Una más sobre educación en línea
Educación en línea... siguiendo con el #edmooc, me pasé la semana pasada leyendo artículo tras artículo acerca de la educación en línea y si podía o no competir con "the real thing" (es decir, la educación presencial, en una clase).
Las opiniones pueden variar (y personalmente creo que dependen mucho de los gustos de cada uno), pero lo que me parece increíble es la cantidad de gente que confunde algo tan amplio como "educación en línea" (cada vez que nos conectamos aprendemos nuevas maneras de comunicarnos, de investigar, de filtrar información, aprendemos sobre otras culturas, otras opiniones...) con "cursos en línea", restringiendo una discusión tan rica y compleja a ¿se parece o no lo suficiente a estar en una clase?
No digo esto, obviamente, para desmerecer las clases (en línea o presenciales), que por lo general me encantan. Lo digo porque me parece que seguimos encerrados en un concepto minúsculo de "educación". Piénsalo, cuando decimos "reforma educativa" lo que queremos decir es "reforma del sistema escolar", cuando decimos "educación superior" lo que queremos decir es "instituto o universidad". Pero la educación formal no es nada más que un sistema desarrollado con fines muy específicos (formar ladrillos en la pared miembros funcionales de la sociedad, certificar que alguien puede hacer un trabajo concreto) para cubrir necesidades muy específicas (la estandarización masiva del conocimiento).
Cuando estaba en la escuela la mente se me iba todo el tiempo por carreteras secundarias, siempre más interesada en cosas que no tenían nada que ver con lo que el sistema me ofrecía (leía todo el día, pero nunca los libros obligatorios, escribía pero no hacía las tareas). No es que fuera particularmente rebelde ni nada. Es que todos somos diferentes y (oh, sorpresa) tenemos diferentes intereses y formas de aprender. Hoy es más fácil que nunca divagar por carreteras secundarias, con la red y sus tetrabillones de bytes de colores/sonidos/hechos/personas/todo-aquí-y-ahora seduciéndonos hasta que nos sacudimos esa maldita costumbre de aprender solo lo necesario para cumplir un requisito (pasar un examen, sacar la mejor nota, conseguir un trabajo), hasta que, casi sin darnos cuenta, empezamos a definir nuestras propias experiencias educativas en espacios ajenos al sistema. (Sí, lo sé, la gente usa la internet de mil maneras y podemos argumentar que unas son más "educativas" que otras... pero ¿no estábamos hablando de que necesitamos ampliar nuestro concepto de educación? Fangirl, dime que no has aprendido la mitad de lo que sabes en el fandom y te creo que la procastinación no es aprendizaje.)
He leído/oído cosas brillantes esa semana. Y a varios que hacen la pregunta contraria (¿qué puede aprender la educación formal de la experiencia en línea?), lo que me parece que tiene mucho más sentido. Pero todavía veo mucho miedo al cambio, mucha desconfianza por parte de los educadores (y aquí incluyo a los padres/madres), y sobretodo, una sorpresiva inhabilidad para desconectar la "educación" de la "educación formal".
Y no es que no lo entienda. Siempre me ha gustado que la internet no venga con un mapa, que pueda zambullirme y perderme por carreteras secundarias submarinas, pero lo cierto es que la primera semana del curso fue terrorífica. Demasiada información de demasiadas fuentes al mismo tiempo. Pensé que iba a ahogarme. Es un ambiente difícil de reconciliar con lo que hemos aprendido a entender por "educación".
Pero creo (y repito... creo) que empiezo a cogerle el rollo. Hay una posibilidad (nada despreciable) de que lo más valioso que aprenda de este curso sea a zambullirme y no ahogarme. Pero existe también la posibilidad de que ése sea el punto. Digo, si la educación en línea no se trata de imitar a la educación formal (y no creo que sea el caso), si no se trata de encontrar maneras de restringir el océano... entonces puede que se trate de enseñarnos a nosotros mismos a navegar, a no ahogarnos en el todo-aquí-y-ahora. Puede que se trate exactamente de esto, de sacudir las ideas asentadas en nuestras mentes y zambullirnos en las posibilidades, de explorar nuevas formas de entender la educación.
