Sobre Horizonte (4.2/5) [Mass effect] Shenko

Sep 01, 2013 23:13

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V

La base de operaciones de la Alianza de Sistemas en Vancouver se asentaba cerca de la bahía inglesa. Desde la cara occidental del edificio se podía vislumbrar el mar desde todas sus ventanas, sin embargo, Kaidan no se encontraba allí por las vistas.

El mensaje de Anderson, informándole de que Shepard se había entregado y que iba a ser juzgada por la destrucción del sistema de Bahak, le había llegado cuando se encontraba en el Cúmulo Styx Theta. Aunque había puesto rumbo a la Tierra en cuanto le fue posible, temía llegar al juicio demasiado tarde.

No era como si él pudiera aportar algo al proceso, pero quería estar ahí por Shepard.

La primera vez que escuchó la noticia de la aniquilación la Nebulosa de Viper le costó procesarla. Había varias colonias batarianas en ese sistema y se hablaba de casi un millón de muertos. Pese a que las relaciones entre humanos y batarianos siempre habían sido tensas, le costó asimilar tantas pérdidas.

Unos días después empezó a oírse el rumor de que Shepard era la responsable y que la Hegemonía había puesto un precio a su cabeza. La reacción de Kaidan, una vez pasado el aturdimiento y la incredulidad inicial, fue escribir a Anderson. Él le confirmó la noticia, aunque no entró en detalles. Todo lo que dijo fue que Shepard había viajado a Bahak en una misión encubierta para Hackett.

Kaidan había pasado dos semanas preguntándose qué podía haber llevado a la comandante a destruir el relé de masa y causar tantas muertes. Finalmente, llegó a la conclusión de que debía tener una buena razón. No le había dado el beneficio de la duda cuando descubrió que trabajaba para Cerberus y no quería volver a cometer el mismo error. Por eso estaba allí.

La base de operaciones de la Alianza tenía fuertes sistemas de seguridad. Kaidan tuvo que sortear varios escáneres biométricos, mostrar sus placas militares e identificarse media docena de veces. En al menos dos ocasiones se negaron a facilitarle información sobre Shepard y sólo tras mucho insistir y utilizar toda su capacidad de persuasión, logró convencer al suboficial de seguridad para que contactara con Anderson y le hiciera saber que se encontraba allí.

Si bien accedió, resultó que el consejero estaba reunido con el Comité de Defensa y no podía atenderle. Kaidan supuso que el juicio ya había empezado y el pulso se le aceleró. Estaba a punto de desesperar, cuando una mujer pelirroja con el uniforme de la Alianza se acercó a él.

-Comandante Alenko -lo llamó -El Consejero Anderson dejó ordenes de que le llevara hasta él cuando llegara. Sígame, por favor.

Kaidan obedeció, agradecido. Subieron en ascensor hasta la undécima planta, sin mediar palabra. Al salir de él, tomaron el pasillo que quedaba a la derecha, cruzándose por el camino con varios soldados armados hasta los dientes. Después giraron a la izquierda, siguiendo las indicaciones que señalizaban el acceso al juzgado.

La oficial se detuvo al llegar a una puerta doble, franqueada por dos marines.

-El Consejero Anderson se encuentra dentro. Se te ha concedido acceso de nivel cuatro, puedes pasar -explicó ella, haciendo una seña a los dos soldados. Éstos asintieron y se apartaron para permitirle el paso.

Kaidan tomó aire y entró en la sala. Lo primero que llamó su atención fue el elevado estrado en el que se encontraban los representantes del Comité de Defensa. Eran dos hombres y una mujer. No pudo verles bien el rostro porque el sol entraba en la sala por el gran ventanal que quedaba a sus espaldas, pero su posición le pareció intimidante.

Para no tratarse de un consejo de guerra, se parecía bastante a uno.

Shepard se encontraba de pie, frente a ellos. Anderson y Hackett estaban a su lado. Kaidan decidió interpretar el hecho de que no estuviera esposada como una buena señal, aunque podría decirse que era la única. La comandante estaba rígida, con la espalda recta y los hombros altos. La tensión en su rostro se percibía en la mandíbula apretada. El pelo corto le caía sobre los ojos, ensombreciendo su mirada. Aunque sólo podía ver su perfil, se dio cuenta de que apretaba las manos en puño, ocultas tras su espalda. Anderson y Hackett, junto a ella, tampoco parecían mucho más relajados.

Ninguno de los tres se dio cuenta de su llegada. Tan sólo algunos de los presentes, sentados en los bancos alineados en los laterales del juzgado, giraron apenas la cabeza un instante para comprobar de quién se trataba. Tratando de no hacer ruido, Kaidan tomó asiento en un extremo, desde donde podía ver a Shepard con claridad.

Uno de los hombres del Comité, calvo y con profundas cicatrices en las mejillas, estaba hablando. Su rostro le resultaba familiar y Kaidan se dio cuenta de que se trataba del General Malkani, uno de los pesos pesados del Alto Mando.

-…dieciséis años sobreviviste a un ataque de esclavistas batarianos en el que murieron tus padres. Más tarde, cuando llevabas tres años en la marina, detuviste el ataque Skylliano en Elysium, diezmando a los invasores, también batarianos. Hace poco más de dos años frustraste el intento de una célula terrorista batariana de hacer colisionar un asteroide contra Terra Nova. Ahora has destruido un sistema entero colonizado por la Hegemonía. Creo que se puede afirmar, Shepard, que tu historial está plagado de desencuentros con los batarianos.

Era fácil adivinar a dónde pretendía llegar Malkani. Se oyeron murmullos entre los oficiales presentes, pero todos se silenciaron cuando la comandante dio un paso adelante. Para un desconocido podría haber parecido calmada y fría, pero Kaidan se dio cuenta de que estaba furiosa.

