Title: Yoochun
Fandom: TVXQ
Pairing/Characters: (OT3? OT4?) Junsu, Jaejoong, Changmin; Yoochun, Yunho.
Rating: PG
Warnings: Madness.
Genre: AU. Angst. (Sobrenatural?)
Notas: Escrito el 29 de enero del 2009. Sin editar
Summary: La culpa poco a poco devora a Junsu y a Jaejoong; pero hicieron lo correcto. Changmin no puede volver, Yoochun no puede irse.
Los médicos les dijeron que habían tomado una decisión sabia y valiente. El psiquiatra-el loquero, los felicitó por su fortaleza. “Ver a un amigo en este estado es sumamente difícil”, repetía como si ellos no lo supieran; como si les ayudara de alguna manera saberse apoyados.
No lo hacía. En lo más mínimo.
Cuando se llevaron a Changmin --arrastrándolo con toda la fuerza bruta que los brazos de los enfermeros poseían, rogando en un llanto silencio que el calmante hiciera efecto para que Changmin se durmiera y dejara de aferrarse a las paredes como si estuviera luchando por su vida--, las emociones guardadas dentro del apartamento los asfixiaron.
Preocupación, angustia, amor, pena, locura, tristeza y oh, tanta culpa. Culpa, aunque sabían que hacían lo correcto; culpa, aunque el calmante por fin desmayaba a Changmin. Culpa, porque estaban entregando a su mejor amigo.
“Hicieron lo mejor para él”, les dijo el loquero antes de irse. Pero la frase quedó ahogada entre el eco que los gritos de auxilio que Changmin les lloró mientras luchaba con la sustancia que dentro de sus venas lo vencía poco a poco.
Junsu se vio reflejado en los ojos igualmente vacíos de Jaejoong una vez la puerta se hubo cerrado tras la figura todavía arrastrada, totalmente derrotada, de Changmin.
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--Creo que voy a vender el piano -le comentó Jaejoong un miércoles por la mañana mientras desayunaban en silencio.
Hacer funcionar la garganta requería un esfuerzo extraordinario por parte de ambos una semana después del incidente. El ambiente, más pesado que nunca, les oprimía el pecho sin piedad.
--¿Estás seguro, hyung? -preguntó Junsu jugando con su comida.
--Verlo ahí no nos hace bien, Junsu -suspiró-. Y tú lo sabes. No podemos continuar torturándonos a nosotros mismos de esta forma…
--No es eso. Es que,… el piano es tan especial para él. Changmin…
--¡Cuando compramos el apartamento el piano estaba aquí! -Jaejoong alzó la voz golpeando la mesa con un puño- ¡Ese piano fue lo que empezó a volverlo loco! ¡Nunca debimos conservarlo!
--¡No es así! -Junsu se levantó de un golpe de su silla, encarando al mayor con una entereza que no sentía realmente- Yo… yo no creo que debamos deshacernos de él po-porque era especial. Minnie lo amaba y creo que verlo lo hacía sentirse en casa y…
Junsu perdió la voz al reparar en el semblante totalmente dolido que Jaejoong le dedicaba. Junsu ahogo un espasmo de llanto cuando notó que el mayor había recolectado la fuerza suficiente para volver a hablar, esta vez, en un tono tan condescendiente que lastimaba.
--Junsu, tú… ¿Tú crees que Changmin va a volver? -con lentitud se levantó de su silla al tiempo que apoyaba las manos sobre la mesa quedando más bajo que su dongsae, como si le estuviera hablando a un niño grande- Él… no puede.
--¡Eso nadie lo sabe! ¡Puede recuperarse! ¡Sabemos la voluntad que Min--!
--Le diagnosticaron esquizofrenia severa -Jaejoong tragó saliva con lentitud-. Dicen que prefieren mantenerlo sedado porque cuando no lo está, a-aparantemente, se pone… se pone peor que cuando estaba aquí… Se la pasa preguntando por Yoochun. Di-dice que lo abandonó como… como a nosotros.
En ese momento Junsu notó que los ojos de Jaejoong se veían brillantes por la cantidad de lágrimas que agrupaban en ellos, y que todo su alrededor se veía borroso por la infinidad de gotas que los suyos dejaban salir.
Junsu pudo hablar unos segundos (o minutos, horas, días, eternidades) después.
--¿Por qué no me lo habías dicho?
Como respuesta Jaejoong bajó la cabeza y encogió los hombros con lentitud. Junsu entendió porqué no hablaba; el aire no estaba llegando bien a sus pulmones tampoco.
