Título: Vínculo
Pairing: Drarry
Rating: R
Status: Terminado
Capítulo 21
Cuando abrió los ojos ya era media noche, según el reloj que tenía justo al lado de su improvisada cama.
Seguía molesto, eso no iba a negarlo, porque se sabía excluido de un plan que al final de cuentas también debía involucrarlo en la planeación y no solamente en la acción de estos planes (ridículos, por cierto).
Además, aunque le doliera darle la razón, Zabini estaba en lo correcto.
Harry había estado mucho tiempo últimamente en sus pensamientos.
Eso complicaba todo, porque un capricho, por muy capricho que sea, es algo que no te deja hasta que lo has satisfecho. Y con el poco tiempo que contaba, no encontraba una forma de seguir adelante y tomar de Potter lo único que podía brindarle, un momento de placer momentáneo y pasajero. Efímero.
Además, ahora el idiota cabeza rajada ni siquiera estaba en el mismo lugar que él.
¿Cómo se suponía que se iba a recuperar de aquel sentimiento extraño e indescifrable para él que estaba acostumbrado a siempre tener lo que quería? Eso estaba molestándole en lo más profundo de su ser, pero no podía admitirlo, porque sería darle la razón a Potter y a Blaise.
Contuvo un suspiro en su interior y cerró los ojos con fuerza.
Se merecía más que eso, de eso estaba consciente.
Pero los ojos verdes de Potter tenían una cualidad muy atrayente que en ese momento se dibujaba nítida tras sus párpados fuertemente cerrados, y sus expresiones parecían tan reales en aquella burbuja de fantasía que su cerebro estaba creando para él… su voz sonaba tan cercana, como si fuera un susurro en su oído.
Maldijo en silencio.
Lo único que necesitaba era sexo sin significado alguno y valor sentimental.
Se puso en pie y se dirigió a la salida de la cueva.
Hermione estaba sentada sobre una roca, observando el paisaje amplio y verde que se extendía ante ellos.
Sabía que ella tenía muchas preguntas, y no quería ser él quien les diera respuestas, pero era el único que podía hacerlo.
Y extrañamente, eso formaba parte de su capricho del momento, irle a decir todo lo que sabía a la sangre sucia, para no sentirse tan ignorante de lo que Harry hacía.
-Piensas mucho en Potter, Granger. -dijo con voz suave, pero con una mirada fría, que no daba lugar ni a un ápice de confianza.
De parte de ninguno de los dos, realmente.
Porque ella seguía creyendo que había sido una condición del rubio, y ahora se daba cuenta que haber pensado que Harry estuvo involucrado en la muerte de sus padres era algo injusto.
-Harry es mi amigo, es obvio que me preocupe por él. -explicó ella, en un tono de voz condescendiente, como si Draco no supiera el significado de la palabra amigos, y muy probablemente era cierto. Además, ella tenía derecho a estar molesta con él, porque desde que se involucró con Harry, éste empezó a actuar aún más extraño de lo que ya estaba actuando. -No pienso tener esta conversación contigo.
El rubio no dijo nada.
Se pasó una mano por el lacio cabello y sonrió de lado, estaba complacido por inspirar enfado en la chica modelo de Gryffindor. La chica que siempre obedecía las reglas, por muy absurdas que éstas pudieran ser.
Molestar a Granger iba a servir a su propósito.
No tenía qué hacer hasta que pudiese atender un llamado de Voldemort y Snape no estaba por ningún lado, así que era obvio que pasara lo que pasara, él no podía moverse de su lugar.
Lupin también había partido, y por el momento él estaba feliz por eso, porque sabía que al menos ese profesor iba a estar vigilándolo todo el tiempo posible, culpándolo también por la marca del brazo de Harry.
Si tan solo supieran que todo el plan había provenido de la boca santa de Potter.
La ironía era su fuerte, pero no podía soltar todo lo que quería en ese momento porque la chica iba a usarlo a su favor, y ella, a diferencia del otro amigo de Harry, no era impulsiva o estúpida, sino más bien todo lo contrario.
-No quiero hablar de tus lazos de amistad con Potter, yo tengo mis propios lazos con tu amigo. Pero esos son míos, tampoco pienso discutirlos.
Ella bufó.
Era notorio su enfado, cada vez más.
Pero a Draco no le importaba, sólo quería entretenerse por un momento más, en lo que llegaba Snape para indicarle qué era lo que tenía que hacer, porque estaba aburriéndose como nunca en su vida.
Por primera vez, esperando órdenes.
-Harry sólo iba a utilizarte.
Draco negó.
-Él quiere más de mí de lo que tú puedes imaginar, Granger. Pon a funcionar tus neuronas, eres buena en eso, yo sé que te darás cuenta que hay más de lo que tú quieres admitir. -dijo, sonaba burlón.
