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Capítulo 11 - Dos semanas.
"¡Mentira!"
"Juro por ti que es verdad."
"No conocía ese lado tuyo Kyungsoo..."
"Siempre fui bueno en esconder cosas, ¿recuerdas?"
Kyungsoo y Luhan dividían una pequeña torta de arándanos al mismo tiempo que compartían memorias y sentimientos que pensaron haber perdido hace un buen tiempo atrás.
"¿Aún las guardas?"
"Sí."
"¿Puedes dármelas?"
"¿Para qué quieres mis calcetines viejos?"
"Quiero llevar un poco de ti conmigo, para cuando yo... ya sabes."
Luhan tomó un pequeño pedazo de pastel y lo llevó a la boca, desviando la mirada triste hacia el dulce. El corazón de Kyungsoo se retorcía cada vez que lo escuchaba hablar de esa manera.
"Te vas a llevar mucho de mí."
"Lo sé."
El escenario era verdaderamente especial. Cerca del río Han, un pequeño café con mesas de madera impermeable, estaban todas vacías menos una. Luhan tenía en la espalda una pesada manta, al final, el día estaba un tanto frío. Su mirada era la misma, aunque todo lo que estuviese a su alrededor pareciese enfermo. Su piel pálida era casi cadavérica, asustadora, como si él fuese un fantasma y pudiesen pasar su mano a través de su cuerpo.
"Bebe tú té."
Luhan sonrió y bebió el té caliente mientras se encogía debajo de la manta que cargaba en su espalda.
"¿A dónde quieres ir hoy?"
"¿No tienes nada en mente?"
"No..."
"Vamos a mi casa entonces."
Luhan dio un coscorrón en la cabeza de Kyungsoo.
"Sólo sabes quedarte en casa, ¡flojo!"
Kyungsoo soltó una muy discreta sonrisa y pasó la mano por sus cabellos.
"Quiero que tú vengas a mi casa."
"¿Para tener que encontrarme con tu hermano?"
"No es esa casa. Esa casa es de Sehun, yo quiero que tú vengas hasta la mía."
Kyungsoo quedó un poco receloso pero, Luhan no le dio tiempo de pensar, sólo se levantó y comenzó a caminar hasta su carro estacionado no muy lejos de ahí. Las pocas personas que pasaban en la calle con certeza hallaban gracia en él que prácticamente estaba envuelto en una manta, como si se acabase de levantar, siendo seguido por un muy bien vestido Kyungsoo.
El moreno se sentía un poco inseguro de estar en el carro con Luhan, el joven transmitía confianza y bien estar, que era difícil imaginar que estaba mal. La casa de Luhan estaba lejos del centro de la ciudad, en un área con más árboles y menos movimiento. Era como un refugio escondido en una colina. La casa no era muy grande pero tenía dos pisos y un jardín escondido, cuyo paisaje era toda una ciudad de lejos.
Kyungsoo se quedó cerca de la ventana en la sala de la casa, observando el paisaje marcado por una espesa niebla, mietras Luhan traía una taza con té caliente. Se quedaron algunos segundos observando la niebla comenzar a disipar en aquella mañana fría. Luhan ya no tenía la manta en los hombros, ni un abrigo, vestía lo que parecía un pijama de color gris claro, casi del mismo color de su piel. Kyungsoo se dio cuenta en ese momento de que el otro estaba muy delgado, obviamente estaba enfermo. Sus huesos estaban prominentes, manos delgadas, como si se pudiesen desarmar con cualquier toque.
"No me mires así Kyungsoo, me haces sentir peor de lo que ya estoy."
Luhan bromeó mientras se apartaba de la mirada fija del otro y caminó lentamente, como si arrastrase los pies, hasta el sofá grande y blanco en el centro de la sala. Era el único mueble de la sala. Kyungsoo recordó la casa de Jongin en ese instante. Era muy parecida, pocos muebles y todo blanco. Todo extrañamente blanco, como si estuviesen en el paraíso, o en el limbo.
El mayor se sentó en sofá y colocó las piernas encogidas contra el cuerpo un poco de lado, apretando los dedos de sus pies como si tuviese frío. Kyungsoo se sentó al lado de él, aquél contrastaba completamente con todo aquél ambiente de paz, un Kyungsoo con aura y ojos pesados, cubierto de ropas negras. Colocó la manta colorida que estaba a espaldas del sofá sobre los pies de Luhan que agradeció con una sonrisa tímida.
