Como campos de fresas

May 10, 2011 16:24

Autor: ohmymoon
Fandom: Harry Potter.
Claim: Mikaela Reynolds & Andrew Backwell.
Tabla: 30 Besos
Tema: #23 - Dulce
Título: Como campos de fresas.



No pudo explicar con palabras, a lo que se refería. Lo único que podía ocurrírsele en ese momento era: dulce. Los labios de la jovencita que estaba bajo él tenían sabor a algo desconocido, algo que no eran calabazas o chocolate, como creía. Era un sabor especial, que según Andrew recordara, no lo había probado en otra parte. Ni en los labios de Emily Pierce, su última novia. Los labios de la Ravenclaw eran áridos, como un desierto. Y los de Mikaela.. los de ella eran especiales. Pequeños, de color carmesí. Un labio inferior que ella solía morderse debido al nerviosismo, y esa sonrisa que solía llevar a flor de la piel. Sí, los de Mikaela Reynolds no se comparaban a los de Emily Pierce.

Aunque el Gryffindor debía de admitir, que todo aquello no fue más que la pura culpa de Honeydukes. Su cita, como él se había imaginado, no había sido ni en un lugar a solas, o un momento de paz y tranquilidad en el pueblito mágico de Hogsmeade. No, no. Ellos habían ido al lugar donde vendían los más asombrosos dulces, que lejos de ser los mejores, le ganaban a la tienda de objetos mágicos de Zonko. Andrew había disfrutado de cada momento, viéndola comer trocitos de chocolate, o varitas de regaliz, o simplemente goma de mascar sin fin.

Esa era una explicación de por qué ella tenía sabor dulce. ¿Pero qué hacía Mikaela debajo del cuerpo de Andrew? Ella no lo sabía. Sus pequeñas manos se crispaban en la espalda de Andrew, regañándolo por lo bajo. Llevaban un buen rato en esa posición. Debajo de un árbol, con la espalda de la Hufflepuff tocando el suelo.

Nevaba.

Lo supo cuando los copos de nieve se apoderaron de las ramas y hojas del árbol sobre ellos. Todo iba bien… hasta que una de las manos de Andrew comenzó a ascender por debajo de la blusa.

- ¡Depulso! - exclamó Mikaela, notablemente acalorada. Tenía las mejillas encendidas y se notaba su nerviosismo. Apartó la vista rápidamente. El hechizo había funcionado para lanzar a Backwell, lo suficiente para que se librara de él. La castaña se incorporó, alejándose apenas para que su espalda chocara contra la corteza del árbol. Aún no lo entendía..

Por otra parte, Andrew Backwell estaba más aturdido que una salamandra de fuego. ¿Qué había hecho? Se aclaró las ideas. Observó como su amiga se estaba acomodando la ropa, mientras se mordía el labio inferior. Parecía que el rubor de sus mejillas tampoco hablaba bien de ella. Se acercó con cuidado, sin pronunciar palabra alguna. Tal vez todo iba muy rápido. Tragó saliva. - Hey, Reynolds. - murmuró.

Pero Mikaela no lo escuchaba. Seguía absorta en esos pensamientos sobre todo lo que había pasado. Inclusive antes de que se diera cuenta, estaban demasiado comprometidos al demostrar su amor. ¡Joder, que si la veían! Cincuenta puntos menos por estar haciendo esas cosas en el mismo Hogsmeade! Supiró, sin hablarle.

Obviamente, el pelinegro notó lo que había hecho. Una crisis mental casi llegaba a Mikaela. Y debió de haberlo notado antes. Ella, por lo que sabía, nunca había tenido algo cercano a un novio. Que va. Él era muy celoso en ese aspecto y la cuidaba con el pretexto de que ellos eran idiotas. Y lo eran. Solo que no eran los idiotas para ella.
Mikaela tenía una crisis emocional encima. Que claro, había hablado sobre su madre acerca de todo eso, en especial de lo que pasaría cuando ella fuese un poco más mayor. Suspiró, echando la cabeza hacia atrás, para chocarla sutilmente con el árbol. «Que idiota.» pensó, cerrando los ojos. ¡Pensar que iba a pasar algo! Cuando quizás solo él se hubiese apartado… Mikaela negó con la cabeza.

Andrew, que la observaba entre divertido y miedoso, se acercó a ella. No tardó mucho para que rebuscara entre los bolsillos, un trozo de chocolate. Búlgaro. Del favorito de la castaña con complejo de conejo mutante. El pelinegro sonrió, mientras se lo acercaba cuidadosamente. Hasta el momento, no sabía lo que ella era capaz de hacer. Con Emily, por ejemplo, estuvo a punto de arrancarle las extensiones en una rabieta.

- Toma un poco, te calmará el susto. - comentó, tratando de hacerla reír. Mikaela le lanzó una mirada de advertencia, pero tomó un poco de chocolate. Una de las manos de Andrew entrelazó los dedos con los de la castaña cuando ella mordió suavemente el pedazo de chocolate.

- No vuelvas a hacer eso. - murmuró nerviosamente.

Andrew alzó una ceja, antes de sonreír.

- Está bien. Pero dejame un poco. - pidió, señalando el chocolate. Mikaela negó con la cabeza, antes de comerse todo el chocolate búlgaro. Andrew la miró desafiante. Segundos después el león volvía a estar sobre el tejón, luchando por los restos del preciado dulce en la boca de Mikaela.

Sí, Andrew lo tenía bien entendido.

Los labios de Mikaela eran más que solo dulces.

!fanfic, claim: mikaela & andrew, tabla: 30 besos

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