna anécdota impresionante, como esa vez que Ron y él estuvieron rodeados por acromántulas que solo los dejaron vivir por respeto a su madre. Le encantaría escuchar la respuesta de Sirius a eso.
Pero Harry es Harry. O eso cree. Han sido dos meses muy raros.
- Tu hermano es un excelente jugador,- dice, casi sin pensarlo (y totalmente a propósito). Y podría ser un comentario desafortunado del chico nuevo que no conoce la historia. Pero está claro en los ojos de Sirius que Harry no lo engaña.
- Gracias,- responde James inmediatamente. El mensaje es claro. La única familia de Sirius soy yo y que no se te olvide.
Ron no le quita los ojos de encima desde que llegaron y a Harry se le ocurre que a lo mejor la genética no está tan desencaminada, después de todo.
- Y además me dicen que este año tienen un guardián increíble,- dice sin perder el paso. A Ron se le ponen las orejas como tomates. Yo también, papá. Yo también tengo un hermano por quien daría la vida.
Es una conversación que nadie escucha, pero sucede. No es su primer encuentro, pero podría ser la primera vez que se comunica con su padre. Y por primera vez desde que se sentó bajo aquel árbol, se siente en confianza.
- Todos mis jugadores son increíbles,- responde James con media sonrisa.
- A la guardiana del año pasado acaba de ficharla el Puddlemere United,- agrega Colagusano, y Ron abre los ojos como platos.
Genial. Lo que nos faltaba.
Antes de que se le ocurra cómo tranquilizar a Ron, Lily cae rendida junto a Hermione.
- Merlín, no están hablando de quidditch, ¿verdad?
James abre la boca, pero Sirius lo interrumpe.
- Nuestro árbol, nuestras reglas, Evans.
- No veo tu nombre por ningún…- Sirius tiene la varita a medio levantar cuando Lily se retracta.- Espera. Ya recordé cómo termina esto.- Rueda los ojos y gira el cuerpo hacia Hermione y Remus, sacando al resto de su campo de visión.- Hablen de lo que quieran. Remus, ¿has leído algo interesante últimamente?
- ¡Hey!- grita Sirius.- ¡No puedes llevarte a Lunático!
- La verdad es que yo de quidditch…- empieza Lupin.
- No estamos hablando de quidditch,- dice James de pronto y la discusión termina. Sirius hace una mueca (arruinas mi diversión, Potter), Lupin parece aliviado y Colagusano lo mira expectante. A Harry le parecería muy montado, si no fuera porque Ron tampoco dice una palabra.
- No estamos hablando de nada en particular,- dice, por decir algo.- ¿Cómo estás? ¿Qué tal el banquete?
- Maravilloso,- responde Lily con una sonrisa.- Hasta que un grupo de inadaptados decidió bañar de verde a la mitad de la escuela y McGonagall me pidió que me quedara una hora más para ayudar a limpiar a los pequeños,- agrega, la mirada furiosa clavada en James.
- Vamos, Evans… ¿dónde está tu sentido del humor?- responde él con una sonrisa demasiado producida.
- Mi sentido del humor está perfectamente bien. Tan bien, que es capaz de distinguir entre una broma y un grupo de engreídos haciéndose los listos.
Remus agacha la cabeza y se ruboriza un poco. Sirius suelta algo parecido a una risa.
- Por favor, Evans. Tienes que vivir un poco,- sigue James.- ¿Qué vas a contarle a nuestros hijos sobre la escuela? ¿Qué te la pasaste leyendo en la biblioteca?
- ¿Hijos contigo? Prefiero que me frían a crucios.
Es claro que la línea de conversación debería estar afectándolo. Es claro en la mirada de Hermione, por lo menos. James y Lily van a tener un hijo. Y ese hijo va a ser Harry. Y ninguno va a vivir lo suficiente para contarle nada acerca de Hogwarts. En algún lugar de su subconsciente, Harry está seguro de que algo se está quebrando. A lo mejor duele luego, cuando haya podido procesarlo. Por ahora, solo hay una frase en su cabeza. La oyó en alguna película que vio a escondidas desde la escalera de los Dursley. O a lo mejor en varias. Es una de esas frases.
Si quisiera ver a mis padres discutiendo, me iría a casa.
Cuando suelta la risa, Ron y Hermione se quedan de piedra. Por algún motivo, eso le hace todavía más gracia.
Las estrellas brillan reflejadas en el lago y es verdaderamente una noche preciosa.
