Fandom: Axis Powers - Hetalia
Título: Maldito Orgullo
Claim: Irlanda del Norte(OC)/Inglaterra
Tabla:
Inspirada - CancionesPrompt:
Vulnerable - Secondhand SerenadePara:
mision_insana Advertencia: Britaincest Incest, OCs
Dedicatoria: Para mi waifu,
mishpkad , porque Liam nació de ella y el fic es gracias al roleo del bien <33 Y porque la amo así como que mucho *A*
Disclaimer: Liam (Irlanda del Norte), Cian (Irlanda) e Ian (Escocia) en su aparición fugaz, pertenecen a
mishpkad <333
[Maldito Orgullo]
Share with me the blankets that you’re wrapped in,
Because it’s cold outside…
La lluvia golpea contra la ventana y tú no te das cuenta, o tal vez sí y no te importa demasiado. Quizá hasta te has acostumbrado a ello, igual que al frío que llega cuando una corriente de aire se cuela por debajo de la puerta, ¿verdad, Arthur? El suave golpeteo de la ventana y el sonido de una televisión encendida a la que no le pones atención cubren el rechinido que hace la puerta al abrirse, pero aún así lo percibes y te acurrucas instintivamente entre la cobija que te mantiene en calor.
No volteas, porque sabes que nadie mas que él sería lo suficientemente molesto como para entrar ese día a tu habitación. Y tu pecho se siente extraño, porque, a pesar de todo, agradeces que se arriesgue a sufrir tu mal humor para hacerte compañía.
-Tu cuarto está hecho un chiquero, Arthur -su voz tiene ese tonito fastidioso de broma que tanto conoces y te hace fruncir el ceño automáticamente.
No contestas, observando la película que pasan por televisión, aunque no le prestas demasiada atención. Ya te la sabes de memoria, ¿verdad, Arthur? Lo único que quieres en ese momento es que ese día se pase rápido y volver a la rutina de siempre, con los gritos, las peleas y las sonrisas de medio lado que te caracterizan.
Escuchas un suspiro resignado a tus espaldas y frunces el ceño.
-Vete de aquí, Liam -mascullas, tratando de aparentar una indiferencia que estás lejos de sentir. Maldito orgullo el tuyo, Arthur.
-Ya, claro -contesta él, y puedes hasta imaginar la sonrisa burlona que tiene en los labios-. ¿Y dejar que Cian se burle por mi intento fallido de sacarte de tu cueva?
Gruñes en respuesta, advirtiéndole sin mucho ánimo. Y ni siquiera tienes ganas de decirle que te importa un bledo lo que piense Cian, ni de echarlo a patadas como hubieras hecho si fuera cualquier otro día, ¿verdad? O tal vez es que no quieres que se aleje en realidad.
Porque, claro, si fuera cualquier otro día, no estarías encerrado en tu habitación y él no hubiera tenido que entrar por ti.
Share with me the secrets that you kept in,
Because it’s cold inside…
Estás a punto de decirle que te deje en paz por una vez en la vida cuando sientes que el colchón se hunde un poco, haciéndote voltear con extrañeza. Liam no te mira, sino que observa la televisión con curiosidad y está a una distancia prudencial. Una sonrisa se escurre en sus labios cuando nota qué película se supone que estás viendo.
-Love Actually -comenta, y te sorprende que, en lugar de la burla que esperabas, sólo se deje entrever un deje de diversión-. Poco acorde, pero me esperaba algo así.
A pesar de todo, estás tentado a lanzarle una almohada en la cara, pero lo único que haces es voltear con brusquedad hacia la televisión y bufar por lo bajo.
-Si es lo más interesante que tienes que decirme, ya puedes irte larga… -te interrumpes cuando notas que Liam se ha levantado y está frente a ti en un santiamén. Y te mira de esa forma que odias, porque sientes que no puedes esconderle nada, así que desvías la mirada. Y piensas si aún así puedes esconderle algo.
- ¿Es así cada cuatro de julio? -pregunta con voz neutra, y tú sueltas un bufido irónico.
Pues claro que son así los cuatro de julio. Siempre lo ha sabido todo el mundo, aunque te esfuerces en disimularlo; mucho más ellos, tus hermanos, que pueden verte cada año encerrado en tu habitación. La pregunta te sabe amarga y sin sentido, así que no contestas y sigues sin mirarlo.
Por otro lado, Liam sí que te observa y quizá se pregunta cómo puedes seguir con esa rutina todos los años. Sí, perder a tu hermanito debió ser duro, pero -y te puedo asegurar que esto apenas se lo ha planteado de unos meses para acá-: ¿acaso no los tienes a ellos? Hace una mueca cuando la pregunta se reformula en su mente: ¿Acaso no lo tienes a él?
Te encoges en ti mismo y tu ceño se frunce un poco más, sin saber qué hacer o decir para romper ese incómodo silencio en el que se ha sumergido la habitación. Odias eso de Liam, ¿verdad? Sí, seguro que él lo sabe. Odias sus silencios incómodos que no te parece que para él lo sean tanto, mientras te observa con esos ojos verdes que siempre has envidiado, a pesar de ser tan parecidos a los tuyos. Sólo son un poco más oscuros; «verde bosque», solía decir Ian. Aunque… nunca lo has notado, ¿verdad, Arthur? Que a él le gustan los tuyos precisamente por la claridad que emanan.
No, son muchas cosas que no se han dicho, muchas cosas que quizá jamás se dirán. Porque el orgullo viene de familia, ¿lo has notado?
Y tampoco te ha dicho lo que has ansiado escuchar, a pesar de esos meses de pseudo-relación que han mantenido. Y eso te enfada, ¿verdad? Pero quizá no te has dado cuenta de un punto muy importante, querido inglés: tú tampoco se lo has dicho. No, no se lo has dicho, por más que pienses que es algo obvio.
