Dado que sólo es medianamente horrible, subo el primer drabble del meme de los besos que está en mi lj (
dryadeh ).
Titulo: Incertidumbre
Fandom: Supernatural
Pairing: Castiel/Dean (bastante suave)
Summary: Durante siglos, ha contemplado a los hombres y conoce sus costumbres, aunque no todas las comprende. Sin embargo, ha visto innumerables veces cómo los humanos se besan. Para demostrar afecto, para pedir perdón, buscando consuelo. Y Castiel siente, necesita y anhela un poco de todo eso, por y de Dean.
Nota: para/pedido por
earwen_neruda ,
ela_san ,
justcyanide ,
waddi_wassi ,
misspiruleta y
apocrypha73 (y puede que alguna más). (Yo me lo busqué, lo sé).
Advertencias (al modo Shumajeriano): esto va a hacer: besos con ojos abiertos, con amor o sin amor y slashes. Spoilers del 4x16.
Hasta entonces, Castiel nunca había conocido la incertidumbre de no saber cuál sería el siguiente paso, porque ahora, al que le tocaba decidirlo era él. Por primera vez en toda una eternidad de existencia.
Pero mirando a Dean, siente el impulso de hacer algo, de dar un paso.
Está dormido aún, tumbado en la camilla y entubado, pero en su rostro herido no hay paz. Como si aún durante la inconsciencia estuviera sufriendo, como si el torturado en esa sala hubiera sido él, en lugar de Alastair. Lo mira. Tiene el ceño ligeramente fruncido, los labios arrugados y la respiración débil, como si ya no tuviera fuerzas para continuar y a Castiel le parece que está cayendo de nuevo, hundiéndose pulgada a pulgada en los fuegos fatuos del infierno. Y quiere sostenerlo, agarrarlo con fuerza y liberarlo de nuevo del tormento. Porque mirándole, Castiel experimenta un nuevo sentimiento que hasta entonces habría creído totalmente ajeno a su condición: la culpabilidad. Porque ya no siente que todos sus actos, aún en cumplimiento de un misión, estén legitimados. O al menos, obligar a Dean a lanzarse de cabeza a su propio infierno, no es uno de ellos.
Dean ya no parece el reluciente soldadito de plomo de antaño, ese de algunos cuentos humanos. Se mantiene en pie aún pero, acercándose lo suficiente, Castiel puede ver sus grietas en la superficie. Es como un edificio en ruinas que se viene abajo poco a poco, y ese mismo día un terremoto lo ha sacudido hasta los cimientos y ahora se cae a cachos. Él también.
Castiel querría recomponerlo, querría arreglarlo como un día le arregló el cuerpo y lo devolvió a la vida, pero no puede hacerlo y experimenta una sensación de impotencia que le paraliza.
Despacio, rompe la resistencia que lo retiene y se acerca a Dean. Se inclina sobre su rostro, con la mirada fija, sin parpadear, como si esperara ver las fisuras del alma del cazador, grabadas sobre la piel.
Un nuevo impulso le llega entonces, y se arremolina en su pecho, insuflándole una sensación desconocida, como un cosquilleo interior que se extiende hasta cada parte de su cuerpo.
Durante siglos, ha contemplado a los hombres y conoce sus costumbres, aunque no todas las comprende. Sin embargo, ha visto innumerables veces cómo los humanos se besan. Para demostrar afecto, para pedir perdón, buscando consuelo. Y Castiel siente, necesita y anhela un poco de todo eso, por y de Dean.
Así que se inclina un poco más sobre él y le besa. Es algo tenue, explorativo, se posa sobre los labios entreabiertos de Dean y los presiona suavemente con los suyos, sin cerrar los ojos. Se queda ahí unos instantes, rígido, inmóvil, hasta que la respiración débil y pausada del cazador se le cuela entre los labios y la siente bajándole por la garganta para llegar su pecho. Entonces, colapsado, conmovido e incomprensiblemente reconfortado, se aparta.
Dean no ha despertado, ni siquiera se ha movido, pero le tiemblan las pestañas, de un tono dorado oscuro con esa luz.
El ángel suspira hondo, se levanta del asiento junto a la cama y sale de la habitación.
Justo en el momento en que se cierra la puerta, Dean abre los ojos, de golpe, y la máquina traidora que monitoriza los latidos de su corazón se dispara.