--No va a regresar…
Jaejoong movió los labios para decir que no, sin embargo, ningún sonido salió de su garganta.
La culpa renació con fuerza en cada uno de los rincones de la pequeña cocina. La tristeza se posó definitivamente sobre sus hombros y una pasiva rabia corrió por sus venas.
No puedo respirar. Necesito respirar, Changmin-ah. Respirar. Respirar. Respirar. Respirar.
Junsu gritó. Una combinación de vocales sin sentido flotó en el aire abriéndose paso entre los recuerdos de Changmin rogando que lo dejaran quedarse, que no quería irse.
Jaejoong ni siquiera se inmutó por el largo y totalmente escandaloso grito. No había fuerzas en el cuerpo de Junsu, sólo mucha impotencia y arrepentimiento; su gritó no salía de su garganta, sino desde los pedazos de alma que le quedaban con vida.
Junsu salió del apartamento unos segundos antes de que las paredes del mismo le respondieran con el llanto que Minnie de alguna forma había grabado en ellas.
¡Yoochun! ¡Yoochun! ¡No quiero dejarlo! ¡Déjenme quedarme, hyungs! ¡Por favor, por favor, por favor! ¡Yoochun!
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Cuando Junsu regresó al apartamento el siguiente día temprano, no se sorprendió al ver a Jejoong totalmente acurrucado sobre la cama de Changmin. Junsu se hizo consciente de la rigidez de sus propias facciones cuando, viendo los ríos secos de lágrimas en las mejillas del mayor, no sintió absolutamente nada.
Aquella falta de emociones debería aterrorizarlo, pero no. Así como la habitación de Changmin parecía exactamente la misma, pero no lo era.
Con lentitud, Junsu dirigió sus pasos a la reducida sala gracias a todo el espacio que el elegante piano negro ocupaba. Se dejó caer en el sofá al lado del instrumento, en el mismo sitio donde solía posarse cuando Changmin tocaba.
O cuando Changmin perdía poco a poco su sanidad, que viene a ser lo mismo.
Reposó su cabeza sobre el espaldar y se sintió más cansado que antes. Sus ojos, no obstante, siguieron recorriendo la sala buscando algo y nada en particular. Porque no, no va a volver, acostúmbrate al espacio vacío que siempre estará. Entonces su vista se fijó en un nuevo ramo de flores frescas que había sobre la pulida superficie del piano.
Sintió cierto alivio cuando frunció el entrecejo naturalmente, sin necesidad de recurrir a la poca energía que guardaba.
--Yo las puse -la voz de Jaejoong lo hizo saltar en su puesto y voltear la cabeza hasta observar a su compañero que lentamente se acercaba al otro extremo del sofá-. A Changmin le gustaba mantener ahí flores vivas, ¿no es así? Por lo que… pensé que sería bueno… seguir con la tradición que nos dejó.
Junsu supo que una sonrisa curvaba tristemente sus labios cuando Jaejoong la hizo recíproca. El menor no tuvo corazón para recordarle a su hyung que justo cuando Changmin instauró la costumbre de las flores las cosas empezaron a cambiar poco a poco.
O tal vez Jaejoong sí lo recordaba y no quería alterar el ambiente alguna vez feliz que compartieron así como Junsu no quería deshacerse del piano que tocó el final del mismo.
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Jaejoong pasaba más y más tiempo en la antigua habitación de Changmin pero Junsu no pensaba reprocharle nada porque entendía que, por alguna razón, estar en el núcleo donde Changmin fue de ellos lo ayudaba con su día a día.
Junsu, por otra parte, no lo soportaba. El olor del perfume de Changmin mezclado con el de medicina--sedantes derramados, los recuerdos pintados en una variedad infinita de colores, los sentimientos de arrepentimiento y preocupación luchando en una esquina y los gritos que las paredes todavía conseguían lanzar.
Yoochun. Yoochun. Yoochun. Quiero estar con ustedes y con Yoochun.
Aquello era demasiado para él y justo lo que Jaejoong necesitaba. El mayor, sin embargo, parecía temeroso de acercarse al piano de la sala a pesar de que seguía cambiándole las flores con regularidad, mirándolo con recelo cada vez que pasaba a su lado. Junsu prefería pasar las tardes ahí, dejando que sus ojos se acostumbraran al vacío que por alguna razón nunca esperaba encontrar.
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--Hyung -la voz de Junsu se oyó en sus propios oídos tan triste como furiosa-, ¿Qué crees que estás haciendo?