*
- ¿Cómo puedes dormir con ese… tipo?
- Es como una… mopa en aceite…- Sirius hace gestos en el aire intentado explicar a qué se refiere.
James sacó la botella cuando se fueron las chicas. Harry sospecha que no es el mejor whisky de fuego del mundo, pero tampoco es que haya probado otro. Y no iba a rechazarle un trago a su padre.
- ¿Es verdad que se lava el polo… el pelo… una vez al mes?
De alguna manera, la conversación ha terminado girando alrededor de Snape. Harry no está completamente seguro, pero puede que haya sido él mismo quien sacó el tema.
- ¡Por supuesto que es verdad!- grita Sirius.- ¡Yo lo inventé!
- Eso no sería… ¿lo contrario de la verdad?
Todos voltean a mirar a Lupin. Ya le habían contado al inicio que tenía una resistencia sorprendente al alcohol. Todos saben a qué se debe, claro. Solo hay que cuidarse de no decirlo. Sirius se tiende en la hierba, apoya la cabeza en su regazo y le da la botella.
- No es divertido si razonas, Lunático. Haz un esfuerzo.
Sirius ha resultado ser una persona extremadamente táctil. Harry ya se lo imaginaba, claro. Pero nunca lo había visto en estado silvestre. Lupin va a responder, pero finalmente sonríe y da un sorbo largo.
- ¡Hey!- grita James, estirando una mano.- ¡Deja algo para los que sí podemos aprovecharlo!
- Shh…- dice Sirius, cerrando los ojos y acomodándose sobre Lupin.- Deja que lo intente. A lo mejor hoy tenemos suerte.
Por algún motivo, eso hace que Lupin se ponga como un tomate.
- Pues ya sería hora,- dice James para sí mismo.
Harry mira a Ron un segundo, a ver si él entiende de qué va la cosa. Pero Ron está muy concentrado en meterle pajitas en las orejas a Colagusano, que se ha quedado dormido contra el árbol. James lo descubre y se le une con una sonrisa tonta. En el regazo de Lupin, Sirius se ríe como ladrando.
Harry solo tiene un segundo para sentirse fuera de lugar antes de que Ron se le acerque con una sonrisa de oreja a oreja y le alcance una pajita.
Terminan la noche tendidos en el pasto, renombrando constelaciones. Harry nunca ha sido particularmente bueno en astronomía, pero reconoce el patrón. Sirius es de pronto “Rey del Cielo”, Regulus “El Idiota Menor”, Orión “El Idiota Mayor” y un conjunto de estrellas formando un gancho “La nariz de Snivellus”. Lo cual, por supuesto, lleva la mente de Harry de regreso al tema de la noche.
- Tuve un sueño,- dice bajito. No se siente borracho, pero nota que la lengua tarda un poco hacerle caso.
- ¿Un sueño?- pregunta Ron como adormilado, la cabeza contra la suya en la hierba, el cuerpo extendido a su lado, largo y tibio en la noche de otoño.
- Snape… no era un traidor. Dumbledore le había pedido que lo matara.
Por supuesto, Ron se ríe. O bueno, hace como que se ríe, pero está demasiado relajado para que prospere.
- ¿Por qué haría algo así?
- Para no tener que volver a verle la cara grasienta,- dice Sirius adormilado, respondiendo por puro instinto a una conversación sin sentido.
- Porque descubrió que eran parientes y no soportó la vergüenza,- sigue James.
- Estaba enfermo,- dice Harry.- Iba a morir de todos modos.
Sirius echa la cabeza hacia atrás y lo mira con una ceja alzada.
- Eso no tiene gracia.
Harry respira el aire del lago y sigue mirando las estrellas.
No sabe cuánto tiempo pasa, pero de pronto Lily y Hermione pasan riendo con otras chicas. Decide seguirlas. Hay una fogata al borde del lago. Un grupo de slytherins toca música, con guitarras y un saxofón. En el centro, Dumbledore se sienta con una túnica púrpura y hace surgir imágenes del fuego.
- ¡Harry!- grita Parvati Patil, que va del brazo de Rosier.- Te presento a mi novio.
