Título: Vínculo
Pairing: Drarry
Rating: R
Status: Terminado
Capítulo 23
-¿Qué es lo que vas a decirme? -preguntó el anciano, con voz suave, observando con minuciosidad la apariencia de uno de sus alumnos favoritos durante toda su historia como director.
Harry tomó asiento frente a él y sonrió.
-Primero que nada, quiero decirle a usted que hacer esto, ser un Death Eater, ha significado para mí un reto muy grande. -empezó el ojiverde. -Jamás imaginé que tendría que matar a alguien, y fue un golpe duro, la culpabilidad me acorraló por mucho tiempo. No sabía cómo continuar, pero me decía que tras todos mis asesinatos, había una válida razón.
Dumbledore asintió, comprendiendo el punto que el joven despeinado estaba intentando aclararle.
Sabía que el motivo por el cual Harry explicaba eso, era para poder librarse de la otra parte de la culpabilidad que aún seguía en su interior.
El anciano podía ver la madurez en el rostro de su alumno, las marcas de la vida que hacían que su rostro se viera más masculino, dejando de lado la apariencia infantil que muchos de sus otros alumnos aún guardaban.
-Quizás, como dice Hermione, el medio no fue el adecuado. Quise jugar un papel de héroe, pero del otro lado de la línea, porque del lado de los buenos, todo mundo me sobreprotegía.
-Si tienes que enojarte con alguien, hazlo conmigo. Esa protección yo la ordené. -dijo el anciano. -Es mi debilidad siempre ver por tu bienestar, Harry. Creo que eso es algo que ya te había dicho en una de nuestras charlas.
El alumno asintió.
La recordaba muy bien, pero no quería tenerla presente.
Sabía que esa vez él fue muy injusto, que de hecho siempre lo fue, porque parte de él daba por sentado el hecho que su director iba a saltar a su protección en cualquier momento y a cualquier lugar.
Ya no más, ésta era su guerra, y él tenía que pelearla.
-Ya tuve mi dosis de enojo con usted, profesor. -dijo Harry, sonriendo apenado por el recuerdo. -Como decía… fue cuando me planteé la idea de enviar a alguien con Voldemort, pero recordé a Snape, y vi que él ya no era de gran utilidad a la Orden, así que modifiqué un poco mi plan y decidí arriesgarme. La vida no vale la pena si no se toman riesgos.
-Pudiste haber perdido la vida.
Harry asintió.
-Al final, él me creyó y pude infiltrarme.
Dumbledore asintió una vez, apoyó su barbilla en su mano. Su codo estaba sobre la superficie lisa de madera del escritorio.
-¿Y por qué solicitaste la ayuda del Señor Malfoy? -preguntó, refiriéndose a Draco.
Harry se encogió de hombros.
-Necesitaba apoyo de alguien, porque como le dije, Snape no es útil en ese tipo de misiones. Voldemort ya no confía en él, y a pesar de que lo perdonó cuando me llevó, bueno… esos favores ya se le terminaron. Supuse que un Slytherin sería una muy buena adquisición, y más fácil de persuadir.
-Pero fue él quien tomó la decisión.
Un asentimiento de parte del Gryffindor.
-Por supuesto, yo jamás podría obligar a alguien a que forme parte de mi guerra si no lo quiere.
-Ya veo.
-Sí, él decidió que era lo mejor, porque su padre podría requerir su ayuda dentro del círculo de allegados a Voldemort. Yo sé que Lucius Malfoy estaba actuando un poco raro, o eso es lo que Voldemort dice. Nuestros caminos jamás se cruzaron… Voldemort me mantiene en secreto.
-Hasta hoy.
Harry no pudo evitar reír.
Sabía que su director, por ser como era, no lo iba a tomar como una ofensa. Es más, ni siquiera estaba riéndose de él.
-Sí, quería presumirle a usted mi lealtad.
-¿Eso es lo que te causó tanta gracia? Es un poco irónico si lo pensamos bien… le salió el tiro por la culata.
Harry sonrió.
-Yo sólo quiero matarlo, aunque suene vacío de mi parte, creo que eso se ha convertido en mi razón de ser.
-No digas eso… según tengo entendido, tienes muy buenas relaciones sociales. Tus amigos siempre están contigo, y ahora, por lo que he oído del profesor Lupin, también estás creando lazos estrechos con el Señor Malfoy.