"¿Por qué me trajiste a aquí?"
Kyungsoo preguntó, para después dar un pequeño trago a su té caliente. Notó que al final Luhan aún recordaba sus gustos, el té era de vainilla y menta, aquél que Kyungsoo siempre le decía que era su favorito.
"Parecías necesitar un descanso."
Luhan también bebió de su té, miraba hacia el frente con un aire de preocupación. Luego de que colocó los labios en la taza, miró a los ojos de Kyungsoo que parecía un poco perdido en sus propios pensamientos, la mayoría aún estaban en Jongin, cómo estaría, lo que estaría pensando, haciendo, si ya habría almorzado o si estaba jugando con Laika. Escuchó un chasquido de dedos y salió de su trance, mirando hacia Luhan que tenía una sonrisa divertida en el rostro.
"¿Viste? ¡Parece que constantemente estás en otro mundo!"
Kyungsoo viendo esa sonrisa, casi como si fuese por instinto, llevó su mano al lado del rostro del otro, acariciándolo gentilmente. Luhan dejó su rostro reposar sobre la mano de él mientras cerraba los ojos, sintiendo la palma tibia contra su piel fría. Era como si pudiese guardar toda la calma de Luhan en sólo una mano, estaba tan delgado que era asustador. El moreno sintió una lágrima helada del otro caer en su mano. Una única.
"Yo sé que ya no eres más mío..."
Luhan susurró, abrió los ojos y aseguró la mano del otro haciéndola bajar. Kyungsoo miraba los movimientos del otro con una mirada igualmente triste. Él también sabía que él ya no era más de Luhan, pero no soportaba verlo de aquella forma y no sabía que más hacer.
"Pero puedo serlo... ¿Sólo hoy?"
Pidió disimulado, mientras enlazaba los dedos del otro, asegurándolo con fuerza. Kyungsoo sintió un apretón en el pecho, no quería en ninguna forma traer a Jongin, fuese en pensamiento o de forma física pero ese Luhan, tan flaco, pálido, como una muñeca enferma y sin vida.
No sabe decir no.
No sabía decir.
No dijo.
Lentamente Kyungsoo se aproximó a Luhan, acercó sus manos al rostro de él, sus labios a los labios del otro, sus respiraciones se mezclaron de una que a Luhan le parecía mágica y maravillosa pero a Kyungsoo le hacía revolver su estómago.
Sellaron los labios de manera tímida y nerviosa, tantas veces en el pasado habían compartido besos de diversas intensidades, pero en aquél momento todo estaba tan cambiado, ellos no eran más los mismos. Luhan estaba mucho más necesitado, más desesperado y Kyungsoo parecía tan tranquilo, como si fuese parte de aquél beso.
Las manos temblorosas de Luhan se colocaron en la camisa de Kyungsoo, empujándolo lentamente, no tenía la menor intención de jalar de allí, sólo parecía quererse agarrar de aquél lugar y dejar preso al moreno para siempre.
Entre los labios corrían las lágrimas de desespero de Luhan, Kyungsoo intentaba ignorar el gusto de ellas pero no era posible, cuando corrían hasta su lengua, sentía el gusto salado de la más pura agonía, casi como si pudiese sentir todos los dolores del otro escurrir por sus labios. Su boca tenía un gusto férreo, de tanto toser sangre, aquél gusto ya se había impregnado en la boca de él.
Se separaron cuando buscaban un poco de aire para los pulmones, aún más para lo debilitado de Luhan.
"Discúlpame."
Habló el enfermo mientras soltaba la camisa de Kyungsoo, no parecía conseguir encararlo, tenía los ojos perdidos en algún otro lugar. Enjugó las lágrimas con el dorso de su mano y sollozó un poco. Se levantó sin dar aviso, dejando al otro un poco preocupado, subió las escaleras rápidamente y descendió con dos sobres en manos. Volvió a su lugar en el sofá con el rostro menos avergonzado.
"Toma."
Le entregó ambos sobres a Kyungsoo. Ellos tenían un color de papel viejo, como si hubiese caído café sobre ellos y hubiesen secado al sol. Pero el aroma era otro, tenían un olor de vainilla.