Slow down girl,
You’re not going anywhere.
¿Has alcanzado el límite de la incomodidad, Arthur? ¿Por qué? Es tu hermano. No, hace mucho que olvidaste que es tu hermano. Sería más correcto decir que es Liam. Liam, tu Liam. Pero eso no te impide darle un empujón para alejarlo de ti, haciendo que trastabille un poco y te mire con una ceja levantada.
-Si tú no estás dispuesto a irte, entonces me iré yo -espetas, levantándote y buscando tu chaqueta con la mirada. La encuentras en el respaldo de una silla y te acercas a ella para tomarla-. No necesito que me consueles.
- ¿De verdad? -pregunta él y por un momento tienes el impulso, el jodido impulso, de decirle que no es verdad. Porque no es verdad, Arthur, lo sabes perfectamente. Pero lo reprimes con increíble rapidez y sólo lanzas un bufido enfadado.
-No te eches aires, Liam -mascullas mientras te pones la chaqueta.
Liam no se ha movido, pero sientes su mirada clavada en tu nuca mientras caminas con pasos rápidos hacia la puerta, hasta que te detienes frente a ella, tocando el pomo sin girarlo. ¿Qué esperas? Sí, ambos saben lo que esperas, aunque no siempre se logra lo que uno quiere, ¿verdad, Arthur?
Y es que ya lo he dicho: maldito orgullo.
Sales y azotas la puerta, bajando las escaleras para encontrarte a Cian sentado en el sillón, con un tarro de cerveza en la mano, los audífonos sobre las orejas y un libro en la otra mano. Demasiado tranquilo, ¿verdad? Seguro Liam ya ha hablado con él.
Te mira de reojo y rueda los ojos con fastidio.
- ¿Crees que va a ir tras de ti? -te pregunta y tú lo ignoras mientras cruzas el vestíbulo hacia la puerta principal. Él ya sabe la respuesta a esa pregunta.
Sales hacia la lluvia, sin que eso te importe demasiado. Pero no sales más allá de las escaleras del porche, con las gotas infalibles de lluvia golpeando tu rostro y, bueno, en fin, todo tu cuerpo. El aire es frío, ¿verdad? Y sé que esperas que Liam abra la puerta, Arthur, pero te daré un dato importante: Liam está arriba, sentado en tu cama y masajeándose las sienes. Está pensando en ti, en él, en ustedes. Especialmente en ti. Está pensando en qué hacer para que los cuatro de julio no sigan siendo así.
Supongo que ha llegado a una conclusión.
I promise I can be anyone, I can be anything.
Just because you where hurt doesn’t mean you shouldn’t bleed.
-Si te enfermas, tendrás que arreglártelas tú solo.
La voz te llega desde tus espaldas cuando estás a punto de dar un paso y adentrarte en la lluvia aún más. Y aprietas los puños. De nuevo ese tono de broma en su voz, ese que te molesta, ese que necesitas ahora más que nunca. Y no volteas, por obstinación. Aunque no te sirva de nada.
Escuchas un suspiro y de pronto sientes sus brazos envolviéndote en un abrazo apretado. No entiendo por qué en lo único que piensas es en que se está mojando. En que se enfermará. Deberías pensar que se está mojando contigo, por ti.
Pero aún así no te mueves, incluso bajas la mirada. Y Liam bufa ligeramente, porque, mierda, se está esforzando. Pero te entiende, ¿sabes? Sabe que no quieres dejarle ver que te duele, que lo necesitas. Porque así ha sido siempre. Pero si tú no quieres dejarle, él te obligará. Ya lo conoces, Arthur, cuando quiere algo, lo obtiene.
Y te gira. Te gira y levanta tu barbilla para poder verte a los ojos, porque tú evitas hacerlo. Y, a la fuerza, lo observas y ves la sonrisa en su rostro.
-Estás hecho una sopa -murmura con una risa ligera. Y gruñes y tratas de separarte, pero con muy poco ahínco.
-Mira quién habla -contestas, malhumorado-. Suéltame.
Y lo hace, lentamente y sin dejar de mirarte. Pero no se separa ni un centímetro. Y de pronto sientes esos labios contra los tuyos y no puedes evitar corresponderle, a la mierda el maldito orgullo. Por fin, ya era tiempo, ¿no crees?
Tell me, tell me
What makes you think that you’re invincible.
De pronto se separa y gruñes casi imperceptiblemente en disconformidad. Tienes los ojos cerrados -porque es costumbre- y tu cuerpo está acomodado junto al suyo -porque hace frío-. Y vas a decir algo, un comentario probablemente filoso, ¿verdad? Afortunadamente Liam te gana la palabra.
-Te amo.
Oh, vaya, por fin abriste los ojos. Es extraño, ¿no? Era lo que más ansiabas escuchar y ahí estás, aferrándote a él en medio de la lluvia y sin poder decir nada, porque las palabras simplemente se atoran en tu garganta. Pero Liam entiende, tranquilo.
-Tonto -murmuras al fin y escondes la mirada en su pecho. Bueno, un paso a la vez. Quizá para la próxima lo puedas decir tú.
Y Liam ríe y te aferra con fuerza, como si temiera que fueras a escapar. Y es cálido, ¿verdad, Arthur? Ya no importa si están en medio de la lluvia o si el viento es frío. Quizá es porque lo tienes a él.
-Arthur, ¿estás llorando? -Su voz resuena en tus oídos y niegas con la cabeza enérgicamente.
-Claro que no, ¿quién crees que soy? -espetas, y Liam ríe de nuevo.
Y tú te quedas quieto entre sus brazos y piensas que quizá, sólo quizá, derrumbarse frente a él no sea tan mala idea.