-Si este Comité está insinuando que destruí el sistema de Bahak como parte de una venganza personal y no para detener una invasión segadora, no sé a qué estáis esperando para ejecutarme -los desafió -Dentro de unos meses podréis confirmar mi versión de los hechos. Sólo espero que para entonces no sea demasiado tarde para salvar la galaxia.

Los murmullos volvieron, esta vez más excitados, pero Kaidan se sintió aliviado al escuchar sus palabras porque le daban sentido a tanta destrucción. Había una explicación válida detrás de sus acciones, aunque también aterradora. Él estaba en Virmire, junto a Shepard, cuando hablaron con el Soberano. Entonces había afirmado ser la vanguardia de su destrucción y había anunciado que el resto de su los suyos estaban en camino. Pensar que Shepard había tenido que hacer algo tan drástico como volar por los aires un relé para poder impedir su llegada le encogía el estómago. ¿Cuál sería la situación de la galaxia en estos momentos si ella no hubiera actuado?

El rostro del general Malkani se endureció aún más al escuchar las palabras de la comandante y se irguió en su asiento preparado para dar una réplica. Sin embargo, antes de que pudiera hablar, Hackett intervino.

-Me gustaría recordar al Comité que la comandante Shepard acudió al sistema de Bahak como favor personal hacia mí. Le pedí que fuese a rescatar a la doctora Kenson y recuperase las pruebas que había reunido sobre una inminente invasión segadora.

-Pruebas que han quedado destruidas junto con toda la Nebulosa Víper -terció otro de los miembros del comité, un hombre de piel oscura y ojos claros que Kaidan nunca había visto antes.

-Tenemos el testimonio de la Comandante Shepard y también de su tripulación -replicó Anderson.

Malkani soltó un suspiro despectivo que pudo oírse por toda la sala.

-Tripulación compuesta por terroristas de Cerberus, ex convictos, asesinos, ladrones, y, que no se me olvide, un geth. Tendrá que disculpar a este Comité, consejero, pero sus testimonios no tienen mucha credibilidad y, en cualquier caso, según la propia Shepard, estaba sola cuando encontró a Kenson y habló con el segador.

-Sin embargo, no cabe duda de que la comandante Shepard acudió a Bahak por petición del Almirante -la mujer del Comité, de pelo canoso y expresión más amable que sus compañeros, habló por primera vez desde que Kaidan había llegado -Sabemos que estuvo en el sistema menos de 72 horas y sin su tripulación. No hay modo de que equipara un asteroide con la tecnología necesaria para enviarlo contra un relé. Es evidente que la instalación ya existía.

-Ese asteroide era la base de operaciones del proyecto de la doctora Kenson -explicó Shepard -Cuando descubrieron que los segadores iban regresar del espacio profundo a través del relé del sistema, le instalaron propulsores para destruirlo antes de que pudieran utilizarlo. No llegó hacerlo porque fue adoctrinada por el artefacto que había encontrado y capturada por los batarianos poco después.

-Tenemos pruebas de que Kenson trajo muchos materiales de los Sistemas del Terminus -aseguró Hackett -Todas las evidencias sostienen la versión de la comandante.

-Y además hemos recuperado esto -Anderson señaló con un gesto a un técnico que trabajaba en un puesto de comunicaciones situado a la derecha del estrado. El joven pulsó varias teclas en un panel. Unos segundos después, se inició la reproducción de una breve grabación y la voz de Shepard llenó la sala.

“Alerta: a todos los colonos que viven en el sistema de Bahak, esto es…”. El audio se interrumpió abruptamente, como si alguien hubiese interceptado la comunicación. Un silencio tenso y expectante se instauró en el tribunal.

No había duda de que Shepard había intentado avisar a los batarianos. Kaidan se dio cuenta de que la comandante había palidecido al escuchar la grabación y supo que todas las muertes que había causado la carcomían por dentro, pese a su actitud casi desafiante.
-Es evidente que es la voz de la comandante Shepard -sentenció la mujer del Comité.

-Así es -coincidió Anderson -Este mensaje de alerta fue transmitido desde Aratoth minutos antes de la explosión del relé. Es la última comunicación enviada desde el sistema. Eso prueba que Shepard intentó avisarles para que iniciaran la evacuación.

-También prueba que es la responsable de la muerte de más de trescientos mil batarianos -razonó Malkani -Si el mensaje fue transmitido desde Aratoth, no hay duda de que la Hegemonía lo ha recibido y saben que la comandante Shepard está detrás de la masacre. Estamos al borde de iniciar una guerra que llevamos años intentando evitar.

-Los batarianos exigen responsabilidades -apoyó el otro hombre, en lo alto del estrado -El Consejo lo sabe y se ha lavado las manos en este asunto. Incluso te han revocado el cargo de espectro, comandante.

El modo en que Shepard abrió los ojos y apretó los labios hizo que Kaidan adivinara que era la primera noticia que tenía al respecto. Era típico del Consejo. No dudaban a la hora de sacrificarla cuando dejaba de convenirles. Hasta el momento, el cargo de espectro le había concedido cierta inmunidad y había servido para mantener a la Alianza alejada mientras trabajaba con Cerberus, pero ya no contaba con esa protección.

-Ahora mismo eres una marine que colabora con una organización terrorista antialien y que ha borrado del mapa una galaxia entera llena de batarianos -ilustró Malkani. El desprecio en su voz al aludir a Cerberus era evidente. De los tres miembros del Comité era el que se mostraba más duro e inflexible y Kaidan no pudo evitar notar que era el único que jamás se había dirigido a Shepard como comandante. Malkani era apenas un cadete cuando se produjo la Guerra del Primer Contacto, pero su carrera militar había sido meteórica, con una hoja de servicio impecable. Tenía fama de ser un hombre severo y muy rígido, que había dedicado parte de su vida a tratar de erradicar Cerberus. De todas las personas que podrían juzgar a Shepard, era probablemente la menos inclinada a mostrarse magnánima.

