Título: El odio sabe a nata
Fandom: Inglorious basterds
Rating: M.AU.
Pairing/s: Shosanna/Landa.
Disclaimer: Quentin, blah, no son míos, blah.
Dedicatorias: Regalo de Navidad para
aomwrr, por la sencilla razón de que lo merece y esto suponía un reto <3
The bridge is crossed, so stand andwatch it burn - The point of no return. Sarah Brightman&MichaelCrawford.
1.
Lo odia. Le detesta. Suorganismo sólo es capaz de reaccionar a escuchar su nombre con unaarcada. Siente la bilis subir, ardiendo, por todo su esófago. Cuandosabe que está a muy pocos centímetros de ella sin embargo, sus piesparecen convertirse en dos bloques de hielo. Sabe que su mano estácogiendo con seguridad pasmosa su hombro.
Su mente grita que salgade ahí tan rápido como le puedan dar sus piernas. Pero esabsolutamente lo contrario a lo que su cuerpo - contraído,debatiéndose entre vomitar o lanzarle toda clase de insultos -hace.
Tiros. Gritos. Sangre.Caos.
El sudor, la suciedad, elinstinto de supervivencia superando incluso a la pena producida porla - más que segura - pérdida de todos sus seres queridos.
Pero lo que másrecuerda. Cuanto se había quedado de toda la traumáticaexperiencia, fue su voz.
Esa misma que ahora teníaesa - impresionante, increíble, inhumana - capacidad de serincluso gentil.
Hasta a la hora de pedirun vaso de leche.
2.
I'mgonna love you with my hands tied
Show me your teeth
Just tellme when
Show me your teeth
Open your mouth boy
Show me yourteeth
Lady GaGa -Teeth.
Strudel.
Nosabía si durante el plazo de las próximas horas podría terminar dedigerirlo. No es que estuviera malo o no fuera de su gusto. Habíasido la maldita compañía. Todo cuanto había tenido que asumir. Sifuera cualquier nimiedad podria haberles toreado con labia - Esaque tan bien sabe usar cuando quiere. Aquí Landa no es el único quetiene tablas - , haberle propuesto cualquier opción válida queseguro que habrían aceptado. Porque ella era una mujer a fin decuentas,y tenía embelesado al principal baboso de aquella masacre.
O auno de los muchos.
Miraralrededor de esa mesa había sido como estar rodeada de gente a laque deseas ver hecha cadáver.
Derepente piensa en que tendrá que dar refugio a tal grupo en supropio cine. Su segundo hogar. De lo que ella y Marcel viven trasdemasiado tiempo en llevarlo a flote. Aquel sitio representababásicamente el transcurso de su vida casi adolescente a su vidaadulta.
Tenera toda esa gente dentro sería intoxicarlo. Envenenarlo.Irremediablemente. Era perfectamente sabedora de que tal hecho fueel disparador del acontecimiento que iba a tener lugar entre esascuatro paredes dentro de no demasiado tiempo. Todo estaba organizadosegún lo acordado con Marcel. La función empezaría, desde luego.El show continuaría, también. Pero a la manera única y exclusiva de ellos.
Todoel mundo tiene un precio que pagar. Y a veces hay que hacersacrificios por más grandes que estos sean.
ShosannaDreyfus se mantuvo oculta, bajo el refugio de las luces y sombras dela sala de proyección mientras escuchaba la atrocidad que se habíavisto obligada a proyectar en su cine. Sólo quería que terminaratodo de una vez. Poder respirar tranquila, con el orgullo de lavenganza llevada a cabo.
Unruido dio freno brusco a todas sus cábalas, haciéndola mirar haciala puertecita que unía la sala con la misma donde se proyectaban laspelículas. Y pocas personas sabían que existía. Imaginaría quesería Marcel, así que se acercó muy diligente para recibirle.
Definitivamenteno era ni por mucho la persona que estaba esperando. Se quedómirando su - inusualmente, para tratarse de quien era - elegantepresencia. La sonrisa de medio lado, esa de saber más de lo quecuenta, siempre impresa en sus facciones. Aquella que primero imaginódesde el suelo de una casa clandestina mientras le escuchaba hablarpara tener el infortunio de darle un cuerpo. Gestos. Palabras. Tonos.Cabellos ligeramente grisáceos. De esas personas a las que no lesienta mal. Pero a los ojos de ella - de muchas como ella -seguía siendo lo que era. Alguien sin una pizca de sentimientos siera capaz de hacer lo que aquella vez. Por eso su impulso fue el deecharse levemente hacia atrás,quizás reprimiendo un gran escalofríorecorriéndole la espina dorsal.
Hastapara sí misma la respuesta había sido absurda. Mantuvo lacompostura tanto como le dio el impacto de la sorpresa, sosteniendocon firmeza el pomo. Alzando el menton. Clavando sus ojos verdes bajoese clásico sombrero negro con velo.
Desde luego, pero sabrá perdonarme unos minutos ¿verdad?
Siempresabía utilizar el tono adecuado para la ocasión más adecuada.Titubeó por un segundo para después pasar a cederle paso condiscreción. Pero seguía manteniendo su cuerpo lo más cerca posibledel pomo de la puerta. Un sistema de defensa inconsciente.
¿No le está gustando la película? - Repuso Dreyfus, con ese fino toque de ironía al terminar la frase.