"Uno es para ti y otro es para Jongin."
Sonrió pasando una mano por su frente. En la mano que pasaba por su rostro, tenía un pañuelo blanco, con una pequeña flor lila bordada en una de las puntas.
"Se la leeré cuando llegue a casa, no te preocupes."
Kyungsoo aseguraba los dos sobres con cuidado.
"No Kyungsoo, yo quiero que él la lea... solo."
Kyungsoo extrañado miró a Luhan.
"Sabes que él es ciego, ¿no? Y además de eso, él quedó ciego muy joven, no debe ni de haber aprendido a leer bien."
"No importa. Sólo él puede leer eso. Prométeme que no lo vas a leer."
Kyungsoo bufó y pasó una de sus manos por los cabellos.
"Está bien, lo prometo."
Luhan estiró la mano con el dedo meñique apuntando hacia arriba. Kyungsoo rio de aquello y colocó su dedo junto al de él. Los aseguraron con fuerza uno al otro, como dos niños que sellaban una promesa. La sonrisa del moreno desapareció lentamente, mientras que la de Luhan continuaba ilumando la sala.
Kyungsoo jaló el cuerpo del otro contra el suyo, en un fuerte abrazo. Dejó su rostro apoyado en la curva del cuello del mayor mientras se contenía de no llorar desesperadamente.
"Voy a sentir tanto tu falta."
Repitió varias veces mientras abrazaba el frágil cuerpo de Luhan. Éste llevó sus manos hasta las negra hebras de cabello del otro, acariciándolo lentamente.
"Voy a estar siempre contigo."
Respondió como en un susurro al pie del oído de Kyungsoo. Cuando el cuerpo de él comenzó a deslizarse de entre sus brazos, Luhan tapó los oídos del menor con una mano y el otro lo presionó contra su pecho. El mayor intentaba no derramar lágrimas, intentaba engullirlas todas con los ojos tristes.
No se separaron en ningún momento, por todo el día. Kyungsoo no tenía el coraje de soltar Luhan, como si tuviese el macabro presentimiento de que aquél día sería el último que irían a compartir por completo. Su presentimiento podría estar errado, imploraba a cualquier Dios para que estuviese errado. Aquél día soleado que dividieron, sentados en el pasto del jardín de Luhan, no podía ser el último del mayor.
"¿No tienes sueño?"
Luhan preguntó mientras pasaba sus dedos fríos por los cabellos de Kyungsoo que estaba acostado en su pecho, los dos juntos sobre la cama de Luhan calentados por la rugiente chimenea. Kyungsoo miraba a Luhan, como si intentase guardar todo lo que pudiese en su memoria, de todas las características y manías que el otro poseía.
El mayor se sentó, se cubrió con un edredón blanco y miró al techo. Kyungsoo acabó por acostarse al lado de él, por encima de los cobertores, quedó acostado de lado, observando lentamente a Luhan caer en un sueño, tan pacífico. Su delgada respiración era asustadora. Kyungsoo no quería salir de allí pero tampoco se quería quedar. Esperó a que el joven cayera en un sueño más profundo, hasta que ya roncaba, se levantó. Llamó a Sehun para que fuese a pasar la noche con su hermano y se fue cuando el otro llegó.
No sabía ni siquiera a dónde ir. No sabía si debía ir con Jongin o si era mejor sólo ir a su casa a descansar su cuerpo y alma.
Cuando se dio cuenta, ya abría la puerta del apartamento de Jongin. Lentamente, con miedo de despertarlo. Vio los pies del joven fuera del sofá, se acercó lentamente y vio al angelical Jongin durmiendo, abrazando a Laika que no se movió aunque estuviese despierta. Era como si ella estuviese guardando su sueño. Kyungsoo miró a todos lados, parecía no saber dónde estaba, nada le parecía familiar y le causaba una angustia. Volvió a mirar a Jongin, se aproximó a él y le dio un suave beso en el rostro, dejando la carta de Luhan sobre la mesa de centro de él.
Sigilosamente como entró, salió.
Durmió en el sofá de su propia casa.
•♫•
"No pensé que volvería a este lugar tan rápido, no por su culpa..."
Kyungsoo tenía las dos rodillas apoyadas en la hierba verde y cubierta de rocío. Aquellos campos funerarios le traían los peores recuerdos posibles.
