Claim: Dean/Castiel. Gabriel/Sam.
Fandom: Supernatural.
Advertencias: Fluff, rainbows, cosas así (?).
Notas: Nope.
II.
• De algún modo u otro, cuando cierra la puerta de la habitación del motel y Dean se vuelve, preguntando por qué se ha tardado tanto, Sam ha terminado cediendo (“Apuesto a que Castiel daría el primer paso. Bajo mi supervisión, claro está”). Al principio ha dicho que no, que no deberían, y sabe bien que Dean se enfadará cuando descubra lo que está haciendo pero entonces, tal vez a causa del orgullo natural de su familia -o que se trata de Gabriel- no ha podido negarse a intervenir.
• Castiel sigue ahí -¿cómo no?- luciendo tan fuera de lugar como siempre, como desde el momento en que prefirió quedarse con ellos -con Dean, claro está- en lugar de regresar al Cielo, y Sam evita mirarlo mientras murmura algo sobre máquinas expendedoras vacías y la necesidad de tomar un poco de aire. Piensa en lo que acaba de pasar con Gabriel pero también trata de no hacerlo: las habilidades del ángel al leer la mente de las personas es algo que el pequeño Winchester siempre tiene bien presentes.
• Por otro lado, Sam no desconfía de sus propias capacidades pero no está tan seguro con respecto a Dean. Ha decidido apostar por su hermano dando el primer paso para deshacer de una vez por todas la tensión que los está matando pero, reflexionando sobre ello, tal vez haya metido la pata hasta el fondo porque si bien a su hermano nunca le ha hecho falta más que una sonrisa insinuante para llevarse a la cama a quien se le antoje, una cosa es pasar la noche con alguien y otra muy distinta el comenzar una relación.
• “No chick flick moments”, dice la voz de Dean dentro de su cabeza, y Cas ha comenzado a mirarlo de forma tan insistente que Sam se siente desnudo delante de él. Abre la boca para hablar pero entonces Dean se pone de pie, sacudiéndose los vaqueros con las manos, y se despereza vagamente antes de ir a coger de la mesa las llaves de su coche. “Lo que sea, y no sé ustedes pero yo me muero de hambre así que creo que es tiempo de salir a cazar el sustento. ¿Vienes, Cas?”
• Tres segundos después Sam se percata de que ésta es su oportunidad y, aunque Castiel ha hecho amago de incorporarse tras las palabras del humano, son tantas las voces en la cabeza de Sam gritando “por favor, déjame tener un momento a solas con mi hermano” que al final el ángel se queda quieto, pareciendo confundido antes de negar con la cabeza. “Yo… Uh… Creo que voy a quedarme aquí”, y toma el mando de la TV gesticulando con una mano hacia la pantalla en donde una telenovela latinoamericana parece haber llegado a su clímax.
• Dean pestañea un par de veces pero luego se encoge de hombros y, con un “como quieras”, avanza hacia el pasillo. Sam se conforma con darle al ángel una sonrisa agradecida y después lo sigue hacia la calle. Se asegurará de pedir queso extra para las hamburguesas de Cas y tal vez hasta una doble ración de bacón, pero lo más importante ahora es enfocar todos sus esfuerzos hacia su propio hermano mayor.
• “Se está acoplando bien a todo esto, ¿uh?”, la puerta del conductor se cierra justo un par de segundos antes de que Sam, sentado a un costado de su hermano en el Impala, comience a hablar. Un poco ausente, Dean introduce las llaves en su sitio antes de responder con un escueto “¿eh?” y echa el coche en reversa. “Cas. Se está adaptando mejor de lo que pensaba.” Dean acomoda ambas manos en el volante, enciende el reproductor de cintas y se vuelve hacia Sam con una sonrisa antes de decir: “No sé.”
• No hablan de Cas en el tiempo que les toma ir del motel a la orilla de la carretera hasta un White Castle con autoservicio. Mientras esperan por su pedido Dean golpea el volante de su nena con baquetas imaginarias al ritmo de la música que susurra acordes por la radio y Sam reclina la frente contra el cristal. Está pensando en que todo esto es bastante ridículo, y tal vez no debería ni siquiera molestarse pero, por otro lado, realmente quiere que su hermano sea feliz. Dean. No Gabriel. Dean.
