Julia aún se sorprendía de lo mucho que había cambiado desde que había nacido Draco, siempre le habían dicho que ser madre cambiaba la vida, pero no se imaginaba que así de grandes los cambios.
Por ejemplo, nunca antes, pero nunca, nunca se pudo haber imaginado estar tejiendo un suéter para su hijo de 2 años y apenas lo acabara, tener que empezar hacerle sus cosas a su hija que vendría en un par de meses.
Mientras come su segundo plato de carne, ve a Let por la ventana jugando con Draco (el cual parece darle bien a las peleas igual que sus padres) y no puede evitar reírse.
Aparentemente, no era la única de los dos que había sufrido cambios.