[Harry Potter] Vinculo 24/29

Dec 23, 2011 22:43

Título: Vínculo
Pairing: Drarry
Rating: R
Status: Terminado



Capítulo 24

Cuando despertó, ya no estaba en la seguridad de los brazos de Harry, pero estaba bien abrigado y tenía una manta sobre él. Suponía que el mago la había aparecido con magia, para evitar que se resfriara.

También había limpiado su piel y le había vestido con ropa más cómoda. La túnica estaba a un lado de él, doblada cuidadosamente.

No se sintió abandonado, porque sabía que fue una condición del mago oscuro que Harry no estuviera mucho tiempo con él, pero también porque a pesar de las duras palabras del ojiverde, sabía que había algo más allá que él se negaba a sí mismo.

Él no podía comprender sus propios sentimientos.

Sabía que el odio que experimentó una vez por Potter estaba desapareciendo, pero no sabía qué sentimiento era el que lo reemplazaba ahora en su interior, y haberse entregado al joven significaba un gran paso para él, al menos.

No odiaba ya a Harry, pero tampoco lo amaba.

Sentía gratitud a él, por todo lo que había hecho en su bienestar, por las veces que le ayudó.

Pero estaba en ceros, no sabía qué era lo que él inspiraba en el ojiverde y moría de curiosidad por saberlo.

Se sentó en el suelo y se pasó una mano por el cabello rubio y suave.

Era como si aún sintiera la presencia del ojiverde cerca de él, aún podía percibir su aroma en su piel seca y sedosa, a pesar que Harry se encargó de limpiarlo.

Suspiró en la oscuridad de su celda.

Sí, cuando menos estaba consciente que no quería que ésa fuera la última vez, y de su parte eso ya era un gran avance, no se estaba negando a sí mismo los extraños sentimientos que el 'cara rajada' despertaba en él.

Sonrió a pesar de su situación.

Estar encerrado en una celda no era su idea de diversión.

Se puso en pie, para estirarse un poco y le sorprendió la voz suave, en un siseo y maligna de Voldemort a su espalda.

-Veo que Harry te dio un regalo que te mantiene feliz, aún ahora que él no está aquí. -dijo con burla del otro lado de la celda, observando a Draco con fijeza, con una expresión extraña en sus ojos que incomodó al rubio. -Pero él también será feliz antes de cumplir su más importante misión.

Draco se puso en alerta, de forma instintiva.

-¿Dónde está Harry?

-No te preocupes por él… pronto lo verás. Él es muy fiel, pero siento que estoy a punto de perderlo, y es, al igual que tu padre, por ti. Tienes un don, o más bien, tú deberías llamarlo una maldición. Los haces protegerte, y los arrastras a la muerte contigo, porque esta vez, no habrá un Lucius Malfoy o un Harry Potter para protegerte.

Draco no hizo nada, ni siquiera le miró.

Pensaba en lo que decía el anciano.

Y si significaba lo que él creía, Harry también se encontraba en grave peligro, y él no quería repetir la experiencia como cuando murió su padre.

-¿Te comió la lengua el ratón, Draco querido? -preguntó con burla, sabía que Harry aún no se daba cuenta, pero los sentimientos de Draco eran más claros, más nítidos, y él podía percibirlos.

Tan desagradable, como el amor… pero aún no era amor.

-Y él dará su vida por ti, o por sus amigos… o por alguien. Pero no va a quedarse el tiempo suficiente como para protegerte.

Draco enarcó la ceja.

-Entonces, ¿por qué me aceptó como un miembro de su selecto grupo?

Voldemort rió.

-La marca es una mentira en ti, tú nunca fuiste un leal sirviente, al menos no desde mi punto de vista. Me causas muchos problemas siendo alguien a quien Harry y Lucius han buscado proteger. -dijo y sonrió malignamente. -Y te acepté porque tú pediste unirte, y porque cuando lo comenté a Harry, él dijo que era una muy buena idea… que te quería cerca.

Draco sintió un nudo en la garganta.

-Por eso mismo usted prefiere sacrificarlos.

-Exacto… pero esta vez, Harry no se irá solo. Me aseguraré que nadie más fije sus ojos en tu asquerosa persona. Además, me serás muy útil para atraer a Harry. Será una pérdida irremplazable, pero encontraré a alguien que cuando menos me pueda seguir el ritmo. Y él me dejará algo muy importante, un regalo que me ayudará por la eternidad. -confesó el anciano.