Harry la mira confundido. Hay algo que no encaja. Pero de pronto no importa, porque alguien lo abraza por la espalda y es Ginny, sonriente y brillante, con un vestido que deja al descubierto sus hombros llenos de pecas. Se besan frente a la fogata y observan a Dumbledore crear criaturas de colores que vuelan sobre sus cabezas antes de estallar en chispas brillantes y dulces que caen del cielo. Ginny lo toma de la mano y ríe. Alrededor de la fogata, las parejas susurran y se besan, los amigos ríen y conversan, los pequeños corren, es una gran fiesta. En una esquina, Ron y Hermione discuten por algo. Ron lleva lentes y el cabello negro desordenado. Hermione es pelirroja y sus ojos verdes brillan en la noche. Junto al árbol, Sirius sigue apoyado en Lupin. Lupin le acaricia el cabello y Sirius se mueve contra la caricia, como un perro buscando cariño. De pronto se voltea y le roba un beso.
- ¿Hacen una pareja preciosa, verdad?- dice Snape a su lado. Lleva una túnica negra de botones y sonríe con 17 años. Van tomados de la mano. Con la otra mano, levanta el vaso y brinda a la distancia. Desde la fogata, Dumbledore levanta su vaso en respuesta.
- Harry,- dice Snape con la voz de Ron.- Harry, despierta.
Harry abre los ojos confundido. Donde estaba la fogata de pronto está Ron, pálido como papel.
- Debería reportarlos.- Oye de pronto la voz de Hagrid y se levanta de un salto. Esto no es bueno.
- Vamos, Hagrid. Es Halloween,- dice James, estirándose y bostezando como si no pasara nada. A su lado, Lupin mira al suelo.
- Bebiendo en los terrenos,- continúa Hagrid.- Si lo supiera el profesor Dumbledore…
A Harry se le ocurre que no fue buena idea pararse tan deprisa. O beber tanto. Se coge la cabeza con las dos manos en un vano intento por detener el mundo, que insiste en dar vueltas. Colagusano parece pensar lo mismo, pero lo expresa de una manera más práctica, expulsando todo el alcohol (y el banquete) en sus zapatos.
- Oh, por Merlín,- exclama Hagrid, pasándose una enorme mano por el rostro.- Vayan a dormir. Y nada de usar las varitas para limpiar,- advierte.
- Eres genial, Hagrid,- dice Sirius, saltando.
- Sí, sí… Ahora a dormir. Y mucho cuidado con Filch.
- Tenemos permiso para estar en los terrenos hasta tarde,- dice Lupin, perfectamente sobrio.
- ¿Tienen permiso para beber en la escuela?- pregunta Hagrid.
Lupin vuelve a agachar la cabeza.
- Yo los cuido,- dice.
James y Sirius ya avanzan hacia el castillo, abrazados y cantando “Love me do” a todo pulmón.
Hagrid suelta media risa.
- Suerte con eso.
*
Milagrosamente, llegan hasta las mazmorras sin cruzarse con nadie. O a lo mejor es porque Lupin tiene abierto el mapa y cree que Ron y Harry están muy borrachos como para darse cuenta. Idea que tampoco está tan alejada de la realidad.
- Shh…- dice Harry frente a la puerta, aunque nadie está hablando.- Serpientes,- dice, y no pasa nada.- Mmm… Idiotas.- Nada.- Engendros endogámicos. No… Hijitos de papá.- Los gryffindors lo observan confundidos.- Ah… cierto,- dice Harry, rodando los ojos.- Sangrepura.- La puerta se abre.
James y Sirius lo miran con la boca abierta.
- Eres el slytherin más genial de la historia,- dice James.
- Haces que me avergüence todavía más de mi familia,- dice Sirius.
De pronto, está envuelto en un abrazo doble. Casi no puede respirar, Sirius y James pesan más de lo que parece y siente que va devolver el banquete en cualquier momento. Es lo más genial que le ha pasado nunca.
- Chicos, yo también estoy emocionado, pero tenemos que irnos,- dice Lupin, sosteniendo a Colagusano y mirando el mapa.
- Lo que tú digas, cariño,- responde Sirius soltándose del abrazo y guiándolo de la cintura hacia la escalera. Harry recuerda de pronto el sueño.
- Sirius… no puedo con los dos,- se queja Lupin.
Sirius sacude a Colagusano hasta que se despierta.
- Muévete,- dice,- molestas a mi chica.
- No soy una chica,- dice Lupin, con el tono de quien ha tenido esta conversación más de una vez.
James sacude la cabeza.
- Que mal borracho eres, Black,-dice antes de pasarle un brazo sobre los hombros a Ron, otro a Colagusano y avanzar por el pasillo. Harry los ve alejarse con un poquito de envidia antes de cruzar la puerta.