Harry se ruborizó.
-No, no es nada como lo que usted piensa. Malfoy es complicado.
-Y no quieres hablar de eso.
-No, tampoco es eso… yo vine a hablarle de otras cosas.
-No te interrumpo más, entonces.
-Voldemort está extremadamente débil, su espíritu está sobrecargado de magia negra y su cuerpo no puede soportarlo. Es una carga muy pesada, especialmente para un cuerpo tan anciano. Lo que recuperó hace dos años, es su cuerpo humano, no hay nada sobrenatural en él… es sólo la cantidad que contiene.
-Está corrupto.
-Sí. Y él lo descubrió hace poco. Su plan es cambiar de cuerpo, no sé quién sea su blanco, pero es seguro que busca un cuerpo joven y de buen rendimiento físico.
Dumbledore dejó escapar un suspiro.
-Eso pone en riesgo a muchos de mis alumnos.
-Aún no es seguro, y yo seré de los primeros en enterarme. Tengo que matarlo antes que lo intente. Sé que podré lograrlo, no es muy fuerte ya. Es sólo la imagen que creó que da pavor a todo el mundo, sus sirvientes incluidos.
Era una interesante conversación, se dijo el anciano.
Pero todo lo que el joven hacía era demasiado peligroso.
Confiaba en él, por eso mismo no iba a impedírselo, pero eso no le impedía a él poder preocuparse a su antojo.
-Sólo necesito que haya apoyo de los aurores, porque yo podré con Voldemort, pero soy humano y tengo mis límites, sé que los demás death eaters no me van a lanzar alabanzas y felicitaciones cuando termine con la vida de Voldemort.
-Tendrás el apoyo de la orden, de eso me encargo yo.
Harry le sonrió a su director, en agradecimiento.
Era un buen trabajo en equipo.
-También para eso me sirve Malfoy. Él será un buen escudo.
Era una broma, jamás iba a utilizar a Draco para protegerse y el director lo supo, porque le sonrió.
-¡Ah!, Harry. No creas todo lo que ves dentro del círculo de Death Eaters. Tienes un aliado allí, sólo tienes que saber cómo buscar… es algo mucho más cercano de lo que tú imaginas.
Harry asintió, se puso en pie y salió.
Harry no dejaba de repetir su conversación con Dumbledore en su mente, y no podía dejar de estar preocupado, porque suponía que al haber sido el rubio enviado a un calabozo, era porque muy probablemente iba a convertirse en el nuevo cuerpo de Voldemort, o porque el asqueroso anciano quería tener un encuentro con el rubio.
Ninguna de las dos opciones a él le parecía atractiva.
Tenía que proteger a Malfoy, porque ahora era suyo.
Hasta el momento en que él ya no lo quisiera…
…y todavía no llegaba el momento en que Harry Potter se hubiese aburrido de su nuevo juguete.
Es más, ni siquiera había jugado con él.
Y el momento de cercanía que compartieron debido a la muerte del mayor de los Malfoy, aún estaba fresco en su mente, y quería repetirlo, pero sin detenerse… sin dejar que el momento se cortase.
A pesar de todo, estaba orgulloso de cómo manejó la situación, porque no permitió que sus sentimientos de ansiedad se apoderaran de él y le hicieran sentir que no era capaz de esperar.
Por eso mismo, después de salir de la mansión de los Malfoy, decidió que iba a dirigirse a ver a su director, para pedirle aquel mismo apoyo que dijo que iba a brindarle, porque podría necesitarlo en ese preciso momento, si decidía él, que la vida de Voldemort ya no le era útil por haberse atrevido a mancillar el cuerpo de alguien como Malfoy, pero surgió algo más e iba a tener que posponer su visita a su director.
Además, era seguro que Malfoy estaba molesto con Voldemort, por haberse enterado que su padre había fallecido, y no sólo en sus horas de Death Eater, sino bajo la varita de su propio señor.
Qué tan irónica situación.
¿Cómo sabía que el rubio estaba en un calabozo?
Bellatrix Lestrange, quien al igual que el resto de los Death Eaters, ya estaba enterada de la identidad que tanto tiempo escondió, decidió correr a presumirle que ella sabía algo que él no.