Y ahora tenía una más en la lista.
Miraba aquellas letras, entalladas en el mármol, con los ojos tristes de cuando era un niño. No importaba si ensuciaba sus manos de tierra mojada mientras las pasaba por la pequeña montaña a su frente. Quería sofocarse en sus propios gritos que hacían eco en el campo vacío.
Sehun veía aquella escena de lejos, amparado por uno o dos amigos y Suho. Aún tenía lágrimas cayendo por el rostro desesperadamente, aunque no emitiese ningún sonido. Sólo tenía sus ojos fijos en el cuerpo de Kyungsoo, sumiso en toda su tristeza incubada.
Parecía llorar todo lo que había olvidado llorar las otras veces y, proseguía a gritar, quería desaparecer con su propia voz. Estiraba algunas hojas de hierbas encima de aquél lugar macabro, perforó la tierra con sus manos mientras parecía maldecir al viento, como si maldijera a cualquier 'cosa' que le había arrebatado a las personas que amaba.
Jongin no había aparecido en el funeral. Ni ese día ni en ninguno más. Ya hacía una semana desde que se vieron, desde que Kyungsoo le dio aquél beso secreto en medio de la noche y dejó la carta sellada. El festival fue aplazado debido al fallecimiento de Luhan, pero a Kyungsoo no le importaba más eso, no conseguía ni estar cerca de su piano.
Sehun aseguraba que su hermano falleció en un día tranquilo, que tuvo tiempo de despedirse de todos los que amaba y cierta noche después de terminar el libro que estaba leyendo, sólo durmió y olvidó cómo hacer para despertar. Pero su hermano contaba que no tuvo la oportunidad de decirle todas las formas que lo amaba, todas las cosas que aún quería vivir con él y, cómo quería cuidar de él aún por muchos años a seguir.
Kyungsoo sólo desistió de gritar cuando su voz ya no existía, se apoyó en las manos y rodillas sobre el sepulcro del otro, mirando el nombre escrito allí. Llevó las puntas de los dedos hasta el lugar, deslizándolos lentamente por él que, estaba un poco mojado. Abajo tenía una modesta dedicación.
"Antes de vivir, ama."
Cuántas veces él le había dicho eso a Kyungsoo, ya había perdido las cuentas completamente.
Sus lágrimas calientes se mezclaron con la fría lluvia que comenzó a caer del cielo.
Sintió un dolor en la cabeza, como si le hubiesen dado un fuerte golpe. Su cuerpo cayó contra la hierba fría. Su visión estaba borrosa, sus oídos parecían tapados. Escuchó los pasos apresurados de los otros aproximándose, escuchó la voz asfixiada de Sehun gritando su nombre, quería gritar por Jongin, pero no conseguía vocalizar nada demás de un murmuro.
-
"Deja de llorar, aún no es tu turno."
-
"Eres un joven con mucha suerte."
Kyungsoo abría los ojos lentamente, pesados, no parecían querer encarar la realidad que le rodeaba. Tenía el rostro en una máscara de oxígeno, respiraba con dificultad, sus manos estaban frías y al mismo tiempo sudaban.
"Ya me han dicho eso algunas veces."
Dijo con dificultad pero con una sonrisa en el rostro.
"Tu aneurisma era aún muy pequeña, la ruptura fue poco y como la atención médica fue rápida, vas a lograr salir de ésta sin ninguna secuela."
Kyungsoo sonrió aún más y levantó el brazo asegurando la mano del médico.
"Gracias."
El médico sonrió y aseguró la mano de Kyungsoo, apretándola con fuerza.
"Bien, pero ahora vas a tener que hacer una dieta muy estricta y tomar varios medicamentos."
"Ya estoy acostumbrado a eso..."
"Y nada de emociones muy fuertes."
"¿Y tiene cómo controlar eso? Si yo pudiese impedirlo, no habría dejado a mi amigo morir..."
El médico se calló, suspiró y se quitó los lentes, fregando sus ojos. Le aconsejó a Kyungsoo sólo descansar por aquella semana que estaría en el hospital. Salió del cuarto antes de que él pudiese pedir para hacer una llamada. Aquél lugar no tenía un teléfono decente para llamar, probablemente había uno en la sala de esperas de su cuarto particular, pero no podía soltarse de los aparatos.