-Ya hemos hablado de su relación con Cerberus -contestó Anderson, con un tono tan seco que poco tenía que envidiar al del General -Recuerdo al Comité que Shepard colaboró con la Alianza en todo momento y compartió con nosotros información crucial sobre los recolectores y la propia organización. Además, se ha entregado por propia voluntad, junto con su nueva nave.

-En todo caso, su asociación con Cerberus es una cuestión militar, General -señaló Hackett, mucho más calmado que el Consejero -No compete al Comité de Defensa.

Malkani arrugó los labios en una mueca de desagrado, que hizo que las cicatrices en sus mejillas se volvieran aún más profundas. Durante unos instantes, reinó el silencio en la sala. Kaidan se dio cuenta de que estaba conteniendo la respiración. Si Hackett y Anderson no actuaran como valedores de Shepard, estaba seguro de que el juicio tendría un desenlace muy diferente.

-Lo que sí compete al Comité de Defensa es la seguridad de la Alianza de Sistemas y todos los planetas colonizados, seguridad que la comandante Shepard ha comprometido con sus acciones -apuntó el hombre sentado a la derecha de Malkani. Su voz y su expresión eran neutras. Kaidan encontraba difícil adivinar si su postura se acercaba más a la del General o a la de la mujer, quien se mostraba más dispuesta a creer a Shepard.

-Ya se han producido algunas escaramuzas en los planetas más cercanos a los Sistemas del Terminus, disfrazadas de piratería -anunció ella -Con nuestros efectivos diezmados tras el ataque a la Ciudadela, no podemos permitirnos una guerra con los batarianos.

-Ya estamos en guerra -Shepard dio un paso adelante, exaltada, y señaló al Comité con un dedo -Pero no con los batarianos, sino con los segadores. ¿No lo entendéis? Esto no es nada comparado con lo que nos espera.

Estaba exasperada e impaciente. Kaidan se dio cuenta de que le preocupaba lo que fueran a hacer con ella, sino convencerles de que se prepararan para la llegada de los segadores. Sin embargo, el Comité actuaba como lo había hecho el Consejo ante la amenaza del Soberano.

-Ya, la invasión segadora. Otra cosa de la que no tienes ninguna prueba, Shepard -desestimó Malkani.

-Hay pruebas. Los cadáveres de los relectores y los cascarones de Horizonte llevan tecnología segadora. Tenéis los análisis de la Inteligencia Virtual de la Normandía sobre el protosegador humano que estaban construyendo. Y la doctora Karian Chakwas, con más de veinte años de experiencia al servicio de la Alianza, entre otros, estuvo en la base recolectora y vio lo que hacían con los colonos abducidos. Los licuaban y utilizaban su código genético para crear otro segador. Ellos son la verdadera amenaza y están a un relé de distancia de toda la galaxia -anunció Shepard y sus ojos recorrieron toda la sala, como si quisiera asegurarse de que todos los presentes se hacían eco de sus palabras.

Así, su mirada cayó sobre él. Supo que lo había reconocido porque su ceño fruncido se relajó y sus labios se separaron en un gesto de sorpresa. Kaidan sintió una sacudida de vértigo en lo más profundo del estómago y el corazón empezó a palpitarle con fuerza. Durante unos segundos, se limitaron a contemplarse, toda la tensión y las palabras no dichas flotando entre ellos y uniéndolos con un lazo invisible. Finalmente, Shepard rompió el contacto visual y recuperó la compostura.

Kaidan tuvo que recordarse dónde estaban y qué hacían allí. Había tenido ocasión de leer el informe sobre el asalto a la base recolectora unos días atrás. Anderson se lo había enviado por un canal protegido, suponiendo que le interesaría. Así se había enterado de lo que tramaban los recolectores y también de que la comandante había volado su base, destruyéndolos por completo. El informe afirmaba que, después de eso, había roto sus relaciones con Cerberus. Kaidan había empezado a creer que quizás por fin podrían hablar y aclarar las cosas entre ellos pero entonces llegó Bahak.

-Los segadores no son el tema que ocupa a este Comité -recordó Malkani, emulando las palabras de Hackett -Estamos aquí para juzgar tus acciones en el sistema de Bahak y controlar las repercusiones que eso tendrá para la Alianza. No importa que actuases como espectro o como agente de Cerberus, es la humanidad la que está en el punto de mira de los batarianos. Llevan años buscando excusas para declararnos la guerra y tú les has dado lo que estaban esperando, Shepard.

Otro silencio tenso siguió a sus palabras. La comandante se irguió y cruzó los brazos a su espalda. Con la cabeza bien alta, sostuvo la mirada al General Malkani durante unos segundos, antes de hablar.

-Cumplí con mi deber y sé que este Comité debe cumplir el suyo. Si encarcelarme, o incluso ejecutarme, va a evitar un incidente diplomático con los batarianos, adelante. Pero tomad la destrucción del sistema de Bahak como un aviso y preparad a la humanidad para la guerra contra los segadores. Millones de vidas dependen de vosotros.

Sus palabras flotaron en el aire durante unos instantes, recogidas por todos los presentes. Kaidan no pudo evitar admirar su valor y su determinación, aunque le hubiese gustado que se preocupara un poco más por sí misma y lo que fuera a sucederle. Estaba convencido de que si no le habían formado un Consejo de Guerra había sido debido a la intercesión de Hackett y Anderson, pero ser juzgada por el Comité de Defensa no era en ningún caso algo que tomarse a la ligera. Tenían autoridad suficiente para degradarla, encarcelarla, enviarla a una presión espacial donde pasaría el resto de sus días en un estado de estasis criogénico o incluso aplicarle la pena capital si se la consideraba una amenaza para la seguridad de la humanidad.

La idea era suficiente para que se le formara un nudo de ansiedad en el estómago y los dedos le cosquillearan, como el preludio de una explosión de biótica que no estaba seguro de poder controlar. Kaidan trató de calmarse y buscó la mirada de Shepard, pero ella seguía con los ojos fijos en el estrado, impasible en apariencia.