Abrió la puerta a la celda y entró.

Su varita en alto y la apuntó al rubio, quien sólo cerró los ojos y sintió el hechizo apoderándose de su persona.

Y luego, su cuerpo cayó al suelo.

Voldemort se acercó a él y tocó su mejilla.

Sí, Draco le iba a ser útil.

Muy útil.

Hermione asintió.

Comprendía todo lo que su director acababa de compartirle, y por eso mismo lloraba.

Estaba aliviada de enterarse que el motivo por el cual había una marca en el brazo de Harry era porque de un modo estúpido e inconsciente, ésa era su venganza, no porque realmente él fuera alguien malo o quisiera traicionar a todos los que estaban de su lado.

Por eso podía estar en paz ahora, y por eso mismo había aceptado.

-Quiero que no se involucren, porque el bienestar de Harry depende de su misión, de cómo la lleve a cabo y de que nosotros no interfiramos. Su vida depende de su inteligencia y el hecho que no le interrumpamos. Por eso les dije esto, para que sepan que él no los ha dejado.

Hermione siguió llorando en silencio.

Ron comprendió también.

Se había sentido tan abandonado porque su amigo, su mejor amigo no le había confiado ese secreto, y se enteraba que sólo él, Malfoy y aparentemente su director, eran quienes lo sabían.

-Gracias, profesor Dumbledore. -dijo el pelirrojo y abrazó a su amiga, quien no dejaba de llorar.

El anciano sonrió.

Había sido una buena idea hacer partícipe de aquel extraño plan a los dos mejores amigos de su héroe.

Ahora era el momento en que su héroe diera paso a la actuación de su vida.

Sabía que iba a hacerlo bien.

Tenía un buen plan, la confianza de Voldemort y lo más importante… tenía un motivo que lo guiaba, que lo impulsaba a hacer bien las cosas, para no fallar.

Y también, al parecer, había encontrado una razón para no morir.

Una razón que lo impulsaba a vivir.

Era bueno ver, que a pesar de todo el dolor al que había sido expuesto Harry Potter, a lo largo de toda su vida, él era capaz de sobreponerse y de seguir de pie, de encontrar motivos para no dejarse vencer. Esperaba que el actual fuera el definitivo.

Él había hecho una promesa, diciendo que iba a hacer que él regresara a sus sentidos o iba a tener que verse en la necesidad de matarlo.

Por eso mismo lo encontró.

Cerca del Valle de Gryffindor, donde él mismo se encontraba, haciendo su promesa a los cuerpos de sus amigos.

-Profesor Lupin. -fue lo que dijo Harry.

Veía determinación en la mirada de su profesor, y no entendía el motivo, pero lo que sí podía comprender, es que era una situación posiblemente peligrosa, porque los ojos de su profesor brillaban extrañamente.

No lo había visto desde que le lanzó el hechizo para dejarlo inconsciente.

Estaba arrepentido, pero esperaba que el profesor Dumbledore ya le hubiese comunicado el motivo por el cual había actuado de ese modo.

Sabía que fue instintivo de su parte y que de haber sido más paciente, las cosas se habrían solucionado de otro modo, pero no iba a lamentarse por la forma en que manejó las cosas.

Estaba ahí.

Había ido a visitar la tumba de sus padres, en caso que no fuera capaz de salir con vida.

No dudaba que iba a terminar con Voldemort, pero podía morir en contra de los demás death eaters, o morir después de haber acabado con su más grande enemigo. Iba a ver a sus padres para decirles lo que iba a hacer, y que él estaba preparado, pero que no iba a dejar con vida a Voldemort.

Así tuviera que morir.

No iba a preocuparse mucho por eso.

La vida para él ya no era algo tan importante. ¿Qué podía perder si ya lo había perdido todo por culpa de Voldemort y sus death eaters? Arriesgar su vida era algo que estaba de más… no iba a dudarlo.

-¿Qué haces aquí, Harry?

-Lo mismo le pregunto yo. -dijo Harry, porque el tono de su profesor era muy raro.

Quería recibir una respuesta satisfactoria antes de contestar con una propia.

-Vine a ver a tus padres, no los había visitado en mucho tiempo y creí que era el momento adecuado para acompañarlos un momento, especialmente en el momento en que el mundo se encuentra. -explicó el licántropo. -Nadie más ha venido desde la muerte de Sirius.