Le encantaba tener la razón.
Sentía una perversa satisfacción.
Se sentía como un niño que acaba de ser concedido de un premio por tener la razón, su recompensa fue la mirada decepcionada que cruzó el rostro de la joven de cabello alborotado.
-Sigo creyendo que él no tiene motivos para convertirse en un death eater.
El rubio enarcó una ceja.
-¿En serio? -preguntó, pero ni siquiera le permitió replicar antes de añadir. -Lo debes conocer muy poco, porque él me ha dicho a mí que sus motivos son muy claros y el mundo entero debería entenderlos. Es una venganza ridícula, porque no gana nada, pero él quiere cerrar con broche de oro esta guerra, coronándose con laureles.
Hermione negó.
-Matar gente no es la solución, nunca lo ha sido.
Harry siempre había replicado que eso era posible, pero en un mundo muy ideal, y que ese mundo no existía.
-No seas tan inocente, Granger. En todas las guerras hay muertes, qué te hizo pensar que esta era diferente de cualquier otra… o que tu héroe Harry Potter iba a coronarse con laureles, como ya dije, con las manos limpias de sangre. Así no funciona el mundo, al menos no este mundo.
Hermione gruñó, como muestra de su enfado.
Draco era muy astuto, alguien que estaba debatiéndole sus razones, porque quizá él también lo había pensado.
-No es inocencia, Malfoy. -su voz sonaba muy débil, quizá era por el cansancio al que había estado inducida desde que partieron de Hogwarts. No dormir en sus camas mullidas era un problema. -A mí me gusta llamarlo esperanza.
Draco rió ampliamente, pero no sonaba como una burla, o quizá sí.
Ella no conocía la diferencia entre una y otra, al menos no de parte del rubio.
-Yo le llamo ilusión. -aclaró él.
Ella sonrió de lado, pero no era una sonrisa alegre, ni resignada, era una sonrisa extraña… como de enfado contenido.
A Draco le agradó, porque le demostró que estaba cumpliendo su objetivo.
Hermione estaba a un paso de su límite, y un enfrentamiento ya fuese verbal o incluso mágico sonaba muy entretenido en ese momento.
Y si bien él sabía que ella era muy hábil, su habilidad consistía en la rapidez en la que su cerebro trabajaba, sus funciones motoras aún eran un poco lentas al momento de un combate.
Él la había visto en sus clases de Defensa contra las artes oscuras.
Ella siempre dudaba antes de atacar.
-Me pregunto si ganas algo al venir a aplastar mis ilusiones. -fue todo lo que dijo ella antes de ponerse de pie y pararse al lado del joven rubio.
Él no respondió.
No ganaba nada diciéndole sus motivos a la sangre sucia, claro, que sus motivos eran simplemente conseguir hacerla enfadar.
Sonrió cuando vio que ella esperaba su respuesta.
-Es sencillo, Granger. Es simplemente que incluso yo me siento más cercano a Potter de lo que tú lo has sido desde que lo conoces. Me sorprende que él no te haya contado el plan desde un inicio.
-¡Lo sé! Él te pidió que te unieras a Voldemort por mí.
-Eres muy egocéntrica, sangre sucia. Harry es un poco más egoísta de lo que todo el mundo cree… él lo hizo porque quiso. El plan original no me involucraba a mí, Harry ya era un death eater, mucho antes que yo. Yo soy su capricho.
Ella negó.
-¡Jamás! Él sólo te está usando.
Draco asintió.
-No lo dudo, pero mientras tanto, su deseo por mí es mucho más intenso que el cariño que pueda aún guardar por ustedes dos. Le estorban, mientras que yo soy su pequeño secreto.
-Y tú también lo estás usando. Déjalo en paz. -pidió ella en lo que sonó más bien como una orden.
-Podrías decir que los dos obtenemos algo al final. Y no puedes alejarme de Potter… ni tú ni nadie. Lo dejaré cuando me aburra de él, y eso aún no ha pasado, porque ni siquiera ha logrado satisfacer mis más básicas necesidades.
Ella lo miró con asco.
Draco rió.
-Ya me voy, dos Gryffindor no son algo que yo quiera manejar.
La joven se volvió y vio de lo que Draco estaba hablando.
Ron se dirigía a ellos.
-Déjala en paz, hurón saltarín. -gruñó el pelirrojo.
Draco ni siquiera se enfadó, sabía que el pelirrojo estaba enfadado por haber sido excluido de la lista de confianza de Harry Potter, por eso mismo sólo sonrió de lado e incluso tuvo el descaro de inclinar la cabeza en forma de saludo.
Ron frunció el entrecejo.
El rubio todavía se burlaba de él.
Lupin se sentía mal.
Se sentía pequeño e imponente.
Sabía que no era así, que él era alguien fuerte e inteligente, y que en la guerra él era alguien útil.
