Volvemos con más Mérope Tom. Estos, son más tristes, el uno anuncia el otro...
10. Respiro
Mérope lo ha contado. Hoy hace un año que se fugaron. Hoy, hace un año, todo empezó. Y ahora sigue vivo. Su amor, su pasión... Incluso puede imaginarse todas las cosas que van a estar vivas a partir de ahora, más que antes. Porque tiene un presentimiento, de mujer, de novia, de madre... quizás. Hoy Mérope está contenta y Tom lo ha notado. Hoy parece que reluces, le ha dicho. Y Mérope sólo podía sonreír, ¿qué otra cosa podía hacer para expresar todo lo que sentía? Quiere hacerle un regalo a Tom, pero tampoco hay mucho dinero, hay que ahorrar para durar unos cuantos meses más sin trabajar. Así que Mérope lo piensa mucho y decide que si ella está feliz, Tom debe de sentirse igual. Seguro que no pasa nada por un día... Hoy puede darle un respiro de su esclavitud.
Echa mano de la Amortentia, por costumbre, pero se frena a tiempo. Hoy no. Hoy le regalará un respiro. Además, Si se le va de las manos, siempre le puede dar una bebida rápido y corriendo, con unas cuantas gotas. Respira hondo, todo va a salir bien, Mérope. Todo va a salir bien. Tom no cambia mucho, al principio. Pero la princesita se ha creído que Tom la ama ahora apasionadamente. Así que se permite olvidar de vez en cuando preparar poción, darse cuenta de que le queda muy poco. Pero ya hará luego, ella también puede darse un respiro. No pasa nada. Si ayer y hoy no ha pasado nada, ¿cómo va a pasar algo más tarde? Tom la ama, y ya no necesita la Amortentia. Está segura. Muy segura.
19. Extinto.
Mérope pensaba que sólo las especies se extinguían, lo había oído decir a algún muggle. Nunca pensó que un amor pueda llegar a extinguirse. Que muera, que agonice cerca del asfalto de sus vidas, que pase la gente a su lado sin percatarse de su existencia cuando antes podía llegar a brillar con luz propia. Se le ha ido la mano, o al contrario, no ha prestado demasiada atención a la poción. Se ha quedado corta. Notaba a Tom algo cambiado, pero pensaba que tan sólo recobraba su entera personalidad, después de la reducción de las dosis de Amortentia. Que era un efecto secundario, que se le pasaría con el tiempo.
-¡No me toques!
Todo empezó con esas palabras. Mérope se asustó.
-¿Tom?
-¡Tú... tú eres una bruja! ¡Me has embaucado con tus poderes mágicos! ¡Me has tenido prisionero!
No podía ser que Tom reaccionase de esa manera a un año entero de amor, ese año que había guardado con recelo en su corazón y que parecía haber pasado demasiado deprisa.
-Tom... Yo no...-Mérope no tiene palabras.
-¡Tú! Debo irme, me voy ahora mismo. Ahora. No permaneceré dos segundos más en esta casa.
-¡Tom!-no podía irse, no podía extinguirse, no podía... Ella no debía dejarlo.
-¡Suéltame bruja!
-Tom, no puedes irte. No puedes.
-Claro que puedo. Me voy ahora.
-¡Estoy embarazada!
Entonces se arrepintió de haberlo dicho porque Tom la miró con mayor repugnancia si cabe. Era incapaz de articular palabra, tenía la cara roja del esfuerzo por intentar respirar, las venas hinchadas, temblaba de ira. Mérope, por primera vez en su vida, tuvo miedo de su ángel caído del cielo. Y ese miedo la retuvo lo suficiente para que Tom saliera por la puerta como huyendo del diablo.