Las opiniones pueden variar (y personalmente creo que dependen mucho de los gustos de cada uno), pero lo que me parece increíble es la cantidad de gente que confunde algo tan amplio como "educación en línea" (cada vez que nos conectamos aprendemos nuevas maneras de comunicarnos, de investigar, de filtrar información, aprendemos sobre otras culturas, otras opiniones...) con "cursos en línea", restringiendo una discusión tan rica y compleja a ¿se parece o no lo suficiente a estar en una clase?
No digo esto, obviamente, para desmerecer las clases (en línea o presenciales), que por lo general me encantan. Lo digo porque me parece que seguimos encerrados en un concepto minúsculo de "educación". Piénsalo, cuando decimos "reforma educativa" lo que queremos decir es "reforma del sistema escolar", cuando decimos "educación superior" lo que queremos decir es "instituto o universidad". Pero la educación formal no es nada más que un sistema desarrollado con fines muy específicos (formar ladrillos en la pared miembros funcionales de la sociedad, certificar que alguien puede hacer un trabajo concreto) para cubrir necesidades muy específicas (la estandarización masiva del conocimiento).
Cuando estaba en la escuela la mente se me iba todo el tiempo por carreteras secundarias, siempre más interesada en cosas que no tenían nada que ver con lo que el sistema me ofrecía (leía todo el día, pero nunca los libros obligatorios, escribía pero no hacía las tareas). No es que fuera particularmente rebelde ni nada. Es que todos somos diferentes y (oh, sorpresa) tenemos diferentes intereses y formas de aprender. Hoy es más fácil que nunca divagar por carreteras secundarias, con la red y sus tetrabillones de bytes de colores/sonidos/hechos/personas/todo-aquí-y-ahora seduciéndonos hasta que nos sacudimos esa maldita costumbre de aprender solo lo necesario para cumplir un requisito (pasar un examen, sacar la mejor nota, conseguir un trabajo), hasta que, casi sin darnos cuenta, empezamos a definir nuestras propias experiencias educativas en espacios ajenos al sistema. (Sí, lo sé, la gente usa la internet de mil maneras y podemos argumentar que unas son más "educativas" que otras... pero ¿no estábamos hablando de que necesitamos ampliar nuestro concepto de educación? Fangirl, dime que no has aprendido la mitad de lo que sabes en el fandom y te creo que la procastinación no es aprendizaje.)
He leído/oído cosas brillantes esa semana. Y a varios que hacen la pregunta contraria (¿qué puede aprender la educación formal de la experiencia en línea?), lo que me parece que tiene mucho más sentido. Pero todavía veo mucho miedo al cambio, mucha desconfianza por parte de los educadores (y aquí incluyo a los padres/madres), y sobretodo, una sorpresiva inhabilidad para desconectar la "educación" de la "educación formal".
Y no es que no lo entienda. Siempre me ha gustado que la internet no venga con un mapa, que pueda zambullirme y perderme por carreteras secundarias submarinas, pero lo cierto es que la primera semana del curso fue terrorífica. Demasiada información de demasiadas fuentes al mismo tiempo. Pensé que iba a ahogarme. Es un ambiente difícil de reconciliar con lo que hemos aprendido a entender por "educación".
Pero creo (y repito... creo) que empiezo a cogerle el rollo. Hay una posibilidad (nada despreciable) de que lo más valioso que aprenda de este curso sea a zambullirme y no ahogarme. Pero existe también la posibilidad de que ése sea el punto. Digo, si la educación en línea no se trata de imitar a la educación formal (y no creo que sea el caso), si no se trata de encontrar maneras de restringir el océano... entonces puede que se trate de enseñarnos a nosotros mismos a navegar, a no ahogarnos en el todo-aquí-y-ahora. Puede que se trate exactamente de esto, de sacudir las ideas asentadas en nuestras mentes y zambullirnos en las posibilidades, de explorar nuevas formas de entender la educación.