Y le contó sobre lo ocurrido con el rubio, sin olvidar avisarle también que él tenía una reunión importante con su Lord.
Decidió no decir nada hiriente y se guardó sus amenazas de muerte a la mujer, sabiendo que su solo odio era capaz de comprometer el éxito de su misión; había llegado muy lejos como para permitir que su odio, por muy grande que fuera, lo derribara de la cima a la que tanto esfuerzo le costara llegar.
Sonrió.
La mujer no esperaba lo que le iba a tocar, una muerte dolorosa en la que iba a arrepentirse por haberle arrebatado a la única figura paternal que él llegó a conocer.
Y mientras caminaba en dirección al lugar donde lo esperaba su amo, supo que quizá su guerra estaba a punto de llegar al clímax y que él tenía que preocuparse porque tenía mucha gente que proteger.
Hermione había llorado.
Sus ojos estaban rojos, y eso la delataba, así que el decir "estoy bien, no te preocupes" no le servía de mucho, aunque era exactamente lo que estaba haciendo.
Ron estaba preocupado.
Saber que su amigo tenía en su brazo la marca que lo convertía en un traidor le hacía sentir mal, como si realmente no conociera al joven de grandes lentes y cabello despeinado que fue su amigo durante casi siete años ya.
Los había engañado.
Y sabía que Malfoy no tenía que ver en eso, porque podía ver que el rubio nunca hubiese sido capaz de doblegar la voluntad de su amigo, y si Harry realmente no hubiese querido, nada lo hubiese forzado a aceptar.
Era lo que muy probablemente su amiga no comprendía, porque se escudaba tras la inocente idea de que Harry era netamente bueno.
Y él no lo negaba, sabía que quizás existía un motivo, cuál era éste era lo que no sabía.
-Hermione, ¿qué es lo que tienes? -quiso saber, una vez más, entendiendo que de saber, podría servirle a su amiga de consuelo. Él se encontraba en la misma situación que ella, o al menos era lo que él suponía.
Aunque últimamente Hermione había desarrollado una relación aún más estrecha con Harry, por su condición de huérfana.
Ella creyó que quizás él iba a comprenderla y a guiarla, a enseñarle cómo sobrevivir ahora que sus padres ya no estaban.
Pero ella era egoísta, porque Harry no tenía esas respuestas.
La situación de ambos era muy distinta.
-No es nada, estoy bien. No hay de qué preocuparse, Ron. -y el muchacho obviamente no le creyó, pero presionar no haría ningún beneficio.
La joven se abrazó ella misma y escondió el rostro de la vista de Ron, para poder derramar libremente sus lágrimas, sin ser cuestionada del por qué.
La puerta de la habitación donde estaban se abrió, dejando entrar a su director.
-Tengo que hablar con ustedes dos de algo muy importante.
Hermione se limpió las lágrimas.
No podía negarle una plática a su director, quizás él estaba más enterado que todos… así que le daría una oportunidad de convencerla de que todo iba a estar bien, de que aún existía una esperanza a la que ella podía aferrarse.
Sí, sólo tenían una oportunidad.
Y Dumbledore lo sabía, por eso mismo había decidido contarles el plan de Harry, para que ellos dos no interfirieran… ni siquiera para ayudarlo.
Era el momento de que el héroe de los libros de historia, que detuvo a Voldemort, demostrara de lo que era capaz.
Cuando Harry llegó, por primera vez desde que se convirtió en uno de los leales sirvientes de Voldemort, olvidó el rito de hacer una reverencia ante su señor… porque consideraba que no la merecía.
Lo miró a los ojos con fijeza, no quería intimidar, pero tampoco buscaba ser intimidado, y delimitar la situación en ese momento era lo más adecuado, porque estaba furioso, pero no quería parecer prepotente, aún no.
Y no era porque tuviera miedo, sino porque Draco aún estaba bajo la propiedad de Voldemort, escondido en algún lugar, y él tenía que encargarse de protegerlo, de librarlo de las garras de su amo.
Voldemort comprendió que su leal servidor no estaba con el mismo humor de siempre, pero no lo presionó, simplemente le indicó que entrara y que tomara asiento frente a él.