-La vista queda concluida -anunció Malkani -Soldados Fawaz y Miyahima, escolten a Shepard hasta su celda en el centro de detención.

Dos mujeres con uniforme militar y el fusil de asalto reglamentario de la Alianza se acercaron hasta Shepard. La comandante permitió que la guiaran fuera del juzgado, con la cabeza alta y expresión seria.

Al pasar cerca del banco en que se encontraba Kaidan le lanzó una mirada breve y huidiza, que bastó para acelerarle el corazón. Duró apenas un suspiro pero hizo que sintiera que le faltaba el aire. En sus ojos había encontrado un crisol de emociones. Determinación, valor, tristeza.

Recordó el mensaje que le había enviado en respuesta a sus disculpas por el incidente en Horizonte. Ese correo le había convencido de que seguía siendo ella, de que no estaba enamorado de un fantasma, y de que, tal vez, podrían tener alguna oportunidad en el futuro. Pero los segadores lo habían tirado todo por Tierra y Kaidan se sentía arrastrado de nuevo a la casilla de salida.

La sala fue vaciándose poco a poco después de que la Comandante se fuera. Kaidan se quedó unos instantes más, esperando a Anderson, pero cuando vio cómo se acercaba al estrado junto a Hackett, supuso que lo mejor sería aguardar fuera.

Salió al pasillo de acceso a los juzgados, nervioso. El Comité se reuniría para deliberar qué hacer con Shepard y les comunicaría el veredicto. Lo más probable es que dictaran sentencia a lo largo del día. Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se percató de que alguien se acercaba a él hasta que escuchó como lo llamaban.

-Kaidan.

Levantó la mirada, aunque ya había reconocido al dueño de esa voz antes de verlo. Se trataba de Garrus. Seguía llevando la misma armadura mellada de su encuentro en Horizonte, pero se había quitado el parche sintético que ocultaba la parte derecha de su rostro, dejando a la luz cicatrices de carne tierna y varios tonos más clara que la del resto de su cara.

-Garrus -saludó, no sin cierta sorpresa -¿Qué estás haciendo aquí?

-Pensé que a Shepard le vendría bien un amigo -explicó -Aunque no es que haya podido verla mucho desde que la detuvieron.

Shepard había confiado en Garrus para varias misiones importantes durante la lucha contra Saren. Era un experto tirador, como ella, y su afinidad era evidente. Sin embargo, no creía que su relación por aquel entonces pudiese definirse como una amistad profunda. La comandante lo consideraba más bien un camarada de armas y un soldado excepcional.

Suponía que desde que Garrus la había apoyado incluso cuando se unió a Cerberus eso había cambiado. Al leer el informe sobre lo que habían hecho, cómo habían cruzado el relé Omega 4, rescatado a su tripulación y enfrentado a la muerte de mil maneras diferentes, Kaidan no podía evitar sentir cierta sensación de culpa al recordar que se había negado a acompañarla.

Jamás hubiese dejado la Alianza para unirse a Cerberus pero, por mucho que Malkani hubiese descrito con cruel certeza al pelotón que la había acompañado a la misión suicida, todos ellos eran héroes que habían protegido a la humanidad a costa de arriesgar sus vidas.
Kaidan había estado presente cuando el Soberano fue derrotado pero aun entonces se necesitó la potencia combinada de varias flotas para acabar con él. En cambio, un grupo de agentes de Cerberus, ex convictos, asesinos, ladrones y un geth habían destruido un protosegador valiéndose tan sólo de armas convencionales y un valor excepcional.

Mientras tanto, la Alianza y él mismo se habían limitado a cruzarse de brazos y esperar a que la Comandante hiciera algo. Tal vez por eso se sentía incómodo ante Garrus, como si su mera presencia fuese un reproche mudo y un recordatorio constante de que había seguido a Shepard hasta el final mientras que él le había dado la espalda.

-¿Estuviste presente en el juicio? -continuó el turiano -¿Qué crees que hará el Comité?

-Es difícil de decir -respondió Kaidan. Malkani no se creía la historia de los segadores, o al menos, no consideraba su intento de invasión un motivo suficiente para destruir un sistema. La mujer canosa parecía simpatizar con Shepard y el tercer miembro del tribunal se había mantenido neutro durante todo el proceso. No sabría decir hacia qué lado se decantaría.

-No sé muy bien cómo funciona el gobierno humano pero te aseguro que si Shepard fuese turiana, el Primarca en persona estaría haciéndole un masaje en los pies.

Algo en el tono de Garrus hizo que Kaidan sintiera la necesidad de romper una lanza a favor de la Alianza. El Comité se encontraba en una situación muy complicada y estaba convencido de intentaban buscar la mejor solución para evitar una guerra.
-Shepard es una heroína, no hay duda, pero lo de Bahak, todos esos batarianos muertos… no es algo que la Alianza pueda ignorar.

-Eso lo entiendo pero no creo que haya nada que juzgar. Shepard no tuvo elección. ¿Qué habrías hecho tú de estar en su lugar? -replicó Garrus. A Kaidan le dio la sensación de que estaba a la defensiva, como si creyera que estaba del lado del Comité y no de Shepard. Como si él fuese otra persona ante la que defender su inocencia.

Por un instante se sintió ofendido, pero luego recordó Horizonte y aceptó que se lo merecía. Garrus sólo estaba siendo protector con Shepard y a Kaidan le alegraba saber que había estado a su lado. Él no habría permitido que Cerberus la engañara y utilizara a su antojo. Y no dudaba de que después de despertar del coma y descubrir todo lo que había cambiado en esos dos años había necesitado un amigo de verdad.

-Habría hecho lo mismo que ella. Sé que era la única manera de detener a los segadores -respondió con sinceridad.