Jaejoong despertó del semi sueño en el que se encontraba y dejó caer la mano que sostenía una cola de cabello sobre su cabeza. Con sorpresa y lentitud miró sus manos, luego a Junsu, después -tan sólo un segundo- al piano en la lejanía, para volver a posar sus ojos desorbitados en el menor.
--Lo lamento. Yo… yo no me di cuenta que…
Changmin usaba el cabello largo. Decía que le gustaba jugar con él y todos sus amigos adoraban saludarlo acariciando las suaves ondas que adornaban su cabeza. Siempre lo llevaba suelto porque cuando estoy estudiando, por ejemplo, y cae sobre mi cara es como si me sumergiera en otro mundo, hyung. Deberías intentarlo, tal vez así descubrirías que no hay ningún problema con tu inteligencia sino que posees un simple inconveniente de falta de atenc--¡Auch!
Sólo cuando tocaba el piano se lo amarraba en una cola… Cuando empezaron al perderlo completamente. Una cola alta y al mismo tiempo desordenada.
Exactamente el mismo estilo de cola que Jaejoong tenía en su cabello cuando Junsu entró a la cocina.
No era un peinado normal y ambos lo sabían pero creyeron que era una más de las excentricidades que hacían único a Changmin. No es un peinado normal, menos con el poco cabello de Jaejoong, y Junsu lo sabía pero de nuevo se había quedado sin fuerzas para hablar.
De repente lo oía otra vez (¡Yoochun!) y vamos, respira, respira ¡respira!
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Junsu había notado cómo todos los productos y adornos para el cabello que Jaejoong poseía había ido a parar a la basura. También sabía que el mayor no comía lo suficiente y que las ojeras que lucía su rostro hablaban de muchas noches sin descanso alguno.
Pero lo que realmente llevó a Junsu a preguntarle a su hyung cómo se sentía fue el fuerte sentimiento de miedo que poseía visiblemente a Jaejoong cada vez que miraba el piano.
--Jaejoong-hyung, ¿quieres, te sentirías mejor si… regalamos el piano?
El pálido semblante de Jaejoong se alisó al tiempo que abría la boca con desconcierto y sus ojos se agrandaban. Dos segundos pasaron y Junsu no supo qué hacer hasta que el mayor habló.
--No, Junsu -le respondió en un susurro-. No quiero que se vaya el piano también -se aclaró la garganta y cerró los ojos antes de continuar-. Yo… yo creo que sólo estoy pasando la etapa post-traumática.
--Pero, hyung…
Jaejoong sonrió agriamente y abrió los ojos interrumpiéndolo.
--No creas que no me he dado cuenta de que duermes en el sofá con el cojín de Changmin como almohada. O que, curiosamente, se perdieron las joyas favoritas de Minnie junto con su perfume.
Junsu apartó la mirada apenado y felicitó interiormente a sus mejillas por sonrojarse un poco.
--Lo extrañamos mucho, hyung.
Junsu creyó que la conversación había terminado cuando Jejoong no hizo ni el esfuerzo por responder. Tres minutos más tarde, no obstante, obtuvo su respuesta:
--Tengo miedo de perderme sin él, Junsu. Así como tengo miedo de perderme en lo que dejó atrás -Jaejoong se ahogó durante un segundo con su propio aire-. De alguna manera, creo que nuestro siempre atento dongsae nos protegía de algo…
¿De el tal Yoochun? Quiso preguntar Junsu pero intuyó que aquella no era exactamente la respuesta correcta.
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Junsu abrió la puerta del apartamento y la melodía que llenaba el ambiente lo hizo quedarse frío sobre sus pies. Las soledad y melancolía danzaban con la propia música como si fuesen uno solo y el corazón del menor se llenó de miedo porque él recordaba esa melodía; tenía pesadillas con ella.
Y sintió tanto terror que no puso hacer nada excepto recordar.
Changmin con la espalda totalmente derecha, sentado en el banquillo del piano, con una cola alta y despeinada liberando sus facciones de su cabello. Sus largos dedos recorriendo las teclas una y otra vez hasta formar la melodía más triste que existía.
Con los ojos desenfocados y brillantes al mismo tiempo (locura, eso es locura), con el semblante totalmente libre de emociones y las manos volando de aquí para allá.
Era Changmin pero no lo era. Definitivamente no lo era.
Changmin no tocaba el piano.
Jaejoong tampoco.
Junsu se percató de que corrió hacia su hyung cuando lo tuvo entre sus brazos y lo sacudió con brusquedad.
