Mi aportación, una pequeña serie de drabbles basada en la tabla matemática de la comunidad una_frase. No son exactamente de una frase, así que es un poco trampa... pero hay demasiado que decir de House y Cuddy para plasmarlo en tan pocas palabras.
Espero que os guste.
Sumar
Él siempre ha sido un experto en la soledad. En su infancia, su pasado de triste niño maltratado (nótese la ironía) y los constantes traslados de su padre le abocaron a no tener tiempo suficiente para intimar con nadie. Luego, quizá fue su orgullo el que le apartó de muchas personas. Finalmente, fue la pierna, y ese carácter indomable del que tanto se enorgullecía. Estaba bien, no necesitaba a nadie. Excepto, tal vez, a ella, con la mala suerte de que la única vez que consiguió sumar uno y uno para dar dos, la única vez que rompió su barrera para tenerla entre sus brazos, labios contra labios, cuerpo contra cuerpo, resultó no ser cierta.
A veces no sabe si es mejor solo o falsamente acompañado.
Restar
Han sido unos meses muy largos. El silencio y la tranquilidad de su despacho, la ausencia de interrupciones, la tensión, la espera de noticias por parte de Wilson; y ahora, cuando parecía que todo regresaría a la normalidad, él dice que no va a volver. Querría estrangularlo con sus propias manos. En primer lugar, porque sabe que está renunciando a lo que da sentido a su vida, y en segundo, porque el Princeton Plainsboro y su vida están muy vacías una vez que alguien ha restado de ellas el elemento Greg House.
Multiplicar
Le dolió cuando lo gritó en voz alta, delante de todo el hospital. Le dolió aún más comprobar que no había sido otra de sus estúpidas tretas, sino que realmente, para él, había ocurrido.
Sin embargo, al llegar a casa se ha quitado el vestido de la boda, lo ha dejado en la percha, y se ha tumbado en la cama, con los ojos abiertos. Se ha llevado las manos a la cintura, a los pechos, a las caderas. Ha pensado en él, solo sin duda en una habitación de ese sitio infame al que ha ido a parar, y de repente, ha sentido multiplicarse por todo su cuerpo aquellas caricias que él imaginó y que los dos, abiertamente o no, desean.
Dividir
No quiere pensar. Quiere concentrarse en las sensaciones físicas, al fin y al cabo por eso está ahí, sentado en esa silla, sosteniendo el cuerpo de Lydia sobre sus rodillas. Quiere cerrar los ojos y dejar de darle vueltas a todo. Quiere hundirse en ella y comprobar que por una vez en mucho tiempo, algo es verdaderamente real, aunque no lo parezca más que lo que no lo es.
Echa la cabeza hacia atrás y se tensa, con los brazos de aquella mujer en torno a su cuello. Y entonces le llega una voz procedente de su cerebro, que afortunadamente no es la de Kutner ni la de Amber, una voz susurrante que dice que con cada beso, con cada centímetro de piel, algo les está diviendo a Cuddy y a él, como nada nunca lo había hecho antes.
Regresión
Tenía miedo de que las cosas hubieran cambiado demasiado cuando volviera a verle, a pesar de que una parte de sí misma le decía que House no era la clase de persona a la que unos cuantos meses de terapia podían lavarle el cerebro.
Al comprobar que, incluso tras todos los cambios y la evolución positiva que decían de él, su comportamiento, sus costumbres y su personalidad vuelven a la media como en una regresión lineal matemática, dice en voz alta que al parecer, el período en Mayfield no ha servido para nada, pero en el fondo, se alegra.
House es como es, y ella le quiere así. Desde la primera virtud hasta el último defecto.
Igual
En el fondo, siempre han sido demasiado iguales. Siempre han compartido esa extraña aversión por decirse lo que sienten. Los dos aman sostenerse la mirada, intentar leer en los ojos del otro con el corazón amenazando con desbocarse dentro del pecho, retarse, buscarse y luego separarse, como los dos polos opuestos de un imán, basándose en excusas por las que una historia entre ellos no pueda ser posible, en un intento vano de establecer corazas que protejan sus almas arañadas por la vida, el tiempo y los desengaños.
Fracción
Una fracción del corazón de uno siempre estará destinada al otro. No importa cuánto se hayan herido, ni cuánto tiempo haya pasado, ni cuántas otras personas hayan tratado de ocupar esa fracción. Estará ahí, impenetrable, reservada, inmutable. Para el día en que finalmente, terminen por admitir lo que la necesitan.
8. Gráfico
Imaginémoslos como dos ejes, X e Y. Femenino y masculino, al igual que los cromosomas. Y dibujemos las líneas que representan cada eje.
Ellos son dos líneas que se extienden en direcciones distintas, dos líneas que parecen condenadas a no unirse. Pueden extenderse distintas variables entre ellos, los ejes pueden alejarse mutuamente, y, sin embargo, por mucho que se alejen, siempre quedarán unidos en un punto. De donde parte todo, de donde siempre se empieza a contar, y donde siempre se puede regresar.
Los dos han sabido siempre dónde está su coordenada 0,0. Sólo falta el valor, la decisión, de llegar hasta ella.
Por mucho que las demás variables digan lo contrario.