-Me enteré hace poco del fallecimiento de Lucius Malfoy. -comentó casualmente Harry, sin saber cómo decirle directamente que sabía que había sido él quien lo había asesinado.
Voldemort asintió.
-Fue una lamentable pérdida, pero muy necesaria.
-¿Por eso consideró terminar con su vida? ¿Porque usted la consideró necesaria en el momento? -interrogó Harry, conocía sus límites, no quería presionarlos tampoco, pero tampoco quería ser muy vago a la hora de preguntar.
Éste era un tema que quería tratar a fondo.
Conocer el por qué de repente Voldemort decidió que uno de sus más leales seguidores era un estorbo en su camino.
¿Por qué tuvo que matarlo?
-No sólo en el momento, Harry. Aún lo considero necesario, lo volvería hacer si lo tuviera en frente.
No era una burla, era la verdad.
-¿Puedo cuestionar sus motivos, Señor? -su voz sonaba controlada, porque se había convertido en un maestro de la pretensión, era necesaria en su misión y no iba a permitir que un odio malsano terminara por costarle el éxito de algo en lo que arriesgó su vida más de lo necesario. -Sin ánimo de ofender sus decisiones, por supuesto.
Voldemort asintió.
-Él comprometió el éxito de mi misión.
Su voz fue un susurro, Harry no supo si habló el mismo idioma de los humanos o si utilizó la lengua pársel… porque como él conocía la lengua de las serpientes, pero juraba que la voz de Voldemort fue más bien un siseo.
No lo pensó más.
Simplemente pensó en algo qué decir…
-No lo creo, él derrotó a todos los aurores que estaban en su camino. Limpió el camino para que usted no tuviera ninguna dificultad. -comentó el ojiverde. -Disculpe mi intromisión, pero podría decir que por él fue que su misión triunfó… o logró cumplir su primera fase.
Voldemort no dijo nada por un momento, cerró los ojos y negó.
Luego habló.
-Él hizo eso, pero Harry, fue él quien entregó a mi equipo especial. Por la seguridad de Malfoy Jr., su hijo, él, mi más fiel servidor, se volvió un espía de la orden. Un traidor. Y débil y cansado, así como traidor, él no me era de utilidad.
Harry abrió mucho los ojos, evidenciando su sorpresa.
Así que él era el contacto cercano que Dumbledore creía que podía ayudarlo.
Ahora estaba muerto.
-Comprendo sus motivos, Señor.
Lo que me preguntó es cómo diablos se enteró. Fue lo que cruzó la mente del Gryffindor.
Quería saber quién traicionó a Lucius.
Quién lo entregó para estar bien con Voldemort, o como aquel debilucho anciano que ya no era un peligro para la comunidad mágica, logró enterarse.
-Me alegra que me entiendas, porque serás tú quien va a explicárselo a Malfoy Jr. cuando le revoque el castigo.
Harry decidió fingir demencia.
-¿Castigo?
-Sí, en este momento, mientras tú y yo hablamos, tu protegido está en una de mis muchas celdas.
Harry enarcó una ceja.
-¿Hizo algo malo?
Voldemortó notó el matiz de preocupación en la voz de Harry.
Desde el comienzo, él supo que quizá Malfoy sería el único capaz de detener el camino del perfecto asesino que Harry podía ser, y él iba a encargarse de que eso no sucediera, porque la lealtad de Potter era algo que pelearía con uñas y dientes, porque el mago estaba demostrando una gran energía.
Él quería ser quien la controlara.
-Sólo un poco. Quiso oponerse a mis mandatos, y eso es algo que me desagrada. Pero ya encontré un más apropiado castigo para él. Para que sea más útil… más útil para mí. -añadió al final.
-Él es útil a la orden.
-No, no como está ahora. La muerte de su padre le afectó más de lo que yo creí capaz. Pero es normal, él es sólo humano.
Harry se contuvo de gritarle, que él también era solo humano, y que pronto él iba a encargarse de que sólo fuera una cadáver yaciendo en el suelo.
-¿Puedo verlo ahora?
Voldemort rió de lado.
-No le veo inconveniente a eso. Siempre y cuando tú comprendas que él tiene que permanecer en su celda. No puedo permitir que seas tú quien pueda liberarlo de sus castigos.
Harry asintió.
-No lo haré, pero quiero hablar con él. En privado.