-Lo sé, por eso yo también vine a visitarlos hoy.

Lupin sonrió.

Pero no era su sonrisa amable y cálida, porque él seguía creyendo que el hijo de dos de sus amigos era un traidor.

-Ellos estarían muy decepcionados de la forma en que salieron las cosas.

Harry supo que él aún no sabía de la conversación con Dumbledore.

-No salí tan mal como el mundo esperaba, he hecho lo mejor que he podido.

Sus ojos verdes brillaron.

-Unirte a Voldemort fue un muy grande error, Harry. Tienes que reconsiderarlo.

Harry negó.

-No hay ningún error, voy a derrotarlo sin que él lo sepa.

Lupin lo miró.

-Así que esto es meramente una estrategia. -notó. -Una estrategia que puede costarte la vida.

-Lo hago por el bien del mundo, y no importa si vivo o no. Eso es lo de menos. Además, ese maldito va a morir, no importa qué.

-¿Y qué hay de Malfoy?

Harry apenas lo recordaba en ese momento.

Lo bloqueó de su mente porque pensar en él se había convertido en algo muy molesto e incómodo. Sabía que había algo especial en Draco, sólo que no sabía qué era esto.

El rubio lo atraía de un modo en que ninguna persona consiguió antes, y no era amor.

Él sabía cómo era el amor, y definitivamente no era eso.

Era más bien posesión.

Pero de algo estaba seguro, nadie más le había hecho sentir eso.

Y le gustaba, en un modo extraño, pero le gustaba. Lo que no le gustaba era la idea de permitirse experimentar lo que fuera que eso era y perder su tiempo simplemente porque sabía que iba a morir en el cumplimiento de su misión.

Draco iba a odiarlo eternamente si se aventuraba, porque lo iba a dejar solo.

Además, el rubio ya había sufrido suficiente, ahora no necesitaba preocuparse por un amante estúpido e impulsivo con un complejo de héroe.

-A él no le hace falta alguien como yo; no es necesario que usted se preocupe por él. Sé que él puede cuidarse por sí mismo, y en cuanto me desocupe de mi más importante misión, iré a darle libertad. -dijo con voz firme, como si creyera que no había nada capaz de detenerlo de su misión.

Y probablemente no lo había.

Se decía a sí mismo que al momento de referirse a Draco, no habría nada capaz de detenerlo o de hacerlo perder concentración. Había dedicado mucho de su tiempo al rubio, ya fuera para despreciarlo o para obsesionarse, que nada iba a hacer que eso cambiara.

Harry sabía que su vida era vacía al apartar todo lo que podría traerle felicidad, pero no le importaba.

Su venganza lo cegaba y aunque sabía que actuaba de modo irracional, eso era mejor a permitirse ser derrotado una vez más.

O a perder a alguien a quien aún no se daba el privilegio de amar, pero a quien sabía iba a extrañar si de pronto era arrebatado de su existencia, de su vida. Si le quitaban su presencia sin aviso.

-Tú no puedes decidir por los demás.

-No se confunda, profesor. No debo decidir por los demás, pero lo hago, porque no quiero que ocurra nada malo. No quiero que se aferren a la idea de un mundo mágico donde todo va a estar bien, porque yo no voy a estar bien. Muy probablemente yo ni siquiera esté.

-¿Y eso es lo que quieres para tu amante?

Harry negó y murmuró algo en voz baja, algo que su profesor no alcanzó a escuchar, y luego gritó.

-¡Eso no es algo de su incumbencia! Malfoy no es nada mío. Nada mío.

-¿Y por qué, Harry? Dime, ¿por qué él también tiene la marca en su brazo? -preguntó. Luego aclaró. -No la he visto, pero sé que mis suposiciones son correctas, ¿o no es verdad?

-Yo se lo pedí.

-¿Aún así quieres creer que no hay nada entre ustedes dos? Muy probablemente no es odio, y yo quiero que entiendas algo, Harry. Lo que te mantuvo con vida fue el sacrificio de tu madre; su amor materno hizo milagros en ti y te protegió, por qué no le das a Malfoy una oportunidad.

Harry abrió mucho los ojos.

¿Una oportunidad? Eso sonaba como si ofreciera a Malfoy en sacrificio a cambio de su vida, y eso no iba a ocurrir.