*
Siempre hace esto cuando está borracho. Es como un cachorro grande, piensa Remus. Solo que no es cierto. Es como un cachorro grande cuando salta sobre James y lo revuelca por el suelo, revolviéndole el cabello (“¿quién te quiere, Jimmy, quién te quiere?” “suelta, perro”). Esto es distinto. O eso cree.
- ¿Por qué estás tan sobrio, Lunático?- se lo susurra al oído.
- Ya sabes por qué.
Porque soy un monstruo.
Sirius sacude la cabeza y su cabello le hace cosquillas a Remus en la mejilla.
- Yo creo que sería cosa de que hicieras el intento.
Remus ríe sin ganas.
- Avanza, Canuto, que nos están dejando.
- Que nos dejen.
Es distinto.
O a lo mejor no. Sirius tiene una concepción muy extraña del espacio personal. Le aprieta la cintura y le entierra la nariz en el cabello. A Remus le tiemblan un poco las rodillas. Pero no es un comportamiento extraño en Sirius. A veces hace eso de oler a la gente. Dice que es su personalidad canina.
- Hueles a hierba fresca.
- Es porque nos dormimos junto al lago. Tú hueles igual.
Sirius sonríe contra su cabello.
- ¿Te gusta?
- ¿La hierba fresca? Sí. ¿Dormir fuera en este frío? No tanto.
Sirius ríe bajito y cambia de posición para abrazarlo desde atrás y rodearlo completamente con sus brazos.
- Yo te abrigo,- dice.
Remus se queda quieto. Más que nada porque no sabe qué hacer. Frente a ellos solo queda el pasillo a oscuras, el resto del grupo ya muy adelantado. Sirius se queda quieto también. En el silencio de la noche, Remus puede escuchar su respiración.
Sirius le pasa la nariz por el contorno del rostro, como oliéndolo. Lo aprieta contra su cuerpo.
- ¿Ya estás más abrigado?- le susurra al oído. Remus cierra los ojos y asiente despacio. Lleva meses caminando al borde del abismo y solo quiere dejarse caer.
Sirius lo libera despacio. Gira a su alrededor hasta pararse frente a él. Huele a alcohol y hierba fresca y cuando le toca el rostro le tiemblan un poco las manos. Traza con un dedo la cicatriz larga que se hizo en verano, desde la oreja a la barbilla, siguiendo el movimiento con ojos vidriosos. Se detiene justo debajo de su boca, la mirada como hipnotizada. El pulgar de Sirius le roza el labio inferior.
- ¿Alguna vez has besado a un chico, Lunático?- pregunta en un susurro que retumba en el silencio del pasillo.
Remus niega, moviendo apenas la cabeza. Nunca ha tenido la boca tan seca. Pero es Sirius quien se moja los labios.
- Tampoco yo.
Sirius se acerca imperceptiblemente (Remus lo percibe). Siente el corazón en todo el cuerpo.
La Señora Norris maúlla.
Se separan de un salto y se miran un segundo, entre el pánico y la confusión. Luego Sirius lo coge de la mano y sale corriendo.
Sirius es experto en evadir a Filch. Puede hacerlo sin ayuda del mapa o la capa. Avanzan de pasillo en pasillo, sin detenerse en ningún escondite más de unos segundos. Diez segundos detrás del tapiz de Merwin la Maliciosa, el índice de Sirius sobre sus labios, los oídos atentos, las miradas intensas en la oscuridad. Ocho segundos bajo la escalera, apretados uno contra el otro, la respiración de Sirius caliente en la nuca. Cinco segundos tras la esquina de un pasillo solitario, la mano de Sirius apretando la suya, antes de la última carrera hasta la Dama Gorda.
Se detienen frente al retrato, respirando agitados. Sirius se muerde el labio inferior. Remus quiere mordérselo él.
Se oyen ruidos en el pasillo. Sirius sonríe y susurra la contraseña sin dejar de mirar a Remus.
Lo jala de la mano a través de la puerta.
… Y de pronto lo suelta.
- Ya era hora,- dice James, tumbado en el sillón entre un Peter inconsciente y un Ron a punto de estarlo.- Colagusano dejó la escalera hecha un desastre, oh, buen amigo sobrio,- le dice a Remus.
- Erm… claro,- responde Remus y saca la varita con la mano que hace un segundo le cogía Sirius. Todavía le tiembla un poco.
