Y este fue el regalo de Adita del año pasado

Jan 18, 2006 17:57


Titulo: Portrait.

Tipo: Historia original

Personajes: Doménico. Koi Cciatranne, Fox Mc'Dowell. Mención a Pantera.

Advertencia: None. Leed si queréis.

Resumen: Doménico logra al fin pintar el retrato que lo tiene obsesionado, pero eso no le ocasionará dicha.



Portrait

¡Tus ojos!, ¡Tus ojos!, ¡Malditos sean tus ojos!.

Malditos tus ojos y maldito tú. ¡No te encuentro! Me he cansado de buscarte y ¡¡No estás!!. Tengo tu perfecto perfil, tus pómulos elegantes, el tono exacto de tu piel... años y años buscándote... en lo profundo de mi memoria, temiendo que tal vez no fue un recuerdo, sino un sueño... ¡No fue un sueño!... no fue un sueño, ¿verdad?... Tengo tus cejas arqueadas, con ese leve aire de superioridad, tus cabellos negros y esa leve inflexión de la comisura de tus labios... ¡Pero aún no tengo tus ojos!... ¡No puedo!, ¡No puedo!, ¡No puedo!

¡¡NO PUEDO!!

Y crispando las manos de desesperación, el chico tomó el lienzo con furia y lo estrelló contra el piso, y angustiado, cayó de rodillas junto a él, llorando. Entonces se estiró a recoger el pincel, lo hundió en negro y empezó a garabatear con trazos gruesos y enérgicos todo el retrato, arruinándolo.

¡No es él!, ¡NO ES EL!... ¡¿CUÁNDO PODRÉ HACERLO BIEN?!... ¿Cuándo tendré tus ojos, para que aunque seas un lienzo, puedas mirarme de nuevo?. Aunque sólo seas un lienzo... Necesito que me mires.

-          Doménico?... , se escuchó llamar a la puerta.

-          .......

-          ¡Doménico!

-          ....Voy, espera.

Doménico cerró los ojos para dejar de llorar, se puso de pie y respirando hondo ensayó una sonrisa. Le echó una mirada al lienzo en el piso, lo cogió de una esquina y lo llevó tras de una puerta a que se reúna con muchos otros cuadros arruinados de la misma manera. Un cuarto lleno a tope de retratos fallidos.

-          Doménico, ¿estás bien?, se escuchó desde la puerta.

-          Pasa, perdón, arreglaba un poco este desorden; saludó Doménico con una adorable sonrisa, acomodándose un poco su caprichoso cabello. Ni un solo rastro de tristeza en su semblante. ¿Supongo que habrás practicado, no?

-          Bueno,.. en realidad... no me han dejado.., dijo el otro chico, con una sonrisita avergonzada y cómplice.

Doménico negó con la cabeza lentamente, sonriendo.

-          Pues dile a ése que no te ha dejado que el oficio de pintor es muy serio y que no puedes estar todo el día dándole su gusto, ¿está bien?

-          ¿Cómo dándole su gusto?, preguntó el otro chico, sonrojándose.

-          Ya tú sabrás cómo lo entiendes, ahora, a trabajar.

************************

Apenas se fue su aprendiz, Doménico volvió a la carga. Ya no le importaba lo tarde que era, ni lo poco que había dormido o si se había olvidado de comer. Tomó un lienzo en blanco y nuevamente empezó, pero ahora con seguridad. Ahora tenía un presentimiento: Estaba cerca. Ahora sí lograría plasmar por fin esa terrible obsesión que, a fin de cuentas, era ya lo único que lo mantenía con vida.

¡Un aprendiz!, sonrió. Eso era lo que necesitaba. Cosas tan obvias que he pasado por alto, ahora las tengo presentes por habérselas explicado a él. Por fin sé qué tengo que hacer. Por fin te tendré, quien quiera que seas, para mí, de nuevo. Por fin veré esos ojos dorados que se me quedaron clavados hace trece años. ¡Trece años!, ¿cuánto tiempo puede extenderse el recuerdo de algo que duró sólo un minuto, que no se repitió jamás, que quizá jamás podrá repetirse?