-Supongo que sí. Te doy media hora… aprovéchala, Harry, porque no tendrás mucho tiempo con Malfoy Jr., tengo una misión para ti.
-La escucharé en cuanto vuelva.
-Por supuesto, no estoy planeando que la escuches ahora.
Cuando Harry salió, el anciano sólo miró la puerta fijamente.
Sí, él quería el poder de Harry Potter.
Cuando Harry entró, lo vio inmediatamente.
El rubio no estaba en malas condiciones, y podía saber a ciencia cierta que aún nadie había posado sus asquerosas manos sobre el rubio, pero aún así, no era su ambiente aquel lugar donde estaba.
Malfoy resaltaba en la oscuridad de aquel calabozo.
Estaba sentado en el suelo, sin observar a su alrededor, porque quizás la visión de aquel lugar no era placentera.
El aroma no hacía nada por defenderlo.
Olía a sangre seca.
Por eso mismo, Draco no lo vio entrar, y por estar tan encerrado en sí mismo, en su estado de enfado y negación, tampoco lo sintió cuando se sentó a su lado, sin tocarlo siquiera.
Pero la caricia en su mejilla le hizo abrir los ojos, alerta.
Harry no le sonrió ni le hizo sentir a salvo inmediatamente, pero al menos se sentía acompañado.
-Y tú, ¿qué haces aquí? -interrogó el rubio. -Dudo que tú también lo hayas hecho enfadar.
Sí, era seguro que Harry Potter no iba a ocupar un calabozo jamás, porque si Voldemort se enteraba de todo, lo más seguro es que quisiera matarlo, aunque fuera peligroso para él.
-No… me dio permiso de venir a verte.
Draco no rió ni para burlarse, aún estaba muy afectado y sin querer aceptar que jamás iba a poder volver a ver a su padre.
-¡Qué conmovedor! -dijo. -Y tú decidiste venir a sentir lástima por mí.
-Lástima es lo último que siento. -le confesó el ojiverde. -Tú no eres capaz de inspirar eso. Otras cosas sí, desde enfado hasta la misma lujuria.
-Sigue soñando, Potter. Es más… -empezó, su tonó cambió drásticamente. -Por tu culpa fue que mi padre murió.
-Claro que no. Tu padre era un espía de la orden.
Draco negó.
-¡Eres un maldito! -Gritó. -Por tu culpa me uní a esto, tengo la maldita marca en mi brazo y mi padre ahora está muerto. ¡¿De qué sirvió?! ¡Maldita sea, Potter! Dime, ¿de qué sirvió esta estupidez?
Se derrumbó sobre Harry, quien seguía a su lado, ya que a pesar de la explosión de emociones de Malfoy, jamás se movió.
El Gryffindor sintió la desesperación de Malfoy, su rudeza… y como ésta se manifestó en aquellos labios sedientos que se posaron sobre los suyos con violencia pura y devoraron con hambre.
Harry no lo detuvo.
Era la frustración de Draco, y él iba a calmarla.
El sexo era una buena opción, y le serviría para calmar su naciente obsesión con el rubio.
Iba a conseguir superarlo de una buena vez.
O iba a obsesionarse aún más.
Giró su cuerpo, cubriendo a Malfoy y depositándolo en el suelo, suavemente.
No tuvieron que pelear mucho con sus túnicas, porque éstas cedieron con facilidad, quizás sabiendo la urgencia de sus dueños. Sintiendo lo cerca que estuvieron de ser arrancadas de los cuerpos.
Malfoy besó a Harry en la boca, tenía los ojos fuertemente cerrados mientras disfrutaba aquella forma de relajación, de olvidar. Sabía que no era lo correcto, pero quién pensaba en lo correcto cuando la presente actividad hacía que el dolor se le olvidara, siendo reemplazado por el loco placer que lo recorría por completo y que sabía había estado posponiendo durante ya un largo período.
Las manos de Harry vagaron por el cuerpo de Draco y se metieron bajo él, presionándolo hacia arriba, para que sintiera su erección.
Draco sólo gimió en anticipación.
Mordió el labio inferior de Harry, y mientras lloraba por todo su dolor guardado, permitió que el de cabello negro se entretuviera besando su cuello y jugando con su cuerpo, el cual acariciaba con suavidad.