Cuando termina de limpiar el desastre, James y Sirius cargan a Colagusano escaleras arriba y Remus se une a la caravana al lado de Ron.
*
Está dando el EXTASIS de pociones, pero las preguntas están en griego antiguo. Mira a su alrededor. Todos están respondiendo. ¿Cuándo llevaron griego antiguo? ¿Y por qué maldita sea entra en el examen de pociones?
No… un momento. Está soñando. Esto es un sueño. Respira como ha estado practicando. Toma el control de su mente. Siente el entorno. Avanza hacia la conciencia. Está en su habitación. No hay ningún examen. Está dormido. Hay un peso junto a sus pies.
Alguien está en mi cama.
Se despierta de un salto e intenta coger la varita, pero su cuerpo no está despierto del todo.
- Shh…- dice el intruso.
Severus parpadea. Entrecierra los ojos.
- ¿Harry?
- Shh… sigue durmiendo.
- ¿Estás borracho?- Es una pregunta retórica. Toda la habitación huele a alcohol.
Harry se encoge de hombros.
- Es Halloween.
- Bueno…- dice Severus, y se le ocurre que sigue soñando. Se concentra. No. Está bastante seguro de que está despierto.- ¿No deberías irte a dormir?
Harry lo mira de pronto con el ceño fruncido.
- ¿Qué dijiste?
- Que deberías irte a dormir.
- No… me dijiste Harry.
Severus alza una ceja.
- Es tu nombre.- Se pregunta si es posible tomar tanto como para olvidar algo así.
- Nunca me habías dicho Harry.
Hasta donde Severus recuerda, nunca le ha dicho de ninguna manera. Pero claro, lo cierto es que no llama a casi nadie por su primer nombre.
- Tengo algunos problemas con tu apellido,- confiesa.
Harry suelta una risa por la nariz.
- James,- dice. Hay cariño en como lo dice, pero también cierta exasperación. Suena un poco a “ese idiota” y un poco a “ya crecerá”, y por algún motivo a Severus le gusta, aunque sea tan afectivo.
- Y supongo que es a ese idiota al que tengo que responsabilizar de que estés borracho en mi cama.
Harry mira alrededor confundido, como dándose cuenta de pronto de dónde está. Severus suspira. Nunca ha sido bueno con los borrachos. Hay algo en la debilidad voluntaria que simplemente no entiende.
Harry hace ademán de pararse, pero frunce el ceño y se apoya contra la pared.
- ¿Te gusta Lily?- pregunta.
Severus se queda helado.
- ¿Qué?- responde en un susurro.
- Soñé que te gustaba Lily… y que todo era un plan de Dumbledore. Que en realidad me estabas cuidando.
- Merlín, ¿cuánto has tomado?
Harry ríe sin ganas y se levanta de la cama. Parece que no es buena idea, porque se pone verde y sale disparado al baño. Severus respira hondo y conjura un vaso con agua. Se lo da cuando vuelve y Harry bebe apoyado contra los postes de la cama.
- ¿Se te va a hacer costumbre esto de vomitar en mitad de la noche?
Harry niega, bajando el vaso y mirándolo fijamente. Sus ojos siguen vidriosos pero enfocados.
- Gracias,- dice, y empieza a desvestirse. Se pone una camiseta sobre la ropa interior y se sienta en su propia cama. Vuelve a mirarlo intrigado.
- ¿Me estabas cuidando, Snape?-Suena terriblemente confundido.
- Es solo un vaso de agua, no es gran cosa.
Harry frunce el ceño. Parece reflexionar sobre algo.
- Tú no eres Snape,- dice de pronto.
- Oh por… ¿Puedes dejar de decir idioteces y meterte en la cama?
Harry se ríe.
- Pero hay que reconocer que te pareces mucho,- dice, y (por fin) se mete en la cama.- Buenas noches… Severus.
Severus suspira y vuelve a acostarse.
- Buenas noches, Harry.
Realmente, realmente, no entiende a los borrachos.
*
Move like a cat, talk like a rat, sting like a bee
20th century boy. T-Rex, 1973.
A Sirius le pasa algo. James no sabe qué es, pero no es nada bueno. Cuando se lo pregunta, dice que la resaca lo está matando, pero James conoce las resacas de Sirius. Las resacas de Sirius involucran caras largas, gruñidos, quejas y más quejas (hace mucho calor, hace mucho frío, hay demasiada luz, hacen demasiada bulla, no quiere que lo molesten, no quiere que lo dejen solo…). Y James sigue esperando las quejas. En su lugar, recibe un silencio nada característico de las resacas y bastante más parecido a eso que hace Sirius cuando se siente culpable. Cosa que (para exasperación de todos sus maestros) es bastante inusual.