--¡¿Qué haces?! -le gritó todavía agitándolo rápidamente- ¡¿Cómo te atreves?! ¡¿Qué te pasa?!
Deja de tocar. Deja de tocar. Deja de tocar de una maldita vez.
--¡Detente, Jaejoong!
Junsu no sentía cómo las lágrimas surcaban su cara, pero a penas notó que la melodía ya no se escuchaba se apresuró a sentarse en el mismo banquito de Jaejoong y no pudo evitar volver a gritarle lleno de rabia.
--¡¿Qué estás haciendo?! ¡¿Por qué e--?!
Los ojos de Jaejoong estaban vacíos, desenfocados, oscuros, brillantes. Eran los ojos de Changmin; los ojos que al mismo tiempo no eran de Changmin.
Junsu se congeló en su sitio, totalmente tieso, viendo la transformación de los globos oculares del mayor.
No Changmin, no Changmin, no Changmin, Changmin, Changmin, Jaejoong.
--¿Ju… Junsu? -susurró en un hilo de voz.
La mirada de Jaejoong recorrió lentamente el piano hasta llegar a sus manos. Luego, con lentitud, las subió hasta su cabello, amarrado en una cola que no le pertenecía en lo más mínimo. Segundos de terror total se congelaron en sus pupilas.
Junsu observó sin poder moverse como el cuerpo de Jaejoong se arqueaba y sus manos volaban a posarse sobre su boca en un intento por ganar tiempo mientras que se dirigía al baño con rapidez.
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Junsu se despertó en la madrugada cuando inconscientemente trató de abrazar el cuerpo de Jaejoong y no encontró nada. Se habían quedado dormidos en el cuarto del mayor mientras ambos trataban de encontrar una respuesta para los acontecimientos de la noche y reunir energía para hablar.
No lograron ninguna de las dos.
Si bien Junsu sentía su cuerpo cansado y pesado no pudo evitar levantarse de la cama y caminar hasta la cocina donde sabía que Jaejoong se encontraba.
Pero se equivocó. Junsu halló al mayor sentado en el banquillo del piano sin la más mínima intensión de tocar, o al menos eso reflejaban sus facciones llenas de miedo y angustia.
Con suavidad se sentó a su lado, compartiendo el mismo asiento, mirándolo fijamente. Segundos más tarde, Jaejoong le devolvió la mirada y Junsu sintió alivio al observar los ojos de Jaejoong y no los de Changmin o los que no eran de Changmin.
--¿Qué sucede? -preguntó por fin el menor con la voz casi rota gracias a todo el llanto silencioso de la noche.
--Es Yoochun -respondió Jaejoong como si fuera la respuesta más simple del universo.
Junsu frunció el entrecejo volviendo a sentir la rabia renacer poco a poco en su sangre.
--¿Qué? -dijo tratando de controlarse hablando con los dientes apretados.
--Él… se siente tan solo, Junsu -la voz de Jaejoong sonaba tan triste como se veían sus ojos-. Sabe que Changmin no lo abandonó por libre albedrío, pero no puede evitar sentir que otra v…
--¡¿De qué hablas?! -le reclamó Junsu casi gritando- ¡¿Yoochun?! ¡Él no existe! ¡¿Es el mismo de Changmin?! ¡No juegues con eso, Jaejoong, no lo hagas!
--¡No estoy jugando! ¡Ni lo estoy inventando! ¡Te digo que existe y está aquí! -Jaejoong tomó aire y empezó a hilar oraciones en un tono bajo y rápido, imitando el tono de Changmin cuando por fin decidió hablarles sobre su reciente afición al piano- ¿Nunca te has preguntado por qué la casa siempre se siente tan llena? ¿Por qué la presencia infeliz de Changmin no se va? ¿Por qué cuando cierras los ojos lo único que se oye son sus gritos una y otra vez?
Junsu tragó saliva pesadamente sintiendo sin realmente sentir como su corazón empezaba a palpitar más despacio; algo muy raro, siempre creyó que el miedo aceleraba el corazón.
--Ese es Yoochun -concluyó Jaejoong perdiendo un poco de su mirada y ganando cierto brillo de la de Changmin-. Él siempre ha estado esperando y creyó que con Changmin podía…
--¡Cállate! -le rugió Junsu desde su puesto a penas alejado de él - ¡Deja de hablar así!
Con rapidez Junsu se levantó del banquillo y empezó a dar vueltas por la sala una y otra vez sin saber qué responderle a los ojitos (mitad Jaejoong, mitad ese que no era Changmin) que lo miraban sin cesar.
