Tabla Estaciones: 16, 25
Hola! Habiendo subido algo esta mañana, y antes de que se acabe el día, he decidido extasiaros un poco con Mérope y Tom. Si hay faltas de ortografía, disculpadme, estoy algo dormida...
16. Mantel
Hay un pequeño restaurante al pie de su edificio. Tom ya le ha echado el ojo: Mérope le pide siempre que la lleve allí. Se ha enamorado de las mesitas con servilletas, cubiertos y vasos encima de los blancos manteles. Londres es precioso en primavera.
El único problema es que no hay dinero. Tom aplaza el momento y el dinero disminuye cada vez más. Y cada vez más, delante de la carta de precios, se forma una sensación de vértigo en su pecho. Siempre que pasa por delante del restaurante, y que mira los precios, y que siente el vértigo, se nota distinto. Como si su cuerpo dejase de llamar a gritos a Mérope.
En esos momentos piensa que no es razonable. No hay dinero para pagarse tal restaurante y tienen que aguantar lo antes posible para no tener que trabajar. Además, que más darán los manteles del restaurante.
Mérope pone una ración doble de Amortentia en la sopa de la noche.
-¿Tom?
-Dime.
-¿No quieres ir a aquél restaurante?
-No. Es demasiado caro, Mérope. No hay tanto dinero.
Se toma unas cuantas cucharadas de sopa.
-Quizás... Si vendemos ese mueble de ahí que no se utiliza...
Cuando se termina la sopa, Mérope está alerta para atacar.
-Claro que hay dinero, Tom. Vayamos al restaurante.
-Si tú lo deseas, que así sea.
Y acariciando el mantel blanco del restaurante, la noche siguiente, Mérope duda si sentirse feliz por haberlo conseguido o triste porque si fuese él mismo, Tom nunca la habría llevado allí.
25. Patines
El hombre de la plaza helada toma el dinero que le tiende el joven. Es un chico apuesto, aristocrático. Tanto que sabe cómo enfundarse los patines que le tiende sin dificultad. La joven que va con él es fea. Es buzca y tiene el pelo de un color muy raro. Además tiene todos los dientes torcidos y la cara demasiado redonda, enmarcada por un doble mentón. Lleva un vestido que le realza la figura, y parece menos fea, pero no ha patinado nunca.
Tom ayuda a Mérope con los patines, cuando se levanta y en el momento de subir al hielo.
-Tengan cuidado-dice el hombre que alquila los patines. No se fía de esa chica.
-Oh, no puede pasar nada malo si está Tom-dice Mérope. Al hombre no le gusta su voz silbante y rasposa.
Prefiere andar un poco e intentar alquilar más patines, mientras la pareja feliz de enamorados intenta patinar sin caer.
Cuando Tom vuelve para devolver los patines, la joven tiene el pelo y el cuerpo mojado.
-Te has caído ¿eh?
Mérope no quiere que Toma la mire cuando cambia su cara risueña por algo peor y apunta al muggle con la varita.
-Quédate con nuestro dinero, sucio muggle, pero no te atrevas a hacer nada más.
Tom miraba hacia otro lado, efectivamente, pero el hombre tiene miedo. ¿Qué es esa aberración? ¿Qué le está haciendo a ese joven?