- Mi cabeza va a explotar,- dice Zanahoria, que es el que peor la está pasando y parece que nunca se hubiera emborrachado en su vida (¿hay whisky de fuego en América, verdad?). Predeciblemente, Granger bufa desde el rincón de la mesa en el que ha amontonado todos sus libros para hacer la tarea en feriado.
- ¿No celebran el primero de noviembre en América?- pregunta casi sin darse cuenta.
Granger lo mira confundida, como si no entendiera la pregunta. James se imagina por un segundo que su mente ha colapsado por exceso de información y casi espera que empiece a salirle humo de las orejas. Luego oye la voz de Lunático desde el otro extremo de la mesa (también cubierto de libros).
- Quiere saber por qué estamos estudiando,- dice, y comparte con Granger una de esas miradas de “lo sé, pero así los queremos” que comparten a veces.
Ahora que lo piensa, puede que sea lo primero que oye decir a Lunático en todo el día.
- Es la oportunidad perfecta para trabajar sin interrupciones,- explica Granger, como si la pregunta hubiera ido en serio.- No me van a decir que no tienen ni un ensayo atrasado. Pociones se entrega el jueves y hasta dónde sé ninguno ha terminado. Ron, ¿no crees que deberías aprovechar para trabajar en eso?
Weasley gime y hace un intento (fallido) de esconder la cabeza entre sus manos.
- No sean exagerados,- dice Lily, uniéndose a la cruzada para hacerlos sentirse mal por haberse divertido en Halloween. - Remus estuvo con ustedes y está estudiando.
- Remus no cuenta,- dice Zanahoria entre sus dedos.
- Porque estaba sobrio,- apunta Colagusano, siempre alerta para cubrir a un amigo.
Y Sirius pega un salto.
Es como si acabara de despertarse, los ojos clavados en Colagusano. Y luego en Lunático, que se ha puesto como un tomate en 3 segundos.
- ¿Qué?- pregunta Peter.
Sirius no responde. Estudia a Remus con cuidado y a James le queda claro que lo que sea que le esté comiendo la cabeza, tiene que ver con él. Y con el hecho de que haya estado sobrio anoche.
Oh.
Claro.
El desayuno y el whisky de fuego se enfrentan valientemente en su estómago.
No es que le parezca malo. Merlín sabe que ha tenido tiempo más que suficiente para hacerse a la idea. Y tampoco tiene la mente tan cerrada. Si algo le ha quedado claro después de tantos años de escabullirse por los pasillos de Hogwarts es que la gente hace cosas mucho, mucho más raras que enredarse con alguien de su mismo sexo.
Es solo que…
Es solo que.
Granger también mira a Sirius. Y luego a Remus. Y en un instante de pánico, es muy obvio que su cerebro sobreexplotado está atando todos los cabos correctos.
Le cae bien Granger. Tiene un poco de Lunático y un poco de Lily, y eso no puede ser malo. Pero no puede negar que lo pone nervioso. Tiene esa manía de estudiarlos todo el tiempo (porque lo que hace no puede llamarse sencillamente observar) y sabe que es ridículo, pero no puede evitar que le recuerde a esas películas de extraterrestres de las que hablaban los chicos muggle que conoció en la playa.
- Peter tiene problemas con encantamientos,- dice de pronto, redirigiendo la atención del grupo. Colagusano parece confundido, pero sigue la jugada. La mirada de James se cruza un segundo con la de Granger y podría jurar que oye los engranajes funcionando.- La última vez que intentó conjurar abejas, toda la clase terminó en la enfermería.
Dirán lo que quieran de James Potter, pero sus palabras siempre tienen el efecto deseado.
- ¡Eso fue culpa de Sirius!- grita Colagusano, resaca olvidada. Zanahoria se coge la cabeza con un gesto de dolor y Sirius suelta la primera risa del día. Hasta Lunático levanta la vista del libro, divertido.
- Tienes que dejar de culpar a otros por tus errores,- dice Sirius con una sonrisa.- No todos podemos ser buenos en todo.
Fue culpa de Sirius, por supuesto.
- Tú fuiste el que me dijo que revolviera la varita en el aire antes de la invocación.