-Lo siento, profesor, ya es hora que yo tome las riendas de mi vida.

Siguió su camino en dirección a las tumbas de sus padres y dejó atrás a su profesor, no quería seguir una discusión sin sentido con alguien que, muy egoístamente, buscaba mantener la vida de Harry Potter en vez de salvar la de millones de personas.

Harry se preguntó, ¿qué habrían hecho sus padres?

Tras una breve vista a la tumba de sus padres y una muy corta explicación a lo que planeaba hacer, se marchó, sin más que hacer en aquel lugar, que marcaba el inicio de la leyenda de Harry Potter "el niño que vivió".

No se sentía mal.

Sabía que estaba en sí detener finalmente un estúpido enfrentamiento en el que muchas vidas importantes se habían perdido. Las de sus padres y su padrino eran sólo algunas, obviamente las importantes para él.

Cada quien continuaba la guerra por su propio motivo.

Y todos seguían en eso debido a sus venganzas.

Sí, el mundo podría decir que no y que no eran tan superficiales y vacíos como para actuar impulsados por un motivo tan absurdo, pero era la realidad y eso lo sabía él más que nadie.

Él no se ocultaba tras mentiras y tras idiotas discursos que no ayudaban realmente al mundo mágico.

Iba a regresar la seguridad que Voldemort se llevó con su llegada, y lo iba a hacer actuando, no diciendo que iba a hacerlo y cruzarse de brazos a esperar que alguien más lo hiciera.

Eso era estúpido.

Los más importantes dentro de la orden del fénix, para ese momento ya deberían estar enterados de sus planes, con la intención de que no interfirieran en el desenvolvimiento de estos.

El Gryffindor no dudaba que su director también había dado a conocer la noticia a sus dos mejores amigos, y no le molestaba. Eran sus amigos, después de todo; así iban a entender parte de su comportamiento tan reservado los últimos meses.

Tenía un motivo para encerrarse en sí mismo y confiar únicamente en Draco, porque el rubio estaba sumergido con él en el lodo, el único problema ahora era que el Slytherin seguía prisionero de la maldita serpiente.

Tendría que encontrar una forma para que lo liberase.

Mientras caminaba de vuelta al escondite del anciano mago tenebroso, iba a pensar en sus posibles opciones con el rubio.

No le debía nada al rubio, pero quería ayudarlo.

Había perdido mucho en esa guerra, sólo le quedaba su madre, y Harry sabía que aunque el rubio la amaba profundamente, la ausencia de su padre le dolía aún más de lo que le habría dolido si hubiese sido Narcissa.

Tantos sentimientos y pensamientos estaban confundiéndolo… no tenía sentido pensarlo mucho.

El rubio le había servido, ya no tendría que sentir ese extraño cosquilleo en su estómago al pensar de él, pero seguía experimentándolo.

Y no era molesto, era agradable.

Aún recordaba su momento en la celda, jamás imaginó que su primera vez iba a ser con su más grande rival en Hogwarts, y si bien muy probablemente no había sido la primera vez del rubio, sí lo era con un hombre, porque había podido notar la resistencia inicial de su cuerpo y su obvia incomodidad al principio de todo el acto, y como gradualmente se fue acostumbrando al cuerpo de Harry siendo un intruso en el suyo.

Después todo fue tan natural.

Harry sacudió la cabeza.

Necesitaba tener la mente fría y clara, no podía iniciar la siguiente fase de su plan con una erección debido a sus pensamientos del rubio, eso no iba a servirle de ninguna ayuda.

Se había acostumbrado a Malfoy desde que el rubio se volvió su compañero de forma irregular en sus misiones.

La guerra estaba en pleno clímax, él tenía que marcar la diferencia, poner la balanza a su favor, porque por el momento los death eaters estaban acabando desvergonzadamente con quien fuera que se cruzara en su camino.

Pensaba que más podría hacer y por qué a pesar de haberse forzado a no hacerlo seguía pensando en Draco Malfoy.

Quizás fue un error dejarlo solo, quizás no. Eso realmente no importaba, lo hecho, hecho estaba.

Iba a protegerlo.

Sí.

Ya había concluido que fuera lo que fuese, se desenvolviera su situación sentimental del modo en que fuera, iba a necesitar vivo a Malfoy… vivo y a su lado, por eso mismo apresuró el paso.