¡¿Cuánto puede cambiar una vida, por un hecho fortuito, por un juego, por una apuesta?!... tú me miraste ese día y ése día morí y desde entonces sólo vivo para buscarte. No pude seguirte ¡¿Cómo?!, si sólo era un chiquillo ¡Tenía doce años! Y tu te fuiste de Roma tan sólo unos días después, y yo me quedé aquí, sin siquiera haberte visto partir, enterándome en el hotel de que ya no estabas más, sin nadie a quien preguntar por ti, ni el posadero que no me quiso dar información, ni esa chica que parecía odiarte. Y lo único que quedó al final fueron tus ojos en mi memoria. Un recuerdo macerado con rabia y con dolor.

Sólo la pintura pudo consolarme. Aprendí a pintar para hacer tangible lo que está en mi mente, para materializar mis sueños, mis deseos, mis recuerdos. Y entonces, como era lógico, te tenía que pintar a ti, ¡Y he fallado tantas veces, miserablemente!, me tuve que ir de casa para que nadie notara esta obsesión, para que nadie viera cómo me destruía, ¡Por ti!... pero hoy serás mío, hoy serás mío, porque... he descubierto el secreto de tus ojos.

*******************************

-          ¡Doménico. Qué pasa, por qué no abres!

-          ¡Vete!, hoy no hay clase. No puedo parar, ya casi lo tengo.

-          ... Esta bien, ¿Vengo mañana?

-          ¡¡VETE!!

**********************************

-          Yo... siento mucho cómo te traté ayer, perdón.

-          No te preocupes, está bien. Entonces, ¿terminaste?

-          Terminé.

-          ¿Estás llorando?

-          No... ¿quieres verlo?, tal vez para ti será sólo un lindo retrato, pero para mí es mi obra maestra.

-          Por supuesto, muero por verla.

Doménico hizo pasar a su joven aprendiz al cuarto de atrás lleno de retratos a medio hacer, borroneados o tachados, todos de la misma persona, todos cubiertos de polvo y algunos afectados por la humedad y el paso del tiempo. El chico reprimió un escalofrío al pasar entre ellos, al fondo, colgado en la pared y cubierto con una tela, estaba el cuadro recién terminado.

-          Destápalo tú mismo. ¿Qué te parece?

El muchacho contuvo un grito, sus grandes ojos celestes mirando espantados el retrato.

-          Pantera..., murmuró negando con la cabeza, mientras un par de lágrimas se resbalaban por sus mejillas.

-          ¿Pantera?...¿Porqué lo llamas así?, ¿Lo conoces?, ¡¿Lo conoces, Koi?!

-          .... Viví en su casa, tres años, pero no puede decirse que lo haya conocido.

-          ¿Vivías con él?... ¿Eres algo de él?

-          No. Trabajábamos. Era mi jefe.

-          ¿Cómo era?

-          Muy hábil, inteligente, misterioso...

-          Sus ojos... ¿eran así?

-          Los ocultaba siempre, era una manía suya. Sólo los vi una vez.

-          ¿Y eran así?

-          Sí. Los has captado muy bien,... asustan.

Doménico sonrió, complacido.

-          Entonces sí, es él. ¿Cómo se llama?

-          Lo dijo una vez... no puedo recordarlo...

-          ¡¿Cómo se llama?!

-          ... ¡No lo sé!

-          ¡¿CÓMO NO PUEDES SABERLO?!

-          ...¡LEONARDO!... Sí, eso fue lo que dijo, Leonardo Bianco. Nunca lo llamábamos por su nombre, perdón.

-          Leonardo... murmuró Doménico para recordar el nombre. ¿Dónde está ahora?.

Koi no respondió. Lo miró con extrañeza.

-          ¿Por qué has hecho el retrato de alguien a quien no conoces?

-          ¡¿Dónde lo encuentro?!, ¡Dímelo, Koi!.

-          ...No lo vas a encontrar, déjalo así.

-          ¡¿CÓMO QUE DEJALO ASÍ?! Le perdí el rastro hace tanto, porque era un niño y no tenía forma de seguirlo, ¡pero ahora puedo!, ¿Dónde está?. Iré dónde sea. ¡Dónde maldita sea!.