--Yoochun no existe, ¡y nos consta!
--¡Sí existe! -esta vez fue Jaejoong el que gritó sin alejarse del piano- ¡Changmin no lo inventaba! Debimos hacerle caso porque él…
--¡Yoochun era la alucinación de Changmin! -le gritó Junsu sintiéndose desesperado- ¡Tú lo viste hablándole a la nada! ¡Viste cuando él leía partituras que no estaban ahí! ¡Viste cuando dejó de hablar de otra cosa que no fuera su mundo imaginario!
Jaejoong negó con la cabeza lentamente, con derrota, con arrepentimiento pintado en su semblante. Junsu sintió su propio estómago revolverse en la culpa y sus pulmones se comprimieron todavía más dentro de su cuerpo.
--Entiendo que lo extrañes, hyung -esta vez Junsu no gritaba, no se sentía con fuerza-.Y que te sientas mal,… pero no te dejes arrastrar por la locura que dejó. Sólo son recuerdos, ¡y estas malditas paredes que todo lo comprimen no ayudan para nada! ¡Tampoco ese maldito piano! ¡Debí hacerte caso cuando me propusiste deshacernos de él!
Jaejoong no respondió. Sus pupilas tristes observaban como su dongsae trataba de encontrar un ritmo de respiración que no lo pusiera al borde de la taquicardia.
Junsu, por su parte, de nuevo fue testigo de la transformación más desgarradora de Jaejoong. El brillo en sus pupilas murió un poco, al mismo tiempo que sus manos amarraban torpemente su corto cabello en una cola. Unos segundos pasaron, como si retaran a Junsu a moverse, a gritar, a respirar, y luego empezó a tocar una melodía más rápida, desesperanzadora y triste.
Con la impotencia congelada sobre sus articulaciones, el menor sólo pudo escuchar la música los primeros segundos, después, su mente se fue llenando de confusos recuerdos que lo mareaban sin piedad.
Changmin. Changmin sonriendo. Changmin tocando el piano. Changmin sonriendo torpemente. Changmin con los ojos un poco muertos. Changmin con una sonrisa rota. Changmin sin hablar. Changmin sin sonreír. Changmin tocando y tocando el piano sin descanso. Changmin sin ser Changmin.
Y luego estaba Jaejoong…
Ante el pensamiento, la parálisis se fue de su cuerpo para darle espacio al abrumante miedo que nuevamente recorría su sistema. En dos pasos llegó hasta Jaejoong y volvió a sacudirlo con todas sus fuerzas gritando torpemente.
--¡Detente! ¡Ya! ¡Para! ¡No más, Jaejoong!
--No, Junsu -a pesar de los fuertes movimiento que Junsu le proporcionaba las manos de Jaejoong jamás dejaron de tocar con un ritmo perfecto-. Voy a cumplir mi promesa. Se lo debo a Changmin…
Jaejoong. Jaejoong sonriendo. Jaejoong tocando el piano. Jaejoong sonriendo tristemente. Jaejoong con los ojos muertos. Jaejoong sin hablar o sonreír. Jaejoong tocando y tocando el piano. Jaejoong sin s---.
Detente. Detente. Detente.
Sin importar cuántas veces gritara Jaejoong seguía tocando. Sin importar cuantas veces tomara aire su cuerpo seguía sin poder respirar.
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--Bueno no es un caso muy común, señor Kim, pero supongo que es factible -el doctor Jung le hablaba con suavidad desde el otro lado del escritorio.
Cuando supo que Junsu no le respondería nada continuó con la misma voz amable.
--Sabrá que es totalmente improbable que dos personas tengan la misma alucinación. Sin embargo, sí creo posible que su amigo, el señor Kim Jaejoong, se haya dejado arrastrar por la tristeza o culpa y quiso imitar el patrón de comportamiento del Señor Shim esperando no olvidarlo o tal vez traerlo de vuelta. Eso sí es mucho más factible.
--Pero ambos hablan de la misma forma sobre Yoochun… -le hizo saber Junsu en un susurro; desde hace dos semanas no tenía voz para hablar más alto.
El doctor Jung entrecerró los ojos buscando una respuesta. Junsu supo que la había encontrado gracias a la sonrisa perfecta que le dedicó.
--Este Yoochun que ambos insisten en ver es la representación de sentimientos, señor Kim -tomó aire y se enderezó en su asiento con suavidad-. Verá, al principio era la invención del señor Shim, un reflejo de su enfermedad; y luego, un reflejo de la culpabilidad que sentía Jaejoong al creer que le hizo un mal a su amigo.