Granger abre los ojos con horror.
Cerebrito.
- Tú fuiste el que me hizo caso. ¿Quién revuelve la varita antes de invocar cosas vivas? No me culpes por tu incapacidad para entender algo tan básico.
- ¡Le pudo pasar a cualquiera!
- ¿Ah, sí? ¿Tú me hubieras hecho caso, L…?- Sirius hace una pausa. Se aclara la garganta.- ¿Tú me hubieras hecho caso, Lunático?
Lunático niega con la cabeza, vuelve a su libro.
Maldita sea.
(Es solo que, termine como termine todo esto, nada va a volver a ser lo mismo.)
- Si tienes problemas con encantamientos, a lo mejor yo puedo ayudarte,- dice Granger. Parece una oferta genuina, pero a James no se le escapa que lo dice en el momento exacto en que el silencio empieza a volverse incómodo.
Zanahoria levanta la cabeza sorprendido y se pone un poco más pálido.
- Así nos evitamos todos el viaje a la enfermería,- dice Granger, mordiéndose el labio inferior. Zanahoria no se ve convencido.
James sospecha que a Zanahoria no le cae muy bien Colagusano, pero no pensó que fuera para tanto. O a lo mejor es esa cosa posesiva que se le escapa cuando Sirius hace bromas sobre ligarse a “la americana”. Quién sabe. En líos de pareja (declarada o no) mejor ni meterse.
Mira de nuevo a Remus (escondido en su libro) y a Sirius (escondido en sí mismo).
Maldita sea.
*
Es el último entrenamiento antes del partido y está bastante nervioso sin tener que preocuparse por Hermione aliándose con el lado oscuro.
- Tú eres el que sale a beber con él.
- ¡Porque no puedo evitarlo! Tú eres la que dice que no puedo hacerle nada.
- Y no puedes. Lo que digo es que así como tú compartes la habitación y tienes que tratarlo como a cualquiera, yo también puedo ayudarlo con encantamientos como haría con cualquiera.
- ¡Es Colagusano!
- Sí, pero… pero no lo es. ¿No lo ves, Ron? Es un chico como cualquiera. Todavía no ha hecho nada, ni siquiera lo está pensando.
No se lo cree. Es que no se lo cree.
- ¿Y eso qué? Es un traidor, Hermione. Va a vender a su mejor amigo, va a mandar a Sirius a Azkaban y va a matar a Cedric Diggory. ¿Ya te olvidaste de eso?
- ¡No! No, claro que… claro que no. Solo digo que todavía no es esa persona. Dumbledore le dijo a Harry que son nuestras decisiones las que nos hacen lo que somos. Y estamos juzgándolo por decisiones que todavía no ha tomado.
Se volvió loca. Completamente loca.
- ¿Qué vas a hacer después? ¿Vas a hacerte amiga de Snape? ¿Vas a decirle a Malfoy que no sea un idiota? Es Colagusano, Hermione.
- Lo sé… solo…- Se muerde el labio inferior.- No se lo digas a Harry, ¿sí?
- ¿Ahora le mientes a Harry?
- ¡Tú tampoco quisiste decirle que tenías problemas con los chicos!
- ¡Es diferente!
- Lo sé,- dice Hermione bajito y Ron sacude la cabeza. No tiene tiempo para esto.
- Tengo práctica.
Hermione suspira y regresa a la sala común. Para ayudar a Colagusano con sus encantamientos. Totalmente loca. Apura el paso. James está un poco obsesionado con este partido y es capaz de lanzarle una maldición si llega tarde.
El equipo ni siquiera ha empezado a calentar. Ya están dentro de su hora, pero todavía hay slytherins en el aire (típico), aunque algunos empiezan a recoger sus cosas. En una esquina, James habla con Zabini. Sus gestos indican que no está nada contento con el retraso. También indican que si Slughorn y McGonagall no estuvieran conversando en las tribunas, dejaría su descontento mucho más claro. Tal vez de forma permanente.
- Hey,- Harry se acerca con la escoba al hombro. Sigue siendo extraño verlo vestido de verde, no importa cuántas veces pase. Pero no es lo más extraño. Lo más extraño son los mortífagos despidiéndose de él como si nada. Lo más extraño es Harry, despidiéndose de ellos.
No es solo Hermione. El mundo entero se está volviendo loco.
- Cuidado con lo que le dices al enemigo, mestizo,- dice Rosier mientras pasa a su lado y Ron le lanza una mirada asesina.