-          ... deberías calmarte, Doménico... vamos, por lo que entiendo, ni siquiera lo conociste en realidad, ¿no te parece ilógico querer seguir...?

-          ¡¿PORQUÉ NO ME RESPONDES?!

-          ... es que él está.... en una tumba. Murió hace dos años, lo siento.

Doménico recibió la noticia aparentemente sin inmutarse y se quedó serio mirando fijamente el vacío, luego alzó la vista hacia el retrato y se perdió en esos ojos dorados, calco perfecto de algo que ya no existía más.

-          ... ja ja ja ja.... , se rió amargamente, extraviado. ¡Está muerto!, ¿qué gracioso, no?. Por fin logré saber algo de él... ¡Que está muerto!, que jamás lo veré, que todo fue inútil... ¡QUE NO EXISTE!.... ja ja ja ja.... ja ja... y su terrible risa terminó por convertirse en llanto.

-          Doménico, vamos, no deberías tomarlo así. ¡¿Qué tiene que ver tu vida con la suya?!, entiendo que lo estuvieras buscando hace mucho, pero, por una parte mejor que lo supieras, ahora puedes dedicarte a otra cosa...

-          Largo. Fuera de mi casa. Tú no entiendes nada.

-          Eres tú el que está alterado...

-          ¡¡MÁRCHATE!!, le gritó abandonándose a otro ataque de llanto, y Koi no tuvo otro remedio que obedecer.

*******************************

Al día siguiente, Koi apareció muy temprano y permaneció largo rato aporreando la puerta. Al ver que era inútil y ya francamente preocupado, decidió pasar por entre los barrotes de la ventana convertido en gato, una vez adentro, volvió a su forma original y buscó a Doménico.

*******************************

-          ¡YO TUVE LA CULPA, FOX!, Yo tuve la culpa...

-          No es cierto, Koi, ¿Cómo podrías haberlo sabido?, ése chico estaba enfermo.

-          ¡Claro que estaba enfermo!... tenía cientos de retratos, ¡cientos!... es que yo tenía que haberlo sabido... ¡Y yo le dije que estaba muerto! ¡Yo!... ¿¡Por qué diablos no le mentí?!, ¿¡Por qué no me quedé?!...

-          Porque no esperabas que estuviera tan loco. Suicidarse por eso... es que no tiene lógica...

-          ... es como si yo lo hubiera matado...

-          ¡NO!, tú no tenías nada que hacer con eso, ¿entiendes, Koi?, en tal caso, la culpa sería de Pantera, ¿qué le habrá hecho a ese chico?.

-          Lo miró. Lo miró a los ojos una vez. Eso fue todo cuanto le hizo, Fox.

Entonces Fox abrió los brazos para cobijar a Koi contra su pecho y consolarlo.

-          Ya no quiero estar aquí, murmuró Koi entre sollozos, ocultando los ojos en el hombro de Fox.

Al caer la noche, Fox y Koi salieron de Roma con rumbo a Milán.

***********************************************

Nota de autor: Doménico es el chico que le enseñó a Koi a pintar, poco antes que él y Fox fueran a Milán donde Koi empezó su carrera artística.. Doménico tenía 25 años, era un chico de complexión frágil, tez blanca, cabello castaño algo largo y ojos café. De él se habla a la pasada en el relato corto “Verano”, en el cual, el joven Leonardo Bianco, estudiante de medicina, va de vacaciones a Roma acompañando como guía a su amigo Jacques y algunos otros chicos de su facultad, quienes en una arranque de celos se quejan de que Leo tenía unos ojos fuera de lo común que no parecían humanos y era por eso que todas las chicas se lo quedaban mirando sólo a él , y para molestarlo, apuestan a que no es capaz de conquistar a un muchacho, tan solo con mirarlo. Bueno, Doménico tenía 12 años en esa época y estaba pasando por la plaza....bueno, cosas que pasan....

Este era un personajillo que hace mucho me había sacado de la manga, y quise hacerle su historia porque era muy cortita y significativa. Gracias.
Previous post Next post
Up