Pero como el protector de Harry había fallado.
Se sentía como un fracaso.
Su mejor amigo estaba muerto, había muerto protegiendo a su ahijado, así que podía decir que jamás dejó de cumplir su misión… pero él perdió a Harry sin poder demostrar lo mucho que se interesaba por aquel joven.
Un traidor.
Harry era un traidor.
Él jamás imaginó la llegada del día en que él vería una marca tan primitiva en el brazo de su más fiel alumno.
¿Por qué no escuchó antes a Hermione?
¿Por qué no lo presionó a que le confiara sus problemas, sus sentimientos?
De lo que estaba seguro era que eso había sucedido (la marca) luego de la muerte de Sirius, porque con Sirius cerca Harry hubiese sido incapaz de haber permitido semejante daño a su cuerpo, a su propia alma.
Ahora, sin el único vínculo a sus padres, debía sentirse perdido.
Remus admitía que él jamás fue el guardián modelo.
Él sentía que no debía ser amigo de Harry más allá de la relación estrictamente profesional entre un profesor y su alumno.
Lo apreciaba, porque era el hijo de uno de sus mejores amigos, y el ahijado de Sirius, pero jamás le dijo que confiara en él sin importar qué.
Harry tuvo que encontrar apoyo en otros lados.
En los lados erróneos, por lo visto.
Anduvo en medio de la destrucción que aún no terminaba de consumir aquella vieja casa abandonada.
Allí, antes de aquella horrible muerte, había existido un hogar cálido y lleno de amor, donde se criaba a un pequeñito lleno de esperanza y muy amado.
Ahora, las malas hierbas cubrían todo lo que podían y el aspecto tétrico de la casa la hacía ver aún más vieja de lo que en realidad era. Lupin suspiró, sintiéndose aún peor, si es que eso se podía.
Les había fallado.
Se detuvo, frente a dos tumbas.
Sirius se había encargado de enterrarlos, después de haberle dado su moto a Hagrid, para que se llevara a Harry con Dumbledore.
-Lo siento, James. -dijo, dejándose caer de rodillas, bajando la cabeza. -No pude detenerlo, no pude ser el apoyo que Harry necesitaba.
Sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas.
Era doloroso.
Sus amigos murieron peleando contra el mal, y saber que su hijo ahora servía a éste.
Y es que sabía que servía al mal, porque respondía todas las interrogantes del porqué los death eaters siempre estaban tan bien informados al respecto de los movimientos que ellos efectuaban.
-Pero les prometo que voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para rescatar a Harry, para que él comprenda lo que ustedes hicieron… no puedo permitir que su sacrificio se tire a la basura, que el sacrificio de Sirius no tenga valor. No puedo. -se detuvo, al pensar en un posible final no deseado. -Y si no puedo conseguirlo, tendré que darle muerte antes que alguien más lo haga… y me aseguraré que aunque sea al final, él comprenda que no está bien.
La brisa sopló con más fuerza y Remus tomó eso como una señal de que sus amigos lo habían escuchado.
-También lo hago por ti, Lily. Sé que tú lo amas, incondicionalmente. Pero él no es lo que solía ser.
Y era verdad.
Harry había cambiado en todos los aspectos posibles.
Lord Voldemort miró a Lucius.
El rubio estaba muy gravemente herido.
Lo había mandado al campo de batalla.
Un enfrentamiento con un grupo de aurores que ahora yacían muertos frente a ellos consiguieron dejar en aquel deplorable estado a uno de sus más poderosos sirvientes.
Lo miró fijamente.
Había sangre manchando su rostro pálido y tiñendo de escarlata aquellos platinados mechones.
Sus ojos grises parecían nublados y sus movimientos eran torpes y lentos.
-Tenemos el paso libre, señor. -dijo, orgulloso. Orgulloso de haber hecho un buen trabajo y no permitir que su equipo se rindiera o se regresara, a pesar que muchos tuvieron esa intención. -Hemos limpiado todo, no hay ningún auror que pueda interponerse en nuestro camino.
Voldemort sonrió.
Sus rojos ojos mostraron complacencia.
Pero había una extraña sonrisa en su rostro.
Lucius lo notó de inmediato, pero no dijo nada.
Sabía que él merecía un reconocimiento, pero se conformaba con un par de días libres para recuperarse de aquellos duros golpes que marcaban su rostro y todo su cuerpo, y limpiar la sangre seca de su piel.
-Lucius, estás muy herido. -siseó con voz suave, maligna. -Deberías tomar un largo descanso, ¿no lo crees?
El rubio malentendió el significado de aquellas palabras, así que sólo asintió, y terminó arrepintiéndose cuando vio a su amo y señor alzar su varita y apuntándolo.
-Avada kedavra.
-continúa-
Empezamos, de nuevo, lol.