No conseguía dejar de pensar en Jongin. ¿Será que él lo había olvidado o lo habría visitado en el hospital? Pensaba como él debería estar alimentándose mal, después de todo eso era lo que Jongin hacía, dejaba a Kyungsoo preocupado.
Durante aquella semana, tuvo mucho tiempo para pensar sobre lo que le iría a decir a Jongin, en caso de que él no supiese dónde estaba. Ya se preparaba para pedir incontables disculpas e importarle que no lo dejase.
"¿Estás seguro de que estás bien para salir?"
Suho sostenía una maleta de cuero que tenía algunas ropas de Kyungsoo había usado en aquellos días, todos los libros que aprovechó para leer, además de hojas y hojas de papel que usó para escribir incontables canciones. Intentaba olvidar sus preocupaciones por un tiempo, entonces se enfocaba en escribir sobre aquellos ojos, sobre las sonrisas y sobre todo lo que le recordase a Jongin.
"¿Vamos?"
Suho preguntó y fue respondido con una calurosa sonrisa, el agente tenía miedo de preguntar el porqué de tantas sonrisas pero, prefería sólo apreciarlas, era como si Kyungsoo hubiese vuelto a ser el niño que era antes de que sus padres hubiesen fallecido.
Siguieron hasta la casa de Kyungsoo, él dejó su bolsa en el piso antes de que pudiese hablar cualquier cosa con Suho, volvió a salir de su casa.
Corrió por la calle sintiendo el viento frío contra su rostro. La noche anterior había nevado y muchos lugares del piso tenían apenas una capa de nieve, aunque él quisiese tirarse en alguno de aquellos montones de nieve, Kyungsoo sólo corrió y continuó corriendo. Sin importarle el hecho de acabar de salir del hospital, sólo corrió hasta la calle principal y, entonces, llegó hasta aquella puerta, la abrió con la llave que tenía escondida abajo del tapete y miró las infinitas escaleras.
Nunca se sintió tan bien al correr por aquellas escaleras, se sentía mucho más vivo.
"Llegué..."
Susurró con una enorme sonrisa en el rostro, comenzó a golpear la puerta, sin ceremonias, sólo fuertes golpes.
"¡Jongin, abre! ¡Soy yo!"
Comenzó a gritar después del décimo golpe, continuó llamándolo sin perder la felicidad en el rostro, aunque ya no tuviese aliento.
Paró por algunos segundos para respirar y descansar el brazo para después volver a golpear la puerta, escuchó la puerta de atrás abrirse.
"¡Hey! ¿Puedes hacer menos ruido?"
Kris bufó mientras se fregaba los ojos.
"¡Hola!"
Respondió animado mientras se giraba.
"¿Kyungsoo? ¿Qué te pasa?"
"No tengo tiempo para explicar, ¿has visto a Jongin?"
Kris pasó una mano por sus cabellos despeinados y retiró el cigarro encendido que tenía entre los labios, dejándolo entre sus largos dedos.
"Él se fue con un chico... hace algunos días ya."
La sonrisa de Kyungsoo desapareció de su rostro lentamente, en su cabeza tantas cosas comenzaron a pasar.
¿Se habría enamorado de otro tal como lo hizo de él? ¿O en todo ese tiempo Jongin no lo amó de la misma manera que Kyungsoo?"
"Hey... no hagas esa cara, no, por la forma de su cara, era pariente de él."
Los ojos de Kyungsoo volvieron a brillar, pero contenidos.
"¿No sabes a dónde fue?"
"Ni idea... Hasta se llevaron a Laika. Él no vació su apartamento."
Kris volvió a sus espaldas y entró en el apartamento en busca de algo. Su casa olía a incienso, para algunos sería un tanto desagradable pero a Kyungsoo le gustaba. El joven volvió, ya sin su cigarro. Llegó a la puerta y le entregó una llave a Kyungsoo mientras sonreía.
"Él dejó esto conmigo en caso de alguna emergencia, creo que no hay problema en que le des una hurgada a sus cosas."
El otro bromeó. Kyungsoo agradeció y un poco imprudente fue hasta la puerta del otro apartamento, abrió la puerta y observó la casa completamente oscura. Entró discretamente, prendió las luces y vio que todo aún seguía en su lugar.
Hasta el mismo sobre que había dejado allí dos semanas atrás.