- ¿Listo para el juego?- pregunta Harry, como si Rosier no existiera.
- No tanto como estaría si Slytherin nos dejara practicar.
Harry se ríe, cansado. Por eso es tan fácil olvidar que va de verde. Hermione se muerde la lengua antes de hablar de Slytherin delante de Harry, pero a Ron nunca se le olvida que el sombrero perdió la cabeza y que lo que lleva Harry es solo un uniforme. Nada más que un uniforme del color incorrecto.
Los jugadores empiezan a amontonarse de pronto alrededor de los capitanes. Gryffindor contra Slytherin ha sido el partido clásico de Hogwarts desde el principio de los tiempos, pero Ron debe reconocer que nunca había visto escalar la agresividad de esta manera. Todos en la escuela tienen un favorito y nadie parece tener problemas con lanzarle una maldición a quien tenga otro. Hermione dice que es por la guerra. Pero Hermione no sabe nada de quidditch.
Cuando llegan al lugar, no son James y Zabini los que están peleando. Ya le parecía raro. James lleva dos semanas amenazando con sacar del equipo a cualquiera que se meta en problemas y se ve que lo único que se toma más en serio que las bromas es el quidditch. No. El que se abalanza sobre Wilkes, con James intentando sujetarlo, es Sirius, por supuesto.
Sirius es el que peor lleva lo de las provocaciones.
- Controla a tu novio, Potter,- dice Zabini sin inmutarse.- No vayan a suspenderlo.
Es Harry el que interviene, para sorpresa de todos. Se acerca a Sirius y le dice algo que Ron no llega a oír. Y Sirius se calma. Tiembla de rabia, pero se calma… dos segundos antes de que McGonagall y Slughorn se acerquen preguntando qué pasa.
- No pasa nada,- dice James.- solo estábamos discutiendo.- Mira a Harry con curiosidad, como si no terminara de entender qué pasa. Ron sabe lo que pasa. Lo que pasa es que el sombrero sufre de locura temporal.
Slytherin recoge sus cosas y Harry sale del campo antes de que Zabini pueda decirle nada. Wilkes le dice a Regulus “tu hermano es un idiota,” lo bastante alto como para que Sirius pueda escucharlo. Regulus responde “no tengo ningún hermano.”
Bien decían Fred y George que todos los slytherins estaban locos.
*
- Todo está en la muñeca. Suave si quieres muchas aves,- dice Hermione, mostrando el movimiento,- rápido si quieres pocas.
Peter lo intenta de nuevo.
Es extraño verlo trabajar. No es un mal mago, exactamente. Convertirse en animago es una de las habilidades más difíciles de conseguir y hacerlo a los quince años es toda una hazaña. No podría haberlo hecho si fuera malo. Por otro lado, tampoco es exactamente bueno. Imita demasiado los movimientos ajenos y en el proceso se le escapan los conceptos básicos. Le importa el fin de un encantamiento mucho más que su mecánica, y claro, eso significa que solo es bueno con hechizos que haya ensayado mucho. No se siente particularmente seguro probando cosas nuevas, lo que no tiene nada de sorprendente si uno piensa en la cantidad de veces que James y Sirius deben haberlo engañado con cosas como “agita la varita antes de convocar abejas”.
Se le ocurre que muchas más cosas de las que sospecha en la vida de Peter tienen que ver con Sirius y James. Su inseguridad, definitivamente. Pero también sus habilidades. No se convirtió en animago sin ayuda, de eso está segura. Y esa seguridad le dice dos cosas. Una, que Peter tiene la capacidad de conseguir mucho más con un pequeño empujón. La otra, que ni a James ni a Sirius les interesa ayudarlo si no es para conseguir sus propios objetivos. Una tercera certeza, que se hace más grande con cada conversación, es que Peter lo sabe perfectamente.
- Avis.
Peter mueve la varita despacio y observa con grandes ojos azules como más y más pájaros llenan la sala común. Es como un niño cuando sonríe, y entre eso y la inseguridad, Hermione no puede evitar que le recuerde un poco a Neville.
- Creo que es suficiente por hoy,- dice. Porque Ron tiene razón, ella sabe perfectamente con quien está tratando. Y que Colagusano le recuerde a Neville, más que tranquilizarla le recuerda un poco esas historias sobre los peligros mentales de viajar en el tiempo que leyó en tercer año.
***
Parte 6