• “Aún así debe sentarle raro, ¿no crees?”, continúa Sam, irguiéndose sobre su asiento. “¿Te lo ha mencionado? El motivo por el cual decidió quedarse con nosotros… ¿Te lo ha dicho?”. Dean para entonces de jugar con el aire y se vuelve hacia su hermano, con una ceja en alto y la nariz arrugada. “No.” En realidad ha estado mucho más ocupado tratando de enseñar a Castiel cómo usar el inodoro y a jugar a las cartas y porque hablar de asuntos trascendentales estará siempre más allá de Dean.
• “Tal vez deberíamos tratar de…”, alzando la mano, su hermano interrumpe cualquier cosa que haya estado tratando de decir y Sam lo mira con el cejo fruncido. Dean está sonriendo con gesto incrédulo. “¿Por qué el interés repentino, Sammy? Ya hablamos antes de esto: Cas está satisfecho con sus decisiones y, hey, siempre es bienvenida un poco de ayuda para cazar.” Se encoge de hombros, ensanchando su sonrisa antes de añadir, confidente: “No repitas esto pero creo que Bobby está haciéndose viejo.”
• Sam no sonríe. Alza levemente el labio inferior, torciéndolo hacia un costado mientras mira a Dean con esa mirada que a su hermano tan poco le gusta. “Dean…” empieza, y el mayor levanta ahora las dos manos, presintiendo tal vez lo que se avecina. “Woah, woah, woah. ¿Vamos a tener una de esas conversaciones ahora? ¿Podrías esperar al menos a que haya cenado algo?”. Arrugando un poco más el cejo, Sam se reclina sobre su asiento en el momento en que la encargada aparece por la ventanilla.
• En el camino de regreso tampoco se ha logrado mucho. Sam insiste en que es necesario tomar ciertas medidas pero Dean es testarudo, más que nada como un chiquillo cabeza dura, y se limita a decir “sí, sí”, a todo lo que Sam tiene que opinar. “De verdad, Dean,” dice Sam, con un gruñido, y su cuerpo se balancea hacia un costado en una curva. “¿No se te ha ocurrido pensar en eso?” Ve a Dean mirarlo con el rabillo de los ojos, alzando las cejas. “El verdadero motivo por el que Cas decidió quedarse.”
• Dean hace un puchero y luego dice, con ese tono tan peculiar que tiene: “¿White Castle? No creo que en el Cielo haya mucho de esto,” sonríe, señalando con la cabeza la bolsa de hamburguesas que hay sobre la guantera. “Carnes rojas, Sammy. Carnes rojas.” Sam suspira y entonces sólo hay dos posibilidades para él: o Dean está tratando de evadir el tema o es que verdaderamente es estúpido y ni siquiera se ha dado cuenta de lo que está pasando aquí.
• Castiel está todavía sentado en la cama de Dean cuando ambos regresan. Sam entra segundo y cierra la puerta detrás de él y luego se queda ahí de pie, observando las interacciones que se suceden justo frente a sus ojos. Cas se ha acercado a su hermano como un gatito curioso, deslizándose sobre la cama, y Dean hasta ha hecho el amago de revolverle los cabellos con una mano sólo dos segundos antes de decidir que mejor no.
• Que esté evadiendo el tema o que aún no se percate de ello; ambas posibilidades resultan altamente viables para Sam. Ahora bien, si Dean está sólo tratando de ignorar lo que pasa, significa que ya se ha dado cuenta; convencerlo de que dar el siguiente paso sería lo correcto podría costarle al menos algunas noches de desvelos a su hermano menor. Por Cas no se preocupa. Está seguro de que aceptará cualquier cosa que haga feliz a Dean y de todos modos no piensa dejar a Gabriel ganar.
• Se sienta junto a ellos frente a la pequeña mesa de la habitación y los mira con interés. Dean está ocupado contándole algo a Castiel -algo divertido, supone, por la forma en que Cas está sonriendo- y el ángel lo escucha en silencio, deshaciendo las envolturas de papel de su comida antes de llevársela a la boca. Sam siempre se ha caracterizado por ser una persona que piensa bien las cosas antes de actuar pero hoy no se lo ha planteado dos veces antes de abrir la boca y decir: “¿Por qué no vamos a beber algo?”