Garrus lo examinó con sus diminutos ojos azules, hasta que pareció convencido de su respuesta. Al cabo, relajó los hombros y soltó un suspiro, deshaciendo la tensión que se había formado entre ellos.

-Espero que el Comité lo vea como tú, Kaidan.

-No se trata de eso. En realidad el Comité no intenta decidir si Shepard hizo o no lo correcto, sino minimizar las consecuencias políticas que esto tendrá. Los batarianos quieren su cabeza. Las relaciones con ellos siempre han sido difíciles, y si es cierto que los segadores van a regresar, lo último que necesitamos es pelearnos entre nosotros.

-¿Entonces crees que la entregarán a los batarianos para apaciguarlos?

Kaidan no podía negar que la idea le había pasado por la mente más de una vez durante el juicio, pero sabía que era imposible. Hackett y Anderson jamás lo permitirían. Él tampoco.

-No, nunca harían algo así -respondió -Pero lo más probable es que traten de templar los ánimos encerrándola durante un tiempo.

-Así que Shepard salva la galaxia una vez más y lo que obtiene a cambio son unas vacaciones pagadas en una celda -masculló Garrus, cruzándose de brazos.

-A mí tampoco me gusta esto, Garrus, pero en cierto modo la estarían protegiendo. La Hegemonía va a por ella. Allí donde vaya estará en peligro y también todos los que la acompañen. Ya viste lo que estaban dispuestos a hacer con Terra Nova sólo por venganza. Después de lo de Bahak… son capaces de cualquier cosa.

Garrus guardó silencio, sin encontrar nada que objetar. Los dos habían comprobado cómo se las gastaban los batarianos. Ya tenían ganas a Shepard por lo del ataque Skylliano y el atentado frustrado contra Terra Nova, pero después de eliminar varias de sus colonias no se detendrían ante nada. Kaidan nunca había visto que se ofreciera una recompensa tan alta por una sola persona. El dinero podía atraer a cazarrecompensas de todas las especies.

Quizás, después de todo, pasar un tiempo alejada del servicio fuese lo mejor para Shepard.

VI

El Comité de Defensa emitió su veredicto apenas unas horas después del juicio. Shepard fue condenada a pasar dos años en arresto domiciliario en el centro de detención de la base de operaciones de Vancouver, donde estaría sometida a vigilancia constante y tendría un régimen de visitas restringidas. Le retiraron el rango de comandante con carácter inmediato y decretaron que la Normandía SR-2 sería requisada por la Alianza.

Ella acogió la noticia impertérrita. De pie, en el centro de la sala, con las piernas separadas, espalda recta y cabeza alta, escuchó la sentencia de labios de Malkani sin mostrar ningún signo visible de estar prestándole atención. Su mirada pasaba por encima de él y se perdía a través del amplío ventanal, tal vez buscando la luz del sol que no sentiría sobre la piel durante una buena temporada.

Anderson, a su lado, bajó la cabeza. Era evidente que no estaba conforme con el veredicto. En el caso de Hackett sería difícil decir qué opinaba al respecto, pues no se produjo ningún cambio en su postura o su expresión.

Kaidan, por su parte, experimentaba una confusa mezcla de sensaciones. Por un lado sabía que las cosas podían haber ido mucho peor. Las diferencias entre arresto domiciliario y prisión podían parecer insignificantes en ese momento, pero no lo eran.

La decisión de que cumpliera su condena en el centro de detención de Vancouver tampoco era casual. Se trataba uno de los lugares más seguros de la Tierra, muy lejos de la Hegemonía.

Sin embargo, también se sentía disgustado y triste. Shepard había destruido Bahak para proteger a la galaxia y no se merecía ser despojada de su rango ni del título de espectro. Estaba siendo utilizada como cabeza de turco para buscar un equilibrio diplomático que Kaidan veía imposible.

En cuanto el general finalizó su discurso, las soldados que habían escoltado a Shepard anteriormente se acercaron a ella. Kaidan se alegró al ver que no la esposaban, sino que se limitaron a flanquearla y acompañarla fuera de la sala en medio de un potente coro de murmullos. Todos los presentes comentaban entre ellos el fallo del Comité mientras observaban cómo Shepard dejaba el juzgado con gesto ausente, como si su mente estuviese en otra galaxia.

Kaidan se dio cuenta de que las manos le temblaban, apoyadas sobre sus rodillas. Sentía una opresión en la frente, justo detrás de los ojos, que anunciaba la llegada de una jaqueca. Pero lo peor era la sensación de angustia en su pecho, impidiéndole llenar los pulmones. Todo su ser se rebelaba contra lo que estaba sucediendo pero al mismo tiempo era consciente de que no podía hacer nada. La impotencia dejaba un sabor amargo en su boca.

La sala se vació con lentitud y los cuchicheos se apagaron poco a poco. Kaidan apenas fue consciente del paso del tiempo hasta que vio que Anderson se acercaba a él y se sentaba a su lado.

-Señor, quiero verla -pidió, tras unos minutos en silencio. En esos momentos poco le importaba si su actitud podía despertar las sospechas de Anderson o llevarle a descubrir lo que había habido entre los dos. Confraternizar parecía un cargo insignificante en comparación con los que se le atribuían a Shepard.

El consejero asintió. No parecía sorprendido por su solicitud.

-Lo imaginaba -dijo -Me encargaré de ello.

VII

Todo lo que Anderson pudo conseguirle fue permiso para realizar una visita de diez minutos a Shepard, bajo vigilancia. Aunque le hubiera gustado poder verla a solas, Kaidan no tenía más remedio que conformarse con eso.

A juzgar por la expresión del consejero cuando se lo comunicó, no le había sido fácil convencer al Comité de que accedieran a su petición. Quizás la sentencia que habían impuesto a Shepard había sido “blanda” en comparación con los peores temores de Kaidan, pero era evidente que pensaban cumplirla a rajatabla. Shepard iba a pasar dos años aislada, sin poder salir del edificio ni comunicarse con el exterior.

