May 31, 2008 22:44
Ese día, a Aiden le había dado por ir a escalar una pequeña montaña. La única razón que le dio a Eirian para hacer eso fue “la vi ayer y me pareció entretenido escalar eso”
-Vaya, que divertido- respondió sarcásticamente el chico. A él no le gustaba otro ejercicio que “caminar”-. ¡Vamos! Sabes que me voy a terminar cayendo.
-Por favor- le suplicó Aiden, mirándolo fijamente. A su amigo le pareció gracioso que una persona que se veía tan adulta como el rubio actuara así-. Si tengo que cargarte, lo haré.
Eirian se rió un poco, para finalmente decir:
-No, antes tendrías que matarme.
Aiden puso los ojos en blanco y soltó algunas groserías. Luego cogió a su amigo de la muñeca y empezó a correr, llevándoselo a rastras.
-Imbécil- susurró, riendo el rubio.
Al final, llegaron a la cima de la montaña, que había resultado no ser tan pequeña. Eirian se había negado a recibir ayuda de su amigo y había estado insultándole toda la subida, mientras Aiden se reía.
-Eres un imbécil insoportable, Aiden. No sé por qué sigo acompañándote- exclamó el exhausto chico cuando se hubo sentado en lo alto de la colina.
-Porque no puedes vivir sin mí, Eiriancito- se burló su amigo, lanzando una carcajada, para luego recibir un golpe del aludido. Sin embargo, éste ya no estaba de mal humor.
-Sabemos que tú eres el que no puede vivir sin mí, Aid. Después de todo, tú eres el que viene a mí todos los días.
-Tú eres el que me sigue.
- Claro, nada es culpa tuya. Estúpido, no sé cómo te va a soportar tu esposa cuando la tengas… si logras conseguirte una.
El pelirrojo rió muy fuerte aunque, de hecho, eso, en verdad, no le hiciese gracia. De todas formas, estaba acostumbrado a bromear sobre cosas que él encontraba serias y fingir una risa convincente.
Aiden hizo una mueca de desagrado.
-No hables de matrimonios.
Él odiaba ese tema. Estaba seguro de que cualquier relación amorosa iba a terminar como la de sus padres.
La risa de Eirian se detuvo. Aiden nunca se ponía tan serio.
-Oye, era sólo una broma- intentó aclararle el pelirrojo.
Pero su amigo no le escuchó y se fue, enfadado, de ahí.
El otro chico intentó seguirle, mas no era tan hábil en la actividad física y resbaló. Se tuvo que quedar en el suelo por bastante tiempo.
-Oh, bien, vete a la mierda- le gritó al rubio, mientras éste se alejaba corriendo.
Al día siguiente, Aiden no fue a la casa de Eirian. Éste se trataba de convencer de que era un imbécil, que se enfadaba demasiado rápido y que no tenía que preocuparse tanto por que se enojara.
-¿Por qué miras tanto la puerta, hermanito? ¿No quieres leer o algo?- le dijo Braith, distrayéndolo de sus pensamientos.
-Eh… no- exclamó un sorprendido Eirian-. ¿Te ayudo a hacer la comida?
Su hermana le sonrió.
-No, no es necesario, gracias.
Ése fue el día más aburrido de Eirian en mucho tiempo. La pierna le dolía en donde se había golpeado al caer y no podía apartar la mirada de la puerta.
Al la mañana siguiente, despertó sin muchas ganas de hacer nada. Lo único que tenía en mente era ir a disculparse con Aiden, pero no sabía bien dónde vivía este y Braith no le dejaría salir solo.
Pero no pudo pensar mucho. Braith llegó, algo sorprendida.
-Hermanito, te viene a visitar tu amigo- le anunció, para luego irse, dejando a Aiden frente a Eirian.
Era la primera vez que el rubio entraba a la casa. Parecía algo desorientado. Extraño, normalmente estaba muy seguro.
-Mh… lindo cuarto- dijo, aunque no parecía haberse fijado en nada.
Eirian alzó una ceja. Estaba confundido y le dolía la pierna.
-¿A esto viniste?- le preguntó-. Pues bien, si ya estás listo, permiso, me tengo que cambiar de ropa- dijo, intentando salir del cuarto.
Aiden le bloqueó el paso, mirando al suelo.
-¡No, espera!- exclamó-. Esto… yo… lo siento.
Eirian le miró, todavía más extrañado. Aiden normalmente no se ponía así de nervioso. Y, de todas formas, ¿no había sido él quién había hecho enojar a su amigo?
-Ayer fue una mierda, mis padres no paraban de discutir y no tenía nada mejor que hacer que quedarme ahí- comentó el rubio. El otro chico otra vez admiró la forma en que él resistía todo eso-. ¿Estás bien? Te vi caerte, pero…
-Sí, estoy bien. Me duele un poco la pierna, pero puedo caminar- para comprobárselo, la movió un poco-. ¿Tú estás bien? Me pareció que estabas enojado… aunque no sé muy bien por qué. Sé que odias hablar de relaciones amorosas, pero era sólo una broma. No te lo tenías que tomar tan en serio…
Aiden no respondió. Lo único que hizo fue abrazar a su amigo.
Era el primer abrazo en todos esos años.
-Ya, está bien- le dijo Eirian, devolviéndole el abrazo-. Perdón a ti también. Ayer fue un aburrimiento total.
Cuando el rubio le soltó, estaba sonriendo, muy animado.
-Estamos igual. Somos un desastre para divertirnos solos- luego de decir eso, rió.
Se hizo el silencio, hasta que Aiden soltó otra carcajada.
-¿Qué?- preguntó Eirian.
-Nada, me sorprende que no tengas la pieza llena de dibujos de animalitos. Como tu hermana te trata como un niño…
Un golpe, más risas. Todo volvía a la normalidad.
-Eirian, ¿crees que cuando tengamos una pareja nos separemos más?- le preguntó su amigo, mientras examinaba el cuarto, dándole la espalda a su amigo.
-No sé, primero tendríamos que conocer a más gente.
-Cierto, ya se verá. Hasta eso, ¿te parece no pelearnos de esta forma? Es aburrido.
Ambos hicieron un sonido parecido a una risa.
Ninguno de los dos se veía la cara. Si se hubiesen visto, no habrían dejado de preguntarse por qué el otro se mordía el labio con tanta fuerza.
eirian kavil,
aiden fodaz,
eirian,
los destinados,
aiden,
¿slash?