Pero el Gryffindor notó el llanto cuando el rubio empezó a temblar.
Sus sollozos hicieron que entonces, Harry se detuviera.
-No. -pidió el rubio. -Por favor, sigue.
Y Harry, sorprendido por la petición y la forma tan necesitada en que la hizo, asintió y besó los labios del rubio.
Acunó su rostro entre sus manos, se bebió sus lágrimas y acarició sus mejillas.
Fue descendiendo lentamente, saboreando la piel pálida de Malfoy, jugando con su cuello, mordiéndolo.
Se detuvo en sus pezones, los cuales lamió y mordió suavemente, y el rubio gimió alto, en medio de un sollozo que no pudo reprimir. Se cubrió el rostro y se abandonó a las caricias.
Luego podría seguir sufriendo, por el momento quería sentir algo más al dolor de la pérdida de su padre.
Los labios de Harry se posaron sobre su miembro y empezó a lamerlo, succionarlo y antes que el rubio lograse alcanzar el clímax, lamió la entrada de Draco, preparándolo con su saliva, utilizándola como lubricante.
Abrió las piernas del rubio y se colocó entre sus muslos firmes, y se inclinó para besarlo, pero su mano siguió en el Slytherin, dos dedos suyos se aventuraron y entraron en el cuerpo bajo el suyo, para abrir aquel estrecho pasaje.
-Ssh… calma, todo va a estar bien.
Draco, con los ojos nublados por las lágrimas sólo le miró un momento antes de decirle con voz suave.
-Te odio, Potter…
Harry sonrió antes de besarlo posesivamente y luego lamer la punta de su nariz.
-No es necesario que me ames, Malfoy. Tu amor no me hace falta.
El rubio se sintió herido en su interior, pero no dijo nada.
Cerró sus piernas alrededor de la cintura del joven de cabello oscuro y lo jaló a él.
-Hazlo ya.
Y Harry no se hizo del rogar, en ese momento, posicionó su miembro en la entrada del rubio y presionó, sintiendo como la punta iba abriéndose paso en ese estrecho y húmedo camino.
La presión en su sexo le hizo estar a punto de venirse en ese mismo momento, pero se contuvo y antes de hacer cualquier tipo de movimiento, observó el rostro del rubio, quien tenía una mueca de incomodidad en el rostro.
Ambos se permitieron un momento para acostumbrarse a esa sensación tan extraña.
Sus corazones latían acelerados y sus cuerpos estaban cubiertos por una fina capa de sudor.
Ambos estaban emocionalmente vulnerables, uno por el fallecimiento de su padre, y Harry no sabía el motivo de su vulnerabilidad, pero los ojos azules de Malfoy le hacían sentir una incomodidad en el pecho.
Volvió a capturar en los suyos, los labios de Draco y lo apretó a él con fuerza, empezando a moverse con fuerza, presionándose hasta el fondo de Draco, yendo tan hondo como se podía y golpeando la próstata del rubio.
Las caderas del rubio también se movían, siguiendo el movimiento circular que inició Harry.
Harry besó el cuello de Draco y acarició sus cabellos rubios.
Y Draco no pudo contenerse más y mordió el hombro derecho de Harry, quien lanzó un gruñido y tras unos movimientos más, firmes y rápidos, que golpeaban duro el interior del rubio, alcanzó el clímax.
Malfoy hizo lo mismo, sentir aquella explosión de calidez en su interior, presionó un gatillo que activó su propio orgasmo y le hizo temblar involuntariamente y finalmente lanzar un suspiro.
No quería moverse, estaba cansado y húmedo. De sudor y semen.
Volvió la cabeza a su izquierda y vio que los ojos verdes de Harry le miraban con fijeza.
Besó a Harry una vez, sorprendiéndose ambos por el gesto.
-Gracias.
Harry no dijo nada, se estiró y cogió su túnica y la colocó sobre ambos, todo esto sin haber salido del rubio.
Cuando lo hizo, el rubio no dijo nada ni hizo nada.
-Aún tengo diez minutos más para estar contigo… pero quizás me quede más tiempo. -confesó. -Duerme, yo te cuidaré, por el momento.
Draco asintió y dejó que el sueño lo atrapara.
-continúa-
Eso es todo por hoy.