El sabor amargo en su boca parecía volverse más intenso a cada minuto y comenzaba a sentir un intenso dolor de cabeza cuando un soldado vino a buscarlo para escoltarlo al ala norte del edificio, donde se encontraba la celda de Shepard. Recorrieron en silencio una serie de pasillos laberínticos hasta que Kaidan estuvo seguro de que no sabría regresar si lo dejaban allí solo. Se trataba de un centro de detenciones y no de una prisión, pero no tenía duda de que su distribución era intencionada. También había bastante seguridad. Cámaras en cada esquina y soldados patrullando la zona.

No sabía si siempre era así o si todas esas medidas se habían tomado por Shepard. Sintiendo un estremecimiento, se preguntó si se trataba de precauciones para impedir una más que improbable fuga o si había tantos guardias para protegerla.
Finalmente, el soldado se detuvo frente a la celda número 212, junto a la cual hacían guardia Miyahima y Fawaz. Tras intercambiar el saludo militar, le permitieron entrar en la habitación. Permanecieron en sus puestos pero no cerraron la puerta tras él. Desde su posición, escucharían todo lo que se dijera en esa habitación.

Sin embargo, Kaidan lo olvidó en cuanto vio a Shepard.

Estaba de espaldas a él, contemplando la puesta del sol por el ventanal de la estancia. Había una cama enorme a su derecha, un armario empotrado y un pequeño escritorio contra la pared. En realidad, el cuarto no se parecía demasiado a una celda. Era mejor que los módulos de descanso en los que Kaidan estaba acostumbrado a dormir.

Shepard se volvió, despacio. Su gesto ausente se transformó en una expresión de sorpresa al verle allí. Por un instante, Kaidan se sintió transportado de nuevo a Horizonte, aunque el escenario fuera diferente. El impulso de acercarse y abrazarla hacía que le cosquillearan los brazos y las yemas de los dedos.

Ella dio un paso adelante, sus ojos claros vagando por la cara de Kaidan hasta detenerse un instante en sus labios, haciendo que un latido de expectación se encendiera en su interior. Pero no hizo ademán de acercarse más a él y Kaidan tampoco se movió. Afrontar toda esa tensión aún no resuelta entre los dos sería más sencillo si se mantenía a una distancia prudencial. El ambiente estaba enrarecido tras su desencuentro en Horizonte y, pese a que habían establecido una tregua a través de los correos que se habían enviado, los dos se movían con cautela aún.

Entonces Shepard apartó la mirada de él y la dirigió hacia la puerta abierta de la celda. Kaidan supo exactamente lo que estaba pensando y eso le recordó que debía comportarse como si sólo fuesen un soldado que había servido a sus órdenes en el pasado.

-Kaidan -lo saludó ella -¿A quién has tenido que sobornar para que te permitieran visitarme?

Había un toque de amargura e ironía en su voz, pero se la veía tan calmada y entera como siempre. Quizás su mirada pareciera un poco triste pero, por lo demás, nadie diría que acababa ser sentenciada a dos años de arresto domiciliario en la habitación en que se encontraba.

-Anderson se ha encargado de todo -respondió él -pero sólo me han concedido diez minutos.

Shepard asintió y sus labios se curvaron en una mueca que no llegaba a ser una sonrisa.

-Debí imaginarlo. Anderson siempre intercediendo por mí -apartó la mirada al decir eso y por un instante, bajó la guardia. Dejó de controlar su expresión y Kaidan pudo vislumbrar lo que sentía de verdad. Vio furia en la línea recta en que apretaban sus labios, tristeza en la forma en que se arrugaban sus cejas y decepción en su mirada perdida. Pero al cabo de unos segundos, recargó los escudos y volvió a ser la Shepard de siempre, la que controlaba la situación. Incluso su postura cambió, cuadró los hombros y alzó la barbilla. Buscó los ojos de Kaidan antes de hablar -A pesar de las circunstancias, me alegra volver a verte.

-A mí también, comandante.

Shepard apartó la mirada y aunque no mudó la expresión, su rostro pareció perder color.

-Me temo que el único comandante en esta celda eres tú -dijo, en voz baja.

Kaidan separó los labios, buscando algo que decir para consolarla, pero nada acudió a su mente. Shepard regresó junto a la ventana y sus ojos se perdieron en las calles de Vancouver una vez más.

-Podría ser peor, he visto prisiones terribles últimamente. Hubiese preferido tener vistas al mar, pero supongo que no puedo quejarme -aunque intentaba quitarle hierro al asunto, su voz sonaba apagada. Le faltaba ese énfasis que empujaba a creer en lo imposible.
Kaidan se colocó a su lado, frente al gran ventanal. Desde allí se veía una amplia avenida peatonal, con árboles a ambos lados. Había una fuente a la derecha y varios rascacielos al fondo. Sin embargo, sólo podía prestarle atención al hecho de que Shepard estaba junto a él, a apenas unos centímetros. Si movía un poco la mano, podría rozarle la muñeca y deseaba con todas sus fuerzas hacerlo.

-Shepard -comenzó. Ella volvió el rostro hacia él y Kaidan tuvo ocasión de comprobar que las cicatrices habían desaparecido, incluso las que había tenido antes de que él la conociera. De algún modo eso hizo que sintiera que ya no pertenecía a Cerberus pero tampoco a la Alianza. La sensación fue agridulce y le produjo un absurdo sentimiento de pérdida. Hubo un tiempo que conocía todas las marcas que la vida había dejado en su cara y en su cuerpo, un tiempo que ahora parecía muy lejano y que tal vez nunca regresaría -Yo… siento todo esto.

