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Año 2006
Miro la caja y solo le quedaba un solo cigarrillo. Llevaba algo más de una hora en ese camino alejado de la mano de Dios, con la rueda totalmente averiada y sin una de reserva, sin batería en su celular y para colmo en un camino secundario que ya no era usado por nadie o por ninguno que quisiera ahorrarse algunos kilómetros.
Estaba visto que debería pasar la noche allí, al resguardo de lo que empezaba a ser el frío nocturno. Reviso el vehículo en busca de algo para comer, pero casi sin suerte. No se puede llamar comida a una barra de caramelo bañada en chocolate, pero para calmar al estómago gruñón servía momentáneamente.
Hasta el IPod se había quedado muerto, ahora estaba aburrido y con largas horas para esperar hasta que se hiciera de día y poder volver a la civilización o ver si estúpidamente pasó la noche a metros de alguna casa perdida en lo que parecía ser el medio de la nada.
Tarareaba mentalmente alguna canción, vocalizando en voz alta alguna buena estrofa. Decidió salir a estirar las piernas, no le gustaba quedarse dentro de ese limitado espacio más del necesario. Vio en el asiento de atrás la campera que tenía detalles blancos y quizás alguien podría percatarse de su presencia si la llevaba puesta, así que en dos movimientos hábiles ya la llevaba encima.
No pasó más que unos pocos minutos cuando a lo lejos pudo ver aparecer y desaparecer un par de luces, a través de la arboleda que existía en ese sitio; alguien debió haberse apiadado allí arriba con él, era una sensación muy gratificante.
Se quedó mirando el trayecto que llevaban las luces y por cómo se movían, pudo constatar que iban en dirección hacia donde él se encontraba.
Espero pacientemente hasta ver que el vehículo se encontraba a una distancia prudencial para ponerse en el camino y poder pedirle ayuda, y que pudiera frenar en el caso de que aceptara su pedido. Debía darle espacio suficiente para que el que viniera pudiera ver que no tenía malas intenciones.
Cuando constato que fue visto, se hizo a un lado apoyándose en su auto y rezo para que le diera el aventón que estaba necesitando.
Contuvo el aliento cuando vio que bajaba la velocidad y bajaba la ventanilla del lado del acompañante y el sujeto se inclinaba para preguntarle en que podía ayudarlo.
Luego de las explicaciones de rigor, recibió la tan ansiada invitación a llevarlo hasta algún sitio donde poder llamar a la grúa.
- Mi nombre es Tom, le dijo al tiempo que extendía su mano para saludarlo.
- Un gusto conocerte y poder serte de ayuda, obtuvo como respuesta; acompañada de una incitante sonrisa y corriente al momento de juntar sus manos.
Resultaba que el sujeto tenía una cabaña a casi un kilómetro de distancia y desde allí podría hacer todas las llamadas que necesitaba, comer algo que le evite desfallecer y todo desde un lugar agradable alejado del frío que se avecinaba. Incluso le permitiría pasar la noche allí y remolcarle el vehículo hasta el taller más cercano.
Recogió algunas cosas esenciales del auto y las guardo en la parte posterior del otro vehículo, también se quitó la campera y subió inmediatamente. Cuando vio esos ojos, resulto encandilado como no le ocurría desde su primera época de preparatoria. Y la voz, le incitaba a querer oír como sonaría su nombre saliendo de allí.
Dentro del coche, la calefacción estaba encendida y eso hizo que decidiera dejar la campera en el asiento de atrás, al intentar quitarse el cinturón rozó sin querer la mano del otro que se encontraba apoyada en la palanca de cambio. Al pedirle disculpas vio como el otro se relamía los labios antes de responderle que no había problema y que podía ponerse más cómodo, no podía quitar su vista de los gruesos labios. Al voltear para dejarlo allí, todo el perfume del conductor lleno sus fosas nasales y resultó completamente atraído tardándose más de lo necesario. Incluso llego a creer que no le molestaba en absoluto a la otra persona que se mantuviera dentro de su espacio personal.
- Detrás hay cerveza, fíjate si puedes alcanzarme alguna. Y toma una tú también, si quieres; susurró el conductor apenas girando su rostro hasta su oído. Tom debió enrojecer al ver que efectivamente tal cercaría no le resultaba problema al otro, es más; no dejaba de sonreírle todo el tiempo y lamerse los labios. Tomo dos, una para calmar sus ansias y otra para el objeto de su deseo.