Yoochun es esa parte que no es Changmin ni es Jaejoong, Junsu quiso opinar pero no lo hizo. Nuevamente, el doctor habló después de una larga pausa.
--Debo entender que usted sigue viviendo en el mismo apartamento, ¿no es así?
Junsu afirmó moviendo la cabeza una sola vez. El doctor suspiró luego de levantarse de su asiento y quedar de frente a Junsu recostándose levemente en el borde del escritorio.
--Creo que lo más sano, señor Kim, Junsu, es que te mudes que ahí. En tu estado es muy fácil caer en la depresión. Unos días fuera de ese ambiente seguro te relajarán. El señor Jaejoong no deja de repetir que hay algo en las paredes que no los deja en paz…
Junsu sintió como le faltaba el aire, sin embargo no hizo ningún gesto de ahogo, ya estaba acostumbrado a vivir sin respirar normalmente.
--Sí, es que… Nunca dejamos de recordar cómo se llevaban a Changminnie, y ahora creo que no podré dejar de ver cómo se llevaron a Jaejoong.
La mirada triste de Jung lo contempló durante unos segundos. Junsu no pudo evitar encogerse en su asiento.
--¿Qué te parece, Junsu, si me visitas la próxima semana? Quiero hacer una consulta. Estoy preocupado por ti, eres muy joven para cargar tanto pesar.
--Eh… gracias, doctor Jung, lo pensaré.
--Puedes decirme Yunho -le respondió sonriéndole alentadoramente-. Así también podrás estar informado sobre los progresos que tus amigos hicieron; después de todo, yo llevo sus casos.
Junsu volvió a mover la cabeza una vez más y bajó la mirada. Había pensado en hacerle una visita a Changmin ya que estaba ahí, no obstante, los gritos de Jaejoong todavía resonaban en su cabeza y no creía poder soportar los ruegos de Minnie para que por favor, por favor, dile a Yoochun que lo siento mucho.
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Junsu entró al apartamento esa noche con sus ojos ya cargados de lágrimas. Con derrota y pesar llevó sus pies hasta el banquillo del piano y se dejó caer en él sin fuerza alguna. Permitió que los gritos mezclados de Jaejoong y Changmin llegaran a sus oídos como si estuvieran en la habitación.
¡Yoochun! ¡Yoochun! ¡Yoochun! Una y otra vez.
Se dejó caer sobre la superficie del piano y lloró con la misma intensidad con la que lloraba desde que comprendió que también debía entregar a Jaejoong. Porque ya no era él, era…
Sin notarlo, su mano rodó hasta las teclas del piano, presionándolas con fuerza, sacando de ellas un sonido discordante y nada agradable. Pero sólo entonces Junsu comprendió que el sonido del piano se tragaba los gritos de los recuerdos.
Aguantando el aire volvió a tocar teclas aleatorias en el piano.
Una tristeza todavía más grande se apoderó de su corazón en ese momento y, de alguna manera comprendió que, mudanza o no mudanza, sesión semanal con Yunho o no, él estaba totalmente vacío, sin vuelta atrás.
Sobresaltándolo, sintió como alguien se sentaba con suavidad a su lado. Con los ojos abiertos como platos contempló como un traje antiguo envolvía el pálido cuerpo de alguien con el cabello largo, amarrado en una cola despeinada, con la mirada que era y no era de Changmin y de Jaejoong.
--Hola, soy Yoochun ¿tú también te irás o sí te quedarás conmigo toda la eternidad?
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Don.
La idea me llegó mientras veía Dangerous love y realmente salió muy distinta a cómo la ideé la primera vez. Primero, yo quería fuese Minsu; también, quería que Junsu sufriera la transformación gracias a Yoochun, odiándolo y amándolo al mismo tiempo, y en mi imaginación, Junsu terminaba en el cuarto de al lado de Changmin, escuchando sus gritos, coreados por los de él.
--No sé cómo Jaejoong se metió aquí, deformando la original! *puchero*. Ahora creo que es un OT3... con toques Yoomin y Jaechun... y, bueno, Yoosu... Es un OT4. A menos que Junsu invite a Yunho a vivir con él y volvería a ser un OT3, hasta que Yunho liberara a la Jaemin y sería un OT5!
Ahem! Perdón. No he dormido bien últimamente.
^^ Espero que les haya gustado! Gracias por leer.