No encontró una manera más adecuada de expresarse. Lamentaba todo. El tiempo perdido, la distancia entre los dos, Horizonte, Cerberus, Bahak, el juicio, y sobre todo, lo que el Comité le había hecho. Shepard se había alistado al ejército en cuanto cumplió dieciocho años y, aunque Kaidan no siempre había estado de acuerdo con sus decisiones, sabía que había luchado por proteger a la humanidad y la galaxia entera cada día desde entonces. Pensar que había perdido dos años de su vida en coma y que ahora perdería otros tantos entre esas cuatro paredes le llenaba de una mezcla de indignación y tristeza.

-No lo sientas. No es tu culpa, ni tampoco mía. Hice lo que debía hacer -respondió ella con firmeza, sosteniéndole la mirada. Le dio la impresión de que intentaba leer dentro de él, de que sus palabras ocultaban una pregunta. No había confiado en ella cuando se encontraron en Horizonte, pero ¿la apoyaba ahora? ¿Comprendía qué la había llevado a destruir un sistema entero?

-Lo sé -aseguró él. Shepard se relajó un poco al escucharle y apoyó ambas manos en el alféizar de la ventana. Kaidan se dio cuenta de que los dedos le temblaban ligeramente, pese a que su expresión no revelaba nada. El impulso de cubrirlos con los suyos fue tan fuerte que por momento olvidó donde estaba y estiró un brazo hacia ella, pero lo bajó antes de tocarla. La mano le cosquilleaba, así que se la guardó en el bolsillo del pantalón.

A ella no le pasó desapercibido el gesto. Lo miró a los ojos y Kaidan sintió que la boca se le secaba. Dos años y medio después, ella seguía teniendo ese efecto en él.

-Necesito que hagas algo por mí, Kaidan -dijo.

-Lo que sea.

Habló sin pensar, como solía sucederle cada vez que estaba cerca de ella. Su tono, el mensaje implícito en sus palabras, no se ajustaba al papel que intentaba representar sin mucho éxito. Nunca fue demasiado bueno disimulando sus sentimientos. Demba siempre decía que se podía leer en él como en un libro abierto, con muchas ilustraciones y poco texto.

Se preguntó si Miyahama o Fawaz sospecharían algo, pero pronto comprendió que le traía sin cuidado. No sabía cuándo tendría la oportunidad de volver a ver Shepard y no quería desperdiciarla.

-Tú has visto a los segadores y sabes de lo que son capaces. No dejes que la Alianza se olvide de ellos -pidió ella -Te respetan, confían en ti. Haz que se preparen para lo que está por llegar.

Ahí estaba de nuevo, esa cualidad especial en su voz, ese carisma que parecía emanar y te invitaba a seguirla hasta el mismo infierno. Una de las cosas que habían hecho que se enamorara de ella.

Kaidan sintió que todo aquello era injusto, que era Shepard la que debía llevar la voz cantante en la lucha contra los segadores porque se lo merecía, pero que al mismo tiempo los dos eran insignificantes en comparación con lo que se avecinaba, simples peones en una partida a escala galáctica en la que cada uno tenía su papel.

Shepard le había dicho que cuando todo terminara, los dos se sentarían a hablar. Pero ahora se encontraban con que nada había acabado: la guerra no había hecho más que empezar y les tocaba luchar separados.

-Lo haré, Shepard -prometió -Y no estaré solo. Anderson va a dejar su cargo de Consejero para regresar a la Marina. Cree que será más útil aquí.

Si Shepard estaba sorprendida por la noticia, no lo dejó ver. Adoptó una expresión reflexiva, mientras sus ojos se volvían una vez más hacia los últimos rayos de sol del día. A él tampoco le había asombrado la decisión de Anderson. Después de que el Consejo no dudara en retirar su apoyo a Shepard al primer problema y teniendo en cuenta su indiferencia ante los asuntos humanos, poca era la ayuda que podían esperar por su parte. Siempre había dicho que las argucias políticas no eran su especialidad, se le daba mejor luchar en el campo de batalla y era allí donde más lo necesitaría la humanidad.

-Todo ha cambiado -Shepard habló a media voz. Kaidan no supo si se refería a Anderson, a sí misma, a él o tal vez al universo al completo. Cualquiera de las opciones era posible y cierta. Y sin embargo, había cosas que no habían cambiado en absoluto.
Kaidan posó las manos en el alféizar, junto a las de Shepard, y buscó su mirada hasta que dio con ella.

-No todo, Shepard, lo sabes.

Habló en un susurro grave pero supo que ella lo había escuchado porque sus pupilas se dilataron y separó los labios, como si le faltara el aliento. Se contemplaron durante segundos, sin parpadear, mientras Kaidan se preguntaba qué pasaría si recorría la distancia entre los dos y la besaba. Si le pusiera las manos en las caderas y apretara un instante, acercándola a él. Si Shepard tendría los ojos cerrados ya antes de que se inclinara sobre sus labios, si apoyaría las manos en su pecho y le clavaría suavemente las uñas al tiempo que acariciaba su lengua. Si se olvidarían de los testigos armados y con uniforme o de que se encontraban en una base militar. O si todo eso tendría alguna importancia ahora que la habían degradado y que no volverían a verse en meses, años quizás.

Se preguntó todo eso y comprendió que Shepard sabía exactamente lo que estaba pensando, y que si hubiera intentado besarla, no se hubiera apartado de él. Pero los dos eran demasiado conscientes de en qué situación se encontraban y de todos los asuntos pendientes entre ellos. Ese no era el lugar ni el momento.

Así que Kaidan se obligó a recoger todos sus deseos y empujarlos a la fuerza detrás de su rango de comandante. Se irguió, retiró las manos del alféizar y dio un paso atrás, estableciendo una distancia de seguridad entre los dos.
Shepard se volvió hacia él, pero no intentó acercarse.

-Me alegra oír eso -dijo, en voz baja y cálida. Había un matiz nuevo en su mirada que Kaidan interpretó como esperanza e incluso le regaló una pequeña sonrisa. Él la correspondió, en el acto sintiendo que, aunque no pudieran hablar con libertad, al menos habían dejado claro que seguían sintiendo algo el uno por el otro.