Cuando quería darse cuenta estaba parloteando de lo que había ido a hacer en ese rincón del mundo y que no tenía que rendirle cuentas a nadie de donde iba, con quien y durante cuánto tiempo. De un momento a otro tenía su mano aprisionada por la del otro, que sin perder tiempo la condujo hasta su propio miembro incitándolo a que lo masturbara. Lo miró buscando le diera una confirmación de lo implícito a ese pedido mudo, y lo obtuvo cuando el mismo se desabrocho los botones del pantalón.
El corazón le palpitaba rápidamente y se dio gustoso a la tarea. Para tener un mejor acceso a todo le hizo levantar un poco del asiento para poder retirar el pantalón llevándolo hasta las rodillas. El sabor era exquisito, el largo era magnífico y la sensación completamente placentera. Alternaba el pene con las bolas, sin dejar de brindar atención con las manos cuando su boca se ocupaba de uno u otro sector. Gozaban uno del otro, el produciendo ruidos de succiones mientras que el conductor gemía abiertamente, sin dejar de manejar y en ocasiones cuando le follaba la boca, elevaba sus caderas para llegarle bien profundo en la boca.
Cuando sintió que iba a correrse hizo el vano intento de salirse, pero su cabeza fue sujetada fuertemente y debió tragarse todo lo que expulsaba.
Cuando los espasmos cesaron, oyó como el otro le decía que ya habían llegado y que se apurara a bajar que debían continuar en un lugar más cómodo. El conductor se terminó de quitar los pantalones dejándolos en el auto, y lo apuraba a entrar en la casa, conduciéndolo directo a su habitación.
Allí las cosas no fueron más suaves, si bien al principio no era de la idea de ser el pasivo, la forma en la que lo tocaba le hacía perder el control sobre sí mismo. Era una de las pocas veces que un desconocido daba en los puntos más sensibles y los exprimía al máximo, cuando quiso darse cuenta se encontraba esposado al respaldo de la cama por las cuatro extremidades y cuando buscó en la mirada del otro algún rastro de calma o tranquilidad solo encontró perversidad así como la sonrisa se había convertido en un gesto animal que sabía que su presa no podía escapar.
Recuerda tan bien, como si no hubiera ocurrido hace casi un año, el momento en el que Jensen le dijera las palabras mágicas. Se sintió tan feliz en ese momento que de solo pensar en ellas, su corazón hace una pirueta dentro de su pecho.
Flashback
Jensen se sentía raro, raro como muy raro. Desde lo que llevaba puesto, hasta donde se encontraba en ese momento. Él no era de hacer este tipo de cosas, la comida no era un proceso que tuviera que tener tantos pasos, ni tampoco algo con el que tomarse demasiado tiempo para que fuera ingerida. Aun así, de alguna forma Jared logro sacarle una aceptación a la invitación al picnic.
Tuvo que hacer mucha memoria para recordar la última vez que comió comida casera y recién hecha. Eso trajo a la memoria toda su niñez que nostálgicamente acudía a su memoria con los numerosos y apetitosos platos de Ellen, la experta cocinera y gran amiga que tuvo.
Las pocas veces que comía afuera, alimentos que tenían menos horas de cocinados de los que podría encontrar en su casa, eran las oportunidades que se encontraba con Jeffrey y acababan poniéndose al día en algún bar donde combinaban enormes hamburguesas con queso y beicon acompañadas de litros de cervezas.
Por todo eso, verse ahora sobre una tela a cuadrille; sentado sobre el piso frente a una enorme cantidad de comida que podría calmar el hambre de un batallón era muy extraño para Jensen. Se encontraban en un hermoso parque, alejados de la carretera y disfrutando del entorno, a Jensen todo el buen trato que recibía de parte de Jared le removía el corazón y de a poquito iban reflotando en su mente las anécdotas que su madre le contaba de cuando ella estaba de novia con su padre y eso era algo que le gustaba. Y si lo que Jared le provocaba con sus atenciones era una mínima parte de lo que su madre le contaba que sintió junto a su padre, debía lograr que Jared no se fuera de su lado jamás.