Elcual, a juzgar por el pequeño movimiento de la comisura de loslabios de Hans Landa, había captado a la perfección. Y no ledisgustaba.
Oh, sí - Hizo una pausa, mirando a su potencial víctima con ojos de lince previsor - Pero, la verdad es que estaba un poco preocupado. - Concluyó, tomando asiento con toda tranquilidad en una pequeña silla con la que se había topado.
¿Preocupado? - Replicó, sin entender.
Perono se movió ni un centímetro de donde estaba. El lugar en el que sehabía situado era ahora mismo como una barrera de seguridad que nopodría cruzar. Leía cada intención. Sabía cuáles eran suspropósitos, el por qué no había dejado de buscarla desde que seencontraron en ese almuerzo.Despertaba en él la fatal combinaciónde la curiosidad además de ser consciente de que ella en sí mismarepresenta eso pendiente. Lo que no pudo destruír. La niña ala que tuvo a tiro pero al final dejó ir.
Esapequeña mancha en su impecable expediente de caza judíos.
Bueno, la verdad es que se marchó muy abruptamente. Creí necesario venir si era para ofrecer unas disculpas a tiempo.
No me encontraba demasiado bien. Y como ve tenía algo grande que organizar - Y lo que todavía no sabes ni dejaré que lo hagas, quiso añadir.
Ah, por supuesto. Ha hecho bien, ha hecho bien. El evento está siendo una maravilla - Hizo una pausa - Tampoco quisiera quitarle más tiempo...Pero antes de volver, si no le importa, quisiera hacerle una pregunta muy sencilla.
Elsilencio se hizo entre ambos tan cortante como la obvia tensión enaquel ambiente de luces y sombras. Una de sus manos indicaba que seacercara hasta donde él estaba sentado. Se acercó. Insegura, peroasumiendo lo que probablemente iba a ocurrir a continuación. Si lohacía de una puñetera vez ella estaría por fin en paz para luegover su alma arder en el infierno al que pertenece. Al llegar a suposición, Landa agarró su muñeca algo más fuerte de lo habitual,lo cual hizo que perdiera el equilibrio para quedar sentada en unaposición un tanto extraña sobre sus dos muslos cubiertos por suinseparable uniforme.
Supongo que tus padres te enseñarían que mentir no está nada bien, ¿a que sí, Shosanna?
Susojos parecieron quedarse fijos en el mismo punto de su cara alescucharle volver a nombrarla.La mirada que éste le devolvía seguíaigual de gris, de tranquila, de expectante. Impasible como siemprehabía sido. Igual que el mayor depredador, esperó al momento perfecto para clavar las zarpas sobre el objetivo.
Tiene que irse. Ahora.
No - replicó, inmovilizando los brazos de ella, haciendo ambas manos presas de su fuerza - Ahora mismo no le aconsejaría que dijera nada.
¿Por qué? Este lugar es mío.
Será lo único que le quede de su familia entonces, ¿verdad? Pobrecilla. Ese novio suyo desaparece cuando le necesita. Hm. Una pena.
Como se le haya ocurrid...
Unode sus brazos seguía sujetándola con fuerza mientras el otro seapresuró a tapar su boca.
Haga algún ruído. Ya sabe el tipo de gente que llena el cine en este preciso instante.
Antesde que las llamas de todo aquel rollo de cinta empezara a arder porobra de Marcel, de su mensaje, pensó que realmente daba igual. Deperdidos al río. Lo cual desembocó en una seducción inadecuada,en besos lentos, húmedos, con sabor a nata, en su lengua recorriendo- ahora - los labios de él para ver si de alguna manera aflojabala fuerza de esas manos que actuaron como fuertes cuerdas. Algunalágrima traidora quiso escapar porque en el fondo ni entendía porqué estaba haciendo esto. Ni por qué lo estaba disfrutando de lamanera en que lo estaba haciendo, quizás por el aspecto deresolución macabra, sexual, sadomasoquista al asesinato de suspadres y hermanos. Porque sabía que todo iba a terminar de todasformas.
Resignación,al tiempo que sus manos sueltas que, en lugar de obligarse a escaparrápidamente, siguieron el placentero juego a través de su chaqueta,de cada uno de los galones que cubrían las solapas, tintineandocontra el suelo al choque del metal. La palma de su mano acariciandosu pierna fue como una ráfaga de aire muy frío por todo su cuerpoque se extendía por el camino de las mismas hacia la espaldaligeramente descubierta. Todo fue perdiendo control despacio, loslabios de uno, de otro. Mordiscos. El cinturón desajustado. Suvestido rojo - puro, sangre - algo más levantado de la cuenta.
Escuchóel familiar 'clic' del gatillo del arma que Dreyfus había estadosujetando todo este tiempo. El arma. Dos vidas. O arder más tarde. Miró a sus labios enrojecidos. Los cabellos despeinados. Derrotadopor primera vez y por una simple chica. Además, judía. Un golpeseco mandó la pequeña pistola lejos.
Tú decides - Confesó el coronel, ya con aliento.
Shosannasonrió. No sabía que quien había tomado una decisión era,precisamente, él cuando el humo empezara a invadirles agresivamente.Y a la perdición.
Estaríaencantada de hacer tal honor de su propia mano.