Justo en ese momento, el soldado que había escoltado a Kaidan hasta la celda entró en ella y les hizo el saludo militar.

-El tiempo se ha acabado, comandante Alenko -explicó -Tengo órdenes de llevarlo de vuelta.

Kaidan asintió y se volvió hacia Shepard. Ella le tendía una mano que estrechó con fuerza sin pensarlo un segundo. Aunque los dedos le temblaban, la apretó, tratando de empaparse de su calidez y su firmeza.

-Intentaré visitarte de nuevo más adelante -prometió él. La idea de pasar otros dos años sin verla le resultaba insoportable.

-No lo hagas -Shepard se aferró a su mano, como si quisiera llamar la atención sobre sus palabras -Tienes cosas más importantes de las que ocuparte. Recuerda lo que hemos hablado. Yo estaré bien. Ya nos veremos cuando salga de aquí.

Le sostuvo la mirada sin flaquear ni un instante y Kaidan sintió que había perdido la discusión sin siquiera llegar a empezarla. En el fondo, sabía que tenía razón. Los segadores podían estar a la vuelta de la esquina y él estaría destinado en cualquier punto de la galaxia. Sería difícil volver a la Tierra y aún más persuadir al Comité para que le permitieran verla si no estaba Anderson para interceder por él. Podría llevarle días y no tendría ninguna garantía de éxito.

Shepard quería que estuviese centrado en la lucha contra los segadores y Kaidan deseaba estar a la altura. Asintió en silencio, demasiado contrariado para hablar en ese instante, pero la conciencia de que eso conllevaba renunciar a verla durante dos años pudo con todas las barreras que se había autoimpuesto, y sin soltarle la mano, la atrajo hacia él y la rodeó con un brazo.

Vio el gesto de sorpresa dibujado en su rostro un instante antes de que descansara a barbilla en su hombro y le devolviera el abrazo. Kaidan apoyó la mejilla en su pelo y cerró los ojos, las manos enlazadas con fuerza atrapadas entre los dos.

Fue como en Horizonte y al mismo tiempo no lo fue en absoluto. No se trataba de un gesto de reencuentro, sino de despedida. La caricia incierta de quienes no saben cuándo van a volver a verse y se aferran a ese último momento juntos.

Trató con desesperación de memorizarlo todo, pues tendría que vivir del recuerdo de ese abrazo durante mucho tiempo. El peso sólido del cuerpo de Shepard estrechándose contra él, el olor a jabón de su pelo, el sonido de su respiración, la calidez de sus manos.

-Comandante Alenko… yo… comandante, debo llevarle de vuelta.

Kaidan se había olvidado por completo del marine que había ido a buscarle. Al oír su voz, los dos se apartaron, despacio. Shepard tenía color en las mejillas y los ojos brillantes, no recordaba la última vez que la había visto así.

Él se sentía un poco aturdido y el corazón le latía con fuerza en el pecho, pero dio un paso atrás, se puso en posición de firme y se llevó la mano a la frente, haciéndole el saludo militar, como un soldado que acata ordenes de su superior. Shepard correspondió a su gesto, pese a que había sido desprovista de su rango.

Era una ceremonia, un ritual, en que ella le pasaba el testigo de la lucha contra los segadores y Kaidan lo recogía. Se contemplaron durante segundos, sin bajar la mano, diciéndose todas esas cosas que no podían decirse ante testigos, hasta que el soldado que había ido a buscarle carraspeó para recordarles una vez más su presencia.

-Cuídate, comandante.

-Tú también, Shepard.

Fue ella la primera en romper el contacto visual y regresar a su puesto junto al ventanal. Esa fue la última imagen que Kaidan tendría de ella, antes de salir por la puerta de su celda. La silueta de Shepard recortándose contra las vistas del sol que se hundía tras los rascacielos de Vancouver.

Notas:[Spoiler (click to open)]YA CASI ACABO, lo prometo. De hecho sólo falta el epílogo que es corto (de verdad) y está más o menos escrito (a falta de mucho pulirlo). Siento enrollarme tanto y haber tardado TANTO en actualizar, es que me he atascado con muchas escenas aquí, sobre todo con el dichoso archivo del Corredor Sombrío sobre Kaidan. En especial sobre la parte de la sesión psicológica, para la cual tuve que pedir ayudar profesional (para escribirla aunque no me hubiese venido mal ayuda psicológica para mí xDD). He estado como un mes dándole vueltas a esa escena y después con todo el tema del juicio. Y luego me he atascado con la escena final de Kaidan y Shepard, y en fin.

He pensado mucho sobre el juicio a Shepard y lo cierto es que si encima tiene el perfil de Mindoir, salva Elysium y Terra Nova... lo tiene todo para querer exterminar a los batarianos, así que me pareció interesante enfocarlo así. Además al comienzo de ME3 Shepard menciona que Anderson es su valedor y estoy segura de que fue así. Y Hackett, teniendo en cuenta que se metió en ese lío por hacerle un favor personal, seguro que estaba ahí. Sobre el Comité me he inspirado un poco en el prólogo del juego, está claro que el tipo de las cicatrices es el más borde de todos xD Yo y mi manía de rellenar los huecos.

También intenté buscar alguna explicación al hecho de que después de que le mande un email disculpándose e insinuando alguna posibilidad para ellos al final, Kaidan pase por completo de Shepard durante su arresto. NO, me niego. (y en mi canon mental, Shepard no cruzaría el relé sin haberle contestado). Y más o menos eso, no contenta con soltaros 13.000 palabras, doy el coñazo en mis notas de autora también. Muuuuuchas gracias por todo ♥


Prometo no tardar taaaanto con el epílogo.

het, pairing: shepard/kaidan, fandom: mass effect

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