Sabía que a Jared le gustaba hablar, podía hacerlo por mucho tiempo sin parar, conectando los temas más diversos incluso aquellos que de solo pensar, te resultarían incompatibles. Pero él tenía un don natural para que cuando salieran de su boca sonara como si siempre se mezclaran. Y que también le gustaba a Jared, porque tenía una templanza maravillosa que era capaz de aguantar todo su parloteo, casi sin interrumpirlo. Diciendo alguna que otra cosa que le daba a entender que no lo había aburrido, o brindándole algún dato que desconocía; nunca imagino (ni tampoco esperaba que fuera así) que conseguiría el honor de lograr un espacio en la vida de Jensen.
Fue así que interrumpió a Jared en mitad de su monólogo acerca de los distintos tipos de pájaros que podrían existir y las diferentes tonalidades de sus cantos, para acercar su rostro al de Jared y besarlo tímidamente. Solo labios contra labios, Jensen sabía leer muy bien lo que decían los ojos de Jared cada vez que el entraba en su campo visual, y su corazón no se equivocaba cuando latía más deprisa que lo normal. Enseguida fue correspondido gustosamente por Jared, un beso delicado y dulce que significaba para ambos el comienzo de un camino juntos.
No hubo palabras del tipo “quieres ser mi novio”; “eres el amor de mi vida” o similares. Nada parecido a lo que ocurriría en alguna novela rosa.
Solo la promesa de intentarlo y ver qué pasaba, como se sentían cada uno de ellos en el camino que se abría y que probarían caminarlo juntos.
Al shock inicial, Jared reacciono eufóricamente abalanzándose sobre el rubio para tomarlo de la mano jurándole que lo cuidaría hasta el resto de sus días.
Ese día fue marcado con un gran círculo rojo como el mejor día a recordar y celebrar hasta la eternidad. Se olvidaron del mundo por el resto de la tarde.
Recién al día siguiente comunicaron a sus íntimos de la buena nueva. Jeffrey estuvo reflexivo durante el primer minuto, tiempo en el que Jared casi sintió morirse, pero luego ambos fueron felicitados y Jared recibió el mote de pequeño sobrino al tiempo que era encerrado en un afectuoso abrazo.
Jared le gruñó molesto dentro del mismo, que simbolizaba que era recibido como parte de la familia. Nunca le había gustado que le llamaran pequeño, y menos cuando le recordaba esa dolorosa época de su adolescencia. Era un sobrenombre que le traía muy mal sabor de boca y opacaban la felicidad que estaba llenando su vida.
Trato de disimular el malestar por lo oído y encerró en un abrazo a Jeffrey tratando de reconfortarse antes de que este pueda volver a verle, si Jeff sospechaba algo, no existía forma de hacerle entender que era un asunto sin importancia.
Fin flashback
Jared guardo rápidamente las gasas y demás implementos de primeros auxilios en el botiquín y agarrando de lo muñeca a Jensen lo condujo hasta la cocina. No dejaba de preguntarle cosas, que como estuvo el vuelo, que como era el hotel donde se hospedó, que como era la ciudad donde estuvo; siempre una pregunta detrás de otra sin dejar espacio a Jensen de responder.
Jensen sabía que en verdad Jared no esperaba que le respondiera todas aquellas preguntas, sino que eran su forma de recuperar el tiempo que estuvieron ausentes en la vida del otro. Lo fue aprendiendo cada vez que pasaban más de unos días separados, si este era más espaciado, Jared se arreglaba de alguna forma en inventarse la excusa más inverosímil posible para ir a su encuentro. Él también tenía sus trucos, y con el tiempo aprendía a aplicarlos en el momento más crucial, como ahora que tenía que callarlo y conocía la perfecta forma de hacerlo.
No dejo que pasara más tiempo, encerró a Jared contra la mesada y empezó a acariciarlo lentamente metiendo sus manos por debajo de la camisa para sentir su piel caliente, aprisionándolo de la cintura para que no se escapara, rozando su cuerpo al de Jared, fundiéndose en un solo ser.
Ya le faltaba poco, sentía como todo empezaba a fluir más rápido y su mente parecía caerse al vacío, ya estaba cerca y el sujeto no dejaba de succionarlo, no era que el tipo tenia opción alguna, no cuando el mismo lo mantenía fuertemente sujeto de la frondosa cabellera castaña evitando que dejara de chupársela.
CK, como dijo que se llamaba, seria una de sus victimas más preciadas. Lo encontró de casualidad cuando apenas se había deshecho de un extraño cualquiera en un destartalado edificio abandonado con el cual había logrado satisfacer sus primitivas necesidades. Apenas lo vio, pudo descubrir el monstruo en él.