Dejarlo solo en la celda no fue su mejor idea.

Voldemort estaba molesto con el rubio.

Cuando Harry llegó finalmente, Peter se acercó a él.

Su rostro cubierto de sudor, había corrido para alcanzarlo antes que lograse llegar a la puerta de la enorme mansión vieja y sucia donde vivía el mago oscuro.

-El señor quiere verlo en la colina. -le indicó.

Su cara de rata estaba contraída en una mueca de temor. Temía a Harry y el joven estaba feliz de eso.

Muchos de los death eaters temían a él.

Estaban sorprendidos de ver el poder que emanaba de los hechizos de su varita y de su falta de conciencia al momento de conjurar los más poderosos y malignos hechizos en sus víctimas.

Sí, eso le ocasionaba pesadillas por las noches, pero era el precio que tenía que pagar.

Nada en la vida es gratis.

-¿Y Draco? ¿Está bien atendido? -preguntó él.

-Está con el señor, por eso mismo es que lo quiere ver. Ambos lo esperan en la cima de aquella colina. -señaló con su mano de plata el lejano punto donde lo estaban esperando. -Apresúrese, aparézcase allá.

Harry negó.

No iba a seguir las órdenes de alguien que estaba muy por debajo de él y a quien odiaba como nunca odió a nadie. Sólo a Bellatrix y a Voldemort, cierto.

-No hay prisa, wormtail. -dijo, con voz fría y seca. El mayor tembló. -Prefiero caminar… si me necesita tanto, tendrá que esperarme.

Y aunque se debatía entre apurarse o no, todo por la seguridad del rubio, decidió que sería mejor hacer esperar al mago, que se molestara… que se frustrara, que se sintiera desobedecido.

Si iba a romper con la extraña cadena que se formó entre él y su peor enemigo, lo mejor iba a ser que lo hiciera con ganas.

No tardó mucho en llegar, caminaba rápido y el lugar a pesar de todo no estaba tan lejos.

Cuando llegó, no le sorprendió mucho lo que encontró.

Draco Malfoy estaba apoyando su espalda en el tronco de un árbol, su rostro golpeado, su cabello sucio, sus túnicas rasgadas y su respiración agitada… todo aquello le dijo al Gryffindor que el maldito mago le había atacado.

Cuando Draco alzó el rostro, sus ojos grises no fueron los que lo recibieron y se percató que Voldemort ya no estaba con ellos…

-Lo siento, Harry. -pronunció Voldemort a través de los labios del rubio.

Alzó su varita y detuvo al rubio con un encantamiento defensivo básico… sólo estaba evitando que avanzara.

No quería dañarlo.

Una risa enferma le hizo retroceder un paso, un escalofrío lo recorrió. Le daba asco saber que ese maldito estaba en el cuerpo de Draco.

-¿Esta es su venganza a Draco?

-Malfoy Jr hace que pierda a mis más leales servidores… tú hubieses hecho lo mismo que hizo su padre. Ahora, Harry, te pediré lo mismo que le pedí a Dumbledore hace dos años… Mátame, es la única forma de vencerme.

Harry suplicaba que Malfoy pensara algo similar a lo que él pensó.

Mientras tanto, sólo se le ocurrió lanzar otro hechizo básico.

-Expelliarmus.

El cuerpo de Draco salió disparado y la varita se le resbaló de los delgados dedos.

-Yo no quiero fallarle, señor. Déjelo ir, no es necesario que yo lo vuelva a ver. -mintió Harry.

Y Voldemort finalmente se hizo presente frente a él, al lado del cuerpo caído del rubio, que empezó a toser y a quejarse levemente, por su cuerpo adolorido, raspado y maltratado.

-He tomado una decisión… Harry, tú sabes muy bien mi secreto, y también que yo necesito un cuerpo nuevo.

Harry pensó que se refería al rubio, por eso lo vio… vio que el rubio negaba, queriéndole comunicar algo con los ojos.

-Esto será sencillo… y no va a dolerte.

Harry finalmente comprendió.

El maldito se refería a él.

-Voy a poseer tu cuerpo… no podrás rehusarte.

-Harry… -un susurro del rubio.

Y el brillo verde que brotó de una varita… Harry cayó al suelo y el rubio simplemente le gritó.

-¡Harry!

-continúa-

Uno más.
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