Era una de esas pocas veces que encontraba a dos sujetos el mismo día con el mismo perfil oscuro en su interior, chocar con el y que la borrachera haya hecho liberarle los prejuicios, le permitió de alguna forma extender su juego. Oía como este le contaba que estaba de paso por la ciudad, según sus propias palabras; y le relataba eufóricamente como se había escapado de sus compañeros de banda de música porque estaban demasiado entretenidos con algunas fans y como no había nada de su interés decidió salir a tomar aire.
No iba a terminar diferente, ninguno de ellos debería seguir viviendo con ese monstruo dentro.
El no iba a permitir que ellos no puedan controlarlo algún día y hagan daño a alguien inocente. Era algo que se había prometido a si mismo aquel fatídico día, algo que su madre le había hecho jurar esa misma noche momentos antes de dar su ultimo suspiro. Y el no iba a faltar a esa promesa.
Aborrecía cuando disfrutaban lo que les hiciera, le hacían hervir la sangre. Le incitaban a ir más fuerte y buscar posiciones que lo hicieran sufrir de alguna manera. Era verlos incómodos al principio para que segundos después le pidieran que los golpeara más fuerte o fuera más rudo, no hacían más que pedir los matara más rápido. No había encontrado uno que le pidiera que parara.
Con este no había sido la excepción, al principio parecía algo remilgado, como si hubiera encontrado la excepción a la regla, estaba considerando perdonarle hasta que se mostró como el intuyo que era. Este tampoco obtendría compasión.
Se dejo atar dócilmente, tan dócilmente que hasta le causaba pena, por confiar en alguien que apenas conocía. Hizo que se arrodillara para empezar a atarle las manos por delante y para evitar que las moviera las sujeto dio un par de vueltas con la misma soga alrededor de la cintura.
Así lo había dispuesto, para luego hundir su pene en la boca de CK sin parar ni darle respiro.
Saco su miembro para correrse por todo su rostro, golpeándolo con la punta una vez que la ultima gota resbalara por la punta, sonrió lascivamente cuando lo veía abrir la boca buscando volver a comérselo, sin dejar de relamerse con la lengua los pocos rastros de semen que la lengua pudo rescatar.
Estaba pensando la mejor manera de castigarlo, algo que lo hiciera implorar por vivir pese a que no iría a hacerlo a fin de cuentas. Se le ocurrió algo sensacional al ver el pañuelo sobre su cabeza, sin pedir permiso se la quito de un manotazo y la desenvolvió con extremada tranquilidad; la doblo a lo largo y la dejo descansando sobre su hombro.
Se agacho por detrás de su presa y lo empezó a acariciar por todo el torso, pellizcándole por encima de la ropa los pezones, bajando por el vientre y acabando encima del pene de CK para empezar a acariciarlo bruscamente, sin delicadeza alguna.
Oír como gemía le provocaba ser cada vez más rudo, más brusco pero las palabras que el quería escuchar no llegaban jamás. Eso lo enfurecía mucho y todo se volvía más violento, pero ni aún así ellos pedían que parara.
La sangre manaba por el costado, corría deprisa por la herida abierta mientras mantenía fuertemente apretado el pañuelo alrededor del cuello evitando que pudiera seguir pidiendo por más, movía frenéticamente las manos en un vano intento de impedir que siguiera apretando esa tela alrededor de su cuello. Era una carrera por buscar aire, que había perdido sin siquiera empezar, de nada servia tirarse al piso buscando alejarse de su agresor ya que estaba casi completamente inmovilizado. Suplicaba mudamente por su vida ante un ser frío al que no empatizaba frente al dolor que el mismo estaba causando.
Quería acabar de una vez por todas con esa bestia que lo perseguía, que lo acechaba constantemente y lo encontraba donde sea que estuviera. No tendría paz mientras esos ojos estuvieran mirándolo, no dejaría que el miedo lo dominara y le permitiera que volviera a hacerle daño, esta vez el atacaría primero y de esa forma podría estar en paz.
Con ese pensamiento sonríe cuando descubre que ya dejo de sentir la resistencia y soltó el pañuelo dejándolo caer, oyendo como se produce un ruido sordo cuando el cuerpo choca contra el piso.
Se siente tan gratificante volver a ser libre, completamente satisfactorio por deshacerse del que tanto daño le causo a su madre pese a que no pudo darse cuenta antes para salvarla.